el veinticuatro de septiembre - 1 Juan 2.1-27, 2 Crónicas 35 y Salmo 89.38-52

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1 Juan 2 1Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan pecado. Aunque si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un defensor, que es Jesucristo, y él es justo. 2Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros, sino los de todo el mundo.

El mandamiento del amor

3Si obedecemos los mandamientos de Dios, podemos estar seguros de que hemos llegado a conocerlo. 4Pero si alguno dice: "Yo lo conozco", y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no hay verdad en él. 5En cambio, si uno obedece su palabra, en él se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios, y de ese modo sabemos que estamos unidos a él. 6El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo.
7Queridos hermanos, este mandamiento que les escribo no es nuevo: es el mismo que ustedes recibieron desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. 8Y, sin embargo, esto que les escribo es un mandamiento nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en ustedes, porque la oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera.
9Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. 10El que ama a su hermano vive en la luz, y no hay nada que lo haga caer. 11Pero el que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.

La verdadera fe

12Hijitos, les escribo a ustedes porque Dios, gracias a Jesucristo, les ha perdonado sus pecados. 13Padres, les escribo a ustedes porque han conocido al que ya existía desde el principio. Jóvenes, les escribo a ustedes porque han vencido al maligno.
14Les he escrito a ustedes, hijitos, porque han conocido al Padre. Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que ya existía desde el principio. Les he escrito también a ustedes, jóvenes, porque son fuertes y han aceptado la palabra de Dios en su corazón, y porque han vencido al maligno.
15No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; 16porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. 17Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.
18Hijitos, esta es la hora última. Ustedes han oído que viene el Anticristo; pues bien, ahora han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la hora última. 19Ellos salieron de entre nosotros; pero en realidad no eran de los nuestros, porque si lo hubieran sido se habrían quedado con nosotros. Pero sucedió así para que se viera claramente que no todos son de los nuestros.
20Cristo, el Santo, los ha consagrado a ustedes con el Espíritu, y todos ustedes tienen conocimiento. 21Les escribo, pues, no porque no conozcan la verdad, sino porque la conocen; y ustedes saben que ninguna mentira puede venir de la verdad. 22¿Quién es el mentiroso? Precisamente el que dice que Jesús no es el Mesías. Ese es el Anticristo, pues niega tanto al Padre como al Hijo. 23Cualquiera que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre; pero el que se declara a favor del Hijo, tiene también al Padre.
24Por eso, guarden ustedes en su corazón el mensaje que oyeron desde el principio; y si lo que oyeron desde el principio queda en su corazón, también ustedes permanecerán unidos con el Hijo y con el Padre. 25Esto es precisamente lo que nos ha prometido Jesucristo: la vida eterna.
26Les estoy escribiendo acerca de quienes tratan de engañarlos. 27Pero ustedes tienen el Espíritu Santo con el que Jesucristo los ha consagrado, y no necesitan que nadie les enseñe, porque el Espíritu que él les ha dado los instruye acerca de todas las cosas, y sus enseñanzas son verdad y no mentira. Permanezcan unidos a Cristo, conforme a lo que el Espíritu les ha enseñado.
28Ahora, hijitos, permanezcan unidos a Cristo, para que tengamos confianza cuando él aparezca y no sintamos vergüenza delante de él cuando venga.

Liberación del pecado

29Ya que ustedes saben que Jesucristo es justo, deben saber también que todos los que hacen lo que es justo son hijos de Dios.


Josías celebra la Pascua
(2  R 23.21-33)

2 Crónicas 35 1Josías celebró en Jerusalén la Pascua en honor del Señor: el día catorce del primer mes del año se sacrificó el cordero para la fiesta. 2Instaló a los sacerdotes en sus puestos de servicio, y los animó a que atendieran el servicio del templo del Señor. 3Además, a los levitas, que eran los maestros de todo Israel y que estaban consagrados al Señor, les dio las siguientes instrucciones: "Coloquen el arca sagrada en el templo que construyó Salomón, hijo de David y rey de Israel. Ya no tendrán que llevarlo en hombros. Ahora dedíquense a servir al Señor su Dios, y a Israel, pueblo del Señor. 4Organícense por familias y turnos, según lo dejaron escrito David, rey de Israel, y su hijo Salomón. 5Quédese en el santuario un grupo de levitas por cada grupo de familias, como representantes de los grupos de familias de los otros israelitas, sus hermanos. 6Sacrifiquen el cordero de la Pascua, purifíquense y preparen lo necesario para que sus hermanos puedan cumplir lo que el Señor ordenó por medio de Moisés."
7Luego Josías, de su propio ganado, dio a toda la gente del pueblo que se encontraba allí animales para celebrar la Pascua: corderos y cabritos, con un total de treinta mil cabezas, y además tres mil novillos. 8También los funcionarios del rey hicieron donativos voluntarios al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. A su vez, Hilquías, Zacarías y Jehiel, encargados del templo de Dios, entregaron a los sacerdotes dos mil seiscientos animales para celebrar la Pascua, y trescientos novillos; 9y Conanías, y sus colegas Semaías y Natanael, así como Hasabías, Jehiel y Jozabad, jefes de los levitas, les entregaron cinco mil animales para la celebración de la Pascua, y quinientos novillos.
10Estando así ya dispuesta la celebración, los sacerdotes ocuparon sus puestos y los levitas se organizaron según sus turnos, como lo había ordenado el rey. 11Entonces sacrificaron los animales de la Pascua, y mientras los levitas desollaban a los animales, los sacerdotes rociaban el altar con la sangre que los levitas les pasaban. 12Después retiraron la grasa que debía ser quemada, de acuerdo con los grupos de familias del pueblo, para que la ofrecieran al Señor, como está ordenado en el libro de Moisés; y lo mismo hicieron con los novillos. 13A continuación asaron los animales para la celebración de la Pascua, como está prescrito; y las demás ofrendas sagradas las cocieron en ollas, calderos y sartenes, y a toda prisa las repartieron entre toda la gente del pueblo. 14Luego los levitas prepararon lo que les correspondía a ellos y a los sacerdotes, porque los sacerdotes, descendientes de Aarón, estuvieron atareados hasta la noche ofreciendo los holocaustos y la grasa. Por eso los levitas tuvieron que preparar la parte que les correspondía a ellos y a los sacerdotes, descendientes de Aarón.
15En cuanto a los cantores, descendientes de Asaf, también estaban en sus puestos, según lo dispuesto por David, Asaf, Hemán y Jedutún, vidente al servicio del rey. Los porteros estaban en sus respectivas puertas; ninguno de ellos tuvo que abandonar su puesto, porque sus colegas, los levitas, les prepararon la parte de los sacrificios que les correspondía.
16Así se organizó todo el servicio del Señor aquel día para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos sobre el altar del Señor, según lo había mandado el rey Josías. 17Los israelitas que estaban presentes en aquella ocasión celebraron la Pascua y los siete días en que se come el pan sin levadura. 18Nunca se había celebrado en Israel una Pascua como esta desde la época del profeta Samuel; ninguno entre los reyes de Israel celebró la Pascua como la celebró Josías, con los sacerdotes y levitas y la gente de Judá y de Israel que estaba presente, y con los habitantes de Jerusalén. 19Fue en el año dieciocho del reinado de Josías cuando se celebró aquella Pascua.

Muerte de Josías
(2  R 23.28-30)

20Más tarde, cuando Josías ya había restaurado el templo, Necao, rey de Egipto, se dirigió hacia el río Éufrates para dar una batalla en Carquemis. Josías le salió al encuentro; 21pero Necao le envió delegados a decirle: "Déjame en paz, rey de Judá. Ahora no vengo contra ti, sino contra otra nación con la que estoy en guerra. Dios me ha ordenado que me dé prisa; así que, por tu propio bien, deja de oponerte a Dios, que está de mi parte, y así no te destruirá."
22Pero Josías no retrocedió, sino que insistió en luchar contra él, sin hacer caso a la advertencia de Necao, la cual venía del mismo Dios. Así que entró en batalla en el valle de Meguido, 23y los arqueros le dispararon al rey Josías. Entonces dijo el rey a sus oficiales: "¡Sáquenme de aquí, porque estoy gravemente herido!" 24Sus oficiales lo sacaron del carro de combate, lo trasladaron a un segundo carro que tenía y lo llevaron a Jerusalén, donde murió. Lo enterraron en el panteón de sus antepasados. Todo Judá y Jerusalén lloró la muerte de Josías. 25Jeremías compuso en su honor un poema fúnebre. Hasta el día de hoy, todos los cantores y cantoras recuerdan a Josías en sus canciones fúnebres. Estas canciones se han hecho costumbre en Israel y están escritas en las colecciones de tales cantos.
26El resto de la historia de Josías, con las obras piadosas que hizo de acuerdo con lo escrito en el libro de la ley del Señor, 27y sus hechos, desde el principio hasta el fin, está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá.


Salmo 89 38Sin embargo, has rechazado y despreciado
al rey que tú escogiste;
¡te has enojado con él!
39Has roto la alianza con tu siervo;
has arrojado al suelo su corona.
40Abriste brechas en todos sus muros;
¡convertiste en ruinas sus ciudades!
41Todo el mundo pasa y roba lo que quiere;
sus vecinos se burlan de él.
42Has hecho que sus enemigos
levanten la mano alegres y triunfantes.
43Le quitaste el filo a su espada
y no lo sostuviste en la batalla.
44Has apagado su esplendor;
has arrojado su trono por los suelos;
45le has quitado años de vida
y lo has llenado de vergüenza.

46Oh Señor, ¿hasta cuándo estarás escondido?
¿Arderá siempre tu enojo, como el fuego?
47Señor, recuerda que mi vida es corta;
que el hombre, que tú has creado, vive poco tiempo.
48¡Nadie puede vivir y no morir nunca!
¡Nadie puede librarse del poder de la muerte!
49Señor, ¿dónde está tu amor primero,
que en tu fidelidad prometiste a David?
50Señor, recuerda que a tus siervos
los ofende mucha gente;
que llevo esos insultos en mi pecho.
51Oh Señor, ¡así nos ofenden tus enemigos!
¡así ofenden a tu escogido a cada paso!

52Bendito sea el Señor por siempre.
¡Amén!

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