el treinta y uno de mayo - Romanos 6, 1 Samuel 15 y Salmo 60

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En el bautismo nos unimos a Cristo

Romanos 6 1¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso? 2¡Claro que no! Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado? 3¿No saben ustedes que, al quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedamos unidos a su muerte? 4Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre.
5Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. 6Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. 7Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado. 8Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. 9Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él. 10Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios. 11Así también, ustedes considérense muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús.
12Por lo tanto, no dejen ustedes que el pecado siga dominando en su cuerpo mortal y que los siga obligando a obedecer los deseos del cuerpo. 13No entreguen su cuerpo al pecado, como instrumento para hacer lo malo. Al contrario, entréguense a Dios, como personas que han muerto y han vuelto a vivir, y entréguenle su cuerpo como instrumento para hacer lo que es justo ante él. 14Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, pues no están sujetos a la ley sino a la bondad de Dios.

Comparación con la esclavitud

15¿Entonces qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos sujetos a la ley sino a la bondad de Dios? ¡Claro que no! 16Ustedes saben muy bien que si se entregan como esclavos a un amo para obedecerlo, entonces son esclavos de ese amo a quien obedecen. Y esto es así, tanto si obedecen al pecado, lo cual lleva a la muerte, como si obedecen a Dios para vivir en la justicia. 17Pero gracias a Dios que ustedes, que antes eran esclavos del pecado, ya han obedecido de corazón a la forma de enseñanza que han recibido. 18Una vez libres de la esclavitud del pecado, ustedes han entrado al servicio de la justicia. 19(Hablo en términos humanos, porque ustedes, por su debilidad, no pueden entender bien estas cosas.) De modo que, así como antes entregaron su cuerpo al servicio de la impureza y la maldad para hacer lo malo, entreguen también ahora su cuerpo al servicio de la justicia, con el fin de llevar una vida santa.
20Cuando ustedes todavía eran esclavos del pecado, no estaban al servicio de la justicia; 21pero ¿qué provecho sacaron entonces? Ahora ustedes se avergüenzan de esas cosas, pues solo llevan a la muerte. 22Pero ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios. Esto sí les es provechoso, pues el resultado es la vida santa y, finalmente, la vida eterna. 23El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.


El Señor rechaza a Saúl

1 Samuel 15 1Un día, Samuel dijo a Saúl:
--El Señor me envió para consagrarte como rey de Israel, su pueblo. Por lo tanto, escucha lo que el Señor te quiere decir. 2Así dice el Señor todopoderoso: 'Voy a castigar a los amalecitas por lo que le hicieron a Israel, pues se interpusieron en su camino cuando venía de Egipto. 3Por lo tanto, ve y atácalos; destrúyelos junto con todas sus posesiones, y no les tengas compasión. Mata hombres y mujeres, niños y recién nacidos, y también toros y ovejas, camellos y asnos.'
4Saúl mandó llamar al pueblo y le pasó revista en Telaím. Eran doscientos mil hombres de infantería y diez mil hombres de Judá. 5Después Saúl se dirigió a la capital de Amalec y tomó posiciones junto al arroyo, 6y dijo a los quenitas:
--¡Apártense! ¡Salgan de en medio de los amalecitas, para que no los destruya a ustedes junto con ellos; pues ustedes se portaron bien con los israelitas cuando venían de Egipto!
Los quenitas se apartaron de los amalecitas. 7Entonces Saúl atacó a los amalecitas desde Havilá hasta la entrada de Sur, que está en la frontera de Egipto, y los derrotó; 8tomó prisionero a Agag, su rey, y mató a filo de espada a todo su ejército. 9Sin embargo, Saúl y su ejército dejaron con vida a Agag, y no mataron las mejores ovejas, ni los toros, ni los becerros más gordos, ni los carneros, ni destruyeron las cosas de valor, aunque sí destruyeron todo lo que era inútil y de poco valor.
10Luego el Señor le habló a Samuel, y le dijo:
11--Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis órdenes.
Samuel se quedó muy molesto, y durante toda la noche estuvo rogando al Señor. 12A la mañana siguiente madrugó para ir al encuentro de Saúl, pero le avisaron que este se había ido a Carmel, que allí se había levantado un monumento, y que luego, dando un rodeo, había continuado hacia Guilgal. 13Entonces Samuel fue a donde estaba Saúl, el cual le dijo:
--El Señor te bendiga. Ya he cumplido la orden del Señor.
14--¿Qué significan entonces esos balidos de ovejas y esos bramidos de toros que estoy escuchando? --respondió Samuel.
15--Los han traído de Amalec --contestó Saúl--, porque la gente ha conservado las mejores ovejas y los mejores toros para ofrecerlos en sacrificio al Señor tu Dios. Pero hemos destruido lo demás.
16--¡Calla, que te voy a comunicar lo que el Señor me dijo anoche! --le interrumpió Samuel.
--Habla --respondió Saúl.
17Y Samuel le dijo:
--¿No te considerabas tú de poca importancia? Sin embargo, has llegado a ser el jefe de las tribus israelitas, y el Señor te ha consagrado como rey de Israel. 18Ahora bien, si el Señor te envió con la orden estricta de destruir a esos pecadores amalecitas, y de atacarlos hasta acabar con ellos, 19¿por qué desobedeciste sus órdenes y te lanzaste sobre lo que se le quitó al enemigo, actuando mal a los ojos del Señor?
20Saúl contestó:
--Yo obedecí las órdenes del Señor, y cumplí la misión que él me encomendó: he traído prisionero a Agag, rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. 21Pero la tropa se quedó con ovejas y toros, lo mejor de lo que estaba destinado a la destrucción, para sacrificarlos en honor del Señor tu Dios en Guilgal.
22Entonces Samuel dijo:

"Más le agrada al Señor que se le obedezca,
y no que se le ofrezcan sacrificios y holocaustos;
vale más obedecerlo y prestarle atención
que ofrecerle sacrificios y grasa de carneros.
23Tanto peca el que se rebela contra él
como el que practica la adivinación;
semejante a quien adora a los ídolos
es aquel que lo desobedece.
Y como tú has rechazado sus mandatos,
ahora él te rechaza como rey."

24Entonces Saúl dijo a Samuel:
--Sí, he pecado, pues pasé por alto la orden del Señor y tus instrucciones, porque tuve miedo de la gente y atendí su petición. 25Pero yo te ruego que perdones mi pecado y que regreses conmigo para adorar al Señor.
26--No voy a regresar contigo --le respondió Samuel--, porque tú has rechazado el mandato del Señor, y ahora él te rechaza como rey de Israel.
27Samuel se volvió para marcharse, pero Saúl lo agarró por el borde de su capa y se la desgarró. 28Entonces Samuel le dijo a Saúl:
--De esta misma manera, el Señor ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel. Te lo ha quitado para entregárselo a un compatriota tuyo, que es mejor que tú. 29Porque Dios, que es la gloria de Israel, no miente ni se arrepiente, pues no es un simple hombre para arrepentirse.
30--Yo he pecado --repitió Saúl--. Pero te ruego que ante los ancianos de Israel y ante todo el pueblo me sigas respetando como rey. Así que vuelve conmigo para adorar al Señor tu Dios.
31Samuel volvió entonces con Saúl, y este adoró al Señor. 32Luego Samuel ordenó:
--Traigan ante mí a Agag, rey de Amalec.
Agag se presentó muy tranquilo ante Samuel, pensando que ya había pasado el peligro de una muerte amarga. 33Pero Samuel le dijo:
--Con tu espada dejaste sin hijos a muchas mujeres. Pues igual que ellas quedará tu madre.
Y sin más, Samuel lo descuartizó en Guilgal, ante el Señor. 34Después se fue a Ramá, y Saúl regresó a su casa, en Guibeá de Saúl. 35Y Samuel nunca más volvió a ver a Saúl, aunque le causó mucha tristeza que el Señor se hubiera arrepentido de haber hecho a Saúl rey de Israel.


SALMO 60 (59)

Oración en que se pide la ayuda divina
(Sal 108.6-13)


1En tu enojo, oh Dios, nos has abandonado,
nos has deshecho;
¡devuélvenos ahora nuestra fuerza!
2Hiciste que la tierra temblara y se abriera;
¡cierra ahora sus grietas, pues se desmorona!
3Has hecho pasar a tu pueblo duras pruebas,
nos has dado un vino que enloquece.
4Diste a los que te honran la señal
para que escaparan de las flechas.
5¡Respóndenos, sálvanos con tu poder!
¡Libera a los que amas!

6Dios ha dicho en su santuario:
"¡Con qué alegría dividiré Siquem
y repartiré el valle de Sucot!
7Galaad y Manasés me pertenecen;
Efraín es el casco que cubre mi cabeza;
Judá es mi bastón de mando;
8Moab es la palangana en que me lavo;
sobre Edom arrojaré mi sandalia;
¡gritaré de triunfo sobre los filisteos!"

9¿Quién me llevará a la ciudad amurallada?
¿Quién me guiará hasta Edom?
10Pues tú, oh Dios, nos has rechazado;
¡no sales ya con nuestras tropas!
11Ayúdanos contra el enemigo,
pues nada vale la ayuda del hombre.
12Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas;
¡él aplastará a nuestros enemigos!

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