el dieciséis de junio - San Marcos 3.1-19, 2 Samuel 6 y Daniel 3

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Jesús sana a un enfermo en sábado
(Mt 12.9-14; Lc 6.6-11)

San Marcos 3 1Jesús entró otra vez en la sinagoga; y había en ella un hombre que tenía una mano tullida. 2Y espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado, y así tener de qué acusarlo. 3Jesús le dijo entonces al hombre que tenía la mano tullida:
--Levántate y ponte ahí en medio.
4Luego preguntó a los otros:
--¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Pero ellos se quedaron callados. 5Jesús miró entonces con enojo a los que le rodeaban, y entristecido por la dureza de su corazón le dijo a aquel hombre:
--Extiende la mano.
El hombre la extendió, y su mano quedó sana. 6Pero en cuanto los fariseos salieron, comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.

Mucha gente a la orilla del lago

7Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. 8Cuando supieron las grandes cosas que hacía, también acudieron a verlo muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del oriente del Jordán y de la región de Tiro y Sidón. 9Por esto, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran lista una barca, para evitar que la multitud lo apretujara. 10Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarlo.
11Y cuando los espíritus impuros lo veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
--¡Tú eres el Hijo de Dios!
12Pero Jesús les ordenaba severamente que no hablaran de él en público.

Jesús escoge a los doce apóstoles
(Mt 10.1-4; Lc 6.12-16)

13Después Jesús subió a un cerro, y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos, 14eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje. A estos les dio el nombre de apóstoles, 15y les dio autoridad para expulsar a los demonios. 16Estos son los doce que escogió: Simón, a quien puso el nombre de Pedro; 17Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamó Boanerges (es decir, "Hijos del Trueno"); 18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el cananeo, 19y Judas Iscariote, que después traicionó a Jesús.


David intenta trasladar el arca del Señor
(1  Cr 13.5-14)

2 Samuel 6 1David reunió de nuevo a todos los soldados escogidos de Israel, que eran treinta mil, 2y partiendo de Baalá de Judá con todas las tropas que le acompañaban, se dispuso a trasladar de allí el arca de Dios, sobre el que se invoca el nombre del Señor todopoderoso, que tiene su trono sobre los querubines. 3-4Pusieron el arca sobre una carreta nueva y se la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en una colina. Uzá y Ahió, hijos de Abinadab, iban guiando la carreta en que llevaban el arca de Dios, y Ahió iba delante del arca. 5Mientras tanto, David y todos los israelitas iban delante de Dios cantando y danzando con todas sus fuerzas, al son de la música de arpas, salterios, panderos, castañuelas y platillos. 6Cuando llegaron al lugar conocido como Era de Nacón, Uzá alargó la mano hacia el arca de Dios, para sostenerla, porque habían tropezado los bueyes. 7Pero el Señor se enfureció con Uzá por aquel atrevimiento, y le quitó la vida allí mismo, cayendo Uzá muerto junto al arca de Dios.
8David se disgustó mucho porque el Señor le quitó la vida a Uzá, y por eso llamó a aquel lugar Peres-uzá, nombre que tiene hasta el presente. 9Pero ese mismo día David tuvo mucho miedo ante el Señor, y exclamó: "¡Ni pensar en llevarme el arca del Señor!" 10Y como ya no quiso llevarse el arca del Señor a la Ciudad de David, ordenó que lo llevaran a casa de Obed-edom, un hombre de Gat. 11El arca del Señor se quedó tres meses en casa de Obed-edom, y el Señor lo bendijo a él y a toda su familia.

David traslada el arca del Señor a Jerusalén
(1  Cr 15.1--16.6)

12Cuando le contaron al rey David que por causa del arca el Señor había bendecido a la familia de Obed-edom junto con todas sus pertenencias, David fue y con gran alegría trasladó el arca de Dios de la casa de Obed-edom a la Ciudad de David. 13Y cuando los que llevaban el arca del Señor habían dado ya seis pasos, David sacrificó un toro y un carnero gordo.
14David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus fuerzas, 15y tanto él como todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque de trompetas.
16Cuando el arca del Señor llegó a la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana; y al ver al rey David saltando y bailando delante del Señor, sintió un profundo desprecio por él.
17El arca del Señor fue llevado y puesta en su lugar, dentro de una tienda de campaña que David había levantado con ese propósito. En seguida David ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación delante del Señor, 18y cuando terminó de ofrecerlos bendijo al pueblo en el nombre del Señor todopoderoso, 19y a todos los israelitas allí presentes, hombres y mujeres, les dio un pan, una torta de dátiles y otra de pasas. Después todos se volvieron a sus casas.
20También David volvió a su casa para bendecir a su familia; pero Mical, la hija de Saúl, salió a recibirlo y le dijo:
--¡Qué bien ha quedado hoy el rey de Israel, mostrándose delante de las esclavas de sus criados como un desvergonzado cualquiera!
21David le respondió:
--Es verdad; he estado bailando, pero ha sido delante del Señor, que me escogió en lugar de tu padre y de toda tu familia para ser el jefe de su pueblo Israel. Por eso bailo delante de él. 22Y aún me humillaré más que ahora; me rebajaré, según tu opinión, pero seré honrado por esas mismas esclavas de que tú hablas.
23Y Mical no tuvo hijos en toda su vida.


La adoración de la estatua de oro

Daniel 3 1El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, que tenía treinta metros de alto por tres de ancho, y ordenó que la pusieran en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. 2Después mandó llamar a todos los gobernadores regionales, jefes del ejército, gobernadores provinciales, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás autoridades de las provincias, para que asistieran a la dedicación de la estatua que él había mandado hacer. 3Todas estas grandes personalidades de la nación se reunieron ante la estatua, para celebrar su dedicación. 4El encargado de anunciar el comienzo de la ceremonia ordenó en voz alta: "Atención, hombres de todos los pueblos, naciones y lenguas: 5En cuanto oigan ustedes tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el salterio, la gaita y todos los instrumentos musicales, se pondrán de rodillas y adorarán a la estatua de oro que hizo construir el rey Nabucodonosor. 6Todo aquel que no se arrodille y adore a la estatua, será arrojado inmediatamente a un horno encendido."
7Así pues, en cuanto la multitud allí reunida oyó el sonido de todos aquellos instrumentos de música, se puso de rodillas y adoró a la estatua de oro.
8Unos caldeos aprovecharon esta oportunidad para acusar a los judíos ante el rey Nabucodonosor, 9diciendo:
--¡Viva Su Majestad para siempre, y sea su nombre siempre recordado! 10Su Majestad ha ordenado que todo el mundo se arrodille y adore a la estatua de oro tan pronto como se oiga el sonido de los instrumentos musicales, 11y que aquel que no lo haga sea arrojado a un horno encendido. 12Pues bien, hay unos judíos, a quienes Su Majestad puso al frente de la administración de la provincia de Babilonia, que no guardan el menor respeto por Su Majestad, ni adoran a los dioses ni a la estatua de oro que Su Majestad ha mandado levantar. Ellos son Sadrac, Mesac y Abed-negó.
13Nabucodonosor se puso muy furioso, y mandó que llevaran ante él a Sadrac, Mesac y Abed-negó. Y cuando ya estaban en su presencia, 14les preguntó:
--¿Es verdad que ustedes no adoran a mis dioses ni a la estatua de oro que yo he mandado hacer? 15¿Están ustedes dispuestos, tan pronto como oigan la música, a inclinarse ante la estatua que yo he mandado hacer, y adorarla? Porque si no la adoran, ahora mismo serán arrojados a un horno encendido; y entonces, ¿qué dios podrá salvarlos?
16--No tenemos por qué discutir este asunto --contestaron los tres jóvenes--. 17Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos, y nos librará. 18Pero, aun si no lo hiciera, sepa bien Su Majestad que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos ante la estatua de oro.

Los tres jóvenes son librados del horno de fuego

19Al oir Nabucodonosor estas palabras, la cara se le puso roja de rabia contra los tres jóvenes. Entonces ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo acostumbrado; 20luego mandó que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-negó, y que los arrojaran a las llamas del horno. 21Los tres jóvenes, vestidos todavía con la misma ropa de los altos cargos que ocupaban, fueron atados y arrojados al horno ardiente. 22Y como el rey había mandado que su orden se cumpliera al instante, y el horno estaba muy encendido, las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que habían arrojado en él a los tres jóvenes, 23los cuales cayeron atados dentro del horno.
24Entonces Nabucodonosor se levantó rápidamente, y muy asombrado dijo a los consejeros de su gobierno:
--¿No arrojamos al fuego a tres hombres atados?
--Así es --le respondieron.
25--Pues yo veo cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego sin que les pase nada, y el cuarto hombre tiene el aspecto de un ángel.
26Y diciendo esto, Nabucodonosor se acercó a la boca del horno y gritó:
--¡Sadrac, Mesac y Abed-negó, siervos del Dios altísimo, salgan y vengan aquí!
Los tres salieron de entre las llamas, 27y todas las autoridades de la nación allí presentes se acercaron a aquellos hombres, cuyos cuerpos no habían sido tocados por el fuego, y comprobaron que ni un pelo de la cabeza se les había chamuscado ni sus vestidos se habían estropeado, y que ni siquiera olían a quemado.
28En ese momento Nabucodonosor exclamó: "¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-negó, que envió a su ángel para salvar a sus siervos fieles, que no cumplieron la orden del rey, prefiriendo morir antes que arrodillarse y adorar a otro dios que no fuera su Dios! 29Ahora pues, yo ordeno que cualquier hombre que hable mal del Dios de estos jóvenes, sea descuartizado, y su casa convertida en un montón de escombros, sea cual sea su pueblo, nación o lengua, pues no hay otro dios que pueda salvar así."
30Luego el rey dio a estos tres jóvenes cargos más importantes en la provincia de Babilonia.

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