el once de julio - San Marcos 16, 1 Reyes 12.1-31 y Oseas 14

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Anuncio de la resurrección de Jesús
(Mt 28.1-10; Lc 24.1-12; Jn 20.1-10)

San Marcos 16 1Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé, compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús. 2Y el primer día de la semana fueron al sepulcro muy temprano, apenas salido el sol, 3diciéndose unas a otras:
--¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?
4Pero, al mirar, vieron que la piedra ya no estaba en su lugar. Esta piedra era muy grande. 5Cuando entraron en el sepulcro vieron, sentado al lado derecho, a un joven vestido con una larga ropa blanca. Las mujeres se asustaron, 6pero él les dijo:
--No se asusten. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron. 7Vayan y digan a sus discípulos, y a Pedro: 'Él va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo verán, tal como les dijo.'
8Entonces las mujeres salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando, asustadas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.

Jesús se aparece a María Magdalena
(Jn 20.11-18)

[9Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10Ella fue y avisó a los que habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. 11Estos, al oir que Jesús vivía y que ella lo había visto, no lo creyeron.

Jesús se aparece a dos de sus discípulos
(Lc 24.13-35)

12Después de esto, Jesús se apareció en otra forma a dos de ellos que iban caminando hacia el campo. 13Estos fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

El encargo de Jesús a sus discípulos
(Mt 28.16-20; Lc 24.36-49; Jn 20.19-23)

14Más tarde, Jesús se apareció a los once discípulos, mientras ellos estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, ya que no creyeron a los que lo habían visto resucitado. 15Y les dijo: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia. 16El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado. 17Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán."

Jesús sube al cielo
(Lc 24.50-53)

19Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 20Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas.]


División del reino
(2  Cr 10.1--11.4)

1 Reyes 12 1Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido allá para proclamarlo rey. 2Pero lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba todavía en Egipto, adonde había huido del rey Salomón y donde se había quedado a vivir. 3Cuando lo mandaron llamar, Jeroboam y todo el pueblo de Israel fueron a hablar con Roboam, y le dijeron:
4--Tu padre fue muy duro con nosotros; ahora alivia tú la dura servidumbre y el pesado yugo que él nos impuso, y te serviremos.
5Roboam les contestó:
--Váyanse, y vuelvan a verme dentro de tres días.
La gente se fue, 6y entonces el rey Roboam consultó a los ancianos que habían servido a Salomón, su padre, cuando este vivía. Les preguntó:
--¿Qué me aconsejan ustedes que responda yo a esta gente?
7Ellos le dijeron:
--Si hoy te pones al servicio de este pueblo y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán siempre.
8Pero Roboam no hizo caso del consejo de los ancianos, sino que consultó a los muchachos que se habían criado con él y que estaban a su servicio, 9preguntándoles:
--¿Qué me aconsejan ustedes que responda yo a esta gente que me ha pedido que aligere el yugo que mi padre les impuso?
10Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le respondieron:
--A esta gente que te ha pedido que aligeres el yugo que tu padre les impuso, debes responderle lo siguiente: 'Si mi padre fue duro, yo lo soy mucho más; 11si él les impuso un yugo pesado, yo lo haré más pesado todavía; y si él los azotaba con correas, yo los azotaré con látigos de puntas de hierro.'
12Al tercer día volvió Jeroboam a presentarse con todo el pueblo ante Roboam, como el rey les había dicho. 13Pero el rey les contestó duramente, sin hacer caso del consejo que le habían dado los ancianos, 14y les repitió lo que le habían aconsejado los muchachos: que si su padre les había impuesto un yugo pesado, él les impondría uno más pesado todavía, y que si su padre los había azotado con correas, él los azotaría con látigos de puntas de hierro. 15El rey, pues, no hizo caso del pueblo, porque el Señor había dispuesto que sucediera así para que se cumpliera lo que el Señor había prometido a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio de Ahías, el de Siló. 16Cuando todo el pueblo de Israel vio que el rey no le había hecho caso, le respondió de este modo:

"¡No tenemos nada que ver con David!
¡Ninguna herencia compartimos con el hijo de Jesé!
¡A sus casas, israelitas!
¡Y David que cuide de su familia!"

Al momento, los israelitas se fueron a sus casas. 17En cuanto a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá, Roboam siguió reinando sobre ellos. 18Y cuando Roboam envió a Adoram, que era el encargado del trabajo obligatorio, todo Israel lo mató a pedradas. Entonces el rey Roboam subió rápidamente a su carro y huyó a Jerusalén. 19De este modo se rebeló Israel contra la dinastía de David hasta el día de hoy.
20Al enterarse los de Israel de que Jeroboam había vuelto, lo mandaron llamar para que se presentara ante la comunidad, y lo proclamaron rey de todo Israel, sin quedar nadie que siguiera fiel a la dinastía de David, aparte de la tribu de Judá.
21Cuando Roboam llegó a Jerusalén, juntó ciento ochenta mil soldados escogidos de todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra Israel y recuperar su reino. 22Pero Dios habló a Semaías, hombre de Dios, y le ordenó: 23"Di a Roboam, hijo de Salomón y rey de Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo, 24que les ordeno que no luchen contra sus hermanos israelitas. Que se vuelvan todos a sus casas, porque así lo he dispuesto."
Al oir ellos lo que el Señor les decía, regresaron, como les ordenaba el Señor.

Jeroboam implanta la idolatría

25Jeroboam reconstruyó la ciudad de Siquem, que está en los montes de Efraín, y se estableció en ella. Luego reconstruyó también Penuel. 26Pero pensó: "La dinastía de David puede recuperar el reino, 27si esta gente va a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del Señor. Volverán a sentir afecto por Roboam, rey de Judá, y entonces me matarán y se volverán a Roboam, rey de Judá."
28Después de haber consultado el asunto, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: "Ustedes, israelitas, ya han ido bastante a Jerusalén. Aquí tienen a sus dioses, que los sacaron de Egipto." 29Entonces puso uno en Betel y el otro en Dan. 30Y esto fue causa de que Israel pecara, pues la gente iba a Betel y a Dan para adorarlos. 31Construyó también santuarios en lugares altos y nombró sacerdotes a gente del pueblo, que no eran levitas.


Oseas suplica a Israel que vuelva al Señor

Oseas 14 1¡Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios,
tú que caíste a causa de tu pecado!
2Vuélvanse al Señor
llevando con ustedes esta oración:
"Perdona toda nuestra maldad
y recibe con benevolencia
las alabanzas que te ofrecemos.
3Asiria no puede salvarnos,
ni tampoco escaparemos a caballo.
Ya no llamaremos 'Dios nuestro'
a nada fabricado por nosotros mismos,
porque solamente en ti, Señor,
el huérfano encuentra compasión."

El Señor promete nueva vida a Israel


4Dice el Señor:
"Voy a curarlos de su rebeldía;
voy a amarlos aunque no lo merezcan,
pues ya se ha apartado de ellos mi ira.
5Voy a ser para Israel como el rocío,
y él dará flores, como los lirios.
Sus raíces serán tan firmes
como el monte Líbano;
6sus ramas se extenderán
hermosas como las ramas del olivo,
y será su aroma como el de los cedros del Líbano.
7Israel vivirá de nuevo bajo mi protección;
entonces crecerán como el trigo,
florecerán como la vid
y serán famosos como el vino del Líbano.
8Efraín dirá: '¿Qué me importan ya los ídolos?'
¡Yo soy quien atiendo y cuido a mi pueblo!
Yo soy como un pino siempre verde,
y en mí encontrará mi pueblo su fruto."

Conclusión


9Que los sabios y prudentes
entiendan este mensaje:
Los caminos del Señor son rectos,
y los justos los siguen;
pero los malvados tropiezan en ellos.

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