el ocho de mayo - Hechos 18, Jueces 9 y Job 38

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Pablo en Corinto

Hechos 18 1Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. 2Allí se encontró con un judío llamado Áquila, que era de la región del Ponto. Poco antes, Áquila y su esposa Priscila habían llegado de Italia, de donde tuvieron que salir porque el emperador Claudio había ordenado que todos los judíos salieran de Roma. Pablo fue a visitarlos 3y, como tenía el mismo oficio que ellos, que era hacer tiendas de campaña, se quedó con ellos para trabajar juntos. 4Y cada sábado Pablo iba a la sinagoga, donde hablaba y trataba de convencer tanto a los judíos como a los no judíos.
5Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó por completo a anunciar el mensaje y a probar a los judíos que Jesús era el Mesías. 6Pero ellos comenzaron a ponerse en contra suya y a insultarlo; así que Pablo sacudió su ropa en señal de protesta, y les dijo:
--De ustedes será la culpa de su propia perdición; yo no me hago responsable. De hoy en adelante me iré a los que no son judíos.
7Salió de la sinagoga y se fue a casa de un hombre llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga. 8Y Crispo, el jefe de la sinagoga, con toda su familia, creyó en el Señor. Y también muchos de los de Corinto, al oir el mensaje, creyeron y fueron bautizados. 9Una noche, el Señor le dijo a Pablo en una visión: "No tengas miedo; sigue anunciando el mensaje y no calles. 10Porque yo estoy contigo y nadie te puede tocar para hacerte daño, pues mi pueblo es muy grande en esta ciudad." 11Así que Pablo se quedó un año y medio en Corinto, enseñando entre ellos el mensaje de Dios.
12Pero en los días en que Galión era gobernador de Acaya, los judíos se juntaron contra Pablo; lo llevaron al tribunal 13y dijeron al gobernador:
--Este hombre anda convenciendo a la gente de que deben adorar a Dios en una forma que va contra la ley.
14Pablo ya iba a hablar, cuando Galión dijo a los judíos:
--Si se tratara de algún delito o algún crimen grave, yo, naturalmente, me tomaría la molestia de oírlos a ustedes los judíos; 15pero como se trata de palabras, de nombres y de la ley de ustedes, arréglenlo ustedes mismos, porque yo no quiero meterme en esos asuntos.
16Y los echó del tribunal. 17Entonces agarraron todos a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon allí mismo, delante del tribunal. Pero a Galión no le importaba nada de esto.

Pablo regresa a Antioquía

18Pablo se quedó todavía muchos días en Corinto. Después se despidió de los hermanos y, junto con Priscila y Áquila, se embarcó para la región de Siria. En Cencreas, antes de embarcarse, se rapó la cabeza, para cumplir una promesa que había hecho. 19Cuando llegaron a Éfeso, Pablo dejó a Priscila y Áquila y se fue a la sinagoga, donde habló con los judíos que allí se reunían. 20Ellos le rogaron que se quedara más tiempo, pero no quiso, 21sino que se despidió de ellos diciendo: "Si Dios quiere, volveré a visitarlos otra vez."
Después Pablo se embarcó y se fue de Éfeso. 22Cuando llegó a Cesarea, fue a Jerusalén a saludar a los de la iglesia, y luego se dirigió a Antioquía.

Pablo recorre Galacia y Frigia

23Al cabo de algún tiempo, salió de nuevo a recorrer uno por uno los lugares de Galacia y Frigia, animando a todos los creyentes.

Apolo predica en Éfeso

24Por aquel tiempo llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, que era de la ciudad de Alejandría. Era muy elocuente y conocía muy bien las Escrituras. 25Estaba instruido en el camino del Señor, y hablaba con mucho entusiasmo enseñando con claridad acerca de Jesús, aunque solo conocía el bautismo de Juan. 26Apolo se puso a hablar abiertamente en la sinagoga; pero cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo llevaron aparte y le explicaron más exactamente el camino de Dios. 27Cuando Apolo quiso pasar a la región de Acaya, los hermanos le dieron su apoyo, y escribieron una carta a los creyentes de allá para que lo recibieran bien. Cuando llegó a Acaya, ayudó mucho a los que, por la bondad de Dios, habían creído, 28pues delante de todos contradecía a los judíos con razones que ellos no podían negar, y basándose en las Escrituras demostraba que Jesús era el Mesías.


Abimélec

Jueces 9 1Abimélec, hijo de Jerubaal, fue a Siquem para hablar con sus parientes por parte de madre. Y les dijo:
2--En nombre de nuestro parentesco, les ruego que convenzan a la gente de Siquem de que es mejor que los gobierne un solo hombre, y no todos los setenta hijos de Jerubaal.
3Y como Abimélec era pariente de ellos, se pusieron de parte suya y fueron a convencer a los de Siquem para que lo siguieran. 4Además, tomaron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit y se las dieron a Abimélec. Con ese dinero, Abimélec alquiló unos matones para que lo siguieran. Aquellos hombres fueron con él 5a Ofrá, donde había vivido su padre Jerubaal, y contra una misma piedra mataron a los setenta hermanos de Abimélec. Solo pudo esconderse y salvarse Jotam, el hijo menor de Jerubaal. 6Después todos los de Siquem y de Bet-miló se reunieron junto a la encina y la piedra sagrada que había en Siquem, y nombraron rey a Abimélec.
7Cuando Jotam lo supo, subió al monte Guerizim, y desde allí gritó bien fuerte, para que todos le oyeran:
"¡Óiganme bien, hombres de Siquem! ¡Y así Dios los oiga a ustedes!
8"En cierta ocasión los árboles quisieron tener rey, y le pidieron al olivo que fuera su rey. 9Pero el olivo les dijo que no, pues para ser rey de los árboles tendría que dejar de dar aceite, el cual sirve para honrar tanto a los hombres como a Dios.
10"Entonces los árboles le pidieron a la higuera que fuera su rey. 11Pero la higuera les dijo que no, pues para ser rey de los árboles tendría que dejar de dar sus dulces y sabrosos higos.
12"Entonces los árboles le pidieron a la vid que fuera su rey. 13Pero la vid les dijo que no, pues para ser rey de los árboles tendría que dejar de dar su vino, el cual sirve para alegrar tanto a los hombres como a Dios.
14"Por fin, los árboles le pidieron a un espino que fuera su rey. 15Y el espino les dijo que, si de veras querían que él fuera su rey, todos tendrían que ponerse bajo su sombra; pero si no querían que él fuera su rey, saldría de él un fuego que destruiría los cedros del Líbano.
16"Y ahora, yo les pregunto: ¿Han actuado ustedes con verdad y honradez al hacer rey a Abimélec? ¿Han tratado a Jerubaal y a su familia con la misma bondad con que él los trató a ustedes? 17Porque mi padre arriesgó su vida por ustedes cuando peleó para librarlos del poder de los madianitas; 18ustedes, en cambio, se han rebelado contra la familia de mi padre, y han matado a sus setenta hijos contra una misma piedra. Por si fuera poco, han nombrado rey a Abimélec, hijo de la concubina de Jerubaal, solo porque él es pariente de ustedes. 19Pero yo les digo hoy: Si ustedes han tratado con verdad y honradez a Jerubaal y a su familia, que les vaya bien con Abimélec, y a él con ustedes; 20pero si no, ¡que salga de Abimélec un fuego que destruya a todos los de Siquem y de Bet-miló, y que de Siquem y de Bet-miló salga un fuego que lo destruya a él!"
21Después de haber dicho esto, Jotam huyó y se fue a vivir en Beer, porque le tenía miedo a su hermano Abimélec.
22Abimélec dominó a los israelitas durante tres años, 23pero Dios interpuso un espíritu maligno entre Abimélec y los de Siquem, para que estos se rebelaran contra él 24y así pagara Abimélec el sangriento asesinato de los setenta hijos de Jerubaal, y los de Siquem pagaran por haberle ayudado. 25Los de Siquem tenían gente en los montes, que se escondía y asaltaba a todos los que pasaban por el camino cercano. Y Abimélec se enteró de esto.
26Un día, Gáal, el hijo de Ébed, pasó con sus hermanos por Siquem y se ganó la confianza de los de aquella ciudad, 27los cuales salieron al campo a recoger la uva e hicieron vino y celebraron una gran fiesta, comiendo y bebiendo en el templo de sus dioses y maldiciendo a Abimélec. 28Y Gáal decía: "¿Quién se cree este Abimélec? No es más que un hijo de Jerubaal, y Zebul es su ayudante. Y nosotros, los de Siquem, ¿quiénes somos para andar como esclavos delante de ellos? Seamos esclavos de Hamor, el fundador de Siquem, pero no de Abimélec. 29¡Ah! ¡Si yo fuera el jefe de ustedes, en seguida me desharía de Abimélec!" Además dijo: "¡Anda, Abimélec, reúne tu ejército y ven a pelear!"
30Cuando Zebul, gobernador de la ciudad, se enteró de lo que andaba diciendo Gáal, se puso furioso 31y le envió el siguiente mensaje a Abimélec, que estaba en Arumá: "Gáal, el hijo de Ébed, ha venido con sus hermanos a Siquem, y están predisponiendo a la gente de la ciudad contra ti. 32Por lo tanto, sal de noche con tus soldados y escóndanse en el campo. 33Por la mañana, al salir el sol, ataca la ciudad, y cuando Gáal y su gente salgan a pelear contigo, haz con él lo que creas más conveniente."
34Así pues, Abimélec y toda su gente salieron de noche y se escondieron alrededor de Siquem, repartidos en cuatro grupos. 35Cuando Gáal salió a la puerta de la ciudad, Abimélec y su gente salieron de sus escondites. 36Al verlos, Gáal le dijo a Zebul:
--¡Mira, de los cerros viene bajando un ejército!
--No --le contestó Zebul--. Solo son las sombras de los cerros, que a ti te parecen gente.
37Pero Gáal siguió diciendo:
--¡También de la colina que llaman 'Ombligo de la tierra' viene bajando un ejército! ¡Y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos!
38--¡Habla ahora, fanfarrón! --le dijo Zebul--. ¡Tú, que decías que Abimélec no era nadie para que fuéramos sus esclavos! Ahí está el ejército que te parecía poca cosa. ¡Anda, sal ahora a pelear contra ellos!
39Gáal salió al frente de la gente de Siquem a pelear contra Abimélec. 40Pero Abimélec lo persiguió, y Gáal huyó de él. Hasta en la puerta misma de la ciudad hubo muchos muertos. 41Abimélec se quedó en Arumá, y Zebul arrojó de Siquem a Gáal y sus hermanos.
42Al día siguiente, los de Siquem salieron al campo. Cuando Abimélec lo supo, 43dividió su ejército en tres grupos y se escondió en el campo; y cuando vio que los de Siquem salían de la ciudad, salió de su escondite y los atacó. 44Él y su grupo se lanzaron a tomar la puerta de la ciudad, mientras los otros dos grupos atacaban y mataban a los que andaban por el campo; 45y el resto del día lo pasó Abimélec atacando a Siquem, hasta que la tomó. Entonces destruyó la ciudad y mató a todos sus habitantes, y la ciudad misma la sembró de sal.
46Cuando los de Migdal-siquem se enteraron de lo que había hecho Abimélec, fueron a refugiarse en la fortaleza del templo de El-berit. 47Y al saber Abimélec que todos estaban reunidos allí, 48fue con toda su gente al monte Salmón y con un hacha cortó una rama de un árbol; luego se la puso sobre el hombro y dijo a todos sus hombres que hicieran rápidamente lo mismo que él. 49Todos cortaron sus ramas y siguieron a Abimélec hasta la fortaleza del templo, donde amontonaron todas las ramas y les prendieron fuego, matando así a todos los de Migdal-siquem, que eran unos mil hombres y mujeres.
50Después Abimélec marchó sobre Tebés, se preparó para atacarla y la tomó. 51En el centro de aquella ciudad había una torre, y en ella se escondieron todos los habitantes de la ciudad, hombres y mujeres. Cerraron bien las puertas y subieron al techo; 52pero Abimélec llegó hasta la puerta de la torre y la atacó. Ya se disponía a prenderle fuego, 53cuando una mujer arrojó una piedra de molino, la cual le cayó en la cabeza y le rompió el cráneo. 54Abimélec llamó rápidamente a su ayudante de armas y le dijo: "Saca tu espada y mátame, porque no quiero que se diga que una mujer me mató." Entonces su ayudante lo atravesó con la espada, y así murió. 55Cuando los israelitas vieron que Abimélec había muerto, regresaron a sus casas.
56De esta manera Dios hizo pagar a Abimélec el crimen que había cometido contra su padre al matar a sus setenta hermanos. 57Y Dios hizo también que los de Siquem pagaran por todos sus crímenes. Así se cumplió en ellos la maldición de Jotam, el hijo de Jerubaal.


Dios interpela a Job

Job 38 1Entonces el Señor le habló a Job de en medio de la tempestad.

El Señor
2¿Quién eres tú para dudar de mi providencia
y mostrar con tus palabras tu ignorancia?
3Muéstrame ahora tu valentía,
y respóndeme a estas preguntas:
4¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra?
¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
5¿Sabes quién decidió cuánto habría de medir,
y quién fue el arquitecto que la hizo?
6¿Sobre qué descansan sus cimientos?
¿Quién le puso la piedra principal de apoyo,
7mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora
entre la alegría de mis servidores celestiales?

8Cuando el mar brotó del seno de la tierra,
¿quién le puso compuertas para contenerlo?
9Yo le di una nube por vestido
y la niebla por pañales.
10Yo le puse un límite al mar
y cerré con llave sus compuertas.
11Y le dije: "Llegarás hasta aquí,
y de aquí no pasarás;
aquí se romperán tus olas arrogantes."
12¿Alguna vez en tu vida has dado órdenes
de que salga la aurora y amanezca el día?
13¿Y de que la luz se difunda por la tierra
y los malvados vayan a esconderse?
14Entonces aparecen los relieves de la tierra y se tiñen de color como un vestido;
15se les niega la luz a los malvados
y se pone fin a su amenaza.

16¿Has visitado el misterioso abismo
donde tiene sus fuentes el océano?
17¿Has visto dónde están las puertas
del tenebroso reino de la muerte?
18¿Tienes idea de la anchura de la tierra?
¡Dímelo, si en verdad lo sabes todo!

19¿En dónde están guardadas
la luz y las tinieblas?
20¿Sabes hacerlas llegar hasta el último rincón
y que luego regresen a su casa?
21¡Debes de saberlo, pues tienes tantos años
que para entonces ya habrías nacido!

22¿Has visitado los depósitos
donde guardo la nieve y el granizo
23para enviarlos en tiempos de desgracia,
en tiempos de batallas y de guerra?
24¿Qué caminos sigue la luz al repartirse?
¿Cómo se extiende el viento del este sobre el mundo?
25¿Quién abre una salida al aguacero
y señala el camino a la tormenta,
26para que llueva en el desierto,
en lugares donde nadie vive,
27para que riegue la tierra desolada
y haga brotar la hierba?

28¿Quién es el padre de la lluvia y del rocío?
29¿Quién es la madre del hielo y de la escarcha?
30¿Quién vuelve el agua dura como la piedra
y congela la superficie del océano?

31¿Eres tú quien mantiene juntas a las Pléyades
y separadas las estrellas de Orión?
32¿Eres tú quien saca a su hora al lucero de la mañana?
¿Eres tú quien guía a las estrellas
de la Osa Mayor y de la Osa Menor?
33¿Conoces tú las leyes que gobiernan el cielo?
¿Eres tú quien aplica esas leyes en la tierra?
34¿Puedes dar órdenes a las nubes
de que te inunden con agua?
35Si mandas al rayo que vaya a alguna parte,
¿acaso te responde: "Aquí estoy, a tus órdenes"?
36¿Quién dio instinto inteligente
a aves como el ibis o el gallo?
37¿Quién es tan sabio que sepa cuántas nubes hay?
¿Quién puede vaciarlas para que den su lluvia,
38para que el polvo se convierta en barro
y se peguen los terrones entre sí?

39¿Eres tú quien busca presa para las leonas,
para que coman sus cachorros hasta llenarse,
40cuando se esconden en su guarida
o se ponen al acecho en la maleza?
41¿Quién da de comer a los cuervos,
cuando sus crías andan buscando comida
y con grandes chillidos me la piden?

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