el diecinueve de enero - San Lucas 9.37-62

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Jesús sana a un muchacho que tenía un espíritu impuro
(Mt 17.14-21; Mc 9.14-29)

37Al día siguiente, cuando bajaron del cerro, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. 38Y un hombre de entre la gente le dijo con voz fuerte:
--Maestro, por favor, mira a mi hijo, que es el único que tengo; 39un espíritu lo agarra, y hace que grite y que le den ataques y que eche espuma por la boca. Lo maltrata y no lo quiere soltar. 40He rogado a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido.
41Jesús contestó:
--¡Oh gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.
42Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo tiró al suelo e hizo que le diera otro ataque; pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43Y todos se quedaron admirados de la grandeza de Dios.

Jesús anuncia por segunda vez su muerte
(Mt 17.22-23; Mc 9.30-32)

Mientras todos se maravillaban de lo que Jesús hacía, él dijo a sus discípulos:
44--Oigan bien esto y no lo olviden: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45Pero ellos no entendían lo que les decía, pues todavía no se les había abierto el entendimiento para comprenderlo; además tenían miedo de pedirle a Jesús que se lo explicara.

¿Quién es el más importante?
(Mt 18.1-5; Mc 9.33-37)

46Por entonces los discípulos comenzaron a discutir quién de ellos sería el más importante. 47Jesús, al darse cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño, lo puso junto a él 48y les dijo:
--El que recibe a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Por eso, el más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante.

El que no está contra nosotros, está a nuestro favor
(Mc 9.38-40)

49Juan le dijo:
--Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre; y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.
50Jesús le contestó:
--No se lo prohíban, porque el que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

Jesús reprende a Santiago y a Juan

51Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. 52Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; 53pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. 54Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
--Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?
55Pero Jesús se volvió y los reprendió. 56Luego se fueron a otra aldea.

Para seguir a Jesús
(Mt 8.19-22)

57Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús:
--Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas. 58Jesús le contestó:
--Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
59Jesús le dijo a otro:
--Sígueme.
Pero él respondió:
--Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
60Jesús le contestó:
--Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios.
61Otro le dijo:
--Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa.
62Jesús le contestó:
--El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios.

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