el veintisiete de octubre - 2 Thessalonians 1, Isaías 25-26 y Salmo 117

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Segunda carta de San Pablo a los
TESALONICENSES

Saludo

2 Tesalonicenses 1 1Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la comunidad de los creyentes de la ciudad de Tesalónica, que están unidos a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo. 2Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.

Acción de gracias y petición

3Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor. 4De modo que nosotros mismos hablamos de ustedes con satisfacción en las iglesias de Dios, por la fortaleza y la fe que ustedes muestran en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufren. 5Esto es una señal del justo juicio de Dios y muestra que él los ha juzgado dignos de entrar en su reino, por el cual están sufriendo.
6Pues es justo que Dios haga sufrir a quienes los hacen sufrir a ustedes, 7y que a ustedes, los que sufren, les dé descanso lo mismo que a nosotros. Esto será en el día en que el Señor Jesús aparezca con sus ángeles poderosos, viniendo del cielo entre llamas de fuego. 8Vendrá para castigar a los que no reconocen a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. 9Estos serán castigados con destrucción eterna, y serán arrojados lejos de la presencia del Señor y de su gloria y poder, 10cuando el Señor venga en aquel día para ser honrado entre su pueblo santo y admirado por todos los creyentes; pues ustedes han creído en el testimonio que les dimos.
11Con este fin oramos siempre por ustedes, pidiendo a nuestro Dios que los haga dignos del llamamiento que les hizo, y que cumpla por su poder todos los buenos deseos de ustedes y los trabajos que realizan movidos por su fe. 12De esta manera, el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por causa de ustedes, y él los honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.


Canto de alabanza a Dios

Isaías 25 1Señor, tú eres mi Dios;
yo te alabo y bendigo tu nombre,
porque has realizado tus planes admirables,
fieles y seguros desde tiempos antiguos.
2Has convertido las ciudades en montones de piedras,
las ciudades fortificadas en ruinas;
destruiste los palacios de los enemigos,
y no serán reconstruidos jamás.
3Por esto un pueblo violento te honra,
las ciudades de gente cruel te temen.
4Porque tú has sido un refugio para el pobre,
un protector para el necesitado en su aflicción,
refugio contra la tempestad,
sombra contra el calor.
El aliento de los hombres crueles
es como una tempestad de invierno,
5o como el calor en tierra seca.
Tú dominas el tumulto de los enemigos
como calmas el calor con la sombra de una nube.
Tú obligas a los hombres crueles a guardar silencio.

6En el monte Sión, el Señor todopoderoso
preparará para todas las naciones
un banquete con ricos manjares y vinos añejos,
con deliciosas comidas y los más puros vinos.
7En este monte destruirá el Señor
el velo que cubría a todos los pueblos,
el manto que envolvía a todas las naciones.
8El Señor destruirá para siempre la muerte,
secará las lágrimas de los ojos de todos
y hará desaparecer en toda la tierra
la deshonra de su pueblo.
El Señor lo ha dicho.

9En ese día se dirá:
"Este es nuestro Dios,
en él confiamos y él nos salvó.
Alegrémonos, gocémonos, él nos ha salvado."

10La mano del Señor protegerá al monte Sión,
mientras que a Moab la pisoteará
como se pisotea la paja en un basurero.
11Moab extenderá sus brazos
como los extiende un nadador,
pero con cada movimiento
se hundirá más su altanería.
12El Señor hará caer
sus altas y fuertes murallas;
las derribará,
las dejará tiradas por el suelo.

Canto de victoria

Isaías 26 1En ese día se cantará este canto en la tierra de Judá:

"Tenemos una ciudad fuerte;
para salvarnos,
el Señor levantó murallas y fortificaciones.
2Abran las puertas para que pase una nación justa
que se mantiene fiel.
3Señor, tú conservas en paz a los de carácter firme,
porque confían en ti.
4Confíen siempre en el Señor,
porque él es refugio eterno.
5Él hace caer a los orgullosos,
y humilla a la ciudad soberbia
derribándola hasta el suelo,
6para que los humildes y los pobres
la pisoteen con sus pies."

7El camino de los justos es recto;
tú, Señor, haces llano su camino.
8Nosotros también nos sentimos seguros
en el camino señalado por tus leyes, Señor.
Lo que nuestro corazón desea es pensar en ti.
9De todo corazón suspiro por ti en la noche;
desde lo profundo de mi ser te busco.
Cuando tú juzgues la tierra,
los hombres aprenderán lo que es justicia.
10Aunque tengas compasión de los malos,
ellos no aprenderán a ser rectos;
son perversos en tierra de gente honrada
y no tienen en cuenta la grandeza del Señor.
11Señor, tienes el castigo preparado,
pero ellos no quieren darse cuenta;
cuando vean tu ardiente amor por tu pueblo,
quedarán en ridículo.
¡Ojalá que el fuego de tu ira los devore!
12Señor, tú nos concedes bienestar;
eres tú, en verdad,
quien realizas todas nuestras obras.
13Señor y Dios nuestro,
otros señores han sido nuestros amos,
pero solo a ti te reconocemos por Señor.
14Ellos están muertos, no volverán a vivir;
no son más que sombras, y no volverán a levantarse;
pues los has castigado, los has destruido,
has acabado con todo recuerdo de ellos.
15Tú hiciste crecer la nación, Señor;
la hiciste crecer para gloria tuya,
extendiste todas las fronteras del país.
16En la aflicción te buscamos, Señor,
cuando nos corriges con un simple murmullo.
17Delante de ti estábamos, Señor,
como cuando a una mujer encinta
se le acerca el momento del parto
y se retuerce y grita de dolor.
18Concebimos, sentimos los dolores del parto
y dimos a luz, pero no era más que viento.
No hemos traído la salvación al país,
ni va a nacer gente que pueble el mundo.
19Pero tus muertos sí volverán a vivir,
sus cadáveres resucitarán.
Los que duermen en la tierra se despertarán
y darán gritos de alegría.
Porque tú envías tu luz como rocío
y los muertos volverán a nacer de la tierra.

20Ve, pueblo mío, entra en tu casa
y cierra las puertas detrás de ti.
Escóndete un poco, hasta que pase la ira del Señor.
21Porque el Señor va a salir de su palacio
para castigar por sus pecados
a los habitantes de la tierra,
y la tierra no ocultará más sus víctimas
sino que dejará ver los crímenes cometidos en ella.


SALMO 117 (116)

Alabanza al Señor

1Naciones y pueblos todos,
alaben al Señor,
2pues su amor por nosotros es muy grande;
¡la fidelidad del Señor es eterna!

¡Aleluya!

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