Lo que cuesta seguir a Cristo
(Mt 10.37-38)
San Lucas 14
25Mucha gente seguía a Jesýs; y él se volvió y dijo:
26"Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
27Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
28Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
29De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él,
30diciendo: 'Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.'
31O si algún rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil?
32Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará mensajeros a pedir la paz.
33Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.
Cuando la sal deja de estar salada
(Mt 5.13; Mc 9.50)
34"La sal es buena; pero si deja de estar salada, ¿cómo volverá a ser útil?
35No sirve ni para la tierra ni para el montón de abono. Simplemente, se la tira. Los que tienen oídos, oigan."
Isaac se va a Guerar Génesis 26
1En ese tiempo hubo una gran escasez de alimentos en toda aquella región, además de la que hubo cuando Abraham aún vivía. Por eso Isaac se fue a Guerar, donde vivía Abimélec, rey de los filisteos.
2Allí el Señor se le apareció y le dijo: "No vayas a Egipto. Quédate donde yo te diga,
3y por ahora sigue viviendo en este país. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes les voy a dar todas estas tierras. Así cumpliré la promesa que le hice a tu padre Abraham.
4Haré que tus descendientes sean tantos como las estrellas del cielo, y les daré todas estas tierras. Además, todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de tus descendientes,
5porque Abraham me obedeció y cumplió mis órdenes, mis mandamientos, mis leyes y mis enseñanzas."
6Entonces Isaac se quedó en Guerar,
7y cuando los que vivían en ese lugar le preguntaron en cuanto a Rebeca, Isaac tuvo miedo de decir que era su esposa y les dijo que era su hermana. Era tan hermosa Rebeca, que Isaac pensó que los hombres del lugar lo matarían por causa de ella.
8Pasó el tiempo y él se quedó allá. Pero un día en que Abimélec estaba mirando por la ventana, vio que Isaac acariciaba a su esposa Rebeca.
9Entonces lo mandó llamar y le dijo:
--Así que ella es tu esposa, ¿verdad? Entonces, ¿por qué dijiste que era tu hermana?
--Yo pensé que tal vez me matarían por causa de ella --contestó Isaac.
10Pero Abimélec le dijo:
--¿Por qué nos has hecho esto? Un poco más y alguno del pueblo se habría acostado con tu esposa, y tú nos habrías hecho pecar.
11Entonces Abimélec ordenó a todo su pueblo:
--Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte.
12Ese año Isaac sembró en aquel lugar y recogió muy buena cosecha, pues el Señor lo bendijo.
13Se hizo muy rico y llegó a tener muchas posesiones.
14Eran tantas sus ovejas y vacas, y tantos sus siervos, que los filisteos le tenían envidia.
15Cuando su padre Abraham aún vivía, los siervos de Abraham habían abierto pozos; pero después los filisteos los habían tapado y llenado de tierra.
16Por fin, Abimélec le dijo a Isaac:
--Vete de aquí, porque has llegado a ser más rico que nosotros.
17Isaac se fue y acampó en el valle de Guerar, y allí se quedó a vivir.
18Volvió a abrir los pozos de agua que habían sido abiertos en vida de su padre, y que los filisteos habían tapado después de su muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado.
19Un día, los siervos de Isaac estaban haciendo un pozo en el valle, y encontraron un manantial.
20Pero los pastores que cuidaban las ovejas en el valle de Guerar se pelearon con los pastores que cuidaban las ovejas de Isaac, porque decían que esa agua era de ellos. Por eso Isaac llamó a ese pozo "Pelea", pues se habían peleado por él.
21Después sus siervos abrieron otro pozo, por el que volvieron a pelear, y a ese pozo Isaac lo llamó "Enemistad".
22Isaac se fue lejos de allí, y abrió otro pozo. Como ya no pelearon por él, lo llamó "Libertad", pues dijo: "Ahora el Señor nos ha dejado en libertad de progresar en este lugar."
23De allí Isaac se fue a Beerseba.
24Esa noche el Señor se le apareció y le dijo:
"Yo soy el Dios de tu padre Abraham.
No tengas miedo; yo estoy contigo.
Por causa de mi siervo Abraham
te bendeciré y aumentaré mucho tu descendencia."
25Entonces Isaac construyó un altar allí, e invocó el nombre del Señor. Acampó en aquel lugar, y sus siervos abrieron un pozo.
Isaac y Abimélec hacen un pacto
26Un día, Abimélec vino desde Guerar para hablar con Isaac. Lo acompañaban su amigo Ahuzat, y Ficol, que era el capitán de su ejército.
27Isaac les dijo:
--Si ustedes no me quieren, y hasta me echaron de su tierra, ¿para qué vienen a verme?
28Ellos le contestaron:
--Hemos visto que el Señor está contigo, y hemos pensado proponerte que hagamos un pacto. El pacto será este:
29que tú no nos harás ningún mal, pues nosotros no te hemos molestado. Al contrario, siempre te hemos tratado bien y te despedimos en forma amistosa, y ahora el Señor te está bendiciendo.
30Entonces Isaac les hizo una gran fiesta, y ellos comieron y bebieron.
31Al día siguiente por la mañana, se levantaron y se hicieron juramentos entre sí. Luego Isaac les dijo adiós, y ellos se despidieron de él como amigos.
32Aquel mismo día, los siervos de Isaac vinieron a darle la noticia de que habían encontrado agua en el pozo que estaban abriendo.
33Isaac le puso a aquel pozo el nombre de Sebá. Por eso aquella ciudad todavía se llama Beerseba.
34Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con Judit, que era hija de Beerí el hitita. También se casó con Basemat, que era hija de otro hitita llamado Elón.
35Estas dos mujeres les amargaron la vida a Isaac y Rebeca.
SALMO 19 (18)
La gloria de Dios en la creación
1El cielo proclama la gloria de Dios;
de su creación nos habla la bóveda celeste.
2Los días se lo cuentan entre sí;
las noches hacen correr la voz.
3Aunque no se escuchan palabras
ni se oye voz alguna,
4su mensaje llega a toda la tierra,
hasta el último rincón del mundo.
Allí Dios puso un lugar para el sol,
5y este sale como un novio de la habitación nupcial,
y se alegra como un atleta al emprender su camino.
6Sale el sol por un lado del cielo
y da la vuelta hasta llegar al otro,
sin que nada pueda huir de su calor.
7La enseñanza del Señor es perfecta,
porque da nueva vida.
El mandato del Señor es fiel,
porque hace sabio al hombre sencillo.
8Los preceptos del Señor son justos,
porque traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es puro
y llena los ojos de luz.
9El temor del Señor es limpio
y permanece para siempre.
Los decretos del Señor son verdaderos,
todos ellos son justos,
10¡son de más valor que el oro fino!,
¡son más dulces que la miel del panal!
11Son también advertencias a este siervo tuyo,
y le es provechoso obedecerlas.
12¿Quién se da cuenta de sus propios errores?
¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas!
13Quítale el orgullo a tu siervo;
no permitas que el orgullo me domine.
Así seré un hombre sin tacha;
estaré libre de gran pecado.
14Sean aceptables a tus ojos
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, refugio y libertador mío.
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