el veintiuno de octubre - Apocalipsis 21-22, Isaías 9-10 y Salmo 111

Patrocinada por la Sociedad Bíblica Americana

Apocalipsis 21 1Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar.

La nueva Jerusalén

2Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido. 3Y oí una fuerte voz que venía del trono, y que decía: "Aquí está el lugar donde Dios vive con los hombres. Vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir."
5El que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas." Y también dijo: "Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza."
6Después me dijo: "Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada. 7El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia; y yo seré su Dios y él será mi hijo. 8Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que adoran ídolos, y todos los mentirosos, a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la segunda muerte."
9Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas calamidades, y me dijo: "Ven, que te voy a enseñar a la novia, la esposa del Cordero." 10Y en la visión que me hizo ver el Espíritu, el ángel me llevó a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. 11La ciudad brillaba con el resplandor de Dios; su brillo era como el de una piedra preciosa, como un diamante, transparente como el cristal. 12Alrededor de la ciudad había una muralla grande y alta, que tenía doce puertas, y en cada puerta había un ángel; en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. 13Tres puertas daban al este, tres al norte, tres al sur y tres al oeste. 14La muralla de la ciudad tenía doce piedras por base, en las que estaban escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15El ángel que hablaba conmigo llevaba una caña de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. 16La ciudad era cuadrada; su largo era igual a su ancho. El ángel midió con su caña la ciudad: medía doce mil estadios; su largo, su alto y su ancho eran iguales. 17Luego midió la muralla: medía ciento cuarenta y cuatro codos, según las medidas humanas que el ángel estaba usando.
18La muralla estaba hecha de diamante, y la ciudad era de oro puro, como vidrio pulido. 19Las piedras de la base de la muralla estaban adornadas con toda clase de piedras preciosas: la primera, con diamante; la segunda, con zafiro; la tercera, con ágata; la cuarta, con esmeralda; 20la quinta, con ónice; la sexta, con rubí; la séptima, con crisólito; la octava, con berilo; la novena, con topacio; la décima, con crisoprasa; la undécima, con jacinto; y la duodécima, con amatista. 21Las doce puertas eran doce perlas; cada puerta estaba hecha de una sola perla. Y la calle principal de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente.
22No vi ningún santuario en la ciudad, porque el Señor, el Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero. 23La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero. 24Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo le entregarán sus riquezas. 25Sus puertas no se cerrarán de día, y en ella no habrá noche. 26Le entregarán las riquezas y el esplendor de las naciones; 27pero nunca entrará nada impuro, ni nadie que haga cosas odiosas o engañosas. Solamente entrarán los que tienen su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero.
Apocalipsis 22 1El ángel me mostró un río limpio, de agua de vida. Era claro como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. 2En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río, crecía el árbol de la vida, que da fruto cada mes, es decir, doce veces al año; y las hojas del árbol sirven para sanar a las naciones. 3Ya no habrá allí nada puesto bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos lo adorarán. 4Lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. 5Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos.

La venida de Jesucristo está cerca

6El ángel me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor, el mismo Dios que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que pronto va a suceder."
7"¡Vengo pronto! ¡Dichoso el que hace caso del mensaje profético que está escrito en este libro!"
8Yo, Juan, vi y oí estas cosas. Y después de verlas y oírlas, me arrodillé a los pies del ángel que me las había mostrado, para adorarlo. 9Pero él me dijo: "No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y que tus hermanos los profetas y que todos los que hacen caso de lo que está escrito en este libro. Adora a Dios."
10También me dijo: "No guardes en secreto el mensaje profético que está escrito en este libro, porque ya se acerca el tiempo de su cumplimiento. 11Deja que el malo siga en su maldad, y que el impuro siga en su impureza; pero que el bueno siga haciendo el bien, y que el santo siga santificándose."
12"Sí, vengo pronto, y traigo el premio que voy a dar a cada uno conforme a lo que haya hecho. 13Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin."
14Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y poder entrar por las puertas de la ciudad. 15Pero fuera se quedarán los pervertidos, los que practican la brujería, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los que adoran ídolos y todos los que aman y practican el engaño.
16"Yo, Jesús, he enviado mi ángel para declarar todo esto a las iglesias. Yo soy el retoño que desciende de David. Soy la estrella brillante de la mañana."
17El Espíritu Santo y la esposa del Cordero dicen: "¡Ven!" Y el que escuche, diga: "¡Ven!" Y el que tenga sed, y quiera, venga y tome del agua de la vida sin que le cueste nada.
18A todos los que escuchan el mensaje profético escrito en este libro, les advierto esto: Si alguno añade algo a estas cosas, Dios le añadirá a él las calamidades que en este libro se han descrito. 19Y si alguno quita algo del mensaje profético escrito en este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que en este libro se han descrito.
20El que declara esto, dice: "Sí, vengo pronto."
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
21Que el Señor Jesús derrame su gracia sobre todos.


Isaías 9 1aY el oprimido no podrá escapar.

Nacimiento y reinado del Príncipe de la paz

1bAl principio Dios humilló a Galilea, tierra de Zabulón y de Neftalí, región vecina a los paganos, que se extiende desde el otro lado del Jordán hasta la orilla del mar; pero después le concedió mucho honor.

2El pueblo que andaba en la oscuridad
vio una gran luz;
una luz ha brillado
para los que vivían en tinieblas.
3Señor, has traído una gran alegría;
muy grande es el gozo.
Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha,
como se alegran los que se reparten grandes riquezas.
4Porque tú has deshecho
la esclavitud que oprimía al pueblo,
la opresión que lo afligía,
la tiranía a que estaba sometido.
Fue como cuando destruiste a Madián.
5Las botas que hacían resonar los soldados
y los vestidos manchados de sangre
serán quemados, destruidos por el fuego.
6Porque nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo,
al cual se le ha concedido el poder de gobernar.
Y le darán estos nombres:
Admirable en sus planes, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de la paz.
7Se sentará en el trono de David;
extenderá su poder real a todas partes
y la paz no se acabará;
su reinado quedará bien establecido,
y sus bases serán la justicia y el derecho
desde ahora y para siempre.
Esto lo hará el ardiente amor del Señor todopoderoso.

Ira del Señor contra el reino de Israel

8El Señor ha enviado un mensaje a Israel,
al pueblo de Jacob;
9todo el pueblo de Efraín, que vive en Samaria,
lo ha entendido.
Ellos dicen con orgullo y altanería:
10"Se han caído los ladrillos,
pero vamos a construir con piedra.
Han cortado las vigas de sicómoro,
pero las vamos a cambiar por madera de cedro."
11El Señor ha hecho venir terribles enemigos;
él mismo les ha ordenado atacar.
12Por el oriente los sirios,
por el occidente los filisteos.
De un bocado se tragaron a Israel.
Y, sin embargo, la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

13Pero el pueblo no se volvió a Dios, que lo castigaba;
no buscó al Señor todopoderoso.
14Entonces el Señor trató al reino de Israel
como quien corta a un animal la cola y la cabeza,
como quien derriba palmeras y juncos por igual.
¡Todo esto en un solo día!
15(La cabeza representa a los ancianos y los jefes,
la cola a los profetas que enseñan mentiras.)
16Los jefes han extraviado a este pueblo,
y los que buscaban un guía se perdieron.
17Por eso el Señor no tuvo compasión de los jóvenes,
ni misericordia de los huérfanos y las viudas.
Porque el pueblo entero es impío y perverso
y todos dicen disparates.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

18La maldad hace estragos
como un incendio que devora espinos y matorrales
y quema luego los árboles del bosque,
y los lanza por los aires entre torbellinos de humo.
19-20Por la ira del Señor todopoderoso
el país está incendiado,
el fuego destruye al pueblo;
se comen la carne de sus propios hijos
y no tienen compasión de sus hermanos.
Aquí hay uno que engulle y queda con hambre,
allá hay otro que come y no se siente satisfecho.
21Manasés destruye a Efraín, Efraín a Manasés,
y ambos se lanzan contra Judá.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

Isaías 10 1¡Ay de ustedes, que dictan leyes injustas
y publican decretos intolerables,
2que no hacen justicia a los débiles
ni reconocen los derechos de los pobres de mi pueblo,
que explotan a las viudas
y roban a los huérfanos!
3¿Qué harán ustedes cuando tengan que rendir cuentas,
cuando vean venir de lejos el castigo?
¿A quién acudirán pidiendo ayuda?
¿En dónde dejarán sus riquezas?
4Si no son humillados y llevados presos,
caerán con los que mueran asesinados.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

Dios se vale de Asiria para el castigo

5"¡El rey de Asiria!
Él es el palo con que yo en mi ira castigo,
la vara que uso cuando me enojo.
6Lo mando a atacar a un pueblo impío,
a una nación que me ofende,
para que la robe y le quite sus riquezas,
para que la pisotee como al barro de las calles.
7Pero el rey de Asiria no piensa así,
ni es eso lo que él se propone.
No piensa más que en destruir
y en acabar con muchas naciones.
8Dice: 'Todos los reyes son jefes a mis órdenes.
9Para mí son iguales las ciudades de Calnó y de Carquemis,
Hamat igual que Arpad,
Samaria lo mismo que Damasco.
10Me he encontrado naciones con muchos dioses,
con más ídolos que los de Jerusalén y Samaria.
11Pues bien, lo que hice con Samaria y sus dioses,
¿no seré capaz de hacerlo con Jerusalén y sus ídolos?'  "

12Cuando el Señor haya hecho todo lo que tiene que hacer
en el monte Sión y en Jerusalén,
castigará al rey de Asiria
por esta obra de su orgullo,
y por su altanería y arrogancia.

13El rey de Asiria ha dicho:
"Yo lo he hecho con mi propia fuerza;
yo soy inteligente, y he hecho los planes.
Yo he cambiado las fronteras de las naciones,
me he apoderado de sus riquezas,
y, como un valiente, he derribado a los reyes.
14He puesto mi mano en las riquezas de los pueblos,
me he apoderado de toda la tierra
como quien toma de un nido unos huevos abandonados,
y no hubo nadie que moviera las alas,
nadie que abriera el pico y chillara."

15Pero, ¿acaso puede el hacha
creerse más importante que el que la maneja?,
¿la sierra más que el que la mueve?
¡Como si el bastón, que no es más que un palo,
fuera el que moviera al hombre que lo lleva!

16Por eso, el Señor todopoderoso
va a dejar sin fuerzas a esos que son tan robustos,
y hará que les arda el cuerpo con el fuego de la fiebre.
17El Dios Santo, luz de Israel,
se convertirá en llama de fuego,
y en un día quemará y destruirá
todos los espinos y matorrales que hay en el país.
18Destruirá completamente
la belleza de sus bosques y sus huertos.
Los dejará como un enfermo que ya no tiene fuerzas.
19Y serán tan pocos los árboles que queden en el bosque,
que hasta un niño los podrá contar.
20En ese tiempo
los pocos que hayan quedado de Israel,
aquellos del pueblo de Jacob que se hayan salvado,
no volverán a apoyarse en el que los destruyó
sino que se apoyarán firmemente
en el Señor, el Dios Santo de Israel.
21Unos cuantos del pueblo de Jacob
se volverán hacia el Dios invencible.
22Aunque tu pueblo, Israel, sea tan numeroso
como los granos de arena del mar,
solo unos cuantos volverán.
La destrucción está decidida
y se hará justicia por completo.
23Porque el Señor todopoderoso
ha decidido la destrucción
y la va a llevar a cabo en todo el país.

24El Señor todopoderoso dice así:
"Pueblo mío, que vives en Sión,
no tengas miedo a los asirios,
aunque te golpeen con su vara
y levanten su bastón contra ti
como hicieron los egipcios.
25Porque dentro de muy poco tiempo
va a llevarse a cabo el castigo,
y mi ira los destruirá.
26El Señor todopoderoso los castigará
como cuando derrotó a Madián
en la roca de Oreb,
y mostrará su poder contra Asiria
como cuando lo mostró contra Egipto.
27En ese día se te quitará
la carga que han puesto sobre tus espaldas,
y será quebrado el yugo que te han puesto en la nuca."

El avance de los asirios

El invasor viene por Rimón,
28llega a Aiat,
pasa por Migrón,
deja la carga en Micmás,
29cruza el paso del torrente,
acampa en Gueba;
Ramá se llena de terror,
Guibeá de Saúl sale huyendo.
30¡Da gritos, Bat-galim!
¡Óyelos, Laisa!
¡Responde, Anatot!
31Madmená sale huyendo,
los habitantes de Guebim se esconden.
32Hoy mismo se detiene el invasor en Nob;
da la señal de atacar el monte Sión,
la colina de Jerusalén.
33Miren, el Señor todopoderoso
derriba los árboles con fuerza terrible;
los más altos caen cortados,
los más elevados se vienen al suelo.
34Con un hacha derriba lo más espeso del bosque,
y los árboles más bellos del Líbano se derrumban.


SALMO 111 (110)

Alabanza de los actos de Dios

1¡Aleluya!

Alabaré al Señor de todo corazón
en la reunión de los hombres honrados,
en la comunidad entera.
2Las obras del Señor son grandes,
y quienes las aman, las estudian.
3Su obra es bella y esplendorosa,
y su justicia permanece para siempre.
4Ha hecho inolvidables sus maravillas.

El Señor es tierno y compasivo;
5da alimentos a los que lo honran;
¡se acuerda siempre de su alianza!
6Mostró a su pueblo el poder de sus obras,
dándole lo que era posesión de los paganos.
7Lo que él hace es justo y verdadero;
se puede confiar en sus mandamientos,
8pues son firmes hasta la eternidad
y están hechos con verdad y rectitud.
9Dio libertad a su pueblo
y afirmó su alianza para siempre.
Dios es santo y terrible.

10La mayor sabiduría consiste en honrar al Señor;
los que lo honran, tienen buen juicio.
¡Dios será siempre alabado!

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