el once de enero - San Lucas 10.21-42, Génesis 18 y Salmo 11

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Solo el Hijo sabe quién es el Padre
(Mt 11.25-27; 13.16-17)

San Lucas 10 21En aquel momento, Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido.
22"Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer."
23Volviéndose a los discípulos, les dijo a ellos solos: "Dichosos quienes vean lo que ustedes están viendo; 24porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oir esto que ustedes oyen, y no lo oyeron."

Parábola del buen samaritano

25Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntó:
--Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
26Jesús le contestó:
--¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
27El maestro de la ley contestó:
--'Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente'; y, 'ama a tu prójimo como a ti mismo.'
28Jesús le dijo:
--Has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida.
29Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:
--¿Y quién es mi prójimo?
30Jesús entonces le contestó:
--Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. 32También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. 33Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. 34Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: 'Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva.' 36Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
37El maestro de la ley contestó:
--El que tuvo compasión de él.
Jesús le dijo:
--Pues ve y haz tú lo mismo.

Jesús en casa de Marta y María

38Jesús siguió su camino y llegó a una aldea, donde una mujer llamada Marta lo hospedó. 39Marta tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. 40Pero Marta, que estaba atareada con sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo:
--Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.
41Pero Jesús le contestó:
--Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas por demasiadas cosas, 42pero solo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar.


Dios promete un hijo a Abraham

Génesis 18 1El Señor se le apareció a Abraham en el bosque de encinas de Mamré, mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña, como a mediodía. 2Abraham levantó la vista y vio que tres hombres estaban de pie frente a él. Al verlos, se levantó rápidamente a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, 3y dijo:
--Mi señor, por favor le suplico que no se vaya en seguida. 4Si a usted le parece bien, voy a pedir un poco de agua para que se laven los pies y luego descansen un rato bajo la sombra del árbol. 5Ya que han pasado por donde vive este servidor suyo, les voy a traer algo de comer para que repongan sus fuerzas antes de seguir su camino.
--Bueno, está bien --contestaron ellos.
6Abraham entró en su tienda de campaña y le dijo a Sara:
--¡Rápido! Toma unos veinte kilos de la mejor harina y haz unos panes.
7Luego Abraham corrió a donde estaba el ganado, escogió el mejor de los becerros, y se lo dio a uno de sus sirvientes, quien lo preparó inmediatamente para la comida. 8Además del becerro, Abraham les ofreció cuajada y leche, y estuvo atento a servirles mientras ellos comían debajo del árbol.
9Al terminar de comer, los visitantes le preguntaron a Abraham:
--¿Dónde está tu esposa Sara?
--Allí, en la tienda de campaña --respondió él.
10Entonces uno de ellos dijo:
--El año próximo volveré a visitarte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo.
Mientras tanto, Sara estaba escuchando toda la conversación a espaldas de Abraham, a la entrada de la tienda. 11Abraham y Sara ya eran muy ancianos, y Sara había dejado de tener sus periodos de menstruación. 12Por eso Sara no pudo aguantar la risa, y pensó: "¿Cómo voy a tener este gusto, ahora que mi esposo y yo estamos tan viejos?" 13Pero el Señor le dijo a Abraham:
--¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que puede tener un hijo a pesar de su edad? 14¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? El año próximo volveré a visitarte, y para entonces Sara tendrá un hijo.
15Al escuchar esto, Sara tuvo miedo y quiso negar. Por eso dijo:
--Yo no me estaba riendo.
Pero el Señor le contestó:
--Yo sé que te reíste.

Abraham pide a Dios por Sodoma

16Después los visitantes se pusieron de pie y empezaron a caminar hacia la ciudad de Sodoma. Abraham los acompañó para despedirse de ellos. 17Entonces el Señor pensó: "Debo decirle a Abraham lo que voy a hacer, 18ya que él va a ser el padre de una nación grande y fuerte. Le he prometido bendecir por medio de él a todas las naciones del mundo. 19Yo lo he escogido para que mande a sus hijos y descendientes que obedezcan mis enseñanzas y hagan todo lo que es bueno y correcto, para que yo cumpla todo lo que le he prometido." 20Así que el Señor le dijo:
--La gente de Sodoma y Gomorra tiene tan mala fama, y su pecado es tan grave, 21que ahora voy allá, para ver si en verdad su maldad es tan grande como se me ha dicho. Así lo sabré.
22Dos de los visitantes se fueron de allí a Sodoma, pero Abraham se quedó todavía ante el Señor. 23Se acercó un poco más a él, y le preguntó:
--¿Vas a destruir a los inocentes junto con los culpables? 24Tal vez haya cincuenta personas inocentes en la ciudad. A pesar de eso, ¿destruirás la ciudad y no la perdonarás por esos cincuenta? 25¡No es posible que hagas eso de matar al inocente junto con el culpable, como si los dos hubieran cometido los mismos pecados! ¡No hagas eso! Tú, que eres el Juez supremo de todo el mundo, ¿no harás justicia?
26Entonces el Señor le contestó:
--Si encuentro cincuenta inocentes en la ciudad de Sodoma, por ellos perdonaré a todos los que viven allí.
27Pero Abraham volvió a decirle:
--Perdona que sea yo tan atrevido al hablarte así, pues tú eres Dios y yo no soy más que un simple hombre; 28pero tal vez falten cinco inocentes para completar los cincuenta. ¿Solo por faltar esos cinco vas a destruir toda la ciudad?
Y el Señor contestó:
--Si encuentro cuarenta y cinco inocentes, no la destruiré.
29--Tal vez haya solo cuarenta inocentes... --insistió Abraham.
--Por esos cuarenta, no destruiré la ciudad --dijo el Señor.
30Pero Abraham volvió a suplicar:
--Te ruego que no te enojes conmigo por insistir tanto en lo mismo, pero tal vez encuentres solamente treinta...
Y el Señor volvió a decirle:
--Hasta por esos treinta, perdonaré a la ciudad.
31Abraham siguió insistiendo:
--Mi Señor, he sido muy atrevido al hablarte así, pero, ¿qué pasará si encuentras solamente veinte inocentes?
Y el Señor respondió:
--Por esos veinte, no destruiré la ciudad.
32Todavía insistió Abraham:
--Por favor, mi Señor, no te enojes conmigo, pero voy a hablar tan solo esta vez y no volveré a molestarte: ¿qué harás, en caso de encontrar únicamente diez?
Y el Señor le dijo:
--Hasta por esos diez, no destruiré la ciudad.
33Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se fue de allí; y Abraham regresó a su tienda de campaña.


SALMO 11 (10)

Plena confianza en el Señor


1Yo busco mi refugio en el Señor.
Es por demás que me digan:
"Huye a los montes, como las aves.
2Fíjate en los malvados:
ponen la flecha en la cuerda,
tensan el arco
y, desde un lugar escondido,
disparan contra los hombres honrados.
3Y cuando las bases mismas se vienen abajo,
¿qué puede hacer el hombre honrado?"

4El Señor está en su santo templo.
El Señor tiene su trono en el cielo,
y con ojos bien abiertos
vigila atentamente a los hombres.
5El Señor vigila a justos y a malvados,
y odia con toda su alma
a los que aman la violencia.
6El Señor hará llover sobre los malos
brasas, fuego y azufre,
y traerá un viento que todo lo quemará.
¡El Señor les dará su merecido!
7El Señor es justo y ama lo que es justo;
¡por eso lo verán cara a cara los sinceros!

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