el trece de septiembre - San Juan 15.1-16.4a, 2 Crónicas 23 y Salmo 80

Patrocinada por la Sociedad Bíblica Americana

La vid verdadera

San Juan 15 1"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. 2Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. 3Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. 4Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí.
5"Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. 6El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego.
7"Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. 8En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos. 9Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan, pues, en el amor que les tengo. 10Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
11"Les hablo así para que se alegren conmigo y su alegría sea completa. 12Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes. 13El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos. 14Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. 15Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. 16Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. 17Esto, pues, es lo que les mando: Que se amen unos a otros.

El mundo odia a Jesús y a los suyos

18"Si el mundo los odia a ustedes, sepan que a mí me odió primero. 19Si ustedes fueran del mundo, la gente del mundo los amaría, como ama a los suyos. Pero yo los escogí a ustedes entre los que son del mundo, y por eso el mundo los odia, porque ya no son del mundo. 20Acuérdense de esto que les dije: 'Ningún servidor es más que su señor.' Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán; y si han hecho caso de mi palabra, también harán caso de la de ustedes. 21Todo esto van a hacerles por mi causa, porque no conocen al que me envió.
22"Ellos no tendrían ninguna culpa, si yo no hubiera venido a hablarles. Pero ahora no tienen disculpa por su pecado; 23pues los que me odian a mí, odian también a mi Padre. 24No tendrían ninguna culpa, si yo no hubiera hecho entre ellos cosas que ningún otro ha hecho; pero ya han visto estas cosas y, a pesar de ello, me odian a mí y odian también a mi Padre. 25Pero esto sucede porque tienen que cumplirse las palabras que están escritas en la ley de ellos: 'Me odiaron sin motivo.'
26"Pero cuando venga el Defensor que yo voy a enviar de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él será mi testigo. 27Y ustedes también serán mis testigos, porque han estado conmigo desde el principio.
San Juan 16 1"Les digo estas cosas para que no pierdan su fe en mí. 2Los expulsarán de las sinagogas, y aun llegará el momento en que cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios. 3Esto lo harán porque no nos han conocido, ni al Padre ni a mí. 4Les digo esto para que, cuando llegue el momento, se acuerden de que yo se lo había dicho ya.


2 Crónicas 23 1Al séptimo año, Joiadá mandó llamar a los capitanes siguientes: Azarías hijo de Jeroham, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maaseías hijo de Adaías, y Elisafat hijo de Zicrí, e hizo que se le unieran como aliados. 2Ellos recorrieron Judá, y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los jefes de las familias de Israel, y fueron todos a Jerusalén. 3Allí todos los que se habían reunido hicieron un pacto con el rey en el templo de Dios.
Joiadá les dijo: "¡Aquí tienen ustedes al hijo del rey! Él es quien debe ser rey, como lo prometió el Señor acerca de los descendientes de David. 4Esto es lo que van a hacer ustedes: una tercera parte de ustedes, los sacerdotes y levitas que están de servicio el sábado, cuidarán las puertas del templo; 5otra tercera parte estará en el palacio real; y la otra tercera parte en la puerta de los cimientos. Mientras tanto, todo el pueblo estará en los atrios del templo. 6Pero que nadie entre en el templo, fuera de los sacerdotes y levitas que estén de servicio. Solamente ellos pueden entrar, porque están consagrados; pero el resto del pueblo montará guardia en honor del Señor. 7Los levitas formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en la mano, y el que intente penetrar en el templo, morirá. Acompañarán al rey dondequiera que él vaya."
8Los levitas y la gente de Judá hicieron todo lo que el sacerdote Joiadá les había ordenado. Cada cual tomó el mando de sus hombres, tanto los que entraban de guardia en sábado como los que salían, porque el sacerdote Joiadá no dejó que se fueran los que terminaban su turno. 9Entonces Joiadá entregó a los capitanes las lanzas y los diversos escudos que habían pertenecido al rey David, y que estaban en el templo de Dios. 10Luego colocó en sus puertas a toda la gente, desde el ala derecha hasta el ala izquierda del templo, y alrededor del altar, cada uno con su lanza en la mano para proteger al rey. 11Entonces Joiadá y sus hijos sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona y las insignias reales, y después de derramar aceite sobre él lo proclamaron rey. Luego todos gritaron: "¡Viva el rey!"
12Cuando Atalía oyó los gritos de la gente que corría y aclamaba al rey, fue al templo del Señor, donde estaban todos. 13Vio allí al rey, de pie junto a su columna, a la entrada. A su lado estaban los jefes y la banda de música, y la gente muy alegre y tocando trompetas; los cantores, con instrumentos musicales, dirigían los himnos de alabanza. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó:
--¡Traición! ¡Traición!
14Pero el sacerdote Joiadá hizo salir a los capitanes que estaban al mando del ejército, y les dijo:
--¡Sáquenla de entre las filas, y pasen a cuchillo al que la siga!
Como el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor, 15la apresaron y la sacaron por la puerta de la caballería al palacio real, y allí la mataron.
16Después Joiadá hizo un pacto con todo el pueblo y con el rey, de que ellos serían el pueblo del Señor. 17Luego fueron todos al templo de Baal y lo derribaron, destrozando sus altares y sus ídolos. En cuanto a Matán, el sacerdote de Baal, lo degollaron ante los altares. 18A continuación, Joiadá puso una guardia en el templo del Señor, bajo las órdenes de los sacerdotes y los levitas, a quienes David había repartido por turnos para servir en el templo ofreciendo al Señor los holocaustos, según está prescrito en la ley de Moisés, y cantando con alegría, como lo había dispuesto David. 19También puso porteros en las entradas del templo del Señor, para que nadie que por cualquier motivo estuviera ritualmente impuro pudiera entrar. 20Luego tomó a los capitanes, a las personas más importantes, a los gobernadores del pueblo y a toda la gente, y acompañó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real, entrando por la puerta superior. Luego sentaron al rey en el trono real, 21y todo el pueblo se alegró. Y como Atalía había muerto a filo de espada, la ciudad quedó tranquila.


SALMO 80 (79)

¡Míranos con buenos ojos!

1Pastor de Israel, que guías a José como a un rebaño,
que tienes tu trono sobre los querubines, ¡escucha!
2¡Mira con buenos ojos a Efraín, Benjamín y Manasés!
¡Despierta y ven a salvarnos con tu poder!

3Oh Dios, ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

4Señor, Dios todopoderoso,
¿hasta cuándo estarás enojado
con la oración de tu pueblo?
5Nos has dado lágrimas por comida;
por bebida, lágrimas en abundancia.
6Nos has convertido en la burla de nuestros vecinos,
y nuestros enemigos se ríen de nosotros.

7Dios todopoderoso,
¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

8De Egipto sacaste una vid;
arrojaste a los paganos y la plantaste.
9Limpiaste el terreno para ella,
y la vid echó raíces y llenó el país.
10Cubrió los montes con su sombra,
y con sus ramas los árboles más altos.
11Se extendieron sus ramas hasta el mar,
y hasta el río Éufrates sus retoños.
12¿Por qué has derribado su cerca,
dejando que le arranquen uvas los que van por el camino?
13El jabalí la destroza;
¡los animales salvajes la devoran!

14Dios todopoderoso, regresa, por favor;
mira atentamente desde el cielo
y ten consideración de esta vid,
15de la vid que tú mismo plantaste,
del retoño que tú mismo afirmaste.
16Destruye con tu furor
a quienes la cortan y la queman;
17pero ayuda al hombre que has escogido,
al retoño de hombre que tú mismo afirmaste,
18y nunca más nos apartaremos de ti.
¡Danos vida, y solo a ti te invocaremos!

19Oh Señor, Dios todopoderoso,
¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

La Próxima Página

Esta lectura es de La Biblia, Versión Popular, Segunda Edición Derechos Registrados © Sociedades Bíblicas Unidas 1966, 1970, 1979, 1983

Toque aquí para regresar a la primera pagina de La Lectura Diaria de La Biblia.

Derechos Registrados 2013 BibleNetUSA. All rights reserved. Email vpo@dailybibleclub.com