el nueve de octubre - Apocalipsis 9, Nehemías 12 y Salmo 104.1-23

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La quinta trompeta

Apocalipsis 9 1El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. 2Abrió el pozo del abismo, y de él subió humo como de un gran horno; y el humo del pozo hizo oscurecer el sol y el aire. 3Del humo salieron langostas que se extendieron por la tierra; y se les dio poder como el que tienen los alacranes. 4Se les mandó que no hicieran daño a la hierba de la tierra ni a ninguna cosa verde ni a ningún árbol, sino solamente a quienes no llevaran el sello de Dios en la frente. 5Pero no se les permitió matar a la gente, sino tan solo causarle dolor durante cinco meses; y el dolor que causaban era como el de una picadura de alacrán.
6En aquellos días la gente buscará la muerte, y no la encontrará; desearán morirse, y la muerte se alejará de ellos.
7Las langostas parecían caballos preparados para la guerra; en la cabeza llevaban algo semejante a una corona de oro, y su cara tenía apariencia humana. 8Tenían cabello como de mujer, y sus dientes parecían de león. 9Sus cuerpos estaban protegidos con una especie de armadura de hierro, y el ruido de sus alas era como el de muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate. 10Sus colas, armadas de aguijones, parecían de alacrán, y en ellas tenían poder para hacer daño a la gente durante cinco meses. 11El jefe de las langostas, que es el ángel del abismo, se llama en hebreo Abadón y en griego Apolión.
12Pasó el primer desastre; pero todavía faltan dos.

La sexta trompeta

13El sexto ángel tocó su trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios. 14Y la voz le dijo al sexto ángel, que tenía la trompeta: "Suelta los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates." 15Entonces fueron soltados los cuatro ángeles, para que mataran a la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esa hora, día, mes y año. 16Y alcancé a oir el número de los soldados de a caballo: eran doscientos millones.
17Así es como vi los caballos en la visión, y quienes los montaban se cubrían el pecho con una armadura roja como el fuego, azul como el jacinto y amarilla como el azufre. Y los caballos tenían cabeza como de león, y de su boca salía fuego, humo y azufre. 18La tercera parte de la gente fue muerta por estas tres calamidades que salían de la boca de los caballos: fuego, humo y azufre. 19Porque el poder de los caballos estaba en su boca y en su cola; pues sus colas parecían serpientes, y dañaban con sus cabezas.
20Pero el resto de la gente, los que no murieron por estas calamidades, tampoco ahora dejaron de hacer el mal que hacían, ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oir ni caminar. 21Y tampoco dejaron de matar, ni de hacer brujerías, ni de cometer inmoralidades sexuales, ni de robar.


Sacerdotes y levitas

Nehemías 12 1Estos son los sacerdotes y levitas que regresaron con Zorobabel, hijo de Salatiel, y con Josué:
Los sacerdotes: Seraías, Jeremías, Esdras, 2Amarías, Maluc, Hatús, 3Secanías, Rehúm, Meremot, 4Idó, Guinetón, Abías, 5Mijamín, Maadías, Bilgá, 6Semaías, Joiarib, Jedaías, 7Salú, Amoc, Hilquías y Jedaías. Estos eran los jefes de los sacerdotes y sus parientes en tiempos de Josué.
8Los levitas: Josué, Binuy, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, quien, con sus colegas, estaba encargado de los himnos de alabanza; 9y Bacbuquías y Uní, también colegas suyos, estaban frente a ellos para el desempeño de sus funciones.
10Josué fue padre de Joaquim, Joaquim lo fue de Eliasib, Eliasib lo fue de Joiadá, 11Joiadá lo fue de Johanán, y Johanán lo fue de Jadúa.
12En tiempos de Joaquim, los sacerdotes jefes de familia eran: de la familia de Seraías, Meraías; de la de Jeremías, Hananías; 13de la de Esdras, Mesulam; de la de Amarías, Johanán; 14de la de Melicú, Jonatán; de la de Sebanías, José; 15de la de Harim, Adná; de la de Meraiot, Helcai; 16de la de Idó, Zacarías; de la de Guinetón, Mesulam; 17de la de Abías, Zicrí; de la de Minjamín,...; de la de Moadías, Piltai; 18de la de Bilgá, Samúa; de la de Semaías, Jonatán; 19de la de Joiarib, Matenai; de la de Jedaías, Uzí; 20de la de Salai, Calai; de la de Amoc, Éber; 21de la de Hilquías, Hasabías; y de la familia de Jedaías, Natanael.
22En la época de Eliasib, Joiadá, Johanán y Jadúa, y hasta el reinado de Darío el persa, los levitas fueron inscritos como jefes de familia, y también los sacerdotes. 23Por su parte, los levitas jefes de familia fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta la época de Johanán, nieto de Eliasib. 24Los jefes de los levitas eran: Hasabías, Serebías, Josué, Binuy y Cadmiel, y sus compañeros estaban frente a ellos para alabar y dar gracias al Señor durante su respectivo turno de servicio, como lo había mandado David, hombre de Dios. 25Y los porteros que cuidaban las puertas de entrada eran: Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulam, Talmón y Acub. 26Estos vivieron en tiempos de Joaquim, hijo de Josué y nieto de Josadac; y en la época del gobernador Nehemías y del sacerdote y maestro Esdras.

Consagración de la muralla

27Cuando llegó el día de consagrar la muralla de Jerusalén, buscaron a los levitas en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para que celebraran la consagración con alegría, alabanzas e himnos, acompañados de platillos, arpas y liras. 28Y los cantores levitas acudieron de los alrededores de Jerusalén, de las aldeas de Netofá, 29del caserío de Guilgal y de los campos de Gueba y de Azmávet; pues los cantores se habían construido aldeas alrededor de Jerusalén. 30Entonces se purificaron los sacerdotes y los levitas. Luego purificaron al pueblo y las puertas de la ciudad y la muralla.
31Después hice que autoridades de Judá se subieran a la muralla, y organicé dos coros grandes. El primer coro marchaba sobre la muralla hacia la derecha, en dirección a la puerta del Basurero. 32Detrás del coro iba Hosaías con la mitad de las autoridades de Judá, es decir, 33con Azarías, Esdras, Mesulam, 34Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías. 35De los sacerdotes, los acompañaban con trompetas: Zacarías, hijo de Jonatán, cuyos antepasados eran Semaías, Matanías, Micaías, Zacur y Asaf; 36además de sus parientes Semaías, Azarel, Milalai, Guilalai, Maai, Natanael, Judá y Hananí, los cuales tocaban los instrumentos de música de David, hombre de Dios. Al frente de ellos iba el maestro Esdras. 37Y sobre la puerta de la Fuente, y siguiendo adelante sobre lo alto de la muralla, subieron por sobre las escaleras de la Ciudad de David, arriba del palacio de David y hasta la puerta del Agua, que está al este.
38El segundo coro marchaba hacia la izquierda. Yo iba detrás del coro sobre la muralla con la otra mitad de la gente, desde la torre de los Hornos hasta la muralla ancha, 39pasando por la puerta de Efraín, la puerta de Jesaná, la puerta de los Pescados, la torre de Hananel y la torre de los Cien, hasta la puerta de las Ovejas; y nos detuvimos en la puerta de la Guardia. 40Luego los dos coros ocuparon sus puestos en el templo de Dios; y yo también, con la mitad de los gobernantes que me acompañaban.
41Los sacerdotes que tocaban las trompetas eran: Eliaquim, Maaseías, Minjamín, Micaías, Elioenai, Zacarías, Hananías, 42Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzí, Johanán, Malquías, Elam y Éser. Y los cantores, dirigidos por Izrahías, cantaron a coro.
43Aquel día se ofrecieron muchos sacrificios, y la gente se alegró mucho porque Dios los llenó de gran alegría. Las mujeres y los niños también estuvieron muy contentos, y el regocijo que hubo en Jerusalén se oía desde lejos.

Víveres para sacerdotes y levitas

44Por aquel tiempo se nombraron personas encargadas de los depósitos de los tesoros, de las ofrendas, de los primeros frutos y de los diezmos, para almacenar en ellos lo que conforme a la ley llegaba de los campos de cada ciudad para los sacerdotes y levitas; porque los de Judá estaban contentos con los sacerdotes y levitas que estaban en servicio. 45Tanto ellos como los cantores y los porteros, eran quienes celebraban el culto a su Dios y el rito de la purificación, tal como lo habían dispuesto David y su hijo Salomón. 46Pues antiguamente, en tiempos de David y de Asaf, había jefes de cantores, cantos de alabanza y acción de gracias a Dios.
47Así que, en la época de Zorobabel y de Nehemías, todo Israel entregaba diariamente los víveres a los cantores y porteros; daba también a los levitas la parte que les correspondía, y estos hacían lo mismo con los descendientes de Aarón.


SALMO 104 (103)

Alabanzas al Creador

1¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!
¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío!
Te has vestido de gloria y esplendor;
2te has envuelto en un manto de luz.
¡Tú extendiste el cielo como un velo!
3¡Tú afirmaste sobre el agua
los pilares de tu casa, allá en lo alto!
Conviertes las nubes en tu carro;
¡viajas sobre las alas del viento!
4Los vientos son tus mensajeros,
y las llamas de fuego tus servidores.

5Pusiste la tierra sobre sus bases
para que nunca se mueva de su lugar.
6El mar profundo cubría la tierra
como si fuera un vestido.
El agua cubría las montañas.
7Pero tú la reprendiste, y se fue;
huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno.
8Subiendo a los montes y bajando a los valles,
se fue al lugar que le habías señalado,
9al límite que le ordenaste no cruzar,
para que no volviera a cubrir la tierra.

10Tú envías el agua de los manantiales
a los ríos que corren por las montañas.
11De esa agua beben los animales salvajes;
con ella apagan su sed los asnos del monte.
12A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo;
¡allí cantan, entre las ramas de los árboles!

13Tú eres quien riega los montes
desde tu casa, allá en lo alto;
con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra.
14Haces crecer los pastos para los animales,
y las plantas que el hombre cultiva
para sacar su pan de la tierra,
15el pan que le da fuerzas,
y el vino, que alegra su vida
y hace brillar su cara más que el aceite.
16Sacian su sed los árboles,
los cedros del Líbano que el Señor plantó.
17En ellos anidan las aves más pequeñas,
y en los pinos viven las cigüeñas.
18Los montes altos son para las cabras,
y en las peñas se esconden los tejones.

19Hiciste la luna para medir el tiempo;
el sol sabe cuándo debe ocultarse.
20Tiendes el manto oscuro de la noche,
y entonces salen los animales del bosque.
21Los leones rugen por la víctima;
piden que Dios les dé su comida.
22Pero al salir el sol, se van
y se acuestan en sus cuevas.
23Entonces sale el hombre a su labor
y trabaja hasta la noche.

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