el catorce de octubre - Apocalipsis 14, Ester 5-6 y Salmo 106.24-48

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El Cordero y los elegidos

Apocalipsis 14 1Vi al Cordero, que estaba de pie sobre el monte Sión. Con él había ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. 2Luego oí un sonido que venía del cielo; era como el sonido de una cascada, como el retumbar de un fuerte trueno; era un sonido como el de muchos arpistas tocando sus arpas. 3Y cantaban un canto nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra. 4Estos son vírgenes, no se contaminaron con mujeres; son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron salvados de entre los hombres como primera ofrenda para Dios y para el Cordero. 5No se encontró ninguna mentira en sus labios, pues son intachables.

El Hijo del hombre y seis ángeles

6Vi otro ángel, que volaba en medio cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. 7Decía con fuerte voz: "Teman a Dios y denle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales."
8Lo siguió un segundo ángel, que decía: "¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!"
9Luego los siguió otro ángel, el tercero, que decía con fuerte voz: "Si alguno adora al monstruo y a su imagen, y se deja poner su marca en la frente o en la mano, 10tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha preparado puro en la copa de su enojo; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. 11El humo de su tormento sube por todos los siglos, y no hay descanso de día ni de noche para los que adoran al monstruo y a su imagen y reciben la marca de su nombre."
12¡Aquí se verá la fortaleza del pueblo santo, de aquellos que cumplen sus mandamientos y son fieles a Jesús!
13Entonces oí una voz del cielo, que me decía: "Escribe esto: 'Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.'  "
"Sí--dice el Espíritu--, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan."
14Miré, y vi una nube blanca, y sobre la nube estaba sentado alguien que parecía ser un hijo de hombre. Llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. 15Y salió del templo otro ángel, gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: "¡Mete tu hoz y recoge la cosecha; porque ya llegó la hora, y la cosecha de la tierra está madura!" 16El que estaba sentado en la nube pasó entonces su hoz sobre la tierra, y recogió la cosecha de la tierra.
17Luego otro ángel salió del templo que está en el cielo, llevando él también una hoz afilada. 18Y del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y que llamó con fuerte voz al que llevaba la hoz afilada, diciendo: "¡Mete tu hoz afilada, y corta con ella los racimos de los viñedos que hay en la tierra, porque ya sus uvas están maduras!" 19El ángel pasó su hoz sobre la tierra y cortó las uvas de los viñedos de la tierra, y luego las echó en el gran recipiente que se usa para exprimirlas y que simboliza la ira de Dios. 20Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del recipiente salió sangre, que llegó a la altura de los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.


Ester se presenta al rey

Ester 5 1Tres días después, Ester se puso las vestiduras reales y entró en el patio interior de palacio, deteniéndose ante la sala en que el rey estaba sentado en su trono, el cual quedaba frente a la puerta. 2En cuanto el rey vio a la reina Ester en el patio, se mostró cariñoso con ella y extendió hacia ella el cetro de oro que llevaba en la mano. Ester se acercó y tocó el extremo del cetro, 3y el rey le preguntó:
--¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Qué deseas? ¡Aun si me pides la mitad de mi reino, te la concederé!
Y Ester respondió:
4--Si le parece bien a Su Majestad, le ruego que asista hoy al banquete que he preparado en su honor, y que traiga también a Amán.
Entonces el rey ordenó:
5--Busquen en seguida a Amán, y que se cumpla el deseo de la reina Ester.
Así el rey y Amán fueron al banquete que la reina había preparado. 6Durante el banquete, el rey dijo a Ester:
--¡Pídeme lo que quieras, y te lo concederé, aun si me pides la mitad de mi reino!
7Y Ester contestó:
--Solo deseo y pido esto: 8que si Su Majestad me tiene cariño y accede a satisfacer mi deseo y a concederme lo que pido, asista mañana, acompañado de Amán, a otro banquete que he preparado en su honor. Entonces haré lo que Su Majestad me pide.

Amán prepara la horca para Mardoqueo

9Amán salió del banquete muy contento y satisfecho; pero se llenó de ira al ver que Mardoqueo, que estaba a la puerta del palacio, no se levantaba y ni siquiera se movía al verlo pasar. 10Sin embargo, en ese momento no demostró el odio que sentía; pero cuando llegó a su casa mandó llamar a sus amigos y a Zeres, su mujer, 11y habló con ellos de sus grandes riquezas, de los muchos hijos que tenía, y de cómo el rey lo había distinguido entre sus funcionarios y colaboradores, dándole un puesto superior al de todos ellos. 12Y añadió:
--Además, yo soy el único a quien la reina Ester ha invitado al banquete que hoy ofreció al rey; y me ha invitado de nuevo al banquete que le ofrecerá mañana. 13Sin embargo, mientras yo vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del palacio real, todo esto no significará nada para mí.
14Entonces su mujer y todos sus amigos le dijeron:
--Manda construir una horca, de unos veintidós metros de altura, y mañana por la mañana pídele al rey que cuelguen en ella a Mardoqueo. Así podrás ir al banquete con el rey sin ninguna preocupación.
Esta idea le agradó a Amán, y mandó preparar la horca.

Triunfo de Mardoqueo

Ester 6 1Aquella misma noche, el rey no podía dormir, por lo que mandó que le trajeran el libro en que estaban escritos todos los sucesos importantes de la nación, para que se lo leyeran. 2En él encontraron el relato de cómo Mardoqueo había descubierto el complot preparado por Bigtán y Teres, oficiales de la guardia real, para asesinar al rey Asuero. 3Entonces el rey preguntó:
--¿Qué recompensa y honor ha recibido Mardoqueo por esta acción?
--Nada absolutamente --respondieron sus funcionarios.
4En aquel momento entró Amán en el patio al cual daban las habitaciones particulares del rey, para pedirle que Mardoqueo fuera colgado en la horca que había mandado preparar.
--¿Quién anda en el patio? --preguntó el rey.
5--Es Amán --contestaron los funcionarios.
--¡Háganlo pasar! --ordenó.
6Amán entró, y el rey le preguntó:
--¿Qué debe hacerse al hombre a quien el rey quiere honrar?
Amán se dijo a sí mismo: "¿Y a quién va a querer honrar el rey sino a mí?" 7Así que respondió:
--Para ese hombre 8deberá traerse la misma túnica que usa Su Majestad, y un caballo de los que Su Majestad monta, que lleve en su cabeza una corona real. 9La túnica y el caballo se entregarán a uno de los más grandes personajes del gobierno, para que sea él quien vista al hombre a quien Su Majestad desea honrar, y lo conduzca a caballo por la plaza de la ciudad, gritando delante de él: '¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!'
10Entonces el rey dijo a Amán:
--Pues date prisa, toma la túnica y el caballo, tal como has dicho, y haz eso mismo con el judío Mardoqueo, que está sentado a la puerta del palacio. No dejes de cumplir ningún detalle de los que has dicho.
11Amán tomó la túnica y el caballo, y vistió a Mardoqueo y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, gritando delante de él: "¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!"
12Una vez terminado el paseo, Mardoqueo volvió a la puerta del palacio, y Amán se fue a toda prisa a su casa, triste y con la cara tapada. 13Allí les contó a su mujer y a sus amigos todo lo que había pasado, y ellos le dijeron:
--Si ese Mardoqueo, ante el cual has comenzado a perder autoridad, es judío, no podrás vencerlo, sino que fracasarás por completo.
14Todavía no habían terminado de hablar, cuando llegaron los criados que estaban al servicio personal del rey, para llevar inmediatamente a Amán al banquete que Ester había preparado.


SALMO 106 (105)

24Más tarde despreciaron un país hermoso,
y no creyeron en las promesas de Dios;
25dentro de sus tiendas hablaron mal del Señor,
y no obedecieron sus órdenes.
26Entonces él levantó la mano y les juró
que los haría morir en el desierto,
27que haría morir a sus descendientes
y los dispersaría entre las naciones paganas.

28Se hicieron esclavos de Baal-peor,
y comieron de lo sacrificado a dioses sin vida.
29Con sus malas acciones provocaron a Dios,
y se extendió una plaga entre ellos.
30Pero Finees se levantó y ejecutó al culpable,
y así la plaga se detuvo.
31Y Dios le tomó en cuenta esa justa acción,
para siempre y de padres a hijos.

32Hicieron también que Dios se enojara
junto a las aguas de Meribá,
y por causa de ellos
le fue muy mal a Moisés,
33pues le amargaron el ánimo
y él habló sin pensar lo que decía.

34No destruyeron a los pueblos
que el Señor había ordenado destruir.
35Por el contrario, se mezclaron con los paganos
y aprendieron sus costumbres:
36adoraron ídolos paganos,
los cuales fueron causa de su ruina,
37pues ofrecieron a sus hijos y a sus hijas
en sacrificio a esos demonios.
38Derramaron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y sus hijas,
y la ofrecieron a los dioses de Canaán.
La tierra se manchó con su sangre,
39y ellos se mancharon y prostituyeron
con todas sus malas acciones.

40El Señor se enfureció contra su pueblo,
y renegó de ellos, de los que eran suyos;
41los abandonó en manos de los paganos,
y sus enemigos los dominaron;
42sus enemigos los aplastaron,
los humillaron bajo su poder.
43Dios los salvó muchas veces,
pero ellos se opusieron a sus planes
y se hundieron en su propia maldad.
44Sin embargo, al verlos angustiados
y al escuchar sus lamentos,
45se acordó de su alianza con ellos
y cambió de parecer,
porque su amor es muy grande:
46¡hizo que aun sus conquistadores
los trataran con bondad!

47¡Sálvanos, Señor y Dios nuestro!
¡Recógenos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre,
para que alegres te alabemos!

48¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
por toda la eternidad!
¡Que todos digan: "Amén"!

¡Aleluya!

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