el cinco de marzo - San Mateo 10.26-42, Levítico 9-10 y Proverbios 23

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Hablar sin temor
(Lc 12.2-7)

San Mateo 10 26"No tengan, pues, miedo de la gente. Porque no hay nada secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. 27Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a la luz del día; y lo que les digo en secreto, grítenlo desde las azoteas de las casas. 28No tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede hacer perecer alma y cuerpo en el infierno.
29"¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita. 30En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza él los tiene contados uno por uno. 31Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos.

Reconocer a Jesucristo delante de los hombres
(Lc 12.8-9)

32"Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, yo también me declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el cielo; 33pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo.

Jesús, causa de división
(Lc 12.51-53; 14.26-27)

34"No crean que yo he venido a traer paz al mundo; no he venido a traer paz, sino guerra. 35He venido a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra; 36de modo que los enemigos de cada cual serán sus propios parientes.
37"El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no merece ser mío; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no merece ser mío; 38y el que no toma su cruz y me sigue, no merece ser mío. 39El que trate de salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará.

Premios
(Mc 9.41)

40"El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá igual premio que el profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, recibirá el mismo premio que el justo. 42Y cualquiera que le da siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser seguidor mío, les aseguro que tendrá su premio."


Aarón inicia su sacerdocio

Levítico 9 1Al octavo día Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. 2Y le dijo a Aarón: "Toma un becerro para el sacrificio por el pecado, y un carnero sin defecto para ofrecerlo en holocausto, y preséntalos ante el Señor. 3A los israelitas diles que tomen un chivo como sacrificio por el pecado, un becerro y un cordero que sean de un año y que no tengan ningún defecto, para ofrecerlos como holocaustos, 4y un toro y un carnero para matarlos ante el Señor como sacrificios de reconciliación. Que traigan también una ofrenda de cereales amasada con aceite, porque el Señor se les va a manifestar hoy."
5Los israelitas llevaron hasta delante de la tienda del encuentro lo que Moisés había ordenado, y toda la comunidad se acercó y permaneció de pie ante el Señor. 6Entonces Moisés dijo: "Esto es lo que el Señor ha ordenado. Háganlo, y el Señor se manifestará a ustedes con gran esplendor."
7Luego le dijo Moisés a Aarón: "Acércate al altar, y presenta tu sacrificio por el pecado y el animal que vas a ofrecer en holocausto para el perdón de tus pecados y de los pecados de los israelitas. Presenta también la ofrenda de los israelitas para el perdón de sus pecados, tal como el Señor lo ha ordenado."
8Aarón se acercó al altar y degolló el becerro que ofrecía por sus pecados. 9En seguida sus hijos le acercaron la sangre, y Aarón, mojando sus dedos en ella, la untó en los cuernos del altar y derramó la sangre restante al pie del altar. 10Luego quemó sobre el altar la grasa, los riñones y la parte grasosa del hígado del animal sacrificado por el pecado, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 11Pero la carne y la piel las quemó fuera del campamento.
12Aarón degolló también el animal que se ofrecía en holocausto, y sus hijos le llevaron la sangre, y con ella roció Aarón los costados del altar. 13Luego le llevaron la cabeza y los pedazos cortados del animal que se ofrecía en holocausto, y Aarón los quemó sobre el altar; 14luego lavó las vísceras y las piernas, y las quemó en el altar, lo mismo que el animal entero.
15Aarón presentó también la ofrenda por los israelitas. Tomó el chivo, que era el sacrificio por el pecado del pueblo, y lo degolló, ofreciéndolo por el pecado como había hecho con la ofrenda anterior. 16Al presentar el animal que se ofrece en holocausto, lo hizo según lo establecido. 17Luego presentó la ofrenda de cereales, de la que tomó un puñado y lo quemó sobre el altar, además de los holocaustos de la mañana.
18Aarón degolló también el toro y el carnero que los israelitas ofrecían como sacrificio de reconciliación. Sus hijos le entregaron la sangre, y él roció con ella los costados del altar. 19También le entregaron las grasas del toro y del carnero, la cola, la grasa que cubre las vísceras, los riñones y la parte grasosa del hígado, 20y pusieron las grasas junto con los pechos. Entonces Aarón quemó las grasas en el altar, 21pero con los pechos y los muslos derechos solo celebró ante el Señor el rito de presentación, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
22Aarón levantó sus manos sobre los israelitas y los bendijo, y después de haber presentado el sacrificio por el pecado, el holocausto y el sacrificio de reconciliación, se retiró del altar. 23Luego Moisés y Aarón entraron en la tienda del encuentro, y al salir bendijeron a los israelitas. Entonces el Señor se manifestó con gran esplendor a todo el pueblo: 24salió fuego de la presencia del Señor y consumió el animal que iba a ser quemado y las grasas que estaban sobre el altar.
Al ver esto, todos los israelitas lanzaron gritos de alegría y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente.

El pecado de Nadab y Abihú

Levítico 10 1Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su brasero, pusieron lumbre e incienso en ellos y ofrecieron ante el Señor un fuego extraño que él no les había ordenado. 2Entonces salió fuego de la presencia del Señor y los quemó por completo. Así murieron ante el Señor. 3Después Moisés le dijo a Aarón:
--Esto es lo que el Señor quería decir cuando dijo:
'A los que se acercan a mí les mostraré mi santidad,
y a todos los israelitas les mostraré mi gloria.'
Y Aarón se quedó callado.
4Luego Moisés llamó a Misael y a Elsafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo:
--Vengan ustedes a sacar del santuario a sus parientes, y llévenselos fuera del campamento.
5Ellos se acercaron y en sus propias túnicas se los llevaron fuera del campamento, tal como lo había ordenado Moisés.

Deberes y obligaciones de los sacerdotes

6Luego Moisés les dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar:
--No se dejen suelto el pelo ni se rasguen la ropa en señal de luto, no sea que ustedes mueran y que Dios descargue su enojo sobre la comunidad. Lo que sí deben lamentar sus hermanos de raza, todos los israelitas, es que el Señor haya tenido que provocar este incendio. 7No se alejen tampoco de la entrada de la tienda del encuentro, para que no mueran, pues ustedes han sido consagrados con el aceite del Señor.
Y tal como Moisés lo ordenó, así lo hicieron.
8Además, el Señor le habló a Aarón y le dijo:
9"Cuando tú o tus hijos tengan que entrar en la tienda del encuentro, no deberán beber vino ni bebidas fermentadas, no sea que mueran. Es una ley permanente, que pasará de padres a hijos, 10para que ustedes puedan distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, 11y puedan también instruir a los israelitas en todas las leyes que el Señor les ha dado por medio de Moisés."
12Después Moisés les dijo a Aarón y a Eleazar e Itamar, los dos hijos que le quedaban a Aarón:
--Tomen la ofrenda de cereales que ha quedado de las ofrendas quemadas al Señor, y cómanla sin levadura junto al altar, porque es una cosa santísima. 13Cómanla en un lugar sagrado, porque eso es lo que les ha tocado a ti y a tus hijos de las ofrendas que se queman en honor del Señor. Eso es lo que se me ha ordenado. 14Y el pecho, que es la ofrenda especial, y el muslo, que es la contribución, los deberán comer en un lugar puro tú, y tus hijos e hijas, porque esa es la parte que les corresponde de los sacrificios de reconciliación de los israelitas. 15El muslo, que es la contribución, y el pecho, que es la ofrenda especial, serán llevados ante el Señor y presentados como ofrenda especial, junto con las grasas que se ofrecen para ser quemadas. Esta parte será siempre tuya y de tus hijos, tal como el Señor lo ha ordenado.
16Entonces Moisés preguntó por el chivo que se sacrifica por el pecado, y se encontró con que ya lo habían quemado. Entonces se enojó con Eleazar e Itamar, los dos hijos que le quedaban a Aarón, y les dijo:
17--¿Por qué no comieron el sacrificio por el pecado en un lugar sagrado? Es una cosa santísima, y el Señor se lo dio a ustedes para que ustedes carguen con la culpa de la comunidad y obtengan del Señor el perdón de sus pecados. 18Puesto que la sangre no fue llevada al interior del santuario, ustedes tenían que haber comido el sacrificio en ese lugar sagrado, tal como yo lo había ordenado.
19Y Aarón le contestó:
--Mira, hoy han presentado ellos ante el Señor sus sacrificios por el pecado y sus holocaustos, y a mí me han sucedido cosas como estas. Si yo hubiera comido hoy del sacrificio por el pecado, ¿le habría agradado al Señor?
20Al oir esto, Moisés se dio por satisfecho.


- 6 -

Proverbios 23 1Cuando un gran señor te invite a comer,
piensa bien delante de quién te encuentras.
2Aunque tengas mucha hambre,
controla tu apetito;
3no codicies sus deliciosos manjares,
porque te puede estar engañando.

- 7 -


4No te esfuerces por hacerte rico;
deja de preocuparte por eso.
5Si te fijas bien, verás que no hay riquezas;
de pronto se van volando, como águilas,
como si les hubieran salido alas.

- 8 -


6No te sientes a la mesa de un tacaño,
ni codicies sus deliciosos manjares,
7que son como un pelo en la garganta:
él te invita a comer y beber,
pero no lo dice en serio;
8vomitarás después lo que comiste
y de nada te habrán servido tus palabras amables.

- 9 -


9No hables a oídos del necio,
pues se burlará de tus sabias palabras.

- 10 -


10No cambies de lugar los linderos antiguos,
ni invadas el terreno de los huérfanos,
11porque ellos tienen un poderoso libertador
que saldrá contra ti en su defensa.

- 11 -


12Aplica tu mente y tus oídos
a la instrucción y a los conocimientos.

- 12 -


13No dejes de corregir al joven,
que unos cuantos azotes no lo matarán;
14por el contrario, si lo corriges,
lo librarás de la muerte.

- 13 -


15Cuando alcances la sabiduría, hijo mío,
no habrá nadie más feliz que yo;
16sentiré una profunda alegría
al oírte hablar como es debido.

- 14 -


17No tengas envidia de los pecadores;
antes bien, honra siempre al Señor;
18entonces tendrás un buen fin
y tu esperanza jamás será destruida.

- 15 -


19Atiende bien, hijo mío, y aprende;
procura seguir el buen camino.
20No te juntes con los borrachos
ni con los que comen demasiado,
21pues los borrachos y los glotones acaban en la ruina,
y los perezosos se visten de harapos.

- 16 -


22Atiende a tu padre, que te engendró;
no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
23Compra la verdad y la sabiduría,
la instrucción y el entendimiento, ¡y no los vendas!
24El padre del hijo bueno y sabio
tiene razón para estar feliz y orgulloso;
25¡haz, pues, que tu padre y tu madre
se sientan felices y orgullosos!

- 17 -


26Pon toda tu atención en mí, hijo mío,
y mira con buenos ojos mi ejemplo;
27porque la mujer extraña, la prostituta,
es como un pozo profundo y angosto;
28se pone al acecho, como un ladrón,
y hace que muchos hombres se pierdan.

- 18 -


29¿Quién sufre? ¿Quién se queja?
¿Quién anda en pleitos y lamentos?
¿Quién es herido sin motivo?
¿Quién tiene turbia la mirada?
30El que no abandona jamás el vino
y anda ensayando nuevas bebidas.
31No te fijes en el vino.
¡Qué rojo se pone y cómo brilla en la copa!
¡Con qué suavidad se resbala!
32Pero al final es como una serpiente
que muerde y causa dolor.
33Te hará ver cosas extrañas,
y pensar y decir tonterías;
34te hará sentir que estás en alta mar,
recostado en la punta del palo mayor,
35y dirás:
"Me golpearon, y no lo sentí;
me azotaron, y no me di cuenta;
pero en cuanto me despierte
iré en busca de más vino."

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