| San Juan 12 
        27"¡Siento en este momento una angustia
        terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: 'Padre, líbrame
        de esta angustia'? ¡Pero precisamente para esto he
        venido! 28Padre, glorifica tu nombre." 
  Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: "Ya
        lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez." 
  29La
        gente que estaba allí escuchando, decía que había sido
        un trueno; pero algunos afirmaban: 
  --Un ángel le ha hablado. 
  30Jesús
        les dijo: 
  --No fue por mí por quien se oyó esta voz, sino por
        ustedes. 31Este es el momento en que el mundo
        va a ser juzgado, y ahora será expulsado el que manda en
        este mundo. 32Pero cuando yo sea levantado de
        la tierra, atraeré a todos a mí mismo. 
  33Con
        esto daba a entender de qué forma había de morir. 34La
        gente le contestó: 
  --Por la ley sabemos que el Mesías vivirá para siempre.
        ¿Cómo, pues, dices tú que el Hijo del hombre tiene que
        ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? 
  35Jesús
        les dijo: 
  --Todavía estará entre ustedes la luz, pero solamente
        por un poco de tiempo. Anden, pues, mientras tienen esta
        luz, para que no les sorprenda la oscuridad; porque el
        que anda en oscuridad, no sabe por dónde va. 36Crean
        en la luz mientras todavía la tienen, para que
        pertenezcan a la luz. 
  Después de decir estas cosas, Jesús se fue y se
        escondió de ellos. Por qué
        los judíos no creían en Jesús  37A pesar de que Jesús había hecho tan
        grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían
        en él; 38pues tenía que cumplirse lo que
        escribió el profeta Isaías: 
  "Señor,
        ¿quién ha creído nuestro mensaje? 
  ¿A
        quién ha revelado el Señor su poder?" 39Así que no podían creer, pues también
        escribió Isaías:
 
  40"Dios
        les ha cerrado los ojos 
  y
        ha entorpecido su mente, 
  para
        que no puedan ver 
  ni
        puedan entender; 
  para
        que no se vuelvan a mí, 
  y
        yo no los sane." 41Isaías dijo esto porque había visto la
        gloria de Jesús, y hablaba de él.
 
  42Sin
        embargo, muchos de los judíos creyeron en Jesús,
        incluso algunos de los más importantes. Pero no lo
        decían en público por miedo a los fariseos, para que no
        los expulsaran de las sinagogas. 43Preferían
        la gloria que dan los hombres a la gloria que da Dios.
 Las palabras de Jesús
        juzgarán a la gente  44Jesús dijo con voz fuerte: "El que
        cree en mí, no cree solamente en mí, sino también en
        el Padre, que me ha enviado. 45Y el que me ve
        a mí, ve también al que me ha enviado. 46Yo,
        que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen
        en mí no se queden en la oscuridad. 47Pero a
        aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo
        quien lo condena; porque yo no vine para condenar al
        mundo, sino para salvarlo. 48El que me
        desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien
        lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán
        en el día último. 49Porque yo no hablo por
        mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo
        que debo decir y enseñar. 50Y sé que el
        mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo
        que yo digo, lo digo como el Padre me ha ordenado."
   
 Pacto de Asá con Ben-hadad
        (1  R 15.16-22)
 2 Crónicas 16  1Pero en
        el año treinta y seis del reinado de Asá, el rey de
        Israel, Baasá, fue a atacar a Judá, y fortificó Ramá
        para cortarle toda comunicación al rey de Judá. 2Entonces
        Asá sacó el oro y la plata de los tesoros del templo
        del Señor y del palacio real, y los envió a Ben-hadad,
        rey de Siria, que tenía su residencia en Damasco.
        También le envió este mensaje: 3"Hagamos
        tú y yo un pacto, como hicieron nuestros padres. Aquí
        te envío oro y plata. Rompe el pacto que tienes con
        Baasá, rey de Israel, y así me dejará en paz." 
  4Ben-hadad
        aceptó la proposición del rey Asá, y envió a los
        jefes de sus tropas a atacar las ciudades de Israel. Así
        conquistaron Iión, Dan, Abel-maim y todas las ciudades
        de Neftalí que servían de almacenes. 5Cuando
        Baasá lo supo, dejó de fortificar Ramá, suspendiendo
        sus trabajos. 6Entonces el rey Asá tomó
        consigo a todo Judá, y se llevaron de Ramá las piedras
        y la madera que Baasá había usado para fortificarla, y
        con ellas fortificó Guebá y Mispá. 
  7Por
        aquel tiempo fue el profeta Hananí a visitar a Asá, rey
        de Judá, y a decirle: "El ejército del rey de
        Siria se te ha escapado de las manos, porque te apoyaste
        en el rey de Siria y no en el Señor tu Dios. 8¿No
        formaban los etiopes y los libios un ejército sumamente
        poderoso, con muchísima caballería y carros de combate?
        Sin embargo, el Señor los entregó en tus manos porque
        te apoyaste en él. 9Pues el Señor está
        atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza
        a los que confían sinceramente en él. ¡En esto has
        actuado como un tonto! Porque de ahora en adelante
        tendrás más guerras." 
  10Entonces
        Asá se enfureció de tal manera contra el profeta, que
        lo mandó encarcelar. También en ese tiempo trató
        brutalmente a algunos del pueblo. Muerte de Asá (1  R 15.23-24)
  11La historia de Asá, desde el principio
        hasta el fin, está escrita en el libro de los reyes de
        Judá y de Israel. 12En el año treinta y
        nueve de su reinado, Asá enfermó gravemente de los
        pies; pero en su enfermedad no recurrió al Señor, sino
        a los médicos. 13Murió en el año cuarenta y
        uno de su reinado, 14y lo enterraron en el
        sepulcro que había mandado hacer en la Ciudad de David.
        Lo colocaron en una camilla llena de perfumes y de toda
        clase de sustancias aromáticas hábilmente preparadas.
        Luego encendieron en su honor una enorme hoguera.
 Reinado de Josafat 2 Crónicas 17  1En lugar
        de Asá reinó su hijo Josafat, quien se mostró fuerte
        en Israel. 2Puso tropas en todas las ciudades
        fortificadas de Judá, y destacamentos en todo el
        territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que
        Asá, su padre, había conquistado. 
  3El
        Señor estuvo con Josafat, porque procedió como David,
        su antepasado, lo había hecho al principio. No sirvió a
        las diversas representaciones de Baal, 4sino
        al Dios de su padre, cumpliendo sus mandamientos, sin
        seguir el ejemplo de la gente de Israel. 5Por
        eso, el Señor consolidó bajo su mando el reino. Todo
        Judá le hacía regalos, y llegó a tener grandes
        riquezas y honores. 6Siguió con orgullo el
        camino trazado por el Señor, y una vez más quitó de
        Judá los santuarios en lugares altos y las
        representaciones de Aserá. 
  7En
        el tercer año de su reinado envió a sus funcionarios
        Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para
        enseñar en las ciudades de Judá, 8y con
        ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías,
        Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y
        Tobadonías. Los acompañaban los sacerdotes Elisamá y
        Joram. 9Los envió para que, con el libro de
        la ley del Señor, enseñaran a la gente de Judá. Y
        ellos recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando
        al pueblo. 
  10Entre
        tanto, todos los reinos de los países que rodeaban a
        Judá sentían tal miedo al Señor que no se atrevían a
        pelear contra Josafat. 11Al contrario, algunos
        de los filisteos traían regalos y plata como tributo a
        Josafat, y los árabes le llevaron siete mil setecientos
        carneros e igual cantidad de chivos. 
  12Josafat,
        pues, se fue haciendo sumamente poderoso. Construyó en
        Judá fortalezas y ciudades para almacenes, 13y
        tuvo muchas propiedades en las ciudades de Judá. Tuvo
        también soldados muy valientes en Jerusalén, 14cuya
        lista, según su registro por familias, es la siguiente: 
  Por Judá, como comandante de los jefes de batallón,
        estaba Adná con trescientos mil soldados. 15Junto
        a este estaba el jefe Johanán con doscientos ochenta mil
        soldados, 16y junto a él Amasías, hijo de
        Zicrí, que se había ofrecido voluntariamente para
        servir al Señor, con doscientos mil valientes soldados. 
  17Por
        Benjamín estaba Eliadá, un valiente guerrero, con
        doscientos mil hombres armados con arcos y escudos, 18y
        junto a él Jozabad con ciento ochenta mil hombres en pie
        de guerra. 
  19Estos
        estaban al servicio del rey, sin contar los que el rey
        había destinado a las ciudades fortificadas de todo
        Judá.   
 SALMO 78 (77) Acciones de Dios en favor de su
        pueblo  1Pueblo
        mío, atiende a mi enseñanza; 
  ¡inclínate
        a escuchar lo que te digo! 
  2Voy
        a hablar por medio de refranes; 
  diré
        cosas que han estado en secreto 
  desde
        tiempos antiguos. 
  3Lo
        que hemos oído y sabemos 
  y
        nuestros padres nos contaron, 
  4no
        lo ocultaremos a nuestros hijos. 
  Con
        las generaciones futuras alabaremos al Señor 
  y
        hablaremos de su poder y maravillas. 
 
  5Dios
        estableció una ley para Jacob; 
  puso
        una norma de conducta en Israel, 
  y
        ordenó a nuestros antepasados 
  que
        la enseñaran a sus descendientes, 
  6para
        que la conocieran las generaciones futuras, 
  los
        hijos que habían de nacer, 
  y
        que ellos, a su vez, la enseñaran a sus hijos; 
  7para
        que tuvieran confianza en Dios 
  y
        no olvidaran lo que él había hecho; 
  para
        que obedecieran sus mandamientos 
  8y
        no fueran como sus antepasados, 
  rebeldes
        y necios, 
  faltos
        de firmeza en su corazón y espíritu; 
  ¡generación
        infiel a Dios! 
 
  9Los
        de la tribu de Efraín, 
  que
        estaban armados con arcos y flechas, 
  dieron
        la espalda el día del combate; 
  10no
        respetaron su alianza con Dios 
  ni
        quisieron obedecer sus enseñanzas. 
  11Se
        olvidaron de lo que él había hecho, 
  de
        las maravillas que les hizo ver. 
  12Dios
        hizo maravillas delante de sus padres 
  en
        la región de Soan, que está en Egipto: 
  13partió
        en dos el mar, y los hizo pasar por él, 
  deteniendo
        el agua como un muro. 
  14De
        día los guió con una nube, 
  y
        de noche con luz de fuego. 
  15En
        el desierto partió en dos las peñas, 
  y
        les dio a beber agua en abundancia. 
  16¡Dios
        hizo brotar de la peña 
  un
        torrente de aguas caudalosas! 
 
  17Pero
        ellos siguieron pecando contra Dios; 
  se
        rebelaron contra el Altísimo en el desierto. 
  18Quisieron
        ponerle a prueba 
  pidiendo
        comida a su antojo. 
  19Hablaron
        contra él, diciendo: 
  "¿Acaso
        puede Dios servir una mesa en el desierto? 
  20Es
        verdad que Dios partió la peña; 
  que
        de ella brotó agua como un río, 
  y
        que la tierra se inundó; 
  pero,
        ¿podrá dar también pan? 
  ¿podrá
        dar carne a su pueblo?"
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