el veintiséis de mayo - Romanos 1.16-32, 1 Samuel 9.1-10.16 y Salmo 55

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El evangelio, poder de Dios

Romanos 1 16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 17Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: "El justo por la fe vivirá."

La culpa de la humanidad

18Pues Dios muestra su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta, que con su injusticia mantiene prisionera la verdad. 19Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; 20pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa. 21Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras. 22Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos; 23porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles.
24Por eso, Dios los ha abandonado a los impuros deseos que hay en ellos, y han cometido unos con otros acciones vergonzosas. 25En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén.
26Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza; 27de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen acciones vergonzosas, y sufren en su propio cuerpo el castigo merecido por su perversión.
28Como no quisieron reconocer a Dios, él los ha abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben. 29Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos. 30Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y orgullosos; inventan maldades, desobedecen a sus padres, 31no quieren entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no sienten compasión. 32Saben muy bien que Dios ha decretado que quienes hacen estas cosas merecen la muerte; y, sin embargo, las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan.


Encuentro de Saúl con Samuel

1 Samuel 9 1En la tribu de Benjamín había un hombre llamado Quis, que era hijo de Abiel y nieto de Seror; su bisabuelo había sido Becorat, hijo de Afíah. Quis, hombre muy respetado, 2tenía un hijo, joven y bien parecido, que se llamaba Saúl. No había otro israelita tan bien parecido como él, pues en estatura ninguno le pasaba del hombro.
3Un día, a Quis se le perdieron sus asnas. Entonces le dijo a su hijo Saúl:
--Prepárate y ve a buscar las asnas. Llévate a uno de los criados.
4Saúl se fue, atravesó la región montañosa de Efraín y pasó por la región de Salisá; pero no encontró las asnas. Pasó también por la región de Saalim y por la de Benjamín, y tampoco las halló. 5Al llegar a la región de Suf, dijo Saúl al criado que lo acompañaba:
--Vamos a regresar, pues mi padre debe de estar ya más preocupado por nosotros que por las asnas.
6El criado le contestó:
--En esta ciudad hay un profeta a quien todos respetan, porque todo lo que anuncia sucede sin falta. Vamos allá, y quizá él nos indique el camino que debemos seguir.
7--Vamos, pues --contestó Saúl--. Pero, ¿qué le llevaremos a ese hombre? Ya ni siquiera nos queda pan en las alforjas. No tenemos nada que ofrecerle al profeta.
8El criado respondió:
--Tengo en mi poder una pequeña moneda de plata. Se la daremos al profeta para que nos indique el camino.
9(Antiguamente, cuando algún israelita quería consultar a Dios, decía: "Vamos a ver al vidente"; pues al que ahora se le llama "profeta", antes se le llamaba "vidente".)
10--De acuerdo --dijo Saúl--. Vamos allá.
Los dos se dirigieron a la ciudad donde vivía el profeta, 11y cuando iban subiendo la cuesta, en dirección a la ciudad, se encontraron con unas muchachas que iban a sacar agua y les preguntaron:
--¿Es aquí dónde podemos encontrar al vidente?
12Ellas les respondieron:
--Sí, pero se encuentra más adelante. Dense prisa, pues ha venido a la ciudad porque hoy se celebra el sacrificio en el santuario. 13En cuanto lleguen ustedes allí, búsquenlo, antes de que se vaya al santuario para la comida. La gente no comerá hasta que él llegue, pues él tiene que bendecir el sacrificio, después de lo cual comerán los invitados. Por eso, vayan ahora, porque en este momento lo encontrarán.
14Ellos continuaron subiendo, rumbo a la ciudad. Y precisamente cuando iban llegando a ella, Samuel salía en dirección contraria, para ir al santuario.
15El día anterior a la llegada de Saúl, el Señor había hecho la siguiente revelación a Samuel: 16"Mañana, a esta misma hora, te mandaré un hombre de la región de Benjamín, a quien deberás consagrar como gobernante de mi pueblo Israel. Él lo librará del dominio de los filisteos, porque me he compadecido de mi pueblo cuando sus quejas han llegado hasta mí."
17Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: "Ahí tienes al hombre de quien te hablé. Este gobernará a mi pueblo."
18Estando ya en la entrada del pueblo, Saúl se acercó a Samuel y le dijo:
--Por favor, indíqueme usted dónde está la casa del vidente.
19--Yo soy el vidente --respondió Samuel--. Sube delante de mí al santuario, y come hoy conmigo allí. Mañana temprano te contestaré todo lo que me quieras preguntar, y luego te dejaré marchar. 20En cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, no te preocupes por ellas porque ya las han encontrado. Además, todo lo más deseable de Israel será para ti y para tu familia.
21Saúl respondió:
--¡Pero si yo soy de la tribu de Benjamín, la más pequeña de las tribus de Israel! Además, mi familia es la más insignificante de todas las familias de la tribu de Benjamín. ¿Por qué me dices todo eso?
22Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los llevó al salón y les ofreció el lugar principal entre los presentes, que eran unas treinta personas. 23Luego Samuel dijo al cocinero:
--Trae la ración de carne que te entregué y que te dije que apartaras.
24Inmediatamente el cocinero sacó una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Y Samuel le dijo:
--Ahí tienes lo que estaba apartado para ti. Sírvete y come, porque yo la había apartado para ti en esta ocasión en que invité al pueblo.
Saúl comió con Samuel aquel día. 25Y cuando bajaron del santuario a la ciudad, prepararon una cama en la azotea para Saúl, 26y Saúl se acostó. Al día siguiente, Samuel llamó a Saúl en la azotea y le dijo:
--Levántate, y sigue tu viaje.
Saúl se levantó. Después salieron él y Samuel a la calle, 27y cuando bajaban hacia las afueras de la ciudad, Samuel le dijo a Saúl:
--Manda al criado que se adelante, y tú espera un poco, que tengo que comunicarte lo que Dios me ha dicho.

Samuel consagra a Saúl rey de Israel

1 Samuel 10 1Entonces Samuel tomó un recipiente con aceite y, derramándolo sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo:
--El Señor te consagra hoy gobernante de Israel, su pueblo. Tú lo gobernarás y lo librarás de los enemigos que lo rodean. Y esta será la prueba de que el Señor te ha declarado gobernante de su pueblo: 2Ahora que te separas de mí, encontrarás dos hombres cerca de la tumba de Raquel, en Selsah, en el territorio de Benjamín. Ellos te dirán que ya se han encontrado las asnas que buscabas, y que tu padre ya no está preocupado por ellas sino por ustedes, y se pregunta qué puede hacer por ti. 3Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor, saldrán a tu encuentro tres hombres que suben a Betel para adorar a Dios. Uno llevará tres chivos, otro tres panes, y el tercero un cuero de vino. 4Te saludarán y te ofrecerán dos panes. Acéptalos. 5Después llegarás a Guibeá de Dios, donde hay una guarnición filistea. Al entrar en la ciudad, te encontrarás con un grupo de profetas en trance, que bajan del santuario. Delante de ellos irá gente tocando salterios, panderos, flautas y arpas. 6Entonces el espíritu del Señor se apoderará de ti, y caerás en trance como ellos, y te transformarás en otro hombre. 7Cuando te ocurran estas cosas, haz lo que creas conveniente, que Dios te ayudará. 8Y adelántate a Guilgal, donde yo me reuniré contigo más tarde para ofrecer holocaustos y sacrificios de reconciliación. Espera allí siete días, hasta que yo llegue y te indique lo que tienes que hacer.
9Tan pronto como Saúl se despidió de Samuel para irse, Dios le cambió el corazón; y aquel mismo día se cumplieron todas las señales. 10Después, cuando Saúl y su criado llegaron a Guibeá, el grupo de profetas en trance les salió al encuentro. Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Saúl, y este cayó en trance profético, como ellos. 11Pero todos los que lo conocían de antes, al verlo caer en trance junto con los profetas, se decían unos a otros: "¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También Saúl es uno de los profetas?"
12Uno de allí añadió: "¿Y quién es el padre de ellos?" De ahí viene el refrán: "¿También Saúl es uno de los profetas?"
13Pasado el trance profético, Saúl llegó a su casa. 14Y su tío les preguntó a él y a su criado:
--¿A dónde fueron?
Saúl respondió:
--A buscar las asnas. Pero viendo que no aparecían, fuimos a ver a Samuel.
15El tío de Saúl contestó:
--¿Y qué les dijo Samuel? Cuéntamelo, por favor.
16Saúl respondió a su tío:
--Nos dijo claramente que ya habían encontrado las asnas.
Pero Saúl no le mencionó nada del asunto del reino, del cual le había hablado Samuel.


SALMO 55 (54)

Oración de un perseguido


1Dios mío, escucha mi oración;
no desatiendas mi súplica.
2-3Hazme caso, contéstame;
en mi angustia te invoco.
Me hacen temblar la voz del enemigo
y los gritos de los malvados.

Me han cargado de aflicciones;
me atacan rabiosamente.
4El corazón me salta en el pecho;
el terror de la muerte ha caído sobre mí.
5Me ha entrado un temor espantoso;
¡estoy temblando de miedo!
6Y digo: "Ojalá tuviera yo alas como de paloma;
volaría entonces y podría descansar.
7Volando me iría muy lejos;
me quedaría a vivir en el desierto.
8Correría presuroso a protegerme
de la furia del viento y de la tempestad."

9Destrúyelos, Señor, confunde su lenguaje,
pues tan solo veo violencia y discordia,
10que día y noche rondan la ciudad.
Hay en ella maldad e intrigas;
hay en ella corrupción;
11sus calles están llenas de violencia y engaño.

12No me ha ofendido un enemigo,
lo cual yo podría soportar;
ni se ha alzado contra mí el que me odia,
de quien yo podría esconderme.
13¡Has sido tú, mi propio camarada,
mi más íntimo amigo,
14con quien me reunía en el templo de Dios
para conversar amigablemente,
con quien caminaba entre la multitud!

15¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos!
¡Que caigan vivos en el sepulcro,
pues la maldad está en su corazón!

16Pero yo clamaré a Dios;
el Señor me salvará.
17Me quejaré y lloraré mañana, tarde y noche,
y él escuchará mi voz.
18En las batallas me librará;
me salvará la vida,
aunque sean muchos mis adversarios.

19Dios, el que reina eternamente,
me oirá y los humillará,
pues ellos no cambian de conducta
ni tienen temor de Dios.
20Levantan la mano contra sus amigos;
no cumplen su promesa de amistad.
21Usan palabras más suaves que la mantequilla,
pero sus pensamientos son de guerra.
Usan palabras más suaves que el aceite,
pero no son sino espadas afiladas.

22Deja tus preocupaciones al Señor,
y él te mantendrá firme;
nunca dejará que caiga
el hombre que lo obedece.

23Dios mío, los asesinos y mentirosos
no vivirán ni la mitad de su vida;
tú harás que caigan al fondo del sepulcro,
pero yo confío en ti.

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