el primero de diciembre - Gálatas 5.1-15, Lamentaciones 5 y Salmo 147

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La libertad cristiana

Gálatas 5 1Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.
2Escúchenme. Yo, Pablo, les digo que si ustedes se someten al rito de la circuncisión, Cristo no les servirá de nada. 3Quiero repetirle a cualquier hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. 4Ustedes, los que quieren ser reconocidos como justos por cumplir la ley, se han apartado de Cristo; han rechazado la generosidad de Dios. 5Pero nosotros, por medio del Espíritu tenemos la esperanza de alcanzar la justicia basados en la fe. 6Porque gracias a Cristo Jesús, ya no cuenta para nada estar o no circuncidados. Lo que cuenta es la fe, una fe activa por medio del amor.
7Ustedes iban por buen camino. ¿Quién les impidió obedecer a la verdad? 8No fue cosa de Dios, que los ha llamado. 9Se dice que "un poco de levadura hace que fermente toda la masa", 10y yo tengo confianza en el Señor de que ustedes no van a pensar de otro modo; pero Dios castigará a ese que los anda perturbando, no importa quién sea.
11En cuanto a mí, hermanos, si todavía estuviera yo insistiendo en el valor de la circuncisión, los judíos no me perseguirían, ya que en ese caso el mensaje de la cruz de Cristo no los ofendería. 12Pero esos que los andan perturbando a ustedes, ¡ojalá se castraran a sí mismos de una vez!

El amor, resumen de la ley

13Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor. 14Porque toda la ley se resume en este solo mandato: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." 15Tengan cuidado, porque si ustedes se muerden y se comen unos a otros, llegarán a destruirse entre ustedes mismos.


Quinto lamento

Lamentaciones 5 1Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
míranos, ve cómo nos ofenden.

2Todo lo nuestro está ahora en manos de extranjeros;
ahora nuestras casas son de gente extraña.

3Estamos huérfanos, sin padre;
nuestras madres han quedado como viudas.

4¡Nuestra propia agua tenemos que comprarla;
nuestra propia leña tenemos que pagarla!

5Nos han puesto un yugo en el cuello;
nos cansamos, y no nos dejan descansar.

6Para llenarnos de pan, tendemos la mano
a los egipcios y a los asirios.

7Nuestros padres pecaron, y ya no existen,
y nosotros cargamos con sus culpas.

8Ahora somos dominados por esclavos,
y no hay quien nos libre de sus manos.

9El pan lo conseguimos a riesgo de la vida
y a pesar de los guerreros del desierto.

10La piel nos arde como un horno,
por la fiebre que el hambre nos causa.

11En Sión y en las ciudades de Judá,
mujeres y niñas han sido deshonradas.

12Nuestros jefes fueron colgados de las manos,
los ancianos no fueron respetados.

13A los hombres más fuertes los pusieron a moler;
los jóvenes cayeron bajo el peso de la leña.

14Ya no hay ancianos a las puertas de la ciudad;
ya no se escuchan canciones juveniles.

15Ya no tenemos alegría en el corazón;
nuestras danzas de alegría acabaron en tristeza.

16Se nos cayó de la cabeza la corona;
¡ay de nosotros, que hemos pecado!

17Por eso tenemos enfermo el corazón;
por eso se nos nubla la vista.

18El monte Sión es un montón de ruinas;
en él van y vienen las zorras.

19Pero tú, Señor, por siempre reinarás;
¡siempre estarás en tu trono!

20¿Por qué has de olvidarnos para siempre?
¿Por qué has de abandonarnos tanto tiempo?

21¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos!
¡Haz que nuestra vida sea otra vez lo que antes fue!

22Pero tú nos has rechazado por completo;
mucho ha sido tu enojo con nosotros.


SALMO 147 (146--147)

No hizo lo mismo con todas las naciones


1¡Aleluya!

¡Qué bueno es cantar himnos a nuestro Dios!
¡A él se le deben dulces alabanzas!
2El Señor reconstruye a Jerusalén
y reúne a los dispersos de Israel.
3Él sana a los que tienen roto el corazón,
y les venda las heridas.
4Él determina el número de las estrellas,
y a cada una le pone nombre.
5Grande es nuestro Dios, y grande su poder;
su inteligencia es infinita.
6El Señor levanta a los humildes,
pero humilla por completo a los malvados.

7Canten al Señor con gratitud;
canten himnos a nuestro Dios, al son del arpa.
8Él cubre de nubes el cielo,
prepara la lluvia para la tierra,
hace crecer los pastos en los montes,
9da de comer a los animales
y a las crías de los cuervos cuando chillan.
10No es la fuerza del caballo ni los músculos del hombre
lo que más agrada al Señor;
11a él le agradan los que lo honran,
los que confían en su amor.

12Jerusalén, alaba al Señor;
Sión, alaba a tu Dios.
13Pues él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de la ciudad.
14Él trae la paz a tu territorio
y te satisface con lo mejor del trigo.
15Él envía su palabra a la tierra,
y su palabra corre a toda prisa.
16Él produce la nieve como si fuera lana,
y esparce la escarcha como si fuera polvo.
17Él envía el hielo en forma de granizo;
con el frío que envía, el agua se congela.
18Pero envía su palabra, y la derrite;
hace soplar el viento, y el agua corre.
19Él dio a conocer a Jacob, a Israel,
su palabra, sus leyes y decretos.
20No hizo lo mismo con las otras naciones,
las cuales nunca conocieron sus decretos.

¡Aleluya!

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