el veintiséis de octubre - 1 Tesalonicenses 5, Isaías 23-34 y Salmo 116

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1 Tesalonicenses 5 1En cuanto a las fechas y los tiempos, hermanos, no necesitan que les escribamos. 2Ustedes saben muy bien que el día del regreso del Señor llegará cuando menos se lo espere, como un ladrón que llega de noche. 3Cuando la gente diga: "Todo está en paz y tranquilo", entonces vendrá de repente sobre ellos la destrucción, como le vienen los dolores de parto a una mujer que está encinta; y no podrán escapar. 4Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, para que el día del regreso del Señor los sorprenda como un ladrón. 5Todos ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad; 6por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos y en nuestro sano juicio. 7Los que duermen, duermen de noche, y los que se emborrachan, se emborrachan de noche; 8pero nosotros, que somos del día, debemos estar siempre en nuestro sano juicio. Debemos protegernos, como con una coraza, con la fe y el amor, y cubrirnos, como con un casco, con la esperanza de la salvación. 9Porque Dios no nos destinó a recibir el castigo, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. 10Jesucristo murió por nosotros, para que, ya sea que sigamos despiertos o que nos durmamos con el sueño de la muerte, vivamos juntamente con él. 11Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, tal como ya lo están haciendo.

Actitudes propias de los cristianos

12Hermanos, les rogamos que tengan respeto a los que trabajan entre ustedes, los dirigen en las cosas del Señor y los amonestan. 13Deben estimarlos y amarlos mucho, por el trabajo que hacen. Vivan en paz unos con otros.
14También les encargamos, hermanos, que reprendan a los indisciplinados, que animen a los que están desanimados, que ayuden a los débiles y que tengan paciencia con todos.
15Tengan cuidado de que ninguno pague a otro mal por mal. Al contrario, procuren hacer siempre el bien, tanto entre ustedes mismos como a todo el mundo.
16Estén siempre contentos. 17Oren en todo momento. 18Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús.
19No apaguen el fuego del Espíritu. 20No desprecien el don de profecía. 21Sométanlo todo a prueba y retengan lo bueno. 22Apártense de toda clase de mal.
23Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24El que los llama es fiel, y cumplirá todo esto.

Despedida

25Hermanos, oren también por nosotros.
26Saluden a todos los hermanos con un beso santo.
27Les encargo, por la autoridad del Señor, que lean esta carta a todos los hermanos.
28Que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia sobre ustedes.


Profecía contra Tiro y Sidón

Isaías 23 1Profecía contra Tiro:
Las naves de Tarsis están gimiendo,
porque el puerto ha sido destruido.
El puerto a donde se llegaba de Chipre
ha sido arrasado.
2La gente de Tiro y los comerciantes de Sidón guardan silencio.
Sus agentes atravesaban el mar
3y sus aguas inmensas.
Sacaban sus ganancias
del grano de Sihor, de las cosechas del Nilo,
y comerciaban con las naciones.
4Llénate de vergüenza, Sidón, fortaleza del mar,
pues tendrás que decir:
"Ya no tengo dolores de parto, ya no doy a luz.
Ya no tengo hijos que criar
ni hijas que educar."
5Cuando llegue la noticia a los egipcios,
se llenarán de angustia por lo que le pasó a Tiro.
6Dirán: "Váyanse a Tarsis,
pónganse a gemir, habitantes de la costa."

7¿Es esta la ciudad de origen tan antiguo
y tan amiga de las diversiones?
¿Es esta la que viajaba
para establecerse en lejanas regiones?
8¿Quién decretó esto contra Tiro,
la ciudad real,
cuyos comerciantes eran príncipes,
y sus negociantes los más poderosos de la tierra?
9El Señor todopoderoso lo decretó
para humillar todo orgullo
y dejar por el suelo a todos los poderosos de la tierra.
10Pueblo de Tarsis, ponte a cultivar la tierra,
que el astillero ya no existe.
11El Señor extendió su mano sobre el mar,
hizo temblar a las naciones
y mandó destruir las fortificaciones de Canaán.
12Y dijo a Sidón:
"Déjate de diversiones, muchacha violada.
Aunque resuelvas pasar hasta Chipre,
tampoco allí encontrarás descanso."

13Miren esta tierra,
tierra destinada a naves.
Los caldeos levantaron torres
y demolieron los palacios de Sidón,
los convirtieron en ruinas.
Ellos fueron los culpables, no Asiria.

14Pónganse a gemir, naves de Tarsis,
porque su fortaleza ha sido destruida.

15En ese tiempo Tiro será echada al olvido durante setenta años, el tiempo que dura la vida de un rey. Al cabo de esos setenta años se le aplicará a Tiro lo que dice aquella canción de la prostituta:

16"Prostituta olvidada,
toma tu arpa, recorre la ciudad,
toca buena música, entona muchos cantos,
a ver si se acuerdan de ti."

17Al cabo de setenta años el Señor volverá a ocuparse de Tiro. Ella volverá a alquilarse y se prostituirá con todos los países de la tierra. 18Pero las ganancias de su comercio serán consagradas al Señor; no serán guardadas ni almacenadas, sino que serán dadas a los que sirven al Señor, para que compren alimentos en abundancia y vestidos finos.

El juicio sobre toda la tierra

Isaías 24 1Miren, el Señor va a arrasar la tierra,
va a devastarla y trastornarla,
y dispersará a sus habitantes.
2Y será igual para el sacerdote y el pueblo,
para el amo y el esclavo,
para el ama y la esclava,
para el que compra y el que vende,
para el que presta y el que recibe prestado,
para el deudor y el acreedor.
3La tierra será totalmente arrasada,
totalmente saqueada.
Porque esto es lo que ha dicho el Señor.
4La tierra se seca y se marchita,
el mundo entero se reseca, se marchita,
y el cielo y la tierra se llenan de tristeza.
5La tierra ha sido profanada por sus habitantes,
porque han dejado de cumplir las leyes,
han desobedecido los mandatos,
han violado la alianza eterna.
6Por eso, una maldición ha acabado con la tierra,
y sus habitantes sufren el castigo.
Por eso, los habitantes de la tierra han disminuido,
y queda poca gente.

7El vino escasea, los viñedos se enferman,
los que vivían alegres se llenan de tristeza.
8Se terminó la alegría de los tambores y del arpa,
se calló el bullicio de los amigos de la diversión.
9No más beber vino al son de las canciones;
las bebidas se volverán amargas para los bebedores.
10La ciudad del desorden está en ruinas,
no se puede entrar en ninguna casa.
11La gente llora en las calles por la escasez de vino;
toda la alegría se ha apagado,
ha quedado desterrada de la tierra.
12La ciudad está en ruinas,
la puerta quedó hecha pedazos.
13Así será en todas las naciones de la tierra:
como cuando se hacen caer a golpes las aceitunas,
o cuando se rebuscan las uvas
una vez terminada la cosecha.

14Los sobrevivientes gritarán llenos de alegría,
levantarán la voz desde occidente
al ver la majestad del Señor.
15También en el oriente
y en los países del mar
darán gloria al Señor, el Dios de Israel.
16Desde el extremo de la tierra los hemos oído cantar:
"¡Honor al justo!"

Pero yo dije: ¡Ay, qué miseria, qué miseria!
¡Los traidores cometen una vil traición!
17Los habitantes de la tierra
serán como animales perseguidos por los cazadores
o en peligro de caer en un hoyo o una trampa.
18El que escape de los cazadores caerá en el hoyo,
y el que salga del hoyo caerá en la trampa.
Un diluvio caerá del cielo
y temblarán los cimientos de la tierra.

19La tierra temblará terriblemente,
se sacudirá, se hará pedazos.
20Se tambaleará como un borracho,
temblará como una débil choza.
Sus pecados pesan tanto sobre ella
que caerá y no volverá a levantarse.
21En ese día el Señor castigará
a los poderes celestiales
y a los reyes de la tierra;
22los reunirá, los encerrará en un calabozo,
los tendrá encarcelados,
y después de mucho tiempo los castigará.
23Cuando el Señor todopoderoso actúe como rey
en el monte Sión, en Jerusalén,
el sol y la luna se oscurecerán
y los jefes de su pueblo verán la gloria del Señor.


SALMO 116 (114-115)

Oración de gratitud

1Amo al Señor porque ha escuchado mis súplicas,
2porque me ha prestado atención.
¡Toda mi vida lo invocaré!
3La muerte me enredó en sus lazos,
la angustia del sepulcro me alcanzó
y me hallé preso del miedo y del dolor.
4Entonces invoqué el nombre del Señor
y le rogué que me salvara la vida.

5El Señor es justo y compasivo;
nuestro Dios es todo ternura.
6El Señor cuida de los sencillos.
Cuando yo estaba sin fuerzas, me salvó.
7Ahora sí, puedo volver a sentirme tranquilo
porque el Señor ha sido bueno conmigo,
8porque me ha librado de la muerte,
porque me ha librado de llorar y de caer.
9Seré obediente al Señor
en el mundo de los que viven.

10Yo tenía fe, a pesar de que decía
que era grande mi aflicción.
11Desesperado, afirmé
que todo hombre es mentiroso.

12¿Cómo podré pagar al Señor
todo el bien que me ha hecho?
13¡Levantaré la copa de la salvación
e invocaré su nombre!
14Cumpliré mis promesas al Señor
en presencia de todo su pueblo.

15Mucho le cuesta al Señor
ver morir a los que lo aman.
16¡Oh Señor, yo soy tu siervo!
¡Yo soy el hijo de tu sierva!
Tú has roto los lazos que me ataban.
17En gratitud, te ofreceré sacrificios,
e invocaré, Señor, tu nombre.
18Cumpliré mis promesas al Señor
en presencia de todo su pueblo,
19en los atrios del templo del Señor,
¡en medio de ti, Jerusalén!

¡Aleluya!

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