el diecinueve de octubre - Apocalipsis 19, Isaías 5-6 y Salmo 109.20-31

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Apocalipsis 19 1Después de esto, oí las fuertes voces de una gran multitud que decía en el cielo:

"¡Aleluya!
La salvación, la gloria y el poder
son de nuestro Dios,
2porque él juzga rectamente y con verdad;
pues ha condenado a la gran prostituta
que con su prostitución corrompió al mundo;
ha vengado en ella
la muerte de los siervos de Dios."

3Luego volvieron a decir:
"¡Aleluya!
El humo de ella nunca dejará de subir."

4Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron hasta el suelo y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Y decían: "¡Amén! ¡Aleluya!" 5Desde el trono se oyó entonces una voz, que decía:

"¡Alaben a nuestro Dios
todos ustedes, pequeños y grandes,
todos ustedes que lo sirven
y le tienen reverencia!"

Canto de alabanza

6Oí también algo como las voces de mucha gente, como el sonido de una cascada y de fuertes truenos. Decían:

"¡Aleluya!
Porque ha comenzado a gobernar el Señor,
nuestro Dios todopoderoso.
7Alegrémonos,
llenémonos de gozo y démosle gloria,
porque ha llegado el momento
de las bodas del Cordero.
Su esposa se ha preparado:
8se le ha permitido vestirse
de lino fino, limpio y brillante,
porque ese lino es la recta conducta
del pueblo santo."

9El ángel me dijo: "Escribe: 'Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero.'  " Y añadió: "Estas son palabras verdaderas de Dios."
10Me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: "No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y tus hermanos que siguen fieles al testimonio de Jesús. Adora a Dios."
Pues ese testimonio de Jesús es el que inspira a los profetas.

El jinete vencedor

11Vi el cielo abierto; y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, porque con rectitud gobernaba y hacía la guerra. 12Sus ojos brillaban como llamas de fuego, llevaba en la cabeza muchas coronas y tenía un nombre escrito que solamente él conocía. 13Iba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: La Palabra de Dios. 14Lo seguían los ejércitos del cielo, vestidos de lino fino, blanco y limpio, y montados en caballos blancos. 15Le salía de la boca una espada afilada, para herir con ella a las naciones. Las gobernará con cetro de hierro. Y él mismo pisará las uvas para sacar el vino de la ira terrible del Dios todopoderoso. 16En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: "Rey de reyes y Señor de señores."

La victoria sobre el monstruo

17Y vi un ángel que, puesto de pie en el sol, gritaba con fuerza a todas las aves de rapiña que vuelan en medio del cielo: "¡Vengan y reúnanse para la gran cena de Dios, 18para que coman carne de reyes, de jefes militares y de hombres valientes, carne de caballos y de sus jinetes, carne de todos: de libres y de esclavos, de pequeños y de grandes!"
19Vi al monstruo y a los reyes del mundo con sus ejércitos, que se habían reunido para pelear contra el que montaba aquel caballo y contra su ejército. 20El monstruo fue apresado, junto con el falso profeta que había hecho señales milagrosas en su presencia. Por medio de esas señales, el falso profeta había engañado a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su imagen. Entonces el monstruo y el falso profeta fueron arrojados vivos al lago de fuego donde arde el azufre. 21Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves de rapiña se hartaron de la carne de ellos.


El viñedo, imagen de Judá

Isaías 5 1Voy a entonar en nombre de mi mejor amigo
el canto dedicado a su viñedo.
Mi amigo tenía un viñedo
en un terreno muy fértil.
2Removió la tierra, la limpió de piedras
y plantó cepas de la mejor calidad.
En medio del sembrado levantó una torre
y preparó también un lugar donde hacer el vino.
Mi amigo esperaba del viñedo uvas dulces,
pero las uvas que este dio fueron agrias.
3Ahora, habitantes de Jerusalén, gente de Judá,
digan ustedes quién tiene la culpa,
si mi viñedo o yo.
4¿Había algo más que hacerle a mi viñedo?
¿Hay algo que yo no le haya hecho?
Yo esperaba que diera uvas dulces,
¿por qué, entonces, dio uvas agrias?
5Pues bien, les voy a decir
qué pienso hacer con mi viñedo:
voy a quitarle la cerca, para que lo destruyan;
voy a agrietarle el muro, para que lo pisoteen;
6voy a dejarlo abandonado.
No lo podarán ni lo desyerbarán,
y se llenará de espinos y maleza.
Voy a ordenar a las nubes
que no envíen su lluvia sobre él.
7El viñedo del Señor todopoderoso,
su sembrado preferido,
es el país de Israel,
el pueblo de Judá.
El Señor esperaba de ellos respeto a su ley,
y solo encuentra asesinatos;
esperaba justicia,
y solo escucha gritos de dolor.

Amenazas contra los malvados

8¡Ay de ustedes, que compran casas y más casas,
que consiguen campos y más campos,
hasta no dejar lugar a nadie más,
y se instalan como si fueran los únicos en el país!
9El Señor todopoderoso me ha jurado:
"Muchas casas serán destruidas;
y por grandes y hermosas que sean,
nadie las habitará.
10Tres hectáreas plantadas de uvas
no rendirán más que un barrilito de vino.
Diez costales de semilla
solo rendirán uno de trigo."

11¡Ay de ustedes, que madrugan para emborracharse,
y al calor del vino se quedan hasta la noche!
12Todo es música de arpas, salterios, tambores y flautas,
y mucho vino en sus banquetes;
pero no se fijan en lo que hace el Señor,
no toman en cuenta sus obras.
13Por eso, por no querer entender, mi pueblo irá al destierro.
Todo el pueblo, con sus jefes,
morirá de hambre y de sed.
14Como una fiera, el sepulcro abre su boca sin medida,
para tragarse al pueblo y a sus jefes,
a esa gente que vive en juergas y diversiones.
15La gente quedará completamente humillada;
los orgullosos tendrán que bajar los ojos.
16El Señor todopoderoso mostrará su grandeza en el juicio;
el Dios Santo mostrará su santidad haciendo justicia.
17Las ciudades serán destruidas
y en sus ruinas pastarán ovejas y cabras.

18¡Ay de ustedes, que con mentiras arrastran la maldad,
que arrastran el pecado como quien tira de un carro!
19Ustedes que dicen: "Que Dios haga pronto sus cosas,
para que las veamos;
que el Dios Santo de Israel cumpla de prisa sus planes,
para que los conozcamos."
20¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo,
y malo a lo bueno;
que convierten la luz en oscuridad,
y la oscuridad en luz;
que convierten lo amargo en dulce,
y lo dulce en amargo!

21¡Ay de ustedes, que se creen sabios
y se consideran inteligentes!
22¡Ay de ustedes, que son campeones bebiendo vino,
y nadie les gana en preparar licores!
23Ustedes, que por dinero declaran inocente al culpable
y desconocen los derechos del inocente.
24Por eso, así como el fuego quema la paja
y las llamas devoran las hojas secas,
así también perecerán ustedes,
como plantas que se pudren de raíz
y cuyas flores se deshacen como el polvo.
Porque despreciaron las enseñanzas y las órdenes
del Señor todopoderoso, el Dios Santo de Israel.
25Por eso el Señor se enojó contra su pueblo
y levantó la mano para castigarlo.
Los montes se estremecieron,
los cadáveres quedaron tirados como basura en las calles.
Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;
él sigue amenazando todavía.

26El Señor levanta una bandera
y a silbidos llama a una nación lejana;
de lo más lejano de la tierra la hace venir.
Viene en seguida, llega con gran rapidez;
27no hay entre ellos nadie débil ni cansado,
nadie que no esté bien despierto,
nadie que no tenga el cinturón bien ajustado,
nadie que tenga rotas las correas de sus sandalias.
28Tienen las flechas bien agudas
y todos sus arcos bien tensos.
Los cascos de sus caballos son como dura piedra,
y como un torbellino las ruedas de sus carros;
29su rugido es como el rugido de un león,
que gruñe y agarra la presa,
y se la lleva sin que nadie se la pueda quitar.
30Esa nación, al llegar el día señalado,
rugirá, como el mar, contra Israel;
y si alguien observa la tierra,
la verá envuelta en tinieblas
y oscurecida la luz por los nubarrones.

Llamamiento de Isaías

Isaías 6 1El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono muy alto; el borde de su manto llenaba el templo. 2Unos seres como de fuego estaban por encima de él. Cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían la cara, con otras dos se cubrían la parte inferior del cuerpo y con las otras dos volaban. 3Y se decían el uno al otro:

"Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso;
toda la tierra está llena de su gloria."

4Al resonar esta voz, las puertas del templo temblaron, y el templo mismo se llenó de humo. 5Y pensé: "¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros."
6En ese momento uno de aquellos seres como de fuego voló hacia mí. Con unas tenazas sostenía una brasa que había tomado de encima del altar, 7y tocándome con ella la boca, me dijo:

"Mira, esta brasa ha tocado tus labios.
Tu maldad te ha sido quitada,
tus culpas te han sido perdonadas."

8Entonces oí la voz del Señor, que decía:
"¿A quién voy a enviar?
¿Quién será nuestro mensajero?"

Yo respondí:
"Aquí estoy yo, envíame a mí."

9Y él me dijo:
"Anda y dile a este pueblo lo siguiente:
'Por más que escuchen, no entenderán;
por más que miren, no comprenderán.'
10Entorpece la mente de este pueblo;
tápales los oídos y cúbreles los ojos
para que no puedan ver ni oir,
ni puedan entender,
para que no se vuelvan a mí
y yo no los sane."

11Yo le pregunté:
"¿Cuánto tiempo durará esto, Señor?"

Y él me contestó:
"Hasta que las ciudades queden destruidas
y sin ningún habitante;
hasta que las casas queden sin gente,
y los campos desiertos,
12y el Señor haga salir desterrada a la gente,
y el país quede completamente vacío.
13Y si aún queda una décima parte del pueblo,
también será destruida,
como cuando se corta un roble o una encina
y solo queda el tronco."
(Pero de ese tronco saldrá un retoño sagrado.)


SALMO 109 (108)

20¡Así pague el Señor a mis enemigos
y a los que hablan mal de mí!

21Pero tú, Señor,
haz honor a tu nombre, y trátame bien.
¡Sálvame, por la bondad de tu amor!
22Estoy muy pobre y afligido,
tengo herido el corazón,
23me voy desvaneciendo como una sombra,
¡el viento me arrastra como a una langosta!
24De no comer me tiemblan las rodillas;
adelgazo por falta de alimento.
25¡Soy el hazmerreir de la gente!
¡Al verme, mueven burlones la cabeza!

26Ayúdame, Señor y Dios mío;
¡sálvame, por tu amor!
27Que sepan que tú, Señor,
has hecho esto con tu mano.
28No importa que me maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Que ellos se avergüencen
mientras tu siervo se alegra.
29¡Que mis enemigos se llenen de vergüenza!
¡Que los cubra la vergüenza como una capa!

30Con mis labios daré al Señor gracias infinitas;
¡lo alabaré en medio de mucha gente!
31Porque él aboga en favor del pobre
y lo pone a salvo de los que lo condenan.

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