el once de octubre - Apocalipsis 11, Ester 1 y Salmo 105.1-25

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Apocalipsis 11 1Me dieron una vara de medir, parecida a una caña, y me dijeron: "Levántate y toma las medidas del templo de Dios y del altar, y cuenta los que adoran allí. 2Pero no midas el atrio exterior del templo, porque ha sido entregado a los paganos, los cuales van a pisotear la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3Y yo enviaré dos testigos, vestidos con ropas ásperas, a comunicar mensajes proféticos durante mil doscientos sesenta días."
4Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. 5Si alguien intenta hacerles daño, ellos echan fuego por la boca, que quema por completo a sus enemigos; así morirá cualquiera que quiera hacerles daño. 6Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo, para que no llueva durante el tiempo en que estén comunicando su mensaje profético, y también tienen poder para cambiar el agua en sangre y para hacer sufrir a la tierra con toda clase de calamidades, tantas veces como ellos quieran.
7Pero cuando hayan terminado de dar su testimonio, el monstruo que sube del abismo los atacará, los vencerá y los matará. 8Sus cadáveres quedarán tendidos en las calles de la gran ciudad donde fue crucificado su Señor, la cual en lenguaje figurado se llama Sodoma, y también Egipto. 9Y por tres días y medio, gente de distintos pueblos, razas, lenguas y naciones verá sus cadáveres y no dejará que los entierren. 10Los que viven en la tierra se alegrarán de su muerte. Estarán tan contentos que se harán regalos unos a otros, porque aquellos dos profetas eran un tormento para ellos.
11Pero al cabo de los tres días y medio, Dios los revivió y se levantaron otra vez, y todos los que los vieron se llenaron de miedo. 12Entonces los dos testigos oyeron una fuerte voz del cielo, que les decía: "¡Suban acá!" Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. 13En aquel mismo momento hubo un gran terremoto, y a causa del terremoto se derrumbó la décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los que aún quedaron con vida, llenos de miedo alabaron a Dios, que está en el cielo.
14Pasó el segundo desastre, pero pronto viene el tercero.

La séptima trompeta

15El séptimo ángel tocó su trompeta, y se oyeron fuertes voces en el cielo, que decían:

"El reino del mundo
es ya de nuestro Señor y de su Mesías,
y reinarán por todos los siglos."

16Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se inclinaron hasta el suelo y adoraron a Dios, 17diciendo:

"Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso,
tú que eres y que eras,
porque has tomado tu gran poder
y has comenzado a reinar.
18Las naciones se han enfurecido;
pero ha llegado el día de tu ira,
el momento en que has de juzgar a los muertos;
y darás la recompensa a tus siervos los profetas,
a tu pueblo santo
y a los que honran tu nombre,
sean grandes o pequeños;
y destruirás a los que destruyen la tierra."

Las señales simbólicas

19Entonces se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y en el templo se veía el arca de su alianza. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y una gran granizada.


ESTER

Banquete del rey Asuero

Ester 1 1Esta historia tuvo lugar en el tiempo en que Asuero reinaba sobre un imperio de ciento veintisiete provincias, que se extendía desde la India hasta Etiopía, 2y que tenía establecido su gobierno central en la ciudadela de Susa.
3En el tercer año de su reinado, el rey Asuero dio una fiesta en honor de todos los funcionarios y colaboradores del gobierno, de los jefes del ejército persa y medo, y de los gobernadores y jefes de las provincias, 4con el fin de mostrarles la riqueza y grandeza de su reino y el extraordinario esplendor de su poderío. La fiesta duró medio año, 5al cabo del cual el rey dio otra fiesta que duró siete días, en el patio del jardín del palacio real. Todos los que vivían en la ciudadela de Susa, tanto los más importantes como los menos importantes, fueron invitados. 6El patio estaba adornado con finas cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino color púrpura que pasaban por anillos de plata, y estaban sujetas a unas columnas de mármol. También habían puesto divanes de oro y plata, y el suelo estaba embaldosado con piedras finas, nácar y mármol blanco y negro. 7Las bebidas se servían en copas de oro, cada una de ellas de diferente forma, y el vino corría en abundancia, como corresponde a la generosidad de un rey. 8Sin embargo, el rey había dado orden a los jefes de los camareros de palacio, de que no se obligara a nadie a beber, sino que cada invitado tomara lo que quisiera. 9Por su parte, la reina Vasti dio también un banquete a las esposas de los invitados en el palacio del rey Asuero.
10En el séptimo día de fiesta, el rey estaba muy alegre debido al vino, y mandó a Mehumán, Biztá, Harboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás, siete hombres de su confianza, 11que llevaran a su presencia a la reina Vasti luciendo la corona real, para que el pueblo y los grandes personajes pudieran admirar la belleza de la reina, pues realmente era muy hermosa. 12Pero la reina se negó a cumplir la orden que el rey le había dado por medio de sus hombres de confianza. Entonces el rey se enojó mucho. Lleno de ira, 13consultó a los entendidos en cuestiones de leyes, ya que era costumbre que los asuntos del rey fueran tratados con los que conocían las leyes y el derecho. 14De ellos, los más allegados al rey eran Carsená, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, siete altas personalidades de Persia y Media, que formaban parte del consejo real y ocupaban altos cargos en el gobierno de la nación. 15El rey les preguntó:
--De acuerdo con la ley, ¿qué debe hacerse con la reina Vasti por no obedecer la orden que le di por medio de mis mensajeros?
16Y en presencia de los que formaban parte del consejo real, Memucán respondió al rey:
--La reina Vasti no solamente ha ofendido a Su Majestad, sino también a todas las autoridades y a toda la población de las provincias del rey Asuero. 17Lo que ha hecho la reina lo van a saber todas las mujeres, y eso va a ser la causa de que ellas pierdan el respeto a sus maridos, pues dirán: 'El rey Asuero mandó llamar a la reina Vasti, y ella se negó a ir'. 18Las esposas de los funcionarios de Persia y de Media, al saber lo que ha hecho la reina, lo van a discutir hoy mismo con sus maridos, y eso traerá desprecio y disgustos. 19Por lo tanto, si a Su Majestad le parece bien, que se dé a conocer el siguiente decreto real, y que quede registrado entre las leyes de los persas y los medos, para que no sea anulado: 'La reina Vasti no podrá presentarse nunca más delante del rey.' Y que el título de reina le sea dado a otra mujer más digna. 20El decreto real deberá darse a conocer por todo el reino, y así todas las mujeres respetarán a sus maridos, cualquiera que sea su posición social.
21La idea de Memucán les pareció bien al rey y a los miembros del consejo real, y el rey la puso en práctica. 22Envió cartas a todas las provincias de su reino, escritas en la lengua y la escritura propias de cada provincia y pueblo de su imperio, ordenando en ellas que los maridos mantuvieran su autoridad en sus casas y hablaran como mejor les pareciera.


SALMO 105 (104)

Los actos de Dios por Israel
(1  Cr 16.8-22)

1¡Den gracias al Señor! ¡Proclamen su nombre!
Cuenten a los pueblos sus acciones.
2Canten himnos en su honor.
¡Hablen de sus grandes hechos!
3Siéntanse orgullosos de su santo nombre.
¡Siéntase alegre el corazón
de los que buscan al Señor!
4Recurran al Señor, y a su poder;
recurran al Señor en todo tiempo.
5Recuerden sus obras grandes y maravillosas,
y los decretos que ha pronunciado;
6ustedes, descendientes de su siervo Abraham;
ustedes, hijos de Jacob, sus escogidos.

7Él es el Señor, nuestro Dios;
¡él gobierna toda la tierra!
8Ni aunque pasen mil generaciones
se olvidará de las promesas de su alianza,
9de la alianza que hizo con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac
10y que confirmó como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel,
11cuando dijo: "Voy a darte la tierra de Canaán
como la herencia que te toca."

12Aunque ellos eran pocos,
unos cuantos extranjeros en la tierra,
13que iban de nación en nación
y de reino en reino,
14Dios no permitió que nadie los maltratara,
y aun advirtió a los reyes:
15"No toquen a mis escogidos
ni maltraten a mis profetas."

16Hizo venir hambre a aquella tierra,
y les quitó todo alimento.
17Pero envió delante de ellos a José,
al que habían vendido como esclavo.
18Le lastimaron los pies con cadenas;
¡lo aprisionaron con hierros!
19La palabra del Señor puso a prueba a José,
hasta que se cumplió lo que José había anunciado.
20El rey, el que gobernaba a mucha gente,
ordenó que le dieran libertad;
21lo nombró amo y señor de su casa
y de todo cuanto tenía,
22para que enseñara e hiciera sabios
a los jefes y a los ancianos.

23Vino después Israel, que es Jacob,
y vivió como extranjero en Egipto,
en la tierra de Cam.
24Dios hizo grande en número a su pueblo,
y más fuerte que los egipcios.
25Pero hizo que los egipcios
se pusieran en contra de su pueblo
y engañaran a los siervos de Dios.

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