el quince de septiembre - San Juan 17, 2 Crónicas 25 y Salmo 82

Patrocinada por la Sociedad Bíblica Americana

Jesús ora por sus discípulos

San Juan 17 1Después de decir estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: "Padre, la hora ha llegado: glorifica a tu Hijo, para que también él te glorifique a ti. 2Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todo hombre, para dar vida eterna a todos los que le diste. 3Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
4"Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado la obra que tú me confiaste. 5Ahora, pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo tenía contigo desde antes que existiera el mundo.
6"A los que escogiste del mundo para dármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los diste, y han hecho caso de tu palabra. 7Ahora saben que todo lo que me diste viene de ti; 8pues les he dado el mensaje que me diste, y ellos lo han aceptado. Se han dado cuenta de que en verdad he venido de ti, y han creído que tú me enviaste.
9"Yo te ruego por ellos; no ruego por los que son del mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. 10Todo lo que es mío es tuyo, y lo que es tuyo es mío; y mi gloria se hace visible en ellos.
11"Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo. 12Cuando yo estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura.
13"Ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo. 14Yo les he comunicado tu palabra, pero el mundo los odia porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal. 16Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del mundo. 17Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. 18Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, también yo los envío a ellos entre los que son del mundo. 19Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para que también ellos sean consagrados por medio de la verdad.
20"No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oir el mensaje de ellos. 21Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. 22Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: 23yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.
24"Padre, tú me los diste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes que el mundo fuera hecho. 25Oh Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. 26Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos."


Reinado de Amasías
(2  R 14.1-22)

2 Crónicas 25 1Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante veintinueve años. Su madre se llamaba Joadán, y era de Jerusalén. 2Los hechos de Amasías fueron rectos a los ojos del Señor, pero no se portó con total sinceridad.
3Cuando Amasías se afirmó en el poder, mató a todos los oficiales que habían asesinado a su padre. 4Pero no dio muerte a los hijos de ellos, pues, según lo escrito en el libro de la ley de Moisés, el Señor ordenó: "Los padres no podrán ser condenados a muerte por culpa de lo que hayan hecho sus hijos, ni los hijos por lo que hayan hecho sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado."
5Amasías reunió a todos los hombres de Judá y de Benjamín, y los organizó por familias bajo el mando de jefes militares. Luego hizo el censo de todos los que tenían de veinte años para arriba, y resultó que había trescientos mil soldados escogidos, listos para la guerra y capaces de usar lanzas y escudos. 6Además contrató cien mil soldados de Israel por tres mil trescientos kilos de plata.
7Pero un hombre de Dios se presentó ante él, y le dijo:
--Oh rey, que no se te junte el ejército de Israel, porque el Señor no está con Israel, con toda esa gente de Efraín. 8Pero si quieres reforzar tu ejército con ayuda de ellos para ir a la guerra, Dios te hará caer frente al enemigo, porque Dios tiene poder para ayudar y para derribar.
9Amasías le preguntó al hombre de Dios:
--Pero, ¿qué va a pasar entonces con los tres mil trescientos kilos de plata que di a las tropas de Israel?
El hombre de Dios le respondió:
--El Señor tiene suficiente para darte mucho más que eso.
10Entonces Amasías hizo que las tropas que habían venido de Efraín a unírsele se separaran y volvieran a sus casas. Pero ellos se enfurecieron contra Judá, y se volvieron muy enojados a sus casas.
11Amasías se armó de valor y llevó su ejército al Valle de la Sal, y mató a diez mil hombres de Seír. 12Además los de Judá apresaron vivos a otros diez mil y los llevaron a la cumbre de un monte rocoso; desde allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos.
13Entre tanto, las tropas que Amasías no había dejado que se le juntaran para la guerra y había hecho volver a sus casas, invadieron las ciudades de Judá desde Samaria hasta Bet-horón, mataron a tres mil personas y se llevaron muchas cosas que robaron.
14Al volver Amasías de derrotar a los de Edom, se trajo con él los dioses de Seír, y los tomó como dioses suyos, los adoró y les quemó incienso. 15El Señor se enojó con Amasías, y le envió un profeta a decirle:
--¿Por qué has recurrido a los dioses de una nación que ellos no pudieron librar de ti?
16Pero cuando el profeta decía esto, el rey le replicó:
--¿Acaso te hemos nombrado consejero real? ¡Déjate de cosas! ¿O es que quieres que te maten?
El profeta no insistió más, pero dijo:
--Yo sé que Dios ha decidido destruirte por haber hecho esto y no seguir mi consejo.
17Pero Amasías, rey de Judá, siguió el consejo de otros, y le mandó decir a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel: "Ven, y nos veremos las caras." 18Pero Joás le envió la siguiente respuesta: "El cardo le mandó decir al cedro del Líbano: 'Dale tu hija a mi hijo, para que sea su mujer.' Pero una fiera pasó por allí y aplastó al cardo. 19Tú dices que has derrotado a los edomitas, y eso te hace sentirte orgulloso y buscar más honores. Pero mejor quédate en tu casa. ¿Por qué quieres provocar tu propia desgracia y la desgracia de Judá?"
20Sin embargo, Amasías no le hizo caso, porque Dios lo había dispuesto así para entregarlos en poder de Joás, por haber recurrido ellos a los dioses de Edom. 21Entonces Joás se puso en marcha para enfrentarse con Amasías, en Bet-semes, que está en territorio de Judá. 22Y Judá fue derrotado por Israel, y cada cual huyó a su casa. 23Joás, rey de Israel, hizo prisionero en Bet-semes a Amasías, rey de Judá, y luego lo llevó a Jerusalén, en cuyo muro abrió una brecha de ciento ochenta metros, desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta de la Esquina. 24Además se apoderó de todo el oro y la plata, y de todos los objetos que había en el templo de Dios a cargo de Obed-edom y en los tesoros del palacio real. Y después de tomar a algunas personas como rehenes, regresó a Samaria.
25Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió aún quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz y rey de Israel. 26El resto de la historia de Amasías, desde el comienzo hasta el fin, está escrito en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27Desde el momento en que Amasías se apartó del Señor, en Jerusalén se conspiró contra Amasías, el cual huyó a Laquis; pero lo persiguieron hasta esa ciudad, y allí le dieron muerte. 28Luego lo llevaron sobre un caballo y lo enterraron con sus antepasados, en la Ciudad de David.


SALMO 82 (81)

Dios, el Juez supremo

1Dios se alza en la asamblea divina
y dicta sentencia en medio de los dioses:
2"¿Hasta cuándo harán ustedes juicios falsos
y se pondrán de parte de los malvados?
3¡Hagan justicia al débil y al huérfano!
¡Hagan justicia al pobre y al necesitado!
4¡Libren a los débiles y pobres,
y defiéndanlos de los malvados!

5"Pero ustedes no saben, no entienden;
andan en la oscuridad.
Tiemblan los cimientos de la tierra.
6Yo dije que ustedes son dioses;
que todos son hijos del Altísimo.
7Sin embargo, morirán como todo hombre,
¡caerán como cualquier tirano!"

8¡Oh Dios, dispónte a juzgar la tierra,
pues tú eres el dueño de todas las naciones!

La Próxima Página

Esta lectura es de La Biblia, Versión Popular, Segunda Edición Derechos Registrados © Sociedades Bíblicas Unidas 1966, 1970, 1979, 1983

Toque aquí para regresar a la primera pagina de La Lectura Diaria de La Biblia.

Derechos Registrados 2013 BibleNetUSA. All rights reserved. Email vpo@dailybibleclub.com