el seis de junio - Romanos 11.25-36, 1 Samuel 21-22 y Salmo 66

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La salvación final de Israel

Romanos 11 25Hermanos, quiero que sepan este designio secreto de Dios, para que no presuman de sabios: los israelitas se han endurecido en parte, pero solo hasta que hayan entrado todos los que no son de Israel. 26Cuando esto suceda, todo Israel alcanzará la salvación, pues la Escritura dice:
"El libertador vendrá de Sión
y apartará de Jacob la maldad.
27Y esta será mi alianza con ellos
cuando yo quite sus pecados."
28En cuanto al evangelio, los judíos son tenidos por enemigos de Dios a fin de darles oportunidad a ustedes; pero Dios todavía los ama a ellos, porque escogió a sus antepasados. 29Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento. 30En tiempos pasados, ustedes desobedecieron a Dios, pero ahora que los judíos han desobedecido, Dios tiene compasión de ustedes. 31De la misma manera, ellos han desobedecido ahora, pero solamente para que Dios tenga compasión de ustedes y para que, también ahora, tenga compasión de ellos. 32Porque Dios sujetó a todos por igual a la desobediencia, con el fin de tener compasión de todos por igual.
33¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos. 34Pues "¿quién conoce la mente del Señor? ¿Quién podrá darle consejos? 35¿Quién le ha dado algo antes, para que él tenga que devolvérselo?" 36Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Amén.


David huye de Saúl

1 Samuel 21 1David se dirigió a Nob, a ver al sacerdote Ahimélec, que sorprendido salió a su encuentro y le dijo:
--¿Cómo es que vienes solo, sin que nadie te acompañe?
2David le contestó:
--El rey me ha ordenado atender un asunto, y me ha dicho que nadie debía saber para qué me ha enviado ni cuáles son las órdenes que traigo. En cuanto a los hombres bajo mis órdenes, los he citado en cierto lugar. 3A propósito, ¿qué provisiones tienes a mano? Dame cinco panes o lo que encuentres.
4Y el sacerdote le contestó:
--El pan que tengo a mano no es pan común y corriente, sino que está consagrado. Pero te lo daré, si tus hombres se han mantenido alejados de las mujeres.
5David le respondió con firmeza:
--Como siempre que salimos a campaña, hemos estado alejados de las mujeres. Y aunque este es un viaje ordinario, ya mis hombres estaban limpios cuando salimos, así que con más razón lo han de estar ahora.
6Entonces el sacerdote le entregó el pan consagrado, pues allí no había más que los panes que se consagran al Señor y que ese mismo día se habían quitado del altar, para poner en su lugar pan caliente. 7En aquella ocasión estaba allí uno de los oficiales de Saúl, que había tenido que quedarse en el santuario. Era un edomita llamado Doeg, jefe de los pastores de Saúl.
8David le dijo a Ahimélec:
--¿Tienes a mano una lanza o una espada? Pues era tan urgente la orden del rey que no tuve tiempo de tomar mi espada ni mis otras armas.
9El sacerdote le respondió:
--Sí. Tengo la espada de Goliat, el filisteo que tú venciste en el valle de Elá. Está ahí, detrás del efod, envuelta en una capa. Puedes llevártela, si quieres; más armas no tengo.
David contestó:
--Ninguna otra sería mejor. Dámela.
10Aquel mismo día David siguió huyendo de Saúl, y fue a presentarse a Aquís, el rey de Gat. 11Y los oficiales de Aquís le dijeron:
--¡Pero si este es David, servidor de Saúl, el rey de esta tierra! ¡Él es de quien cantaban en las danzas: 'Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David'!
12David tomó muy en cuenta estos comentarios, y tuvo miedo de Aquís, rey de Gat. 13Por eso, delante de ellos cambió su conducta normal, y fingiéndose loco escribía garabatos en las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba. 14Entonces Aquís dijo a sus oficiales:
--Si ustedes ven que este hombre está loco, ¿para qué me lo trajeron? 15¿Acaso me hacen falta locos, que me han traído a este para que haga sus locuras en mi propia casa?
1 Samuel 22 1David se fue de allí y huyó a la cueva de Adulam. Cuando sus hermanos y todos sus parientes lo supieron, fueron a reunirse con él. 2También se le unieron todos los oprimidos, todos los que tenían deudas y todos los descontentos, y David llegó a ser su capitán. Los que andaban con él eran como cuatrocientos hombres.
3Desde allí, David se dirigió a Mispá, en Moab, y dijo al rey de Moab:
--Te ruego que mi padre y mi madre se queden con ustedes hasta que yo sepa lo que Dios va a hacer conmigo.
4Y así David llevó a sus padres ante el rey de Moab, y ellos vivieron con él todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza. 5Entonces Gad, el profeta, aconsejó a David:
--No te quedes en la fortaleza. Ponte en camino y vete a la región de Judá.
Así pues, David se fue y llegó al bosque de Héret.

Matanza de los sacerdotes de Nob

6Mientras tanto, Saúl estaba en Guibeá, sentado bajo el tamarisco del santuario, con su lanza en la mano y rodeado de todos sus oficiales. Y cuando se enteró de que David y sus hombres habían sido localizados, 7dijo a los oficiales que lo rodeaban:
--Hombres de Benjamín, escúchenme: ¿Acaso creen que el hijo de Jesé les va a dar también a todos ustedes tierras y viñedos, y que a todos los va a nombrar comandantes y capitanes? 8Todos ustedes han conspirado contra mí, pues nadie me ha dicho que mi hijo ha hecho un pacto con el hijo de Jesé; ninguno de ustedes se ha preocupado por mí; ninguno me ha dicho que mi hijo ha puesto en contra mía a mi ayudante para que me tienda emboscadas, como lo hace ahora.
9Entonces Doeg, el edomita, que se encontraba entre los oficiales de Saúl, respondió con estas palabras:
--Yo vi al hijo de Jesé cuando fue a Nob para entrevistarse con Ahimélec, el hijo de Ahitub. 10Ahimélec consultó al Señor acerca de David, y le entregó a este provisiones y la espada de Goliat el filisteo.
11Entonces el rey mandó llamar al sacerdote Ahimélec y a todos los sacerdotes de Nob, que eran parientes suyos. Y cuando todos llegaron ante el rey, 12Saúl le dijo a Ahimélec:
--Escúchame bien, hijo de Ahitub.
--Estoy a la disposición de Su Majestad --contestó Ahimélec.
13Y Saúl le preguntó:
--¿Por qué tú y el hijo de Jesé conspiraron contra mí? Tú le has dado pan y una espada, y has consultado a Dios acerca de David, para que se ponga en contra mía y me tienda emboscadas, como lo hace ahora.
14Entonces Ahimélec contestó al rey:
--¿Quién entre todos los oficiales de Su Majestad es tan fiel como David, que además es yerno de Su Majestad y jefe de la guardia real, y tan digno de honra en palacio? 15¿Acaso es la primera vez que consulto a Dios acerca de él? ¡Nada de eso! Por lo tanto, no haga Su Majestad ninguna acusación contra este servidor suyo ni contra su familia, porque su servidor no sabe ni poco ni mucho de este asunto.
16Pero el rey insistió:
--¡Ten por seguro, Ahimélec, que tú y toda tu parentela morirán!
17Y en seguida el rey ordenó a su guardia personal:
--¡Maten a los sacerdotes del Señor! También ellos están de parte de David, pues sabiendo ellos que él estaba huyendo, no me lo hicieron saber.
Pero la guardia real no se atrevió a levantar la mano contra los sacerdotes del Señor. 18Por lo tanto, el rey ordenó a Doeg, el edomita:
--¡Mátalos tú!
Entonces Doeg se lanzó contra los sacerdotes, y en aquella ocasión mató a ochenta y cinco hombres que vestían efod de lino. 19Luego entró en Nob, la ciudad de los sacerdotes, y a filo de espada mató a hombres, mujeres, niños y hasta recién nacidos. También mató bueyes, asnos y ovejas. 20Pero uno de los hijos de Ahimélec, llamado Abiatar, logró escapar de la matanza y huyó hasta donde estaba David. 21Allí le comunicó que Saúl había asesinado a los sacerdotes del Señor, 22y David le respondió:
--Ya sabía yo aquel día que, estando allí Doeg, sin duda se lo contaría a Saúl. Yo tengo la culpa de que hayan muerto todos los miembros de tu familia. 23Pero quédate conmigo y no tengas miedo, que quien quiere matarte también quiere matarme a mí. Pero conmigo estarás seguro.


SALMO 66 (65)

Tus obras son maravillosas


1Canten a Dios con alegría,
habitantes de toda la tierra;
2canten himnos a su glorioso nombre;
cántenle gloriosas alabanzas.
3Díganle a Dios:
"Tus obras son maravillosas.
Por tu gran poder
tus enemigos caen aterrados ante ti;
4todo el mundo te adora
y canta himnos a tu nombre."

5Vengan a ver las obras de Dios,
las maravillas que ha hecho por los hombres:
6convirtió el mar en tierra seca,
y nuestros antepasados cruzaron el río a pie;
¡alegrémonos en Dios!
7Con su poder, gobierna para siempre;
vigila su mirada a las naciones,
para que los rebeldes
no se levanten contra él.

8¡Naciones, bendigan a nuestro Dios!
¡hagan resonar himnos de alabanza!
9Porque nos ha mantenido con vida;
no nos ha dejado caer.

10Dios nuestro, tú nos has puesto a prueba,
¡nos has purificado como a la plata!
11Nos has hecho caer en la red;
nos cargaste con un gran peso.
12Dejaste que un cualquiera nos pisoteara;
hemos pasado a través de agua y fuego,
pero al fin nos has dado respiro.

13Entraré en tu templo y te ofreceré holocaustos;
así cumpliré mis promesas,
14las promesas que te hice
cuando me hallaba en peligro.
15Te presentaré holocaustos de animales engordados;
te ofreceré toros y machos cabríos,
y sacrificios de carneros.

16¡Vengan todos ustedes,
los que tienen temor de Dios!
¡Escuchen, que voy a contarles
lo que ha hecho por mí!
17Con mis labios y mi lengua
lo llamé y lo alabé.
18Si yo tuviera malos pensamientos,
el Señor no me habría escuchado;
19¡pero él me escuchó y atendió mis oraciones!

20¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración
ni me negó su amor!

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