Jesús
es crucificado
(Mt 27.32-44; Mc 15.21-32; Lc 23.26-43)
San Juan 19 17Jesús
salió llevando su cruz, para ir al llamado "Lugar
de la Calavera" (que en hebreo se llama Gólgota). 18Allí
lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado,
quedando Jesús en el medio. 19Pilato
escribió un letrero que decía: "Jesús de Nazaret,
Rey de los judíos", y lo mandó poner sobre la
cruz. 20Muchos judíos leyeron aquel letrero,
porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca
de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo,
latín y griego. 21Por eso, los jefes de los
sacerdotes judíos dijeron a Pilato:
--No escribas: 'Rey de los judíos', sino escribe: 'El
que dice ser Rey de los judíos'.
22Pero
Pilato les contestó:
--Lo que he escrito, escrito lo dejo.
23Después
que los soldados crucificaron a Jesús, recogieron su
ropa y la repartieron en cuatro partes, una para cada
soldado. Tomaron también la túnica, pero como era sin
costura, tejida de arriba abajo de una sola pieza, 24los
soldados se dijeron unos a otros:
--No la rompamos, sino echémosla a suertes, a ver a
quién le toca.
Así se cumplió la Escritura que dice: "Se
repartieron entre sí mi ropa, y echaron a suertes mi
túnica." Esto fue lo que hicieron los soldados.
25Junto
a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su
madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. 26Cuando
Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a
quien él quería mucho, dijo a su madre:
--Mujer, ahí tienes a tu hijo.
27Luego
le dijo al discípulo:
--Ahí tienes a tu madre.
Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.
Muerte de Jesús
(Mt 27.45-56; Mc 15.33-41; Lc 23.44-49)
28Después de esto, como Jesús sabía que ya
todo se había cumplido, y para que se cumpliera la
Escritura, dijo:
--Tengo sed.
29Había
allí un jarro lleno de vino agrio. Empaparon una esponja
en el vino, la ataron a una rama de hisopo y se la
acercaron a la boca. 30Jesús bebió el vino
agrio, y dijo:
--Todo está cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
La lanzada en el costado de
Jesús
31Era el día antes de la Pascua, y los
judíos no querían que los cuerpos quedaran en las
cruces durante el sábado, pues precisamente aquel
sábado era muy solemne. Por eso le pidieron a Pilato que
ordenara quebrar las piernas a los crucificados y que
quitaran de allí los cuerpos. 32Los soldados
fueron entonces y le quebraron las piernas al primero, y
también al otro que estaba crucificado junto a Jesús. 33Pero
al acercarse a Jesús, vieron que ya estaba muerto. Por
eso no le quebraron las piernas.
34Sin
embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con
una lanza, y al momento salió sangre y agua. 35El
que cuenta esto es uno que lo vio, y dice la verdad; él
sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean.
36Porque estas cosas sucedieron para que se
cumpliera la Escritura que dice: "No le quebrarán
ningún hueso." 37Y en otra parte, la
Escritura dice: "Mirarán al que traspasaron."
Jesús es sepultado
(Mt 27.57-61; Mc 15.42-47; Lc 23.50-56)
38Después de esto, José, el de Arimatea,
pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de
Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto
por miedo a las autoridades judías. Pilato le dio
permiso, y José fue y se llevó el cuerpo. 39También
Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús,
llegó con unos treinta kilos de un perfume, mezcla de
mirra y áloe. 40Así pues, José y Nicodemo
tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas
empapadas en aquel perfume, según la costumbre que
siguen los judíos para enterrar a los muertos. 41En
el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y
en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía no habían
puesto a nadie. 42Allí pusieron el cuerpo de
Jesús, porque el sepulcro estaba cerca y porque ya iba a
empezar el sábado de los judíos.
Ezequías celebra la Pascua
2 Crónicas 30 1Ezequías
mandó avisar en todo Israel y Judá, y también envió
cartas a Efraín y Manasés, para invitarlos a acudir al
templo del Señor en Jerusalén a celebrar la Pascua del
Señor, Dios de Israel. 2El rey, después de
haber consultado con sus funcionarios y con toda la
comunidad de Jerusalén, había decidido celebrar la
Pascua en el segundo mes, 3ya que no había
podido celebrarla a su debido tiempo porque no había
bastantes sacerdotes que se hubieran purificado ni el
pueblo se había reunido en Jerusalén. 4Y
como tanto al rey como a toda la comunidad les había
parecido buena la propuesta, 5decidieron hacer
circular por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, la
invitación a ir a celebrar en Jerusalén la Pascua del
Señor, Dios de Israel. Porque antes no la habían
celebrado con mucha asistencia, como estaba prescrito.
6Así
pues, salieron mensajeros por todo Israel y Judá con
cartas del rey y de sus funcionarios para proclamar la
orden real: "Israelitas: vuélvanse al Señor, Dios
de Abraham, Isaac e Israel, y él se volverá a ustedes,
el resto que ha escapado de las manos de los reyes de
Asiria. 7No sean como sus antepasados y como
sus hermanos, que por ser infieles al Señor, Dios de sus
antepasados, él los entregó a la destrucción, como
ustedes ven. 8Por consiguiente, no sean tercos
como sus antepasados; extiendan la mano al Señor para
renovar la alianza y vengan a su santuario, que él ha
consagrado para siempre. Sirvan al Señor su Dios, y él
dejará de estar enojado con ustedes. 9Si
ustedes se vuelven al Señor, los enemigos que ahora
tienen prisioneros a sus hermanos y a sus hijos tendrán
compasión de ellos y los dejarán volver a este país,
porque el Señor, el Dios de ustedes, es compasivo y
misericordioso y no los rechazará a ustedes, si ustedes
se vuelven a él."
10Los
mensajeros recorrieron el territorio de Efraín y
Manasés, yendo de ciudad en ciudad hasta llegar a
Zabulón. Pero la gente se reía y se burlaba de ellos. 11Sin
embargo, algunos hombres de las tribus de Aser, Manasés
y Zabulón se humillaron ante Dios y acudieron a
Jerusalén. 12Dios también movió a la gente
de Judá para que estuvieran de acuerdo en cumplir la
orden del rey y de las autoridades, según lo mandado por
el Señor.
13Así
pues, una multitud sumamente grande se reunió el segundo
mes en Jerusalén para celebrar la fiesta de los panes
sin levadura. 14Empezaron por quitar todos los
altares y lugares para quemar incienso que había en
Jerusalén, y los echaron al arroyo Cedrón. 15El
día catorce del segundo mes mataron el cordero de la
Pascua. Los sacerdotes y levitas, sintiendo vergüenza de
sí mismos, se purificaron y llevaron al templo del
Señor animales para los holocaustos. 16Luego
ocuparon sus puestos, según les está asignado en la ley
de Moisés, hombre de Dios. Los sacerdotes rociaban la
sangre que les entregaban los levitas. 17Y
como en la comunidad había muchos que no se habían
purificado, los levitas tuvieron que matar para la Pascua
los animales de todos aquellos que no se habían
purificado, a fin de consagrarlos al Señor. 18En
efecto, un gran número de personas de Efraín, Manasés,
Isacar y Zabulón participaron de la comida de la Pascua,
pero no de acuerdo con lo prescrito, pues no se habían
purificado. Pero Ezequías oró por ellos, diciendo:
"Señor bondadoso, perdona a todos los de corazón
sincero que te buscan a ti, 19oh Señor, Dios
de sus antepasados, aunque no se hayan purificado como lo
requiere la santidad del templo."
20Y
el Señor atendió la petición de Ezequías y perdonó
al pueblo. 21Así que, durante siete días,
los israelitas que se encontraban en Jerusalén
celebraron con mucha alegría la fiesta de los panes sin
levadura. Y los sacerdotes y levitas estuvieron alabando
diariamente al Señor con los imponentes instrumentos de
música sagrada. 22Ezequías felicitó a todos
los levitas que habían demostrado sus excelentes
disposiciones para el servicio del Señor.
Y
después de haber participado de la comida de la fiesta
durante siete días, de haber ofrecido sacrificios de
reconciliación y de haber alabado al Señor, Dios de sus
antepasados, 23toda la comunidad decidió
prolongar la fiesta por otros siete días, lo cual
hicieron muy contentos; 24porque Ezequías,
rey de Judá, regaló a la comunidad mil becerros y siete
mil ovejas, y por su parte las autoridades regalaron al
pueblo mil becerros y diez mil ovejas. Muchos sacerdotes
se purificaron. 25Toda la comunidad de Judá
se alegró, lo mismo que los sacerdotes, los levitas y
toda la gente que había venido de Israel, y los
extranjeros que llegaron del territorio de Israel o que
vivían en Judá. 26Hubo, pues, mucha alegría
en Jerusalén, porque desde los tiempos de Salomón, hijo
de David y rey de Israel, no había ocurrido nada
semejante en Jerusalén. 27Después los
sacerdotes y levitas, de pie, bendijeron al pueblo; y el
Señor los escuchó, y su oración llegó hasta el cielo,
el lugar donde el Dios santo reside.
SALMO 86 (85)
Solo tú eres Dios
1Señor,
dígnate escucharme,
porque
estoy muy triste y pobre;
2protégeme,
pues te soy fiel.
Tú
eres mi Dios;
¡salva
a este siervo tuyo que en ti confía!
3Señor,
ten compasión de mí,
que
a ti clamo a todas horas.
4Señor,
alegra el ánimo de este siervo tuyo,
pues
a ti dirijo mi oración.
5Porque
tú, Señor, eres bueno y perdonas;
eres
todo amor con los que te invocan.
6Señor,
escucha mi oración,
¡atiende
mi plegaria!
7En
mi angustia clamo a ti,
porque
tú me respondes.
8¡No
hay dios comparable a ti, Señor!
¡No
hay nada que iguale a tus obras!
9Oh
Señor, tú has formado a todas las naciones,
y
ellas vendrán a ti para adorarte
y
para glorificar tu nombre.
10Porque
solo tú eres Dios;
¡tú
eres grande y haces maravillas!
11Oh
Señor, enséñame tu camino,
para
que yo lo siga fielmente.
Haz
que mi corazón honre tu nombre.
12Mi
Señor y Dios, te alabaré con todo el corazón
y
glorificaré siempre tu nombre.
13¡Inmenso
es tu amor por mí!
¡Me
has librado de caer en el sepulcro!
14Oh
Dios, una banda de insolentes y violentos,
que
no te tienen presente,
se
han puesto en contra mía y quieren matarme.
15Pero
tú, Señor, eres Dios tierno y compasivo,
paciente,
todo amor y verdad.
16Mírame,
¡ten compasión de mí!
¡Salva
a este siervo tuyo! ¡Dale tu fuerza!
17Dame
una clara prueba de tu bondad,
y
que al verla se avergüencen los que me odian.
¡Tú,
Señor, me das ayuda y consuelo!
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