el dieciocho de octubre - Apocalipsis 18, Isaías 3-4 y Salmo 109.1-19

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La caída de Babilonia

Apocalipsis 18 1Después de esto, vi otro ángel que bajaba del cielo; tenía mucha autoridad, y la tierra quedó iluminada con su resplandor. 2Con fuerte voz gritaba:

"¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia!
¡Se ha vuelto vivienda de demonios,
guarida de toda clase de espíritus impuros,
nido de toda clase de aves impuras
y de fieras impuras y odiosas!
3Pues todas las naciones se emborracharon
con el vino de su prostitución;
los reyes del mundo
se prostituyeron con ella,
y los comerciantes del mundo
se hicieron ricos con su exagerado derroche."

4Oí otra voz del cielo, que decía:
"Salgan de esa ciudad, ustedes que son mi pueblo,
para que no participen en sus pecados
ni los alcancen sus calamidades;
5pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y Dios ha tenido presentes sus maldades.
6Denle lo mismo que ella ha dado a otros;
páguenle el doble de lo que ha hecho;
mézclenle una bebida dos veces más fuerte
que la que ella mezcló para otros;
7denle tormento y sufrimiento
en la medida en que se entregó al orgullo y al derroche.
Pues dice en su corazón:
'Aquí estoy sentada como una reina.
No soy viuda, ni sufriré.'
8Por eso, en un solo día le vendrán sus calamidades:
muerte, aflicción y hambre,
y será quemada en el fuego;
porque poderoso es Dios, el Señor, que la ha condenado."

9Los reyes del mundo que se prostituyeron con ella y se entregaron al derroche, llorarán y harán lamentación por ella cuando vean el humo de su incendio. 10Se quedarán lejos por miedo a su castigo, y dirán:

"¡Ay, ay de ti, la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad poderosa!
Porque en un instante llegó tu castigo."

11Los comerciantes del mundo también llorarán y harán lamentación por esa ciudad, porque ya no habrá quien les compre sus cargamentos: 12cargamentos de oro, plata, piedras preciosas, perlas, telas de lino fino y de seda, de color púrpura y rojo; toda clase de maderas aromáticas; objetos de marfil, de maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13cargamentos de canela y especias aromáticas; incienso, perfumes y resinas; vino, aceite, harina fina y trigo; animales de carga, ovejas, caballos, carros y hasta esclavos, que son vidas humanas. 14Y dirán a la ciudad:

"¡Ya no tienes las ricas frutas
que tanto te gustaban;
para siempre has perdido
todos tus lujos y riquezas!"

15Los que negociaban con esas cosas y se hicieron ricos a costa de la ciudad, se quedarán lejos por miedo a su castigo, llorando y lamentándose, 16y dirán:

"¡Ay, ay de la gran ciudad!
Vestida de lino fino,
con ropas de color púrpura y rojo,
adornada con oro, perlas y piedras preciosas.
17¡Y en un instante se ha acabado tanta riqueza!"

Todos los capitanes de barco y los que navegan por la costa, los marineros y todos los que se ganan la vida en el mar, se quedaron lejos 18y, al ver el humo del incendio de la ciudad, gritaron: "¿Qué otra ciudad podía compararse a esta gran ciudad?" 19Y se echaron polvo en la cabeza, llorando y lamentándose, y gritaron:

"¡Ay, ay de la gran ciudad!
Con su riqueza se hicieron ricos
todos los que tenían barcos en el mar.
¡Y en un instante ha quedado destruida!"

20Tú, oh cielo, alégrate
por causa de esa ciudad;
y alégrense ustedes, los del pueblo santo,
y los apóstoles y los profetas,
porque Dios, al condenarla,
les ha hecho justicia a ustedes.

21Entonces un ángel poderoso levantó una piedra, que era como una gran piedra de molino, y lanzándola al mar dijo:

"Así serás tú echada abajo,
Babilonia, la gran ciudad,
y nunca más te volverán a ver.
22Nunca más se oirá en tus calles
música de arpas, flautas y trompetas,
ni habrá en ti trabajadores de ningún oficio,
ni se oirá en ti el ruido de la piedra del molino.
23Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara,
ni se oirá en ti el bullicio de las fiestas de bodas.
Porque tus comerciantes eran los poderosos del mundo
y engañaste a todas las naciones con tus brujerías."

24Pues en esa ciudad se ha encontrado la sangre de los profetas y del pueblo santo, y de todos los que han sido asesinados en el mundo.


Castigo de Judá y Jerusalén

Isaías 3 1¡Fíjense bien! El Señor todopoderoso
les quitará a Jerusalén y a Judá
toda clase de proveedores
y toda provisión de pan y de agua.
2Hará desaparecer al valiente, al guerrero,
al juez, al profeta, al adivino, al anciano,
3al capitán, al aristócrata,
al consejero, al mago y al brujo,
4y les pondrá por jefes a unos muchachos;
unos chiquillos los gobernarán.
5La situación será tal en el pueblo,
que unos a otros, aun entre amigos, se atacarán.
Los jóvenes la emprenderán contra los viejos,
los despreciados contra la gente importante.
6Tanto que un hermano tomará a otro en la casa de su padre
y le dirá: "Tú al menos tienes ropa que ponerte;
sé, pues, nuestro jefe; gobierna este montón de ruinas."
7Y el otro le responderá:
"Yo no puedo remediar esos males,
en mi casa no tengo comida ni ropa que ponerme.
No me hagan jefe del pueblo."
8Ciertamente Jerusalén se derrumba,
Judá se queda en ruinas,
porque allí se dicen y hacen cosas contra el Señor,
cosas que ofenden su majestad.

9Su mismo descaro los acusa;
no ocultan sus pecados;
igual que Sodoma, los hacen saber a todo el mundo.
¡Ay de ellos, pues preparan su propio castigo!
10Dichoso el justo, porque le irá bien
y gozará del fruto de sus acciones.
11¡Ay del malvado, pues le irá mal!
Dios le pagará según sus propias acciones.

12Un chiquillo es el tirano de mi pueblo;
el gobierno está en manos de mujeres.
Tus dirigentes te engañan, pueblo mío,
te llevan por camino equivocado.
13El Señor se ha preparado para juzgar,
está listo para enjuiciar a su pueblo.
14El Señor llamará a juicio, y dirá
a los ancianos y a los jefes del pueblo:
"Ustedes han estado destruyendo mi viñedo;
han robado a los pobres,
y lo que roban lo guardan en sus casas.
15¿Con qué derecho oprimen a mi pueblo
y pisotean la cara a los pobres?"
Lo afirma el Señor todopoderoso.

Castigo a las mujeres de Jerusalén

16El Señor dice también:
"A las mujeres de Sión, que son orgullosas,
que andan con la cabeza levantada,
mirando con insolencia,
caminando con pasitos cortos
y haciendo sonar los adornos de los pies,
17en castigo las dejaré calvas por la tiña
y pondré su desnudez al descubierto."

18En aquel día,
el Señor hará desaparecer todos los adornos:
los adornos de los pies, las diademas, las lunetas,
19los pendientes, los brazaletes y los velos,
20las bandas de la cabeza, las cadenitas de los pies,
los cinturones, los frasquitos de perfume y los amuletos,
21los anillos, los adornos de la nariz,
22los vestidos elegantes, los mantos, los chales y los bolsos,
23los espejos, las telas finas,
los turbantes y las mantillas.
24En vez de perfume habrá pestilencia;
en vez de cinturón, una soga;
en vez de elegante peinado, la cabeza calva;
en vez de finos vestidos, ropa áspera;
en vez de belleza, una marca con hierro candente.
25Tus hombres caerán en la guerra,
tus guerreros morirán en la batalla.
26La ciudad llorará y se pondrá de luto,
y quedará en completo abandono.
Isaías 4 1En aquel día quedarán tan pocos hombres
que siete mujeres pelearán por uno de ellos,
y le dirán:
"Nosotras nos mantendremos por nuestra cuenta
y nos vestiremos con nuestros propios medios,
pero déjanos llevar tu nombre,
líbranos de nuestra vergüenza."

Promesa de felicidad para el futuro

2En aquel día,
el retoño que el Señor hará brotar
será el adorno y la gloria
de los que queden con vida en Israel;
las cosechas que produzca la tierra
serán su orgullo y su honor.
3A los que queden con vida en Sión,
a los que sobrevivan en Jerusalén
y reciban el privilegio de vivir allí,
se les llamará "consagrados al Señor".
4Cuando el Señor dicte su sentencia
y ejecute su castigo,
limpiará a Jerusalén de la sangre de sus crímenes
y lavará las manchas de los habitantes de Sión.
5Sobre toda la extensión del monte Sión
y sobre el pueblo reunido allí,
el Señor creará una nube oscura en el día,
y en la noche resplandor y llamas de fuego.
Por encima de todos estará la gloria del Señor,
6para protegerlos y defenderlos;
les servirá de sombra contra el calor del día
y de protección contra la lluvia y la tempestad.


SALMO 109 (108)

Apelación al Juez supremo

1Oh Dios, no te quedes callado ante mi oración,
2pues labios mentirosos y malvados
hablan mal de mí,
y es falso lo que de mí dicen.
3Sus expresiones de odio me rodean;
¡me atacan sin motivo!
4A cambio de mi amor, me atacan;
pero yo hago oración.
5Me han pagado mal por bien,
y a cambio de mi amor, me odian.

6Pon como juez suyo a un malvado,
y que lo acuse su propio abogado;
7que lo declaren culpable en el juicio;
que lo condene su propia defensa.
8¡Que viva poco tiempo
y que otro se apodere de sus bienes!
9¡Que sus hijos queden huérfanos
y viuda su esposa!
10¡Que sus hijos anden vagando y pidiendo limosna!
¡Que los echen de las ruinas de su casa!
11Que se lleve el prestamista
todo lo que le pertenecía.
Que gente extraña le arrebate
el fruto de su trabajo.
12Que no haya quien tenga compasión
de él ni de sus hijos huérfanos.
13Que se acabe su descendencia,
que se borre para siempre su apellido.
14Que se acuerde el Señor de la maldad de su padre
y nunca borre el pecado de su madre;
15que el Señor los tenga siempre presentes
y borre de la tierra su recuerdo.

16Nunca pensó en ser compasivo;
a los pobres y humildes y afligidos
los persiguió hasta matarlos.
17Ya que prefirió la maldición, ¡que lo maldigan!
No quiso bendición, ¡pues que nunca lo bendigan!
18Que lo cubra la maldición como un vestido;
que le entre en el vientre y en los huesos
cual si fuera agua o aceite;
19¡que lo cubra como un vestido
y lo oprima como un cinto!

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