el veintidós de septiembre - San Juan 21, 2 Crónicas 33 y Salmo 89.1-18

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Jesús se aparece a siete de sus discípulos

San Juan 21 1Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del Lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: 2Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. 3Simón Pedro les dijo:
--Voy a pescar.
Ellos contestaron:
--Nosotros también vamos contigo.
Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. 4Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. 5Jesús les preguntó:
--Muchachos, ¿no tienen pescado?
Ellos le contestaron:
--No.
6Jesús les dijo:
--Echen la red a la derecha de la barca, y pescarán.
Así lo hicieron, y después no podían sacar la red por los muchos pescados que tenía. 7Entonces el discípulo a quien Jesús quería mucho, le dijo a Pedro:
--¡Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se tiró al agua. 8Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. 9Al bajar a tierra, encontraron un fuego encendido, con un pescado encima, y pan. 10Jesús les dijo:
--Traigan algunos pescados de los que acaban de sacar.
11Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres; y aunque eran tantos, la red no se rompió. 12Jesús les dijo:
--Vengan a desayunarse.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. 13Luego Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio a ellos; y lo mismo hizo con el pescado.
14Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.

Palabras de Jesús a Simón Pedro

15Terminado el desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
--Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
--Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
--Cuida de mis corderos.
16Volvió a preguntarle:
--Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro le contestó:
--Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
--Cuida de mis ovejas.
17Por tercera vez le preguntó:
--Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó:
--Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
--Cuida de mis ovejas. 18Te aseguro que cuando eras más joven, te vestías para ir a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir.
19Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro iba a morir y a glorificar con su muerte a Dios. Después le dijo:
--¡Sígueme!

El discípulo a quien Jesús quería mucho

20Al volverse, Pedro vio que detrás venía el discípulo a quien Jesús quería mucho, el mismo que en la cena había estado a su lado y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?" 21Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús:
--Señor, y a este, ¿qué le va a pasar?
22Jesús le contestó:
--Si quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.
23Por esto corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría. Lo que dijo fue: "Si quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿qué te importa a ti?"
24Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito. Y sabemos que dice la verdad.
25Jesús hizo muchas otras cosas; tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.


Reinado de Manasés
(2  R 21.1-18)

2 Crónicas 33 1Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. 2Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas: 3reconstruyó los santuarios en lugares altos que Ezequías, su padre, había derribado; levantó altares a las representaciones de Baal, e hizo imágenes de Aserá; además adoró y rindió culto a todos los astros del cielo, 4y construyó altares en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería para siempre la residencia de su nombre en Jerusalén. 5Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor, y los dedicó a todos los astros del cielo.
6Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio en el valle de Ben-hinom, practicó la invocación de los espíritus, la adivinación y la magia, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación. 7También colocó la imagen del ídolo que había hecho en el templo de Dios, acerca del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: "Este templo en Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de mi nombre. 8No volveré a desalojar a los israelitas de la tierra donde establecí a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado, y todas las enseñanzas, leyes y decretos que les he dado por medio de Moisés."
9Pero Manasés hizo que Judá y los habitantes de Jerusalén siguieran por el mal camino y que actuaran con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas. 10El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. 11Por eso, el Señor trajo contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, quienes apresaron con ganchos a Manasés, lo sujetaron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.
12Pero cuando se halló en aflicción invocó al Señor su Dios, y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados. 13Y cuando oró, Dios lo atendió, escuchó sus súplicas e hizo que volviera a Jerusalén a hacerse cargo de su reino. Entonces comprendió Manasés que el Señor es Dios.
14Después de esto, Manasés le construyó a la Ciudad de David, al oeste de Guihón, una muralla exterior que pasaba por el arroyo y llegaba a la Puerta de los Pescados, para luego rodear a Ófel. La hizo de mucha altura. También puso comandantes militares en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15Además quitó del templo del Señor los dioses extranjeros y el ídolo, así como todos los altares paganos que había construido en el monte del templo y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. 16Después reparó el altar del Señor, ofreció en él sacrificios de reconciliación y de acción de gracias, y ordenó a Judá que diera culto al Señor, Dios de Israel. 17Sin embargo, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los altares paganos, aunque los dedicaba al Señor su Dios.
18El resto de la historia de Manasés, y su oración a Dios, y las declaraciones que los profetas le hicieron en nombre del Señor, Dios de Israel, están en las crónicas de los reyes de Israel. 19Su oración y la respuesta que recibió, todo lo relativo a su pecado e infidelidad y a los sitios donde construyó santuarios en lugares altos y donde puso las imágenes de Aserá y los ídolos antes de humillarse ante Dios, están escritos en la historia de sus profetas. 20Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio. Después reinó en su lugar su hijo Amón.

Reinado de Amón
(2  R 21.19-26)

21Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos años. 22Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, como los de su padre Manasés. Ofreció sacrificios y rindió culto a todos los ídolos que su padre Manasés había hecho. 23Pero no se humilló ante el Señor, como lo hizo su padre Manasés, sino que acumuló más culpas.
24Sus oficiales conspiraron contra él, y lo asesinaron en su palacio. 25Pero la gente del pueblo mató a los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar hicieron reinar a su hijo Josías.


SALMO 89 (88)

La promesa de Dios a David

1Señor, siempre diré en mi canto que tú eres bondadoso;
constantemente contaré que tú eres fiel.
2Proclamaré que tu amor es eterno;
que tu fidelidad es invariable,
invariable como el mismo cielo.
3Hiciste una alianza con David;
prometiste a tu siervo escogido:
4"Haré que tus descendientes
reinen siempre en tu lugar."

5Oh Señor, todos los seres celestiales
alaban tu fidelidad y tus maravillas.
6¡Ningún dios, nadie en el cielo
puede compararse a ti, Señor!
7Dios grande y terrible,
rodeado de seres celestiales.

8Señor, Dios todopoderoso,
todo el poder es tuyo y la verdad te rodea;
¡no hay nadie igual a ti!
9Tú dominas el mar embravecido
y aquietas sus olas encrespadas;
10aplastaste al monstruo marino
como si fuera un cadáver;
dispersaste a tus enemigos
con la fuerza de tu brazo.
11El cielo y la tierra son tuyos;
tú formaste el mundo y todo lo que hay en él.
12Tú creaste el norte y el sur;
los montes Tabor y Hermón cantan alegres a tu nombre.
13Tu brazo es poderoso;
tu mano derecha es fuerte y victoriosa.
14Tu trono está afirmado en la justicia y el derecho;
el amor y la fidelidad salen a tu encuentro.

15Oh Señor, feliz el pueblo que sabe alabarte con alegría
y camina alumbrado por tu luz,
16que en tu nombre se alegra todo el tiempo
y se entusiasma por tu rectitud.
17En verdad, tú eres su fuerza y hermosura;
nuestro poder aumenta por tu buena voluntad.
18¡Nuestro escudo es el Señor!
¡Nuestro Rey es el Santo de Israel!

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