el ocho de noviembre - 2 Timoteo 4, Jeremías 11-12 y Salmo 124

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2 Timoteo 4 1Delante de Dios y de Cristo Jesús, que vendrá glorioso como Rey a juzgar a los vivos y a los muertos, te encargo mucho 2que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando con toda paciencia. 3Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oir. 4Darán la espalda a la verdad y harán caso a toda clase de cuentos. 5Pero tú conserva siempre el buen juicio, soporta los sufrimientos, dedícate a anunciar el evangelio, cumple bien con tu trabajo.
6Yo ya estoy para ser ofrecido en sacrificio; ya se acerca la hora de mi muerte. 7He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel. 8Ahora me espera la corona merecida que el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor esperan su venida gloriosa.

Instrucciones y noticias personales

9Haz lo posible por venir pronto a verme; 10pues Demas, que amaba más las cosas de esta vida, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica. Crescente se ha ido a la región de Galacia, y Tito a la de Dalmacia. 11Solamente Lucas está conmigo. Busca a Marcos y tráelo contigo, porque puede ser una ayuda para mí en el trabajo. 12A Tíquico lo mandé a Éfeso. 13Cuando vengas, tráeme la capa que dejé en Tróade, en casa de Carpo; también los libros, y especialmente los pergaminos.
14Alejandro el herrero se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará conforme a lo que ha hecho. 15Cuídate tú también de él, porque se ha puesto muy en contra de nuestro mensaje.
16En mi primera defensa ante las autoridades, nadie me ayudó; todos me abandonaron. Espero que Dios no se lo tome en cuenta. 17Pero el Señor sí me ayudó y me dio fuerzas, de modo que pude llevar a cabo la predicación del mensaje de salvación y hacer que lo oyeran todos los paganos. Así el Señor me libró de la boca del león, 18y me librará de todo mal, y me salvará llevándome a su reino celestial. ¡Gloria a él para siempre! Amén.

Despedida

19Saludos a Prisca y a Áquila, y a la familia de Onesíforo. 20Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto. 21Procura venir antes del invierno. Te mandan saludos Eubulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
22Que el Señor Jesucristo esté contigo, y que Dios derrame su gracia sobre todos ustedes.


Violación de la alianza

Jeremías 11 1El Señor se dirigió a mí, Jeremías, y me dijo: 2"Que los israelitas pongan atención a los términos de esta alianza. Habla a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén, 3y diles que yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro maldito al que no obedezca los términos de esta alianza. 4Es la alianza que hice con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, país que era para ellos como un horno de fundir hierro. Les dije: Obedézcanme, hagan todo lo que yo les ordene y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. 5Si ustedes me hacen caso, yo cumpliré el juramento que hice a sus antepasados, de darles una tierra, la tierra que ahora tienen, donde la leche y la miel corren como el agua."
Y yo respondí: "Sí, Señor."
6Entonces el Señor me dijo: "Proclama este mensaje en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Di a la gente: 'Escuchen cuáles son los términos de esta alianza, y cúmplanlos. 7Cuando yo saqué de Egipto a los antepasados de ustedes, les advertí solemnemente que me hicieran caso, y desde entonces hasta ahora se lo he seguido advirtiendo. 8Pero no me hicieron caso ni me obedecieron, sino que tercamente se dejaron llevar por las malas inclinaciones de su corazón. No quisieron cumplir los términos que yo les había ordenado, y entonces hice que les vinieran los castigos anunciados en la alianza.'  "
9El Señor siguió diciéndome: "La gente de Judá y los habitantes de Jerusalén conspiran contra mí. 10Han vuelto a los mismos pecados que antes cometieron sus antepasados, los cuales se negaron a obedecerme y se fueron tras otros dioses y los adoraron. Tanto Israel como Judá han violado la alianza que yo hice con sus antepasados. 11Por lo tanto, voy a enviarles una calamidad de la que no podrán escapar. Por más que griten pidiéndome auxilio, no los escucharé. Yo, el Señor, lo afirmo. 12Entonces la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a pedir ayuda a los dioses a los que ofrecen incienso, pero ellos no podrán salvarlos cuando llegue la calamidad. 13Judá tiene tantos dioses como ciudades, y los habitantes de Jerusalén han levantado tantos altares para ofrecer incienso a Baal como calles hay en la ciudad. 14Así que tú, Jeremías, no ores en favor de este pueblo; no me ofrezcas oraciones ni súplicas por ellos, porque no voy a escucharlos cuando me pidan ayuda en medio de la calamidad.

15"¿Qué busca Israel, mi amada, en mi templo,
después de haber hecho tantas cosas malas?
¿Acaso la grasa y la carne de los sacrificios
alejarán de ti la desgracia,
y podrás así escapar?"
16El Señor te había llamado "olivo frondoso,
cargado de hermosos frutos."
Pero en medio de fuertes truenos
él prendió fuego a tus hojas
y arden tus ramas.

17El Señor todopoderoso, que te plantó, ha ordenado la calamidad contra ti por causa de las maldades que Israel y Judá han cometido, pues lo han ofendido ofreciendo incienso a Baal.

Los enemigos de Jeremías pretenden darle muerte

18El Señor me hizo saber que mis enemigos estaban tramando algo malo. Él me abrió los ojos, para que me diera cuenta. 19Yo estaba tranquilo, como un cordero que llevan al matadero, sin saber que estaban haciendo planes contra mí. Decían: "Cortemos el árbol ahora que está en todo su vigor; arranquémoslo de este mundo de los vivientes, para que nadie vuelva a acordarse de él."

20Pero tú, Señor todopoderoso,
eres un juez justo;
tú conoces hasta lo más íntimo del hombre.
Hazme ver cómo castigas a esa gente,
pues he puesto mi causa en tus manos.

21Y a los hombres de Anatot, que buscaban mi muerte y que me ordenaban no hablar en nombre del Señor, si no quería que me mataran, 22el Señor todopoderoso les dice: "Voy a ajustar cuentas con ustedes: los jóvenes morirán en la guerra, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23No quedará ni uno solo de ellos, porque viene el día en que yo ajustaré cuentas con ustedes, hombres de Anatot, y traeré sobre ustedes la calamidad."

El profeta se dirige a Dios

Jeremías 12 1Señor, si me pongo a discutir contigo,
tú siempre tienes la razón;
y sin embargo quisiera preguntarte
el porqué de algunas cosas.
¿Por qué les va bien a los malvados?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
2Tú los plantas,
y ellos echan raíces, y crecen y dan fruto.
De labios para afuera, te tienen cerca,
pero en su interior están lejos de ti.
3Tú, en cambio, Señor, me conoces;
tú me ves y sabes
cuáles son mis sentimientos hacia ti.
¡Llévate a esa gente como ovejas al matadero;
márcalos para el día de la matanza!
4¿Hasta cuándo va a estar seca la tierra
y marchita la hierba de los campos?
Los animales y las aves se están muriendo
por la maldad de los habitantes del país,
que piensan que no ves lo que ellos hacen.

Respuesta de Dios


5"Si tanto te cansas corriendo contra gente de a pie,
¿cómo podrás competir con gente de a caballo?
En terreno seguro te sientes tranquilo,
¿pero qué harás en la espesura del Jordán?
6Aun tus hermanos, los de tu propia familia,
te han traicionado,
y a gritos te insultan a tus espaldas.
No confíes en ellos,
ni aunque te hablen con buenas palabras.

Tristeza del Señor por la suerte de su pueblo


7"He abandonado a mi pueblo,
he rechazado a la que fue mi posesión.
He puesto en manos de sus enemigos
a la nación que yo tanto amaba.
8Este pueblo, que fue mi posesión,
es ahora para mí como un león en la selva;
ruge contra mí, por eso lo aborrezco.
9Mi pueblo es como un ave de bello plumaje,
a la que otras aves atacan.
¡Vengan, todos los animales salvajes;
júntense a darse su banquete!
10Muchos jefes enemigos han destruido mi viñedo,
han pisoteado mi campo.
Han convertido en desolado desierto
el terreno que yo más quiero.
11Lo dejaron desierto y desolado,
y yo lo veo lamentarse.
Todo el país está desierto,
pero a nadie le preocupa.
12Por todas las lomas del desierto
vinieron hombres violentos,
porque yo, el Señor, tengo una espada
que destruirá el país de extremo a extremo,
y no habrá paz para ninguno.
13Sembraron trigo y cosecharon espinos;
todos sus trabajos fueron vanos.
La cosecha fue un fracaso
por causa de mi ardiente ira."

Promesas del Señor a los pueblos vecinos de Israel

14Así dice el Señor acerca de los pueblos malvados, vecinos de Israel, que han destruido la tierra que él dio como herencia a su pueblo Israel: "Yo los arrancaré de sus tierras, y sacaré a Judá de en medio de ellos. 15Pero después de arrancarlos volveré a tener compasión de ellos, y los haré regresar a su propia tierra y a su propio país. 16Ciertamente ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, pero ahora podrán establecerse en medio de mi pueblo, si de veras aceptan la religión de mi pueblo y juran por mi nombre diciendo: 'Por la vida del Señor.' 17Pero a la nación que no me obedezca, la arrancaré de raíz y la destruiré. Yo, el Señor, lo afirmo."


SALMO 124 (123)

Dios, Salvador de Israel


1Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
--que lo diga ahora Israel--,
2si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando los hombres se levantaron para atacarnos,
3nos habrían tragado vivos
al encenderse su furor contra nosotros.
4Entonces las aguas nos habrían arrastrado;
¡un río habría pasado sobre nosotros!
5¡Entonces las aguas turbulentas
habrían pasado sobre nosotros!

6¡Bendito sea el Señor,
que no dejó que nos despedazaran con sus dientes!
7Nos hemos escapado de la trampa
como un ave que escapa del cazador;
la trampa se rompió, y nosotros escapamos.
8La ayuda nos viene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

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