el diez de junio - Romanos 15.1-13, 1 Samuel 27-28 y Salmo 70

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Seguir el ejemplo de Cristo

Romanos 15 1Los que somos fuertes en la fe debemos aceptar como nuestras las debilidades de los que son menos fuertes, y no buscar lo que a nosotros mismos nos agrada. 2Todos nosotros debemos agradar a nuestro prójimo y hacer las cosas para su bien y para la edificación mutua. 3Porque tampoco Cristo buscó agradarse a sí mismo; al contrario, en él se cumplió lo que dice la Escritura: "Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mí." 4Todo lo que antes se dijo en las Escrituras, se escribió para nuestra instrucción, para que con constancia y con el consuelo que de ellas recibimos, tengamos esperanza. 5Y Dios, que es quien da constancia y consuelo, los ayude a ustedes a vivir en armonía unos con otros, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, 6para que todos juntos, a una sola voz, alaben al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7Así pues, acéptense los unos a los otros, como también Cristo los aceptó a ustedes, para gloria de Dios. 8Puedo decirles que Cristo vino a servir a los judíos para cumplir las promesas hechas a nuestros antepasados y demostrar así que Dios es fiel a lo que promete. 9Vino también para que los no judíos alaben a Dios por su misericordia, según dice la Escritura:
"Por eso te alabaré entre las naciones
y cantaré himnos a tu nombre."
10En otra parte, la Escritura dice:
"¡Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios!"
11Y en otro lugar dice:
"Naciones y pueblos todos,
¡alaben al Señor!"
12Isaías también escribió:
"Brotará la raíz de Jesé,
que se levantará para gobernar a las naciones,
las cuales pondrán en él su esperanza."
13Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.


David en territorio filisteo

1 Samuel 27 1Sin embargo, David pensaba: "Tarde o temprano, Saúl me va a matar. Por eso, lo mejor que puedo hacer es huir al país filisteo para que Saúl me deje tranquilo y no me ande buscando por todo el territorio de Israel. Así escaparé de sus manos." 2Y así David y los seiscientos hombres que le acompañaban se pusieron en camino para ponerse al servicio de Aquís, hijo de Maoc y rey de Gat. 3David y sus hombres vivieron en Gat, con Aquís, cada cual con su familia. David se llevó a sus dos mujeres: Ahinóam, la de Jezreel, y Abigail, la viuda de Nabal, el de Carmel. 4Cuando Saúl supo que David había huido a Gat, dejó de perseguirlo.
5Y David le dijo a Aquís:
--Si Su Majestad tiene a bien favorecerme, le ruego que me conceda vivir en alguna de las ciudades del país, pues no está bien que este servidor suyo viva con Su Majestad en la capital del reino.
6Aquel mismo día, Aquís le dio la ciudad de Siclag. Por eso, hasta la fecha, Siclag es parte del reino de Judá.
7David vivió durante un año y cuatro meses en territorio filisteo. 8Y salía con sus hombres a saquear a los de Guesur, Guézer y Amalec, que habitaban en aquella región, desde Telaím, en la dirección de Sur, hasta Egipto. 9Atacaba a aquella región y no dejaba vivo hombre ni mujer. Además se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y hasta la ropa. Después volvía adonde estaba Aquís, 10y este le preguntaba: "¿Qué pueblo has saqueado hoy?" Y David le contestaba: "Al sur de Judá", o "Al sur de Jerahmeel", o "Al sur del territorio de los quenitas."
11David no dejaba hombre ni mujer con vida, para evitar que fueran a Gat y dieran aviso de lo que él hacía. Todo el tiempo que vivió en tierra filistea lo hizo así. 12Y Aquís confiaba en David, y pensaba: "David se está volviendo odioso a Israel, y así será siempre mi servidor."
1 Samuel 28 1Por aquellos días, los filisteos reunieron sus ejércitos para luchar contra Israel, y Aquís dijo a David:
--Como tú bien sabes, tú y tus hombres tienen que salir conmigo a campaña.
2David le respondió:
--Muy bien. Ahora va a saber Su Majestad lo que este siervo suyo es capaz de hacer.
--En ese caso --contestó Aquís a David--, te nombraré jefe permanente de mi guardia personal.

Saúl y la adivina de Endor

3Para entonces ya Samuel había muerto, y todos en Israel habían llorado su muerte, después de lo cual lo habían enterrado en Ramá, su ciudad natal. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los que invocaban a los muertos.
4Los filisteos se reunieron y fueron a establecer su campamento en Sunem, y Saúl juntó a todo Israel y tomó posiciones en Guilboa. 5Pero cuando vio el campamento filisteo, tuvo miedo y se sintió dominado por el terror. 6Entonces consultó al Señor, pero el Señor no le respondió ni por sueños, ni por el Urim, ni por los profetas. 7Por eso ordenó a sus oficiales:
--Busquen alguna mujer que invoque a los muertos, para que yo vaya a hacerle una consulta.
Y sus oficiales le respondieron:
--En Endor hay una mujer que invoca a los muertos.
8Saúl se disfrazó, vistiéndose con otra ropa, y acompañado por dos hombres fue de noche a visitar a aquella mujer. Y le dijo:
--Te ruego que me adivines la suerte, y que hagas venir el espíritu de quien yo te diga.
9La mujer le respondió:
--Tú sabes lo que ha hecho Saúl, que ha expulsado del país a los adivinos y a los que invocan a los muertos. ¿Por qué me metes en algo que me puede costar la vida?
10Pero Saúl, jurando por el Señor, le dijo:
--Te juro por el Señor que no te pasará nada malo por esto.
11--¿A quién quieres que haga venir? --contestó la mujer.
--Llámame a Samuel --dijo Saúl.
12De repente la mujer vio a Samuel, y dio un grito; luego le dijo a Saúl:
--¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!
13Pero el rey le dijo:
--No tengas miedo. ¿Qué has visto?
--Veo un dios que sube de la tierra --contestó la mujer.
14--¿Qué aspecto tiene? --preguntó Saúl.
--Es un hombre anciano, vestido con una capa --respondió ella.
Saúl comprendió en seguida que era Samuel, y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. 15Entonces le dijo Samuel:
--¿Para qué me has molestado, haciéndome venir?
Saúl respondió:
--Es que estoy muy angustiado, pues me están atacando los filisteos y Dios me ha abandonado. No me responde ya ni por medio de los profetas ni por sueños. Por eso te he llamado, para que me indiques lo que debo hacer.
16Samuel le contestó:
--¿Por qué me preguntas a mí, si el Señor ya te ha abandonado y se ha vuelto tu enemigo? 17El Señor ha hecho contigo lo que te anunció por medio de mí. Te ha arrebatado el reino y se lo ha entregado a tu compañero David, 18ya que tú no obedeciste el mandato del Señor, ni cumpliste su orden de destruir a los amalecitas. Por eso ahora el Señor ha hecho esto contigo. 19Además, el Señor va a entregar a los israelitas y a ti en poder de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estarán conmigo. También hará el Señor que el campamento de Israel caiga en poder de los filisteos.
20De pronto Saúl cayó al suelo cuan largo era. Estaba tan asustado por las palabras de Samuel, que se desmayó. Para colmo, no había comido nada en todo el día ni en toda la noche. 21Al ver la mujer que Saúl estaba tan aturdido, se acercó a él y le dijo:
--Esta servidora tuya ha atendido tu petición. Jugándome la vida, he obedecido tus órdenes. 22Así que ahora te ruego que me hagas caso: te voy a servir un poco de comida, para que te reanimes y puedas seguir adelante.
23Saúl no quería comer, pero sus oficiales y la mujer insistieron tanto que al fin aceptó. En seguida se levantó del suelo y se sentó en una cama. 24Mientras tanto, la mujer mató un becerro gordo que tenía en su casa, y amasó harina para cocer unas tortas sin levadura. 25Luego les llevó esto a Saúl y a sus oficiales, los cuales, después de haber comido, se despidieron, y aquella misma noche se fueron.


SALMO 70 (69)

Ven pronto en mi ayuda
(Sal 40.13-17)


1Dios mío, ¡ven a librarme!
Señor, ¡ven pronto en mi ayuda!
2¡Que sean puestos en ridículo
los que tratan de matarme!
¡Que huyan en forma vergonzosa
los que quieren hacerme daño!
3¡Que huyan avergonzados
los que se burlan de mí!
4Pero que todos los que te buscan
se llenen de alegría;
que los que desean tu salvación
digan siempre: "¡Dios es grande!"

5Y a mí, que estoy pobre y afligido,
Dios mío, ¡ven pronto a ayudarme!
Tú eres quien me ayuda y me liberta;
¡no te tardes, Señor!

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