el treinta de abril - Hechos 13.26-52, Josué 20-21 y Job 30

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Hechos 1326"Hermanos descendientes de Abraham, y ustedes, los extranjeros que tienen temor de Dios: este mensaje de salvación es para nosotros. 27Pues los que vivían en Jerusalén, y sus jefes, no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen en la sinagoga cada sábado; así ellos mismos, cuando condenaron a Jesús, cumplieron esas profecías. 28Y aunque no encontraron en él ningún motivo para darle muerte, pidieron a Pilato que mandara matarlo. 29Luego, cuando ya habían hecho todo lo que se decía de él en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo enterraron. 30Pero Dios lo resucitó. 31Y, durante muchos días, Jesús se apareció a los que lo habían acompañado en su viaje de Galilea a Jerusalén; y ahora ellos son testigos de Jesús ante el pueblo.
32"Así que nosotros les estamos anunciando a ustedes esta buena noticia: La promesa que Dios hizo a nuestros antepasados, 33nos la ha cumplido a nosotros, que somos los descendientes. Esto lo ha hecho al resucitar a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: 'Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.' 34Dios ya había anunciado que lo resucitaría para que su cuerpo no se descompusiera, al decir en las Escrituras: 'Cumpliré las santas y verdaderas promesas que hice a David.' 35Por eso dice también en otro lugar: 'No permitirás que se descomponga el cuerpo de tu santo siervo.' 36Ahora bien, lo cierto es que David sirvió a los de su tiempo, según Dios se lo había ordenado, y que después murió y se reunió con sus padres, y que su cuerpo se descompuso. 37Pero el cuerpo de aquel que Dios resucitó, no se descompuso. 38-39Así pues, hermanos, ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús. Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello para lo que no pudieron alcanzar perdón bajo la ley de Moisés. 40Tengan, pues, cuidado, para que no caiga sobre ustedes lo que escribieron los profetas:
41'Miren, ustedes que desprecian,
asómbrense y desaparezcan;
porque en sus días haré cosas tales
que ustedes no las creerían,
si alguien se las contara.'  "
42Cuando Pablo y sus compañeros salieron de la sinagoga, les pidieron que al siguiente sábado les hablaran también de estas cosas. 43Una vez terminada la reunión en la sinagoga, muchos de los judíos y de los que se habían convertido al judaísmo siguieron a Pablo y Bernabé. Y ellos les aconsejaron que permanecieran firmes en el llamamiento que habían recibido por amor de Dios.
44El sábado de la semana siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oir el mensaje del Señor. 45Pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de celos y comenzaron a contradecir a Pablo y a insultarlo. 46Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, les contestaron:
--Teníamos la obligación de anunciar el mensaje de Dios en primer lugar a ustedes, que son judíos; pero ya que ustedes lo rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, nos iremos a los que no son judíos. 47Porque así nos mandó el Señor, diciendo:
'Te he puesto como luz de las naciones,
para que lleves mi salvación
hasta las partes más lejanas de la tierra.'
48Al oir esto, los que no eran judíos se alegraron y comenzaron a decir que el mensaje del Señor era bueno; y creyeron todos los que estaban destinados a tener vida eterna. 49Así se predicó el mensaje del Señor por toda aquella región. 50Pero los judíos hablaron con algunas mujeres piadosas y honorables, y con los hombres importantes de la ciudad, y los incitaron a comenzar una persecución contra Pablo y Bernabé, para echarlos de la región. 51Entonces estos sacudieron el polvo de sus pies en señal de protesta contra aquella gente, y se fueron a Iconio. 52Pero los creyentes estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo.


Los israelitas señalan ciudades de refugio
(Nm 35.6-34; Dt 4.41-43; 19.1-13)

Josué 20 1El Señor le habló a Josué y le dijo: 2"Habla con los israelitas y diles que escojan ciudades de refugio, tal como lo ordené por medio de Moisés. 3Si uno mata a otro accidentalmente, sin intención, puede huir a una de esas ciudades para protegerse de la venganza del pariente más cercano del muerto. 4El que busque refugio en uno de esos lugares llegará a la puerta de la ciudad y hará su declaración ante los ancianos de la ciudad. Entonces ellos le permitirán entrar y le darán un lugar para vivir. 5Si el pariente más cercano del muerto lo persigue, los ancianos de la ciudad no entregarán al refugiado, pues mató a su prójimo sin intención y no por tenerle odio. 6Pero el refugiado tendrá que quedarse en la ciudad hasta que se presente ante todo el pueblo para ser juzgado, y hasta que muera el sumo sacerdote que en aquel tiempo esté en funciones. Después podrá volver el refugiado al lugar de donde huyó, es decir, a su propia casa y ciudad."
7Entonces los israelitas escogieron como ciudades de refugio a Quedes en Galilea, en las montañas de Neftalí, a Siquem en los montes de Efraín, y a Quiriat-arbá, llamada también Hebrón, en los montes de Judá. 8Del otro lado del Jordán, en la meseta del desierto al este de Jericó, escogieron a Béser, de la tribu de Rubén; en la región de Galaad escogieron a Ramot, de la tribu de Gad; y en la región de Basán escogieron a Golán, de la tribu de Manasés. 9Estas fueron las ciudades de refugio que escogieron para todos los israelitas y para los extranjeros que vivieran entre ellos. Allí podía refugiarse cualquiera que matara a otro por accidente, para que de este modo el pariente más cercano del muerto no pudiera vengarse y matarlo antes que el pueblo lo juzgara.

Las ciudades de los levitas
(1  Cr 6.54-81)

Josué 21 1-2Los jefes de familias levitas fueron a Siló, en la región de Canaán, para hablar con el sacerdote Eleazar, con Josué y con los jefes de familia de las tribus israelitas. Allí les dijeron: "Por medio de Moisés, el Señor ordenó que se nos dieran ciudades donde vivir, junto con campos de pastoreo para nuestros ganados." 3Entonces los israelitas dieron a los levitas algunas de sus propias ciudades y campos de pastoreo, conforme a lo dicho por el Señor.
4Primero se hizo el sorteo para los clanes levitas que descendían de Quehat. A los quehatitas descendientes del sacerdote Aarón les tocaron trece ciudades, que eran de las tribus de Judá, Simeón y Benjamín. 5A los otros quehatitas les tocaron diez ciudades, que eran de las tribus de Efraín y de Dan y de la media tribu de Manasés. 6Después de esto, a los clanes levitas que descendían de Guersón les tocaron en suerte trece ciudades, que eran de las tribus de Isacar, de Aser, de Neftalí y de la media tribu de Manasés que está en Basán. 7Y a los clanes levitas que descendían de Merarí les tocaron doce ciudades, que eran de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón.
8Los israelitas repartieron entre los levitas, por sorteo, ciudades y campos de pastoreo, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés. 9Estas ciudades, que van a ser mencionadas, las dieron los de la tribu de Judá y los de la tribu de Simeón, 10y les tocaron a los levitas pertenecientes a los clanes de Quehat, que descendían de Aarón, porque a ellos les tocó la suerte en primer lugar. 11En la región montañosa de Judá les dieron Hebrón, la ciudad principal de los descendientes del gigante Anac, con sus campos de pastoreo. 12Pero los terrenos y las aldeas de esta ciudad se le dieron en propiedad a Caleb, el hijo de Jefuné.
13Además de Hebrón, que era ciudad de refugio para quienes habían matado a alguien, se les dieron a los descendientes del sacerdote Aarón las siguientes ciudades: Libná, 14Jatir, Estemoa, 15Holón, Debir, 16Ain, Jutá y Bet-semes. Estas nueve ciudades contaban con sus propios campos de pastoreo. 17Y de la tribu de Benjamín les dieron Gabaón, Gueba, 18Anatot y Almón, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo, 19de modo que las ciudades de los sacerdotes descendientes de Aarón fueron trece en total, cada una con sus propios campos de pastoreo.
20A los otros clanes levitas descendientes de Quehat se les repartieron ciudades de la tribu de Efraín. 21En los montes de Efraín les dieron Siquem, como ciudad de refugio para quien matara a alguien, y además Guézer, 22Quibsaim y Bet-horón, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo. 23De la tribu de Dan recibieron Eltequé, Guibetón, 24Aialón y Gat-rimón, o sea cuatro ciudades con sus campos de pastoreo; 25y de la media tribu de Manasés recibieron dos ciudades, Taanac y Gat-rimón, con sus campos de pastoreo; 26así que las ciudades de estos clanes quehatitas fueron diez en total, con sus propios campos de pastoreo.
27A los levitas descendientes de Guersón les dieron dos ciudades, que eran de la media tribu de Manasés, con sus propios campos de pastoreo: Golán, que estaba en Basán, para que sirviera como ciudad de refugio, y Beesterá. 28De la tribu de Isacar les dieron Quisión, Daberat, 29Jarmut y En-ganim, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo. 30De la tribu de Aser les dieron Misael, Abdón, 31Helcat y Rehob, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo. 32De la tribu de Neftalí les dieron tres ciudades con sus propios campos de pastoreo: Quedes, que estaba en Galilea, para que sirviera como ciudad de refugio, Hamot-dor y Cartán; 33de modo que las ciudades de los clanes guersonitas fueron trece en total, cada una con sus propios campos de pastoreo.
34A los clanes levitas que aún quedaban, o sea a los descendientes de Merarí, les dieron de la tribu de Zabulón: Jocneam, Cartá, 35Dimná y Nahalal, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo. 36De la tribu de Rubén les dieron Béser, Jahas, 37Cademot y Mefáat, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo. 38De la tribu de Gad les dieron Ramot de Galaad, para que sirviera como ciudad de refugio, Mahanaim, 39Hesbón y Jazer, o sea cuatro ciudades con sus propios campos de pastoreo, 40de modo que las ciudades que les tocaron a los clanes levitas que aún quedaban, es decir, a los descendientes de Merarí, fueron doce en total.
41Las ciudades levitas dentro del territorio israelita fueron cuarenta y ocho en total, cada una con sus propios campos de pastoreo, 42los cuales rodeaban a cada ciudad. El caso era el mismo en cada una de estas ciudades.

El Señor es fiel

43Así fue como el Señor les dio a los israelitas todo el territorio que les había prometido bajo juramento a sus antepasados, y ellos se establecieron y vivieron allí. 44El Señor cumplió su promesa, y les dio paz en todo el territorio. Sus enemigos no pudieron hacerles frente, porque el Señor les dio la victoria sobre ellos. 45Ni una sola palabra quedó sin cumplirse de todas las buenas promesas que el Señor había hecho a los israelitas.


Job 30 1Pero ahora se ríen de mí
muchachos más jóvenes que yo,
cuyos padres no hubiera yo aceptado
para estar con los perros que cuidaban mis rebaños.
2¿De qué me hubiera servido la fuerza de sus brazos?
Ellos eran gente desgastada
3por el hambre terrible y la necesidad.
De noche, en el desierto solitario,
tenían que roer raíces secas;
4arrancaban hierbas amargas de los matorrales,
y hasta raíces de retama comían.
5Eran gente rechazada por la sociedad,
perseguida a gritos como los ladrones;
6tenían que vivir en cuevas,
en los barrancos y entre los peñascos;
7aullaban en la maleza,
amontonados bajo los matorrales.
8Gente inútil, hijos de nadie,
indignos de vivir en el país.

9Pero ahora ellos se burlan
y hacen chistes a costa mía.
10Con repugnancia se alejan de mí,
y hasta me escupen en la cara.
11Ahora que estoy desarmado y humillado,
no me tienen ningún respeto.
12A mi lado se presentan en montón,
me hacen caer, me atacan
y procuran darme muerte.
13Me cierran el camino, para destruirme,
y nadie los detiene.
14Como por un boquete abierto en la muralla,
se lanzan sobre mí con gran estruendo.
15El terror cayó sobre mí;
mi dignidad huyó como el viento;
mi prosperidad, como una nube.

16Ya no tengo ganas de vivir;
la aflicción se ha apoderado de mí.
17El dolor me penetra hasta los huesos;
sin cesar me atormenta por las noches.
18Dios me ha agarrado por el cuello,
y con fuerza me sacude la ropa.
19Me ha arrojado en el lodo,
como si yo fuera polvo y ceniza.

20Te pido ayuda, oh Dios, y no respondes,
te suplico y no me haces caso.
21Te has vuelto cruel conmigo,
me persigues con rigor.
22Haces que el viento me arrebate,
que la tempestad me sacuda.
23Ya sé que tú quieres llevarme a la muerte,
al destino reservado a todo ser viviente.
24¿Acaso no he ayudado al pobre
y lo he salvado de su miseria?
25¿Acaso no he llorado por el que sufre,
ni tenido compasión del necesitado?
26Yo esperaba la felicidad, y vino la desdicha;
aguardaba la luz, y llegó la oscuridad.
27Mi corazón se agita sin descanso;
solo me esperan días de aflicción.
28Llevo una vida triste, sin luz de sol;
delante de todos pido ayuda.
29Parezco hermano de los chacales,
amigo de los avestruces.
30Mi piel se ha vuelto negra,
mi cuerpo arde a causa de la fiebre.
31La música de las arpas y las flautas
se convirtió para mí en llanto de dolor.

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