el dieciséis de octubre - Apocalipsis 16, Ester 9-10 y Salmo 107.23-43

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Apocalipsis 16 1Oí una fuerte voz, que salía del santuario y que decía a los siete ángeles: "Vayan y vacíen sobre la tierra esas siete copas de la ira de Dios."

Las siete copas

2El primer ángel fue y vació su copa sobre la tierra; y a toda la gente que tenía la marca del monstruo y adoraba su imagen, le salió una llaga maligna y dolorosa.
3El segundo ángel vació su copa sobre el mar, y el agua del mar se volvió sangre, como la de un hombre asesinado, y murió todo lo que en el mar tenía vida.
4El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y manantiales, y se volvieron sangre. 5Luego oí que el ángel de las aguas decía:

"Tú eres justo por haber juzgado así,
oh Dios santo, que eres y que eras,
6porque ellos derramaron la sangre
de tu pueblo santo
y de los profetas,
y ahora tú les has dado a beber sangre.
¡Se lo han merecido!"

7Oí también que el del altar decía: "Sí, oh Señor, Dios todopoderoso, tú has juzgado con verdad y rectitud."
8El cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y se le dio al sol poder para quemar con fuego a la gente. 9Y todos quedaron terriblemente quemados; pero no se volvieron a Dios ni lo alabaron, sino que dijeron cosas ofensivas contra él, que tiene poder sobre estas calamidades.
10El quinto ángel vació su copa sobre el trono del monstruo, y su reino quedó en oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor; 11pero ni aun así dejaron de hacer el mal, sino que a causa de sus dolores y sus llagas dijeron cosas ofensivas contra el Dios del cielo.
12El sexto ángel vació su copa sobre el gran río Éufrates, y el agua del río se secó para dar paso a los reyes que venían de oriente.
13Vi que de la boca del dragón, de la boca del monstruo y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus impuros en forma de ranas. 14Eran espíritus de demonios, que hacían señales milagrosas y salían a reunir a todos los reyes del mundo para la batalla del gran día del Dios todopoderoso.
15"Miren, yo vengo como el ladrón. Dichoso el que se mantiene despierto y conserva su ropa, para que no ande desnudo y se vea la vergüenza de su desnudez."
16Y reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama Harmagedón.
17El séptimo ángel vació su copa en el aire, y desde el santuario salió una fuerte voz que venía del trono y decía: "¡Ya está hecho!" 18Entonces hubo relámpagos, voces y truenos, y la tierra tembló a causa de un terremoto más violento que todos los terremotos que ha habido desde que hay gente en el mundo. 19La gran ciudad se partió en tres, y las ciudades del mundo se derrumbaron; y Dios se acordó de la gran ciudad de Babilonia, para hacerla beber el vino de su ira terrible. 20Todas las islas y los montes desaparecieron, 21y del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, que pesaban más de cuarenta kilos, y los hombres dijeron cosas ofensivas contra Dios por la calamidad del granizo, porque fue un castigo muy grande.


Triunfo de los judíos

Ester 9 1El día trece del mes doce, llamado Adar, era la fecha señalada para el cumplimiento de la orden del rey, y también el día en que los enemigos de los judíos esperaban dominarlos; pero sucedió todo lo contrario, pues los judíos los dominaron a ellos. 2En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en las ciudades donde vivían, para atacar a los que habían querido su desgracia. No hubo nadie que se enfrentara con ellos, porque el terror se había apoderado de todos los pueblos. 3Todas las autoridades de las provincias, los gobernadores regionales y provinciales, y los que ocupaban altos cargos en el gobierno, apoyaban a los judíos por miedo a Mardoqueo, 4pues él era ya un gran personaje en el palacio real y su fama se había extendido por todas las provincias, y cada día tenía más poder. 5A filo de espada acabaron los judíos con todos sus enemigos; los exterminaron por completo e hicieron con ellos lo que quisieron. 6Tan solo en la ciudadela de Susa mataron a quinientos hombres; 7mataron también a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8Porata, Adalías, Aridata, 9Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, 10que eran los diez hijos de Amán, el enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes.
11Aquel mismo día, al enterarse el rey del número de muertos que había habido en la ciudadela de Susa, 12le dijo a la reina Ester:
--Los judíos han matado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán en la ciudadela de Susa. ¿Qué más habrán hecho en las otras provincias del reino? ¡Dime qué más deseas, y te lo concederé!
13Y Ester respondió:
--Si a Su Majestad le parece bien, que se permita a los judíos de Susa hacer mañana lo mismo que han hecho conforme al decreto, y que se cuelguen en la horca los cuerpos de los diez hijos de Amán.
14El rey ordenó que se hiciera así. El decreto se publicó en Susa, y los cadáveres de los diez hijos de Amán fueron colgados.
15Los judíos que vivían en Susa se volvieron a reunir el día catorce del mes de Adar, y mataron allí a trescientos hombres más; pero no tocaron sus bienes. 16-17Los judíos que vivían en las otras provincias se reunieron, el día trece del mismo mes, para defender sus vidas y deshacerse de sus enemigos; mataron a setenta y cinco mil de ellos, pero no tocaron sus bienes. El día catorce descansaron y lo celebraron con banquetes y alegría.
18Como los judíos de Susa se habían concentrado los días trece y catorce, descansaron el día quince, celebrándolo también con banquetes y alegría. 19Pero los judíos que viven en pueblos y aldeas que no tienen murallas, celebran el día catorce del mes de Adar con alegría y fiestas, y unos a otros se hacen regalos.

La fiesta de Purim

20Mardoqueo puso por escrito estos acontecimientos, y envió cartas a todos los judíos que habitaban en las provincias del reino de Asuero, tanto cercanas como lejanas, 21ordenándoles que cada año celebraran los días catorce y quince del mes de Adar 22como los días en que los judíos se deshicieron de sus enemigos, y como el mes en que la tristeza y los gritos de dolor se cambiaron para ellos en alegría y fiesta. Estos días deberían celebrarse con banquetes y alegría, haciéndose regalos unos a otros y dando limosnas a los pobres. 23Los judíos convirtieron en costumbre este acontecimiento y lo que Mardoqueo les había escrito. 24Pues Amán, el enemigo de todos los judíos, había pensado exterminarlos echando suertes para matarlos y destruirlos; 25pero cuando Ester se presentó al rey, este ordenó por escrito que todo el mal que Amán había pensado hacer a los judíos cayera sobre él. Así Amán y sus hijos fueron colgados en la horca. 26Por esta razón, estos días fueron llamados purim, que es el plural de pur.
Así pues, conforme a la carta de Mardoqueo y a lo que habían visto y les había tocado vivir, 27los judíos establecieron esta costumbre para ellos y sus descendientes, y para todos los que se convirtieran al judaísmo: celebrar todos los años, sin falta, estos dos días en la fecha señalada, conforme a las instrucciones que se habían dado; 28y que estos días fueran recordados y celebrados de generación en generación, en cada clan, provincia y ciudad, para que jamás se perdiera su recuerdo entre los judíos y sus descendientes. 29La reina Ester, hija de Abihail, y Mardoqueo el judío, escribieron con plena autoridad una segunda carta referente a la fiesta de Purim, para confirmar la primera, 30y la enviaron a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero, con palabras amistosas y sinceras, 31ordenando que se celebrara la fiesta de Purim en la fecha señalada, tal como lo habían ordenado Mardoqueo y la reina Ester para ellos y sus descendientes. Al mismo tiempo se añadieron ciertas reglas referentes a ayunos y lamentaciones, 32y la orden de Ester confirmó las reglas que deberían seguirse para la celebración del Purim. Todo esto se puso por escrito en un libro.

Elogio de Mardoqueo y conclusión

Ester 10 1El rey Asuero impuso un tributo tanto a los países en tierra firme como a los de las islas. 2Todo lo que hizo con autoridad y poder, así como el relato exacto del alto cargo que dio a Mardoqueo, está escrito en el libro donde se anotaban todos los sucesos del reino de Media y de Persia. 3El judío Mardoqueo ocupaba el primer lugar después del rey; fue un gran personaje entre los judíos, amado por todos sus compatriotas, porque buscó el bien de su pueblo y luchó por el bienestar de su raza.


SALMO 107 (106)

23Se hicieron a la mar los comerciantes.
Surcaron las aguas con sus barcos,
24y allí, en alta mar, vieron
la creación maravillosa del Señor.
25A la voz del Señor se desató una tormenta
que levantaba grandes olas;
26eran lanzados hasta el cielo
y hundidos hasta el fondo del mar;
¡perdieron el valor ante el peligro!
27Se tambaleaban como borrachos;
¡de nada les servía su pericia!
28Pero en su angustia clamaron al Señor,
y él los sacó de la aflicción;
29convirtió en brisa la tempestad,
y las olas se calmaron.
30Al ver tranquilas las olas, se alegraron,
y Dios los llevó hasta el puerto deseado.

31Den gracias al Señor por su amor,
¡por lo que hace en favor de los hombres!
32¡Aclámenlo al reunirse el pueblo!
¡Alábenlo en la reunión de ancianos!

33El Señor convierte ríos y manantiales
en desiertos y tierras secas;
34convierte tierras fértiles en salitrosas,
por la maldad de sus habitantes;
35convierte desiertos en lagunas
y tierras secas en manantiales;
36allí establece a los que tienen hambre,
y ellos construyen sus ciudades.
37Siembran campos, plantan viñedos
y recogen cosechas abundantes.
38Él los bendice, hace que aumenten
y que crezca el número de sus ganados.
39Y si mueren y su número decrece
a causa de la opresión, de la desgracia y el dolor,
40Dios desprecia a los opresores
y los hace perderse en desiertos sin camino.
41Él saca a los pobres de su tristeza;
¡hace crecer sus familias como rebaños!
42Al ver esto, los hombres honrados se alegran,
y los malvados cierran la boca.

43El que es inteligente, debe tener esto en cuenta
y comprender el amor del Señor.

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