el veintiuno de junio - San Marcos 5.21-43, 2 Samuel 14 y Daniel 8

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La mujer enferma y la hija de Jairo
(Mt 9.18-26; Lc 8.40-56)

San Marcos 5 21Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla. 22En esto llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies 23y le rogó mucho, diciéndole:
--Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva.
24Jesús fue con él, y mucha gente lo acompañaba apretujándose a su alrededor. 25Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre. 26Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor. 27Cuando oyó hablar de Jesús, esta mujer se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa. 28Porque pensaba: "Tan solo con que llegue a tocar su capa, quedaré sana." 29Al momento, el derrame de sangre se detuvo, y sintió en el cuerpo que ya estaba curada de su enfermedad. 30Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de él, se volvió a mirar a la gente, y preguntó:
--¿Quién me ha tocado la ropa?
31Sus discípulos le dijeron:
--Ves que la gente te oprime por todos lados, y preguntas '¿Quién me ha tocado?'
32Pero Jesús seguía mirando a su alrededor, para ver quién lo había tocado. 33Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había pasado, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad. 34Jesús le dijo:
--Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y curada ya de tu enfermedad.
35Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga a decirle al padre de la niña:
--Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?
36Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, le dijo al jefe de la sinagoga:
--No tengas miedo; cree solamente.
37Y no dejó que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga y ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba, 39entró y les dijo:
--¿Por qué hacen tanto ruido y lloran de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.
40La gente se rió de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a los que lo acompañaban, entró a donde estaba la niña. 41La tomó de la mano y le dijo:
--Talitá, cum (que significa: "Muchacha, a ti te digo, levántate.")
42Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy admirada. 43Pero Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.


Joab consigue que vuelva Absalón

2 Samuel 14 1Joab, hijo de Seruiá, sabía que el rey echaba mucho de menos a Absalón, 2así que mandó traer de Tecoa a una mujer muy astuta que allí vivía. Le dijo: "Finge que estás de duelo y vístete de luto; y no te eches perfume, pues debes parecer una mujer que durante mucho tiempo ha estado de luto por algún muerto. 3Luego preséntate ante el rey y repite exactamente lo que te voy a decir."
Luego que Joab le dijo lo que tenía que repetir, 4aquella mujer de Tecoa fue ante el rey, e inclinándose hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, le dijo:
--¡Dígnese Su Majestad ayudarme!
5--¿Qué te pasa? --le preguntó el rey.
Ella respondió:
--Yo soy viuda, mi marido ha muerto, 6y dos hijos que tenía esta servidora de Su Majestad tuvieron una pelea en el campo; y como no hubo quien los separara, uno de ellos hirió al otro y lo mató. 7Y ahora todos mis parientes se han puesto en contra mía y quieren que yo les entregue al que mató a su hermano, para vengar la muerte del que fue asesinado y al mismo tiempo quitar de en medio al único heredero. Así van a apagar la única brasa que me ha quedado, y van a dejar a mi marido sin ningún descendiente que lleve su nombre en la tierra.
8Entonces el rey respondió a la mujer:
--Vete a tu casa, que yo voy a dar órdenes en favor tuyo.
9La mujer le contestó:
--Mi rey y señor, si alguien ha de cargar con la culpa, que seamos yo y mi familia paterna, pero no Su Majestad ni su gobierno.
10Y el rey contestó:
--Al que te amenace, tráemelo, y no volverá a molestarte más.
11Pero ella insistió:
--¡Ruego a Su Majestad que invoque al Señor su Dios, para que el pariente que quiera vengar la muerte de mi hijo no aumente la destrucción matando a mi otro hijo!
El rey afirmó:
--¡Te juro por el Señor que no caerá al suelo ni un pelo de la cabeza de tu hijo!
12Pero la mujer siguió diciendo:
--Permita Su Majestad que esta servidora suya diga tan solo una palabra más.
--Habla --dijo el rey.
13Entonces la mujer preguntó:
--¿Por qué, pues, piensa Su Majestad hacer esto mismo contra el pueblo de Dios? Según lo que Su Majestad mismo ha dicho, resulta culpable por no dejar que regrese su hijo desterrado. 14Es un hecho que todos tenemos que morir; somos como agua que se derrama en el suelo, que no se puede recoger. Sin embargo, Dios no quita la vida a nadie, sino que pone los medios para que el desterrado no siga alejado de él. 15Ahora bien, si yo he venido a decir esto a Su Majestad, mi señor, es porque la gente me atemorizó. Por eso decidió esta servidora suya hablar, por si acaso Su Majestad aceptaba hacer lo que he pedido. 16Si Su Majestad me atiende, podrá librarme de quien quiere arrancarnos, a mi hijo y a mí, de esta tierra que pertenece a Dios. 17Esta servidora suya espera que la respuesta de Su Majestad la tranquilice, pues Su Majestad sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, igual que un ángel de Dios. ¡Que Dios el Señor quede con Su Majestad!
18El rey respondió a la mujer:
--Te ruego que no me ocultes nada de lo que voy a preguntarte.
--Hable Su Majestad --contestó la mujer.
19Entonces el rey le preguntó:
--¿No es verdad que Joab te ha metido en todo esto?
Y la mujer contestó:
--Juro por Su Majestad que nada hay más cierto que lo que Su Majestad ha dicho. En efecto, Joab, oficial de Su Majestad, es quien me ordenó venir, y él mismo me dijo todo lo que yo tenía que decir. 20Pero lo hizo con el deseo de que cambien las cosas. Sin embargo, Su Majestad es tan sabio que conoce como un ángel de Dios todo lo que ocurre en el país.
21Como consecuencia de esto, el rey dijo a Joab:
--Mira, ya he resuelto este asunto. Ve y haz que regrese el joven Absalón.
22Entonces Joab se inclinó hasta tocar el suelo con la frente en señal de reverencia, bendijo al rey y le dijo:
--Hoy he podido ver que cuento con el favor de Su Majestad, ya que Su Majestad ha hecho lo que este servidor suyo le sugirió hacer.
23En seguida Joab se levantó y fue a Guesur para traer a Absalón a Jerusalén. 24Pero el rey ordenó que se fuera directamente a su casa y no se presentara ante él; por tanto, Absalón se fue a su casa sin ver al rey.
25En todo Israel no había un hombre tan bien parecido como Absalón, y tan alabado por ello. De pies a cabeza no tenía defecto alguno. 26Cuando se cortaba el pelo, lo cual hacía cada fin de año, porque le molestaba, sus cabellos pesaban más de dos kilos, según el peso real. 27Y Absalón tenía tres hijos y una hija, llamada Tamar, que era muy hermosa.
28Durante dos años, Absalón estuvo en Jerusalén sin poder presentarse ante el rey 29así que Absalón pidió a Joab que fuera a visitar al rey de su parte; pero Joab no quiso ir. Por segunda vez Absalón le pidió que fuera, pero Joab tampoco fue. 30Entonces ordenó Absalón a sus criados:
--Miren, el campo de Joab está junto al mío, y lo tiene sembrado de cebada; ¡vayan y préndanle fuego!
Los criados de Absalón fueron y prendieron fuego al campo de Joab, 31el cual fue inmediatamente a casa de Absalón y le preguntó:
--¿Por qué han prendido fuego tus criados a mi campo?
32Absalón le respondió:
--Te mandé a decir que vinieras aquí para enviarte a ver al rey y decirle de mi parte que no tuvo objeto que yo me viniera de Guesur; que hubiera sido mejor que me quedara allá. Yo quiero ver al rey, y si soy culpable de algo, que me mate.
33Entonces Joab fue a ver al rey y le comunicó lo que decía Absalón, y el rey lo mandó llamar. Y al llegar Absalón ante el rey, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. El rey, por su parte, lo recibió con un beso.


Visión del carnero y del chivo

Daniel 8 1"Durante el tercer año del reinado de Belsasar, yo, Daniel, tuve otra visión, además de la que antes había tenido. 2Durante la visión, me parecía estar en la ciudadela de Susa, en la provincia de Elam, a orillas del río Ulai. 3Miré a lo lejos, y vi un carnero que estaba a la orilla del río. Tenía dos cuernos altos, pero uno de ellos le había salido más tarde y era más alto que el otro. 4Vi que el carnero embestía con sus cuernos hacia el oeste, el norte y el sur, y que ningún otro animal podía hacerle frente ni librarse de sus golpes. Hacía lo que mejor le parecía, y cada vez era más fuerte.
5"Todavía estaba yo pensando en lo que había visto, cuando me di cuenta de que un chivo venía del oeste, corriendo tan deprisa que ni siquiera tocaba el suelo. Este chivo tenía un gran cuerno entre los ojos, 6y cuando llegó cerca del carnero de dos cuernos, que yo había visto junto al río, lo embistió con todas sus fuerzas 7y le rompió sus dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para enfrentarse con él. Después el chivo derribó por tierra al carnero y lo pisoteó, sin que nadie pudiera salvarlo.
8"El chivo se hacía cada vez más fuerte, pero en el momento en que más poder tenía, su gran cuerno se rompió, y en su lugar le salieron cuatro cuernos que apuntaban hacia los cuatro vientos. 9De uno de ellos salió otro cuerno pequeño, que creció mucho hacia el sur, hacia el este y hacia la Tierra de la Hermosura. 10Tanto creció que llegó hasta el ejército del cielo, derribó parte de las estrellas y las pisoteó, 11y aun llegó a desafiar al jefe mismo de ese ejército; suprimió el sacrificio diario y profanó el lugar de adoración. 12Perversamente hizo que su ejército acampara donde antes se ofrecía el sacrificio, y echó por los suelos la verdad. Hizo, en fin, todo cuanto quiso, y en todo tuvo éxito.
13"Después oí que un ángel le preguntaba a otro ángel: '¿Cuándo va a terminar esto que se ve en el altar del sacrificio diario? ¿Cuánto va a durar el horrible pecado de entregar el santuario del Señor y los creyentes en él, para ser pisoteados?' 14Y la respuesta fue: 'Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado.'
15"Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprender su significado, apareció de repente delante de mí una figura parecida a un hombre, 16y oí una voz humana que venía del río Ulai, la cual decía: 'Gabriel, explícale a este hombre la visión.'
17"Entonces él se me acercó. Yo me asusté, y me incliné hasta tocar el suelo con la frente, pero él me dijo: 'Hijo de hombre, ten en cuenta que esta visión se refiere al final de los tiempos.'
18"Mientras él me estaba hablando, yo me desmayé y quedé tendido en el suelo; pero él me tocó, hizo que me pusiera de pie, 19y me dijo:
'Voy a explicarte lo que va a pasar cuando termine el tiempo de la ira de Dios, pues la visión se refiere al tiempo del fin.
20'El carnero con dos cuernos representa a los reyes de Media y de Persia. 21El chivo es el rey de Grecia, y el gran cuerno que tiene entre los ojos es el primer rey. 22Los cuatro cuernos que salieron cuando el primer cuerno se rompió, significan que de esta nación saldrán cuatro reinos más, pero no con el poder del primero.

23'Cuando el dominio de estos reinos llegue a su fin
y las maldades hayan llegado al colmo,
un rey insolente y astuto ocupará el poder.
24Llegará a ser poderoso,
pero no con su propio poder;
destruirá de manera increíble
y triunfará en todo lo que haga.
Destruirá a hombres poderosos
y también a muchos del pueblo de Dios.
25Por su astucia,
sus engaños triunfarán.
Se llenará de orgullo,
y a mucha gente que vivía confiada
le quitará la vida a traición.
Hará frente al príncipe de príncipes,
pero será destruido por él.

26'La visión de las tardes y las mañanas te ha sido revelada, y es verdadera; pero tú manténla en secreto, pues se cumplirá cuando haya pasado mucho tiempo.'
27"Yo, Daniel, sentí que me faltaban las fuerzas, y estuve enfermo varios días. Después me levanté y seguí atendiendo los asuntos del gobierno de la nación. Pero estaba yo muy preocupado por la visión que había tenido, pues no podía comprenderla.

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