el tres de febrero - San Lucas 24.1-12, Génesis 43 y Salmo 34

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Anuncio de la resurrección de Jesús
(Mt 28.1-10; Mc 16.1-8; Jn 20.1-10)

Las mujeres descansaron el sábado, conforme al mandamiento,
San Lucas 24 1pero el primer día de la semana regresaron al sepulcro muy temprano, llevando los perfumes que habían preparado. 2Al llegar, se encontraron con que la piedra que tapaba el sepulcro no estaba en su lugar; 3y entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4No sabían qué pensar de esto, cuando de pronto vieron a dos hombres de pie junto a ellas, vestidos con ropas brillantes. 5Llenas de miedo, se inclinaron hasta el suelo; pero aquellos hombres les dijeron:
--¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que está vivo? 6No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: 7que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores, que lo crucificarían y que al tercer día resucitaría.
8Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús, 9y al regresar del sepulcro contaron todo esto a los once apóstoles y a todos los demás. 10Las que llevaron la noticia a los apóstoles fueron María Magdalena, Juana, María madre de Santiago, y las otras mujeres. 11Pero a los apóstoles les pareció una locura lo que ellas decían, y no querían creerles.
12Sin embargo, Pedro se fue corriendo al sepulcro; y cuando miró dentro, no vio más que las sábanas. Entonces volvió a casa, admirado de lo que había sucedido.


Benjamín es llevado a Egipto

Génesis 43 1El hambre aumentaba en el país, 2así que cuando Jacob y sus hijos se comieron lo que les quedaba del trigo que habían llevado de Egipto, Jacob les dijo:
--Vayan otra vez y compren un poco de trigo para nosotros.
3Pero Judá le contestó:
--Aquel hombre nos dijo bien claro: 'Si no traen aquí a su hermano menor, no vengan a verme.' 4Así pues, si lo dejas ir con nosotros, iremos a comprarte trigo; 5pero si no lo dejas ir, no iremos. Aquel hombre nos dijo: 'Si no traen aquí a su hermano menor, no vengan a verme.'
6Entonces dijo Israel:
--¿Por qué me han hecho tanto mal? ¿Por qué le dijeron a ese hombre que tenían otro hermano?
7Y ellos contestaron:
--Es que él nos preguntaba mucho acerca de nosotros y de nuestra familia. Nos dijo: '¿Vive todavía su padre? ¿Tienen otro hermano?' Y nosotros no hicimos más que contestar a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos diría: 'Traigan a su hermano'?
8Judá le dijo a su padre Israel:
--Si queremos vivir, deja que vaya el muchacho bajo mi cuidado, y nos iremos en seguida. Así no moriremos ni tú, ni nosotros, ni nuestros hijos. 9Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuentas de lo que le pase. Si no te lo devuelvo en este mismo lugar, seré el culpable delante de ti para toda la vida. 10Si no nos hubiéramos demorado tanto aquí, ¡ya hubiéramos ido y venido dos veces!
11Entonces su padre les contestó:
--Puesto que no hay otro remedio, hagan esto: lleven en sus costales un regalo para ese hombre. Llévenle de lo mejor que el país produce: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras. 12Lleven también el doble del dinero, y entreguen personalmente el dinero que les devolvieron; tal vez fue un error. 13¡Vamos!, tomen a su hermano y vayan otra vez a ver a ese hombre. 14Que el Dios todopoderoso le haga tener compasión de ustedes, para que deje libre a su otro hermano y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de quedarme sin hijos, pues ¡me quedaré sin hijos!
15Los hijos de Jacob tomaron los regalos, el doble del dinero, y a Benjamín, y se fueron a Egipto. Cuando llegaron ante José, 16y José vio que Benjamín estaba con ellos, le dijo al mayordomo de su casa:
--Lleva a estos hombres a mi casa, y mata una vaca y prepárala, porque ellos comerán conmigo hoy al mediodía.
17El mayordomo hizo tal como José le ordenó, y los llevó personalmente, 18pero ellos se asustaron porque los llevaban a la casa de José, y se dijeron:
--¡Esto es un pretexto! Nos han traído aquí por el dinero que nos devolvieron la vez pasada. Van a atacarnos y hacernos trabajar como esclavos, junto con nuestros animales.
19Así que al llegar a la puerta de la casa, se acercaron al mayordomo para hablar con él, 20y le dijeron:
--¡Ay, señor! La otra vez vinimos de veras a comprar trigo, 21pero cuando llegamos al lugar donde íbamos a pasar la noche, abrimos nuestros costales, y ahí, en la boca de cada costal, estaba el dinero de cada uno de nosotros. El dinero estaba completo. Ahora lo hemos traído para devolverlo, 22y también trajimos más dinero para comprar trigo. Pero no sabemos quién puso nuestro primer dinero en los costales.
23El mayordomo contestó:
--Cálmense, no tengan miedo. El Dios de ustedes y de su padre debe de haber puesto ese dinero en sus costales, pues yo recibí el dinero que ustedes pagaron.
El mayordomo sacó a Simeón y lo llevó a donde estaban ellos; 24luego llevó a todos a la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y también dio de comer a sus asnos. 25Ellos prepararon los regalos y esperaron a que José llegara al mediodía, pues habían sabido que allí iban a comer.
26Cuando José llegó a la casa, ellos le dieron los regalos que habían traído, y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. 27José les preguntó cómo estaban, y también preguntó:
--¿Cómo está su padre, el anciano del cual me hablaron? ¿Vive todavía?
28Ellos hicieron una reverencia y dijeron:
--Nuestro padre, su servidor, está bien. Todavía vive.
29José miró a su alrededor y vio a Benjamín, su hermano de padre y madre, y dijo:
--¿Es este su hermano menor, del cual me hablaron? ¡Que Dios te bendiga, hijo mío!
Al decir esto, 30José se sintió tan emocionado de ver a su hermano, que le dieron ganas de llorar. Rápidamente entró en su cuarto, y allí se puso a llorar. 31Cuando pudo contener el llanto, se lavó la cara y salió, y dijo: "¡Sirvan ya la comida!"
32A José le sirvieron en una mesa, a los hijos de Jacob en otra, y en otra distinta a los egipcios que comían con José; porque los egipcios tenían prohibido comer junto con los hebreos. 33Los hermanos de José se sentaron cuando José así lo indicó, por orden de edad, del mayor al menor; y estaban muy sorprendidos y mirándose unos a otros. 34José les dio de comer de lo que él tenía en su propia mesa, y a Benjamín le dio mucho más que a los otros. José y sus hermanos bebieron juntos y se pusieron muy alegres.


SALMO 34 (33)

Alabanzas a la bondad del Señor


1Bendeciré al Señor a todas horas;
mis labios siempre lo alabarán.
2Yo me siento orgulloso del Señor;
¡óiganlo y alégrense, hombres humildes!
3Alabemos juntos y a una voz
la grandeza del nombre del Señor.

4Recurrí al Señor, y él me contestó,
y me libró de todos mis temores.
5Los que miran al Señor
quedan radiantes de alegría
y jamás se verán defraudados.
6Este pobre gritó, y el Señor lo oyó
y lo libró de todas sus angustias.
7El ángel del Señor protege y salva
a los que honran al Señor.
8Prueben, y vean que el Señor es bueno.
¡Feliz el hombre que en él confía!
9Honren al Señor, los consagrados a él,
pues nada faltará a los que lo honran.
10Los ricos se vuelven pobres, y sufren hambre,
pero a los que buscan al Señor nunca les faltará ningún bien.

11Vengan, hijos míos, y escúchenme:
voy a enseñarles a honrar al Señor.
12¿Quieres vivir mucho tiempo?
¿Quieres gozar de la vida?
13Pues refrena tu lengua de hablar mal,
y nunca digan mentiras tus labios.
14Aléjate de la maldad, y haz lo bueno;
busca la paz, y síguela.

15El Señor cuida de los hombres honrados
y presta oído a sus clamores.
16El Señor está en contra de los malhechores,
para borrar de la tierra su recuerdo.
17El Señor atiende al clamor del hombre honrado,
y lo libra de todas sus angustias.
18El Señor está cerca,
para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos
y han perdido la esperanza.

19El hombre honrado pasa por muchos males,
pero el Señor lo libra de todos ellos.
20Él le protege todos los huesos;
ni uno solo le romperán.
21A los malvados los mata su propia maldad;
los que odian al hombre honrado serán castigados.
22Pero el Señor salva la vida a sus siervos;
¡no serán castigados los que en él confían!

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