el veintitrés de septiembre - 1 Juan 1, 2 Crónicas 34 y Salmo 89.19-37

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Primera carta de
SAN JUAN

La palabra de vida

1 Juan 1 1Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida. 2Esta vida se manifestó: nosotros la vimos y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes esta vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos ha manifestado. 3Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4Escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.

Liberación del pecado

5Este es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que les anunciamos a ustedes: que Dios es luz y que en él no hay ninguna oscuridad. 6Si decimos que estamos unidos a él, y al mismo tiempo vivimos en la oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. 7Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros; 9pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. 10Si decimos que no hemos cometido pecado, hacemos que Dios parezca mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra.


Reinado de Josías
(2  R 22.1-2)

2 Crónicas 34 1Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. 2Los hechos de Josías fueron rectos a los ojos del Señor, pues siguió la conducta de David, su antepasado, sin desviarse de ella para nada.

Reformas de Josías

3En el octavo año de su reinado, siendo todavía joven, Josías empezó a buscar al Dios de su antepasado David. Y en el año doce de su reinado comenzó a purificar a Judá y Jerusalén de los santuarios en lugares altos, las imágenes de Aserá, los ídolos y las estatuas de metal fundido, 4y fueron destruidos en su presencia los altares de las diversas representaciones de Baal. Además, Josías mandó destrozar los altares para incienso que había encima. También mandó hacer pedazos las imágenes de Aserá, los ídolos y las estatuas de metal fundido; los hizo polvo, que luego esparció sobre las tumbas de quienes les habían ofrecido sacrificios. 5Además quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y así purificó a Judá y Jerusalén. 6Hizo lo mismo en las ciudades de Manasés, Efraín y Simeón, y hasta Neftalí, en las plazas de todas sus ciudades. 7Derribó los altares, las imágenes de Aserá y los ídolos, haciéndolos polvo, y destruyó todos los altares para incienso en todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén.

Se encuentra el libro de la ley
(2  R 22.3--23.3)

8En el año dieciocho de su reinado, después de haber purificado el país y el templo, envió a Safán, hijo de Asalías, a Amasías, alcalde de la ciudad, y a su secretario Joah, hijo de Joacaz, a reparar el templo del Señor su Dios. 9Entonces estos fueron a ver al sumo sacerdote Hilquías y le entregaron el dinero que había sido llevado al templo de Dios y que los levitas porteros habían recogido en Manasés y Efraín, de la gente que había quedado en Israel, lo mismo que de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén. 10Luego se lo entregaron a los encargados de las obras del templo del Señor, para que ellos a su vez pagaran a los que trabajaban en la reparación del templo. 11Entregaron el dinero a los carpinteros y maestros de obras, para que compraran piedras de cantería y madera para los amarres y para poner vigas a los edificios que los reyes de Judá habían dejado derruir.
12-13Estos hombres hacían su trabajo fielmente, y los que estaban al frente de ellos eran los levitas Jáhat y Abdías, descendientes de Merarí, y Zacarías y Mesulam, descendientes de Quehat, que eran los jefes. Ellos estaban también al frente de los cargueros, y dirigían a todos los que trabajaban en la obra. Todos los levitas eran músicos, y algunos de ellos eran cronistas, comisarios o porteros.
14Cuando sacaban el dinero que había sido llevado al templo del Señor, el sacerdote Hilquías encontró el libro de la ley del Señor, dada por medio de Moisés. 15En seguida le contó a Safán, el cronista, que había encontrado el libro de la ley en el templo del Señor; y le entregó el libro a Safán, 16quien lo llevó al rey y le informó del asunto, diciéndole:
--Los servidores de Su Majestad están haciendo todo lo que se les encargó. 17Han fundido la plata que había en el templo, y la han entregado a los que dirigen las obras y a los encargados de estas.
18También informó Safán al rey de que el sacerdote Hilquías le había entregado un libro; y lo leyó Safán al rey. 19Al escuchar el rey lo que decía el libro de la ley, se rasgó la ropa, 20y en seguida ordenó a Hilquías, a Ahicam, hijo de Safán, a Abdón, hijo de Micaías, a Safán, el cronista, y a Asaías, oficial del rey:
21--Vayan a consultar al Señor por mí y por la gente que queda en Israel y en Judá, en cuanto al contenido de este libro que se ha encontrado; pues el Señor debe estar muy furioso con nosotros, ya que nuestros antepasados no prestaron atención a lo que dijo el Señor, ni pusieron en práctica todo lo que está escrito en este libro.
22Hilquías y los que el rey nombró fueron a ver a la profetisa Huldá, esposa de Salum, hijo de Ticvá y nieto de Harhás, encargado del guardarropa del templo. Huldá vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén, y cuando le hablaron, 23ella les contestó:
--Esta es la respuesta del Señor, Dios de Israel: 'Díganle a la persona que los ha enviado a consultarme, 24que yo, el Señor, digo: Voy a acarrear un desastre sobre este lugar y sobre sus habitantes, conforme a todas las maldiciones que están escritas en el libro que han leído delante del rey de Judá. 25Pues me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocando mi irritación con todas sus prácticas; por eso se ha encendido mi ira contra este lugar, y no se apagará. 26Díganle, pues, al rey de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, que el Señor, el Dios de Israel, dice también: Por haber prestado atención a lo que has oído, 27y porque te has conmovido y sometido a mí al escuchar mi declaración contra este lugar y sus habitantes, por haberte humillado ante mí, haberte rasgado la ropa y haber llorado ante mí, yo también por mi parte te he escuchado. Yo, el Señor, te lo digo. 28Yo te concederé morir en paz y reunirte con tus antepasados, sin que llegues a ver el desastre que voy a acarrear sobre este lugar y sobre sus habitantes.'
Los enviados del rey regresaron para llevarle a este la respuesta. 29Entonces el rey mandó llamar a todos los ancianos de Judá y Jerusalén, para que se reunieran. 30Luego el rey y todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y los sacerdotes, los levitas y la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande, fueron al templo del Señor. Allí el rey les leyó en voz alta todo lo que decía el libro de la alianza que había sido encontrado en el templo del Señor. 31Luego el rey se puso de pie junto a su columna, y se comprometió ante el Señor a obedecerle, a poner en práctica fielmente y con toda sinceridad sus mandamientos, mandatos y leyes, y a cumplir las condiciones de la alianza que estaban escritas en el libro. 32Después hizo que toda la gente de Jerusalén y de Benjamín que se encontraba allí se comprometiera a cumplirla. Y los habitantes de Jerusalén cumplieron la alianza de Dios, el Dios de sus antepasados. 33Josías suprimió las infames prácticas que había en todos los territorios de los israelitas, e hizo que todos los que se encontraban en Israel dieran culto al Señor su Dios. Y mientras él vivió, no se apartaron del Señor, Dios de sus antepasados.


Salmo 89 19En otro tiempo hablaste en una visión,
y dijiste a tus siervos fieles:
"He escogido a un valiente de mi pueblo,
lo he puesto en alto y lo he ayudado.
20¡He encontrado a mi siervo David!
Con mi aceite sagrado lo he designado rey,
21y nunca le faltará mi ayuda.
Con mi poder lo fortaleceré,
22y no lo atacarán sus enemigos
ni lo vencerán los malvados.
23Aplastaré a sus enemigos;
¡los quitaré de su vista!
¡Destrozaré a los que lo odian!
24Él contará con mi amor y fidelidad,
y por mí aumentará su poder.
25Afirmaré su poder y dominio
desde el Mediterráneo hasta el Éufrates.
26Él me dirá: 'Tú eres mi Padre;
eres mi Dios, que me salva y me protege.'
27Y yo le daré los derechos de hijo mayor,
por encima de los reyes del mundo.
28Mi amor por él será constante,
y mi alianza con él será firme.
29Sus descendientes reinarán en su lugar
siempre, mientras el cielo exista.

30"Pero si ellos abandonan mi enseñanza
y no viven de acuerdo con mis mandatos,
31si faltan a mis leyes
y no obedecen mis mandamientos,
32castigaré su rebelión y maldad
con golpes de vara;
33Pero no dejaré de amar a David,
ni faltaré a mi fidelidad hacia él.
34No romperé mi alianza
ni faltaré a mi palabra.
35Una vez le he jurado por mi santidad,
y no le mentiré:
36sus descendientes reinarán en su lugar,
siempre, mientras el sol exista.
37¡Siempre firmes, como la luna!
¡Siempre firmes, mientras el cielo exista!"

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