el tres de julio - San Marcos 12.1-27, 1 Reyes 3 y Oseas 6.1-7.2

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La parábola de los labradores malvados
(Mt 21.33-46; Lc 20.9-19)

San Marcos 12 1Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: "Un hombre plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. 2A su debido tiempo, mandó un criado a pedir a los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. 3Pero ellos le echaron mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 4Entonces el dueño mandó otro criado, pero a este lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. 5Mandó a otro, y a este lo mataron. Después mandó a otros muchos; y a unos los golpearon y a otros los mataron.
6"Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho. Por último lo mandó a él, pensando: 'Sin duda, respetarán a mi hijo.' 7Pero los labradores se dijeron unos a otros: 'Este es el que ha de recibir la herencia; matémoslo, y será nuestra la propiedad.' 8Así que lo agarraron, lo mataron y arrojaron el cuerpo fuera del viñedo.
9"¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros.
10"¿No han leído ustedes la Escritura? Dice:
'La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
11Esto lo hizo el Señor,
y estamos maravillados.'  "
12Quisieron entonces arrestar a Jesús, porque sabían que había usado esta parábola contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, lo dejaron y se fueron.

La pregunta sobre los impuestos
(Mt 22.15-22; Lc 20.20-26)

13Mandaron a Jesús algunos de los fariseos y del partido de Herodes, para hacerle decir algo de que pudieran acusarlo. 14Estos fueron y le dijeron:
--Maestro, sabemos que tú dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Tú enseñas de veras el camino de Dios. ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?
15Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo:
--¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda de denario, para que la vea.
16Se la llevaron, y Jesús les dijo:
--¿De quién es esta cara y el nombre que aquí está escrito?
Le contestaron:
--Del emperador.
17Entonces Jesús les dijo:
--Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.
Y su respuesta los dejó admirados.

La pregunta sobre la resurrección
(Mt 22.23-33; Lc 20.27-40)

18Entonces fueron a ver a Jesús algunos saduceos. Estos dicen que los muertos no resucitan; por eso le presentaron este caso:
19--Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda, para darle hijos al hermano que murió. 20Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. 21Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercero, 22y con los siete; pero ninguno dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. 23Pues bien, en la resurrección, cuando vuelvan a vivir, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, si los siete estuvieron casados con ella?
24Jesús les contestó:
--Ustedes están equivocados, porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. 25Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo. 26Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído ustedes en el libro de Moisés el pasaje de la zarza que ardía? Dios le dijo a Moisés: 'Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.' 27¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos! Ustedes están muy equivocados.


Salomón se casa con la hija del faraón

1 Reyes 3 1Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, pues se casó con su hija y la llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio y el templo del Señor y la muralla alrededor de Jerusalén. 2La gente, sin embargo, ofrecía sus sacrificios en los lugares altos de culto pagano, porque hasta entonces no se había construido un templo para el Señor.

Salomón pide a Dios sabiduría
(2  Cr 1.1-13)

3Salomón amaba al Señor y cumplía las leyes establecidas por David, su padre, aun cuando él mismo ofrecía sacrificios e incienso en los lugares altos, 4e incluso iba a Gabaón para ofrecer allí sacrificios, porque aquel era el lugar alto más importante; y ofrecía en aquel lugar mil holocaustos.
5Una noche, en Gabaón, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré."
6Salomón respondió: "Tú trataste con gran bondad a mi padre, tu siervo David, pues él se condujo delante de ti con lealtad, justicia y rectitud de corazón para contigo. Por eso lo trataste con tanta bondad y le concediste que un hijo suyo se sentara en su trono, como ahora ha sucedido. 7Tú, Señor y Dios mío, me has puesto para que reine en lugar de David, mi padre, aunque yo soy un muchacho joven y sin experiencia. 8Pero estoy al frente del pueblo que tú escogiste: un pueblo tan grande que, por su multitud, no puede contarse ni calcularse. 9Dame, pues, un corazón atento para gobernar a tu pueblo, y para distinguir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién hay capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?"
10Al Señor le agradó que Salomón le hiciera tal petición, 11y le dijo: "Porque me has pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino inteligencia para saber oir y gobernar, 12voy a hacer lo que me has pedido: yo te concedo sabiduría e inteligencia como nadie las ha tenido antes que tú ni las tendrá después de ti. 13Además, te doy riquezas y esplendor, cosas que tú no pediste, de modo que en toda tu vida no haya otro rey como tú. 14Y si haces mi voluntad, y cumples mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, tu padre, te concederé una larga vida."
15Al despertar, Salomón se dio cuenta de que había sido un sueño. Y cuando llegó a Jerusalén, se presentó ante el arca de la alianza del Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación. Después dio un banquete a todos sus funcionarios.

Salomón, el juez sabio

16Por aquel tiempo fueron a ver al rey dos prostitutas. Cuando estuvieron en su presencia, 17una de ellas dijo:
--¡Ay, Majestad! Esta mujer y yo vivimos en la misma casa, y yo di a luz estando ella conmigo en casa. 18A los tres días de que yo di a luz, también dio a luz esta mujer. Estábamos las dos solas. No había ninguna persona extraña en casa con nosotras; solo estábamos nosotras dos. 19Pero una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se acostó encima de él. 20Entonces se levantó a medianoche, mientras yo estaba dormida, y quitó de mi lado a mi hijo y lo acostó con ella, poniendo junto a mí a su hijo muerto. 21Por la mañana, cuando me levanté para dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo miré, y me di cuenta de que aquel no era el hijo que yo había dado a luz.
22La otra mujer dijo:
--No, mi hijo es el que está vivo, y el tuyo es el muerto.
Pero la primera respondió:
--No, tu hijo es el muerto, y mi hijo el que está vivo.
Así estuvieron discutiendo delante del rey. 23Entonces el rey se puso a pensar: "Esta dice que su hijo es el que está vivo, y que el muerto es el de la otra; ¡pero la otra dice exactamente lo contrario!" 24Luego ordenó:
--¡Tráiganme una espada!
Cuando le llevaron la espada al rey, 25ordenó:
--Corten en dos al niño vivo, y denle una mitad a cada una.
26Pero la madre del niño vivo se angustió profundamente por su hijo, y suplicó al rey:
--¡Por favor! ¡No mate Su Majestad al niño vivo! ¡Mejor déselo a esta mujer!
Pero la otra dijo:
--Ni para mí ni para ti. ¡Que lo partan!
27Entonces intervino el rey y ordenó:
--Entreguen a aquella mujer el niño vivo. No lo maten, porque ella es su verdadera madre.
28Todo Israel se enteró de la sentencia con que el rey había resuelto el pleito, y sintieron respeto por él, porque vieron que Dios le había dado sabiduría para administrar justicia.


Israel habla de volverse al Señor

Oseas 6 1Vengan todos y volvámonos al Señor.
Él nos destrozó, pero también nos sanará;
nos hirió, pero también nos curará.
2En un momento nos devolverá la salud,
nos levantará para vivir delante de él.
3¡Esforcémonos por conocer al Señor!
El Señor vendrá a nosotros,
tan cierto como que sale el sol,
tan cierto como que la lluvia riega la tierra
en otoño y primavera.

La respuesta del Señor


4Dice el Señor:
"¿Qué haré contigo, Efraín?
¿Qué haré contigo, Judá?
El amor que ustedes me tienen
es como la niebla de la mañana,
como el rocío de madrugada, que temprano desaparece.
5Por eso los he despedazado mediante los profetas;
por medio de mi mensaje los he matado.
Mi justicia brota como la luz.
6Lo que quiero de ustedes es que me amen,
y no que me hagan sacrificios;
que me reconozcan como Dios,
y no que me ofrezcan holocaustos.

7"Pero mi pueblo, lo mismo que Adán,
ha faltado a mi alianza y me ha sido infiel.
8Galaad es una ciudad de malhechores,
toda llena de huellas de sangre.
9Los sacerdotes son una pandilla de ladrones
puestos al acecho de la gente;
asesinan y cometen infamias
en el camino de Siquem.
10En Israel he visto cosas horribles:
Efraín se ha prostituido,
Israel se ha contaminado.
11Y aun para ti, Judá,
ya he señalado el día de tu castigo.

"Cuando quiero cambiar la suerte de mi pueblo Israel,
Oseas 7 1cuando quiero curar a mi pueblo, a Efraín y a Samaria,
salta a la vista su pecado y su maldad.
Porque todos practican la mentira;
como ladrones, entran en las casas
y asaltan a la gente en plena calle.
2No toman en cuenta
que yo recuerdo todas sus maldades.
Ahora los acorralan sus propias acciones,
que están siempre delante de mis ojos.

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