el treinta de diciembre - San Lucas 4.31-44, Ezequiel 46-47 e Isaías 65

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Un hombre que tenía un espíritu impuro
(Mc 1.21-28)

San Lucas 4 31Jesús fue a Cafarnaúm, un pueblo de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. 32Y la gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque hablaba con plena autoridad.
33En la sinagoga había un hombre que tenía un demonio o espíritu impuro, el cual gritó con fuerza:
34--¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé que eres el Santo de Dios.
35Jesús reprendió a aquel demonio, diciéndole:
--¡Cállate y deja a este hombre!
Entonces el demonio arrojó al hombre al suelo delante de todos, y salió de él sin hacerle ningún daño. 36Todos se asustaron, y se decían unos a otros:
--¿Qué palabras son estas? Con toda autoridad y poder este hombre ordena a los espíritus impuros que salgan, ¡y ellos salen!
37Y se hablaba de Jesús por todos los lugares de la región.

Jesús sana a la suegra de Simón
(Mt 8.14-15; Mc 1.29-31)

38Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron por ella a Jesús. 39Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre se le quitó. Al momento, ella se levantó y comenzó a atenderlos.

Jesús sana a muchos enfermos
(Mt 8.16-17; Mc 1.32-34)

40Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; y él puso las manos sobre cada uno de ellos, y los sanó. 41De muchos enfermos también salieron demonios, que gritaban:
--¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Jesús anuncia el mensaje en las sinagogas
(Mc 1.35-39)

42Al amanecer, Jesús salió fuera de la ciudad, a un lugar solitario. Pero la gente lo buscó, y llegaron a donde él estaba. Querían detenerlo, para que no se fuera, 43pero Jesús les dijo:
--También tengo que anunciar la buena noticia del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto fui enviado.
44Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas del país de los judíos.


Deberes del gobernante y del pueblo en las fiestas

Ezequiel 46 1"Yo, el Señor, digo: La puerta oriental del atrio interior deberá estar cerrada durante los seis días de trabajo, y se abrirá el sábado y el día de luna nueva. 2El gobernante entrará en el vestíbulo desde el atrio exterior, y se colocará junto a uno de los postes de la puerta. Entre tanto, los sacerdotes quemarán los animales del sacrificio y harán los sacrificios de reconciliación presentados por el gobernante, el cual se inclinará junto al umbral de la puerta, tocando el suelo con la frente, y luego saldrá. La puerta no volverá a cerrarse hasta el atardecer. 3Los sábados y de luna nueva, el pueblo adorará delante del Señor, frente a la misma puerta. 4Los animales que el gobernante debe presentar en el sábado para quemarlos como ofrenda al Señor son seis corderos y un carnero, todos sin ningún defecto. 5Por cada carnero ofrecerá veinte litros de cereales, y por los corderos lo que quiera. Por cada veinte litros de cereales ofrecerá tres litros y medio de aceite. 6El día de la luna nueva ofrecerá un becerro, seis corderos y un carnero, todos sin defecto. 7Por cada becerro ofrecerá veinte litros de cereales, y otro tanto por cada carnero, y por los corderos lo que quiera. Y por cada veinte litros de cereales, tres litros y medio de aceite.
8"Cuando el gobernante entre, deberá hacerlo por el vestíbulo de la puerta, y saldrá por allí mismo. 9Y cuando en las fiestas el pueblo entre a adorar al Señor, deberá hacerlo así: los que entren por la puerta norte saldrán por la puerta sur, y los que entren por la puerta sur saldrán por la puerta norte. No volverán por la misma puerta por la que entraron, sino por la de enfrente. 10El gobernante deberá entrar con el pueblo y salir también con él. 11En las diversas fiestas se ofrecerán veinte litros de cereales por cada becerro, y otro tanto por cada carnero; por los corderos, lo que se quiera. Por cada veinte litros de cereales se ofrecerán, además, tres litros y medio de aceite.
12"Cuando el gobernante haga una ofrenda voluntaria al Señor, como un animal para el holocausto o un sacrificio de reconciliación, se le abrirá la puerta oriental y ofrecerá su sacrificio de la misma manera que lo hace en los sábados. Una vez que haya salido, se cerrará la puerta.

La ofrenda diaria

13"Todos los días por la mañana se ofrecerá un cordero de un año, sin defecto, para ser quemado como sacrificio al Señor. 14Igualmente, cada mañana se le hará al Señor una ofrenda de siete litros de cereales y un litro de aceite, que se derramará sobre la harina. Este rito será obligatorio siempre. 15El sacrificio en que se quema el cordero, y la ofrenda de cereal y de aceite, se deberán presentar siempre por la mañana.

Obligaciones del gobernante respecto de la tierra

16"Yo, el Señor, digo: Si el gobernante regala a uno de sus hijos parte del terreno que le pertenece, pasará a ser propiedad hereditaria de sus descendientes. 17Pero si el gobernante regala parte de su terreno a uno de sus servidores, solo será suya hasta el año de liberación, en el que volverá a ser propiedad del gobernante y quedará como herencia de sus hijos. 18El gobernante no tiene derecho de despojar a nadie de su propiedad. Lo que dé a sus hijos como herencia, deberá dárselo de sus propiedades; así nadie se quedará sin su propiedad ni se dispersará mi pueblo."

Las cocinas del templo

19Luego el hombre me llevó, por la entrada que había al lado de la puerta, a los cuartos que daban hacia el norte y que estaban consagrados exclusivamente para los sacerdotes. Señalándome un lugar hacia el occidente, por la parte de atrás, 20me dijo: "Aquí es donde los sacerdotes deberán hervir la carne de los animales ofrecidos como sacrificio por la culpa o por el pecado, y cocer la ofrenda de cereales. Así no tendrán que sacar esas cosas al atrio exterior, ni el pueblo entrará en contacto con las cosas sagradas."
21-22Luego me llevó al atrio exterior y me hizo recorrer sus cuatro ángulos. Vi que en cada uno de los cuatro ángulos del atrio había un patio pequeño. Todos tenían las mismas medidas de veinte metros por quince; 23alrededor de ellos había un muro de piedra, y al pie de todo el muro había fogones. 24Entonces me dijo: "Estas son las cocinas donde los que sirven en el templo hervirán los animales que el pueblo ofrezca en sacrificio."

El agua que brota del templo

Ezequiel 47 1El hombre me hizo volver después a la entrada del templo. Entonces vi que por debajo de la puerta brotaba agua, y que corría hacia el oriente, hacia donde estaba orientado el templo. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al lado sur del altar. 2Luego me hizo salir del terreno del templo por la puerta norte, y me hizo dar la vuelta por fuera hasta la entrada exterior que miraba al oriente. Un pequeño chorro de agua brotaba por el lado sur de la entrada. 3El hombre salió hacia el oriente con una cuerda en la mano, midió quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba a los tobillos. 4Luego midió otros quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba entonces hasta las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba ya a la cintura. 5Midió otros quinientos metros y la corriente era ya un río que no pude atravesar; se había convertido en un río tan hondo que solo se podía cruzar a nado. 6Entonces me dijo: "Fíjate bien en lo que has visto."
Después me hizo volver por la orilla del río, 7y vi que en las dos orillas había muchos árboles. 8Entonces me dijo: "Esta agua corre hacia la región oriental y llega hasta la cuenca del Jordán, de donde desembocará en el Mar Muerto. Cuando llegue allá, el agua del mar se volverá dulce. 9En cualquier parte a donde llegue esta corriente, podrán vivir animales de todas clases y muchísimos peces. Porque el agua de este río convertirá el agua amarga en agua dulce, y habrá todo género de vida. 10Desde En-gadi hasta En-eglaim habrá pescadores, y ahí pondrán a secar sus redes. Y habrá allí tanta abundancia y variedad de peces como en el mar Mediterráneo. 11Pero en las ciénagas y pantanos no habrá agua dulce; allí quedará agua salada, que servirá para sacar sal. 12En las dos orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas no se caerán nunca, ni dejarán de dar fruto jamás. Cada mes tendrán fruto, porque estarán regados con el agua que sale del templo. Los frutos servirán de alimento y las hojas de medicina.

Los límites del país

13"Yo, el Señor, digo: Estos son los límites del país que recibirán como herencia las doce tribus de Israel (a José le corresponde una porción doble). 14Yo juré dar este país a los antepasados de ustedes. Repártanselo por partes iguales. Este país será su herencia.
15"Los límites por el norte, partiendo del mar Mediterráneo, pasarán por la ciudad de Hetlón y las ciudades de Sedad, 16Berotá y Sibraim (las cuales se encuentran entre el territorio de Damasco y el de Hamat), y Hasar-haticón (que limita con Haurán). 17Así pues, el límite norte irá desde el Mediterráneo hasta Hasar-enán, quedando al norte los territorios de Damasco y de Hamat.
18"Los límites orientales irán desde el punto situado entre Haurán y Damasco hasta la ciudad de Tamar, junto al Mar Muerto, a lo largo del río Jordán, que servirá de frontera entre el territorio de Galaad y el de Israel.
19"Los límites por el sur partirán de Tamar, pasando por el oasis de Meribá-cadés y por el arroyo de Egipto, hasta llegar al Mediterráneo.
20"El límite occidental lo formará el mar Mediterráneo, desde la frontera con Egipto hasta el lugar de la costa que está frente a la entrada de Hamat.
21"Este es el país que deben repartir entre las doce tribus de Israel. 22Será la herencia que les toque a ustedes, y también a los extranjeros que vivan con ustedes y que tengan hijos entre ustedes. Deberán considerarlos como si hubieran nacido en Israel. Cuando repartan la tierra entre las tribus de Israel, a ellos también les tocará su parte. 23Los extranjeros recibirán su parte en el territorio de la tribu en que estén viviendo. Yo, el Señor, lo ordeno.


Acusación contra los rebeldes

Isaías 65 1El Señor dice:
"Los que no me habían pedido nada
fueron los que acudieron a mí;
los que no me habían buscado
fueron los que me encontraron.
A un pueblo que no me había invocado
fue al que le dije: 'Aquí estoy.'
2Todo el día extendí mis manos
para atraer a un pueblo rebelde
que iba por caminos perversos
siguiendo sus propios caprichos;
3un pueblo que en mi propia cara
me ofendía continuamente;
que ofrecía sacrificios a los dioses en los jardines
y quemaba incienso en altares de ladrillo;
4que se sentaba entre los sepulcros
y pasaba las noches en sitios escondidos;
que comía carne de cerdo
y llenaba sus ollas de caldos impuros.
5Dicen: 'Quédate ahí, no me toques;
soy demasiado sagrado para que me toques.'
Esa gente es como fuego que arde todo el día;
me molestan como el humo en las narices.
6Pero todo esto está escrito delante de mí,
y no voy a quedarme cruzado de brazos;
voy a darles su merecido,
7tanto por los crímenes de ellos
como por los de sus padres.
Ellos quemaban incienso sobre los montes
y me ofendían en las colinas.
Haré primero la cuenta
y les daré su merecido."
El Señor lo ha dicho.

El Señor promete sus bendiciones


8El Señor dice:
"Cuando las uvas tienen mucho jugo
la gente no las echa a perder,
porque pueden sacar mucho vino.
Así haré yo también por amor a mis siervos:
no destruiré a toda la nación.
9Haré que Jacob tenga descendientes
y que haya gente en Judá que viva en mis montañas.
Mis elegidos poseerán la tierra,
mis servidores vivirán allí.
10El valle de Sarón se llenará de rebaños
y en el valle de Acor pastará el ganado
que tendrá el pueblo que me busca.
11Pero a ustedes que se apartan del Señor
y se olvidan de mi monte santo,
que ofrecen comida y vino
a Gad y Mení, dioses de la fortuna,
12mala fortuna les espera:
los haré morir a filo de espada.
Porque yo los llamé y ustedes no respondieron;
les hablé y no me escucharon;
hicieron lo que yo no apruebo,
escogieron lo que a mí me disgusta."

13Por eso, el Señor dice:
"Mis servidores tendrán de comer,
pero ustedes sufrirán hambre;
ellos tendrán de beber,
pero ustedes sufrirán sed;
ellos se alegrarán,
pero ustedes quedarán en ridículo;
14ellos cantarán de alegría
por el gozo de su corazón,
pero ustedes gritarán y llorarán
por la tristeza y la aflicción.
15Mis elegidos usarán el nombre de ustedes
para maldecir y desear la muerte a otros,
pero a mis siervos les cambiaré de nombre.
16Cualquiera que en el país pida una bendición,
la pedirá al Dios fiel;
y cualquiera que en el país haga un juramento,
jurará por el Dios fiel.
Las aflicciones anteriores han quedado olvidadas,
han desaparecido de mi vista.

17"Miren, yo voy a crear
un cielo nuevo y una tierra nueva.
Lo pasado quedará olvidado,
nadie se volverá a acordar de ello.
18Llénense de gozo y alegría para siempre
por lo que voy a crear,
porque voy a crear una Jerusalén feliz
y un pueblo contento que viva en ella.
19Yo mismo me alegraré por Jerusalén
y sentiré gozo por mi pueblo.
En ella no se volverá a oir llanto
ni gritos de angustia.
20Allí no habrá niños que mueran a los pocos días,
ni ancianos que no completen su vida.
Morir a los cien años será morir joven,
y no llegar a los cien años será una maldición.
21La gente construirá casas y vivirá en ellas,
sembrará viñedos y comerá sus uvas.
22No sucederá que uno construya y otro viva allí,
o que uno siembre y otro se aproveche.
Mi pueblo tendrá una vida larga, como la de un árbol;
mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos.
23No trabajarán en vano
ni tendrán hijos que mueran antes de tiempo,
porque ellos son descendientes
de los que el Señor ha bendecido,
y lo mismo serán sus descendientes.
24Antes que ellos me llamen,
yo les responderé;
antes que terminen de hablar,
yo los escucharé.
25El lobo y el cordero comerán juntos,
el león comerá pasto, como el buey,
y la serpiente se alimentará de tierra.
En todo mi monte santo
no habrá quien haga ningún daño."
El Señor lo ha dicho.

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