el diecisiete de diciembre - Filipenses 4, Ezequiel 24 e Isaías 52

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Filipenses 4 1Por eso, mis queridos hermanos, a quienes tanto deseo ver; ustedes, amados míos, que son mi alegría y mi premio, sigan así, firmes en el Señor.

Recomendaciones particulares

2Ruego a Evodia, y también a Síntique, que se pongan de acuerdo como hermanas en el Señor. 3Y a ti, mi fiel compañero de trabajo, te pido que ayudes a estas hermanas, pues ellas lucharon a mi lado en el anuncio del evangelio, junto con Clemente y los otros que trabajaron conmigo. Sus nombres ya están escritos en el libro de la vida.

Recomendaciones generales

4Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! 5Que todos los conozcan a ustedes como personas bondadosas. El Señor está cerca.
6No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. 7Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.
8Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.
9Sigan practicando lo que les enseñé y las instrucciones que les di, lo que me oyeron decir y lo que me vieron hacer: háganlo así y el Dios de paz estará con ustedes.

Agradecimientos

10Me alegro mucho en el Señor de que ustedes hayan vuelto a pensar en mí. No quiero decir que me hubieran olvidado, sino que no tenían la oportunidad de ayudarme. 11No lo digo porque yo esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. 12Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. 13A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece. 14Sin embargo, ustedes hicieron bien compartiendo mis dificultades.
15Cuando partí de Macedonia, al comenzar a anunciar el evangelio, fueron ustedes, los de la iglesia de Filipos, los únicos con quienes tuve este intercambio de bienes. 16Pues incluso estando yo en Tesalónica, más de una vez ustedes me enviaron ofrendas para mis necesidades. 17No es que yo esté cobrándoles nada; lo que quiero es que ustedes lleguen a tener más en su cuenta delante de Dios. 18Acuso recibo de todo, y hasta tengo de sobra. Con lo que me enviaron por medio de Epafrodito, tengo más que suficiente. Lo que me enviaron fue como una ofrenda de incienso perfumado, un sacrificio que Dios recibe con agrado. 19Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. 20¡Gloria para siempre a nuestro Dios y Padre! Amén.

Despedida

21Saluden de mi parte a todos los que pertenecen al pueblo santo por Jesucristo. Los hermanos que están conmigo les mandan saludos. 22También les mandan saludos todos los que pertenecen al pueblo santo, y especialmente los del servicio del emperador romano.
23Que el Señor Jesucristo derrame su gracia sobre ustedes.


Imagen de la olla

Ezequiel 24 1El día diez del mes décimo del año noveno, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: 2"Anota esta fecha, la fecha de hoy, porque hoy el rey de Babilonia ha atacado Jerusalén. 3Y recítale a este pueblo rebelde un poema que le sirva de ejemplo. Dile de mi parte:

'Pon una olla al fuego y échale agua;
4pon en ella pedazos de carne,
buenos pedazos de pierna y de lomo,
y también lo mejor de los huesos.
5Toma luego una de las mejores ovejas,
y amontona leña debajo
para que hierva bien,
hasta que queden cocidos los huesos.

6'Porque el Señor dice:
¡Ay de la ciudad asesina!
Es como una olla enmohecida,
a la que el moho no se le quita.
Saca tú, uno a uno, los pedazos de carne,
hasta dejar la olla vacía.
7La ciudad está llena de la sangre derramada;
y derramada, no sobre la tierra
para que el polvo la cubriera,
sino sobre la roca desnuda.
8Pues yo voy a dejar la sangre allí,
sobre la roca desnuda,
de manera que no se pueda cubrir,
para que mi ira se encienda
y se haga justicia.

9'Porque el Señor dice:
¡Ay de la ciudad asesina!
Yo mismo voy a hacer una hoguera.
10Y tú trae mucha leña, enciende el fuego
y cuece bien la carne,
hasta que se acabe el caldo y se quemen los huesos;
11pon luego la olla vacía sobre el fuego,
hasta que el cobre se ponga al rojo vivo
y quede limpio de sus impurezas;
¡hasta que el moho desaparezca!
12Sin embargo, tan enmohecido está
que no se limpia ni con fuego.

13'Jerusalén, yo he querido limpiarte de la impureza de tu libertinaje, pero no has quedado limpia. Solo quedarás limpia cuando descargue mi ira sobre ti. 14Yo, el Señor, lo he dicho, y así será. Yo mismo voy a hacerlo, y no dejaré de cumplirlo; no tendré compasión ni me arrepentiré. Te castigaré por tu conducta y tus acciones. Yo, el Señor, lo afirmo.'  "

Muerte de la esposa de Ezequiel

15El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 16"Voy a quitarte de un solo golpe a la persona que tú más quieres. Pero no te lamentes ni llores; no derrames lágrimas. 17Sufre en silencio y no guardes luto como se hace por los muertos. No andes con la cabeza descubierta ni vayas descalzo; no te cubras la cara en señal de dolor ni comas el pan que se come en tales casos."
18Por la mañana estuve hablando con la gente, y por la tarde murió mi esposa; a la mañana siguiente hice lo que el Señor me había ordenado. 19Entonces la gente del pueblo me dijo: "Explícanos qué quiere decir para nosotros eso que estás haciendo."
20Yo les dije: "El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 21'Dile al pueblo de Israel: Esto dice el Señor: Voy a profanar mi templo, que a ustedes tanto les gusta mirar y tanto quieren, y que es su orgullo y su fuerza; los hijos e hijas que ustedes dejaron en Jerusalén morirán asesinados. 22Y diles: Ustedes harán lo mismo que yo he hecho: no podrán cubrirse la cara en señal de dolor, ni comer el pan que se come en tales casos. 23No podrán llevar la cabeza descubierta ni los pies descalzos. No se lamentarán ni llorarán. Quedarán sin fuerzas por culpa de sus maldades, y se pondrán a lamentarse unos con otros. 24Ezequiel será para ustedes un ejemplo, y todo lo que él hizo lo harán ustedes. Cuando esto suceda, reconocerán que yo soy el Señor.
25'Y ahora voy a quitarles a los israelitas su fortaleza, que es el templo, con cuya belleza se alegran tanto, y que tanto les gusta mirar y tanto quieren. También les quitaré a sus hijos e hijas. 26Y en ese día, el que pueda escapar vendrá a darte la noticia. 27Ese día dejarás de estar mudo, y podrás hablar con el que haya escapado. Servirás así de ejemplo al pueblo, y ellos reconocerán que yo soy el Señor.'  "


Anuncio de liberación a Jerusalén

Isaías 52 1Despierta, Sión, despierta,
ármate de fuerza;
Jerusalén, ciudad santa,
vístete tu ropa más elegante,
porque los paganos, gente impura,
no volverán a entrar en ti.
2Levántate, Jerusalén,
sacúdete el polvo,
siéntate en el trono.
Sión, joven prisionera,
quítate ya el yugo del cuello.

3El Señor dice:
"Ni un centavo recibí
cuando ustedes fueron llevados como esclavos;
pues ni un centavo daré
ahora que yo los rescate.
4Al principio mi pueblo fue a Egipto
y vivió allí como extranjero;
después Asiria lo oprimió sin motivo.
5Y ahora, ¿qué es lo que veo?
Sin motivo se han llevado mi pueblo a Babilonia.
Quienes lo dominan, gritan orgullosos
y me ofenden sin cesar.
6Pero vendrá el día en que mi pueblo reconozca
y sepa que yo, que le he hablado, soy el Señor."

7¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas
al que trae buenas noticias,
al que trae noticias de paz,
al que anuncia la liberación
y dice a Sión: "Tu Dios es rey"!
8¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz
y a una dan gritos de triunfo,
porque ven con sus propios ojos
cómo vuelve el Señor a Sión.
9¡Estallen en gritos de triunfo,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo,
ha liberado a Jerusalén!
10El Señor ha mostrado su poder
a la vista de todas las naciones.
Por toda la tierra se sabrá
que nuestro Dios nos ha salvado.
11¡Salgan, salgan ya de Babilonia,
no toquen nada impuro,
salgan ya de Babilonia!
¡Consérvense limpios
los que transportan los utensilios del Señor!
12Pero no tendrán que salir a toda prisa,
no tendrán que salir huyendo,
porque el Señor, el Dios de Israel,
los protegerá por todos lados.

Sufrimientos y triunfo del siervo del Señor


13Mi siervo tendrá éxito,
será levantado y puesto muy alto.
14Así como muchos se asombraron de él,
al ver su semblante, tan desfigurado
que había perdido toda apariencia humana,
15así también muchas naciones se quedarán admiradas;
los reyes, al verlo, no podrán decir palabra,
porque verán y entenderán
algo que nunca habían oído.

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