el cinco de noviembre - 2 Timoteo 1, Jeremías 5-6 y Salmo 121

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Segunda carta de San Pablo a
TIMOTEO

Saludo

2 Timoteo 1 1Pablo, apóstol de Cristo Jesús, enviado por voluntad de Dios de acuerdo con la promesa de vida que se obtiene por medio de Cristo Jesús, 2saluda al querido hijo Timoteo. Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Señor derramen su gracia, su misericordia y su paz sobre ti.

Acción de gracias

3Al recordarte siempre en mis oraciones de día y de noche, doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia, como sirvieron también mis antepasados. 4Me acuerdo siempre de tus lágrimas, y quisiera verte para llenarme de alegría. 5Porque me acuerdo de la fe sincera que tienes. Primero la tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro de que también tú la tienes.

No avergonzarse del evangelio

6Por eso te recomiendo que avives el fuego del don que Dios te dio cuando te impuse las manos. 7Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio. 8No te avergüences, pues, de dar testimonio a favor de nuestro Señor; ni tampoco te avergüences de mí, preso por causa suya. Antes bien, con las fuerzas que Dios te da, acepta tu parte en los sufrimientos que vienen por causa del evangelio. 9Dios nos salvó y nos ha llamado a formar un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque ese fue su propósito y por la bondad que ha tenido con nosotros desde la eternidad, por Cristo Jesús. 10Esa bondad se ha mostrado gloriosamente ahora en Cristo Jesús nuestro Salvador, que destruyó el poder de la muerte y que, por el evangelio, sacó a la luz la vida inmortal.
11Dios me ha encargado de anunciar este mensaje, y me ha enviado como apóstol y maestro. 12Precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado.
13Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el amor que tenemos gracias a Cristo Jesús. 14Con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida de la buena doctrina que se te ha encomendado.
15Como ya sabes, todos los de la provincia de Asia me abandonaron; entre ellos, Figelo y Hermógenes. 16Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me trajo alivio y no se avergonzó de que yo estuviera preso. 17Al contrario, apenas llegó a Roma se puso a buscarme sin descanso, hasta que me encontró. 18Que el Señor le permita encontrar su misericordia en aquel día. Tú ya sabes muy bien cuánto nos ayudó en Éfeso.


Pecado de Jerusalén

Jeremías 5 1El Señor dice:
"Recorran las calles de Jerusalén,
miren bien, busquen por las plazas,
a ver si encuentran a alguien
que actúe con justicia,
que quiera ser sincero.
Si lo encuentran, perdonaré a Jerusalén.
2Hay quienes juran por la vida del Señor,
pero juran en falso."

3Señor, lo que tú buscas es gente sincera.
Los castigaste, pero no les dolió;
los arruinaste, pero no quisieron aprender.
Tercos, más duros que la piedra,
no quisieron volver al buen camino.
4Yo pensé:
Solo los pobres se comportan como tontos,
porque no saben lo que el Señor quiere,
lo que su Dios ordena.
5Me dirigiré a la gente importante
y les hablaré.
Ellos, sin duda, sabrán lo que el Señor quiere,
lo que su Dios ordena.
Pero todos se habían rebelado contra Dios,
se habían negado a obedecerle.
6Por eso saldrán leones de la selva y los matarán,
los lobos del desierto los despedazarán,
los leopardos los atacarán junto a sus ciudades
y los harán pedazos cuando salgan;
porque han cometido muchos pecados,
numerosas traiciones.

7El Señor dice:
"¿Cómo voy a perdonarte todo esto?
Tus hijos me han abandonado,
y juran por dioses que no son dioses.
Les di comida en abundancia,
pero me fueron infieles
y en masa se entregaron a la prostitución.
8Como caballos sementales en celo,
relinchan por la mujer de su prójimo.
9¿Y no los he de castigar por estas cosas?
¿No he de dar su merecido a un pueblo así?
10¡Que sus enemigos entren y arrasen el viñedo,
aunque no lo destruyan del todo!
¡Que le arranquen las ramas,
porque ya no es mi viñedo!
11¡Israel y Judá me han traicionado!
Yo, el Señor, lo afirmo."

Anuncio del castigo


12Israel y Judá han negado al Señor;
han dicho: "Dios no cuenta.
Nada malo va a pasarnos,
no tendremos ni guerra ni hambre."
13-14Los profetas son puro viento,
pues la palabra del Señor no está en ellos.

Pues bien, esto me ha dicho
el Señor, el Dios todopoderoso:
"Por decir ellos esas cosas,
esto es lo que les sucederá:
Voy a hacer que mis palabras
sean en tu boca como fuego,
y que el pueblo sea como leña,
y que ese fuego lo devore."

15El Señor afirma:
"Israel, voy a traer contra ti
un pueblo que viene de lejos,
un pueblo fuerte y muy antiguo.
Tú no conoces su idioma
ni entiendes lo que dicen.
16Todos ellos son guerreros valientes,
y sus armas significan la muerte.
17Se comerán tus cosechas, tu pan,
y aun devorarán a tus hijos y a tus hijas.
Se comerán tus ovejas, tus reses,
tus viñas y tus higueras.
Con sus armas destruirán
las ciudades fortificadas en que tú confías."

18El Señor afirma: "En ese tiempo, sin embargo, no los destruiré por completo. 19Cuando te pregunten: '¿Por qué nos hizo todo esto el Señor nuestro Dios?', respóndeles: 'Así como abandonaron al Señor y se pusieron a servir a dioses extranjeros en su propia tierra, así también tendrán que servir a gente extranjera en una tierra ajena.'

Advertencia a Israel


20"Avisen al reino de Israel,
y digan a Judá:
21'Oye esto, pueblo tonto y estúpido,
que tiene ojos y no ve,
que tiene oídos y no oye.
22Yo, el Señor, digo:
¿Es que ustedes no me temen?
¿Es que no tiemblan delante de mí?
Yo puse la playa como límite del mar,
un límite que el mar no puede pasar.
Sus olas se agitan impotentes
y rugen, pero no pueden pasarlo.
23Ustedes tienen un corazón terco y rebelde;
me abandonaron y se fueron.
24No reflexionaron ni dijeron:
Respetemos al Señor nuestro Dios,
que a su debido tiempo nos da la lluvia
en otoño y primavera,
y nos reserva el tiempo señalado para la cosecha.
25Pero el pecado de ustedes ha cambiado las cosas,
y no pueden disfrutar de esos beneficios.
26Porque hay en mi pueblo hombres malos
que acechan como cazadores de pájaros,
que ponen trampas para atrapar a los demás.
27Llenan sus casas de objetos robados,
como se llenan de pájaros las jaulas.
Así se hicieron poderosos y ricos,
28y están gordos y bien alimentados.
Su maldad no tiene límites:
no hacen justicia al huérfano
ni reconocen el derecho de los pobres.
29¿No los he de castigar por estas cosas?
¿No he de dar su merecido a gente así?
Yo, el Señor, lo afirmo.

30'Algo terrible, espantoso,
está pasando en este país.
31Lo que anuncian los profetas es mentira;
los sacerdotes gobiernan a su antojo,
¡y mi pueblo así lo quiere!
Pero, ¿qué harán ustedes cuando llegue el fin?'  "

El enemigo rodea a Jerusalén

Jeremías 6 1¡Gentes de la región de Benjamín,
¡busquen refugio, huyan de Jerusalén!
Toquen la trompeta en Tecoa,
levanten una señal en Bet-haquérem,
porque una desgracia, una gran calamidad,
amenaza desde el norte.
2La hija de Sión es como una bella pradera que será destruida,
3a donde van los pastores con sus rebaños;
acampan a su alrededor
y cada rebaño pasta por su lado.
4Sus enemigos dicen:
"¡Prepárense a pelear contra ella!
¡Vengan, ataquémosla a mediodía!
Pero, ¡qué lástima!,
ya es tarde, y las sombras se alargan.
5¡Entonces ataquémosla de noche
y destruyamos sus torres!"

6El Señor todopoderoso ha dado esta orden:
"¡Corten árboles y construyan una rampa
para atacar a Jerusalén!
La ciudad está condenada al castigo,
porque está llena de opresión.
7De Jerusalén brota la maldad
como de un pozo brota el agua.
No se oye en ella más que violencia y atropellos;
no veo en ella más que heridas y dolor.
8Escarmienta, Jerusalén,
porque si no, me apartaré de ti disgustado,
te convertiré en un desierto,
te dejaré sin habitantes."

Anuncio del castigo


9El Señor todopoderoso dice:
"A los israelitas que queden
los van a buscar y rebuscar,
como se rebusca entre las ramas de un viñedo
hasta que no queda ninguna uva."

10Yo respondí: "¿Quién me va a oir,
si les hablo y les doy este aviso?
Tienen tapados los oídos, Señor,
y no pueden escuchar;
se burlan de tu palabra,
no les agrada.
11Estoy lleno de tu ira, Señor;
ya no puedo contenerla."

El Señor me dijo:
"Derrámala sobre los muchachos en la calle,
sobre las pandillas de jóvenes.
Se llevarán presos a los maridos con sus esposas
y a los ancianos cargados de años.
12Sus casas, sus campos y sus esposas
pasarán a ser de otros.
Porque voy a levantar mi mano
para castigar a los que viven en este país.
Yo, el Señor, lo afirmo.

13"Todos, grandes y pequeños,
solo piensan en las ganancias mal habidas;
profetas y sacerdotes,
todos cometen fraudes.
14Tratan por encima las heridas de mi pueblo;
dicen que todo está bien,
cuando todo está tan mal.
15¡Debería darles vergüenza
de hacer esas cosas que no soporto!
Pero no, no sienten vergüenza,
¡ya ni saben lo que es avergonzarse!
Por eso, cuando yo los castigue,
tropezarán y caerán como los otros.
Yo, el Señor, lo digo."

Rebeldía de Israel


16El Señor dice a su pueblo:
"Párense en los caminos y miren,
pregunten por los senderos antiguos,
dónde está el mejor camino;
síganlo y encontrarán descanso."
Pero ellos dicen: "No, no queremos seguirlo."

17El Señor puso centinelas, y dijo al pueblo:
"Pongan atención a la señal de alarma."
Pero el pueblo dijo: "No queremos hacer caso."

18Por eso dice el Señor:
"Escuchen, naciones,
sepan lo que va a pasarle a mi pueblo.
19Escucha, tierra:
Voy a traer a este pueblo una desgracia
que es consecuencia de sus planes malvados;
porque no hicieron caso de mis palabras,
sino que despreciaron mi ley.
20¿Para qué me traen ustedes incienso de Sabá
y plantas olorosas de países lejanos?
A mí no me agradan sus holocaustos
ni sus otros sacrificios."

21Por eso, el Señor dice:
"Voy a hacer que este pueblo tropiece y caiga.
Padres e hijos, vecinos y amigos,
morirán por igual."

Invasión desde el norte


22El Señor dice:
"Desde lejanas tierras del norte
se prepara a venir una nación poderosa.
23Están armados de arcos y espadas;
son crueles, no tienen compasión;
sus gritos son como el estruendo del mar,
y van montados a caballo.
Están listos para la batalla contra Sión."

24En Jerusalén la gente dice:
"Hemos oído la noticia,
y el miedo nos ha dejado sin fuerzas;
sentimos angustia y dolor,
como una mujer de parto.
25¡No salgan al campo,
no vayan por los caminos!
¡El enemigo está armado;
hay terror por todas partes!"

26¡Hija de mi pueblo, ponte ropas ásperas
en señal de dolor;
revuélcate en la ceniza,
ponte de luto y llora amargamente,
como cuando se muere un hijo único;
porque el que nos va a destruir
vendrá muy pronto contra nosotros!

27El Señor me dijo: "Te encargo que pongas a prueba a mi pueblo. Examínalo, para ver cuál es su conducta."

28Todos ellos, Señor, son muy rebeldes;
son gente chismosa y pervertida;
no son más que bronce y hierro.
29Cuando el fuelle sopla con fuerza,
hace que el fuego derrita el plomo.
De nada sirve que a ellos se les refine,
pues los malvados no desaparecen.
30Habrá que llamarlos "plata de desecho",
porque tú, Señor, los has desechado.


SALMO 121 (120)

El Señor es tu protector


1Al contemplar las montañas me pregunto:
"¿De dónde vendrá mi ayuda?"
2Mi ayuda vendrá del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

3¡Nunca permitirá que resbales!
¡Nunca se dormirá el que te cuida!
4No, él nunca duerme;
nunca duerme el que cuida de Israel.
5El Señor es quien te cuida;
el Señor es quien te protege,
quien está junto a ti para ayudarte.
6El sol no te hará daño de día,
ni la luna de noche.

7El Señor te protege de todo peligro;
él protege tu vida.
8El Señor te protege en todos tus caminos,
ahora y siempre.

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