el catorce de mayo - Hechos 21.37-22.29, Jueces 17-18 y Salmo 43

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Discurso de Pablo ante el pueblo

Hechos 21 37Cuando ya iban a meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante del batallón:
--¿Puedo hablar con usted un momento?
El comandante le contestó:
--¿Sabes hablar griego? 38Entonces, ¿tú no eres aquel egipcio que hace algún tiempo comenzó una rebelión y salió al desierto con cuatro mil guerrilleros?
39Pablo le dijo:
--Yo soy judío, natural de Tarso de Cilicia, ciudadano de una población importante; pero, por favor, permítame usted hablar a la gente.
40El comandante le dio permiso, y Pablo se puso de pie en las gradas y con la mano hizo callar a la gente. Cuando se hizo silencio, les habló en hebreo, diciendo:
Hechos 22 1"Hermanos y padres, escuchen lo que les digo en mi defensa."
2Al oir que les hablaba en hebreo, guardaron aún más silencio. Pablo continuó:
3"Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y estudié bajo la dirección de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados. Siempre he procurado servir a Dios con todo mi corazón, tal como todos ustedes lo hacen hoy día. 4Antes perseguí a muerte a quienes seguían este Nuevo Camino, y los arresté y metí en la cárcel, ya fueran hombres o mujeres. 5El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto. Ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en busca de creyentes, para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.
6"Pero mientras iba yo de camino, y estando ya cerca de Damasco, a eso del mediodía, una fuerte luz del cielo brilló de repente a mi alrededor, 7y caí al suelo. Y oí una voz, que me decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?' 8Pregunté: '¿Quién eres, Señor?' Y la voz me contestó: 'Yo soy Jesús de Nazaret, el mismo a quien tú estás persiguiendo.' 9Los que iban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. 10Yo pregunté: '¿Qué debo hacer, Señor?' Y el Señor me dijo: 'Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes hacer.' 11Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
12"Allí había un hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y obediente a la ley de Moisés; todos los judíos que vivían en Damasco hablaban muy bien de él. 13Ananías vino a verme, y al llegar me dijo: 'Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista.' En aquel mismo momento recobré la vista, y pude verlo. 14Luego añadió: 'El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al que es justo y oigas su voz de sus propios labios. 15Pues tú vas a ser testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído. 16Y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre del Señor.'
17"Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y tuve una visión. 18Vi al Señor, que me dijo: 'Date prisa, sal rápidamente de Jerusalén, porque no van a hacer caso de lo que dices de mí.' 19Yo le dije: 'Señor, ellos saben que yo iba por todas las sinagogas y llevaba a la cárcel a los que creían en ti, y que los golpeaba, 20y que cuando mataron a tu siervo Esteban, que daba testimonio de ti, yo mismo estaba allí, aprobando que lo mataran, e incluso cuidé la ropa de quienes lo mataron.' 21Pero el Señor me dijo: 'Ponte en camino, que voy a enviarte a naciones lejanas.'  "

Pablo en manos del comandante

22Hasta este punto lo escucharon; pero entonces comenzaron a gritar: "¡Ese hombre no debe vivir! ¡Bórralo de este mundo!" 23Y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y tirando polvo al aire, 24el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y mandó que lo azotaran, para que confesara por qué la gente gritaba en contra suya. 25Pero cuando ya lo tenían atado para azotarlo, Pablo le preguntó al capitán que estaba presente:
--¿Tienen ustedes autoridad para azotar a un ciudadano romano, y además sin haberlo juzgado?
26Al oir esto, el capitán fue y avisó al comandante, diciendo:
--¿Qué va a hacer usted? Este hombre es ciudadano romano.
27Entonces el comandante se acercó a Pablo, y le preguntó:
--¿Es cierto que tú eres ciudadano romano?
Pablo le contestó:
--Sí.
28El comandante le dijo:
--A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano.
Y Pablo respondió:
--Pues yo lo soy por nacimiento.
29Con esto, los que iban a azotar a Pablo se apartaron de él; y hasta el mismo comandante, al darse cuenta de que era ciudadano romano, tuvo miedo por haberlo encadenado.


El templo privado de Micaías

Jueces 17 1En los montes de Efraín vivía un hombre que se llamaba Micaías, 2-3el cual le confesó a su madre:
--En cuanto a las mil cien monedas de plata que te robaron, y por las que maldijiste al ladrón, yo las tengo. Yo fui quien te las robó; pero ahora te las devuelvo, pues te oí decir que las habías consagrado al Señor para mandar hacer un ídolo tallado y recubierto de plata.
Y le devolvió la plata. Entonces su madre exclamó:
--¡Que el Señor te bendiga, hijo mío!
4Después que Micaías devolvió el dinero a su madre, ella le entregó a un platero doscientas monedas de plata para que le hiciera un ídolo tallado y recubierto de plata, que luego puso en casa de Micaías.
5Micaías tenía un lugar de culto en su casa. Y se hizo un efod y dioses familiares, y nombró sacerdote a uno de sus hijos. 6Como en aquella época aún no había rey en Israel, cada cual hacía lo que le daba la gana.
7Había en el pueblo de Belén un joven forastero de la tribu de Judá, que era levita. 8Este joven salió de Belén en busca de otro lugar donde vivir, y andando por los montes de Efraín llegó a casa de Micaías.
9--¿De dónde vienes? --le preguntó Micaías.
--Vengo de Belén --contestó el joven--. Soy levita y ando buscando dónde vivir.
10--Pues quédate aquí conmigo --le propuso Micaías--, para que seas mi sacerdote y como mi propio padre. Yo te pagaré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida.
11El levita aceptó quedarse a vivir con Micaías, y llegó a ser como uno de sus hijos. 12Micaías lo hizo su sacerdote, y él se quedó a vivir allí. 13Entonces Micaías pensó que tenía aseguradas las bendiciones de Dios, pues tenía un levita como sacerdote.

Micaías y los de la tribu de Dan

Jueces 18 1En aquella época aún no había rey en Israel. La tribu de Dan tampoco tenía un territorio propio todavía, así que andaba buscando dónde establecerse. 2Por eso los de Dan mandaron desde Sorá y Estaol a cinco de sus hombres más valientes, para que sirvieran de espías y exploraran la región. Estos cinco espías fueron a los montes de Efraín, y llegaron a casa de Micaías, donde se quedaron a pasar la noche. 3Ya cerca de la casa de Micaías, reconocieron el modo de hablar del joven levita, y fueron a preguntarle:
--¿Quién te trajo por acá? ¿Por qué estás en este lugar? ¿Qué buscas aquí?
4El levita les contó el trato que Micaías había hecho con él, y cómo lo había contratado para que fuera su sacerdote. 5Entonces ellos le dijeron:
--Consulta a Dios para saber si nos va a ir bien en este viaje.
6Y el sacerdote levita les contestó:
--Vayan tranquilos, que el Señor los protegerá por dondequiera que vayan.
7De allí, los cinco espías se fueron a Lais. La gente de esta ciudad vivía confiada, como acostumbraban los sidonios; vivían tranquilos y en paz, sin que nadie los molestara para nada y sin que nada les faltara. Estaban lejos de los sidonios, y no tenían relaciones con nadie. 8Entonces los cinco espías volvieron a Sorá y Estaol, donde estaban sus compañeros, que les preguntaron:
--¿Cómo les fue?
Y ellos respondieron:
9--Hemos recorrido esa región y encontramos que la tierra es magnífica. ¡En marcha! ¡Vamos a atacarlos! ¡No se queden ahí sentados, sin hacer nada! ¡Hay que ir a conquistar esa tierra! 10Al llegar allá, se van a encontrar con gente confiada y que tiene mucha tierra, a la que no le falta nada. Dios les dará posesión de ella.
11Seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron de Sorá y de Estaol bien armados, 12y llegaron a Judá y acamparon allí, al oeste de Quiriat-jearim, en el lugar que ahora se llama Campamento de Dan. 13De allí se fueron a los montes de Efraín, y llegaron a la casa de Micaías. 14Entonces los cinco espías que habían explorado la región de Lais les dijeron a sus compañeros:
--¿Saben una cosa? En esta casa hay un efod y dioses familiares, y un ídolo tallado y recubierto de plata. ¿Qué piensan hacer?
15Entonces los espías se apartaron de los demás y fueron a casa del joven levita, es decir, a la casa de Micaías, y lo saludaron. 16Mientras tanto, los seiscientos soldados danitas bien armados esperaban a la puerta. 17Los cinco espías entraron antes en la casa y tomaron el ídolo tallado y recubierto de plata, y el efod y los dioses familiares, mientras el sacerdote se quedaba a la puerta con los seiscientos soldados.
18Al ver el sacerdote que los cinco entraban en casa de Micaías y tomaban el ídolo, el efod y los dioses familiares, les dijo:
--¿Qué están haciendo?
19Y ellos le contestaron:
--¡Cállate, y ven con nosotros! ¡Queremos que nos sirvas como sacerdote y que seas como un padre para nosotros! ¿No te parece que es mejor ser sacerdote de toda una tribu de Israel, que de la familia de un solo hombre?
20Esto le gustó al sacerdote, y tomando el ídolo, el efod y los dioses familiares, se fue con los danitas, 21los cuales se pusieron nuevamente en marcha con los niños, el ganado y sus posesiones al frente. 22Ya habían caminado bastante cuando Micaías y sus vecinos se juntaron y salieron a perseguirlos. 23Al oir los gritos de los que los perseguían, los danitas se volvieron y le preguntaron a Micaías:
--¿Qué te pasa? ¿Por qué nos gritas tanto?
24Y Micaías les respondió:
--Ustedes se llevan mis dioses, que yo había hecho, y se llevan también a mi sacerdote, y me dejan sin nada, ¿y todavía se atreven a preguntarme qué me pasa?
25Pero los danitas le contestaron:
--No nos alces la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la paciencia y te ataquen, y acaben perdiendo la vida tanto tú como tus familiares.
26Al ver Micaías que ellos eran muchos, regresó a su casa; pero los danitas siguieron su camino 27con las cosas que Micaías había hecho, y con su sacerdote, y llegaron hasta Lais. Allí la gente estaba tranquila y confiada, de modo que los danitas mataron a todos a filo de espada y quemaron la ciudad. 28Como la ciudad estaba lejos de Sidón, y no tenía relaciones con nadie, no hubo quien la defendiera. Estaba en el valle que pertenece a Bet-rehob. Después los danitas reconstruyeron la ciudad y se quedaron a vivir en ella. 29Aunque antes se llamaba Lais, ellos la llamaron Dan, en honor de su antepasado del mismo nombre, que era hijo de Israel. 30Allí los danitas colocaron el ídolo tallado, para adorarlo, y su sacerdote fue Jonatán, hijo de Guersón y nieto de Moisés. Después los descendientes de Jonatán fueron sacerdotes de los danitas, hasta el exilio. 31Allí estuvo entre ellos el ídolo que Micaías había hecho, todo el tiempo que el santuario del Señor estuvo en Siló.


SALMO 43 (42)

1Oh Dios, hazme justicia;
¡ponte de mi parte contra esta gente pagana!
¡Ponme a salvo del mentiroso y del malvado,
2porque tú eres mi Dios y protector!
¿Por qué me has alejado de ti?
¿Por qué tengo que andar triste
y oprimido por mis enemigos?
3Envía tu luz y tu verdad,
para que ellas me enseñen el camino
que lleva a tu santo monte,
al lugar donde tú vives.
4Llegaré entonces a tu altar, oh Dios,
y allí te alabaré al son del arpa,
pues tú, mi Dios, llenas mi vida de alegría.

5¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!

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