El
sumo sacerdote interroga a Jesús
(Mt 26.59-66; Mc 14.55-64; Lc 22.66-71)
19El sumo sacerdote comenzó a preguntarle a
Jesús acerca de sus discípulos y de lo que él
enseñaba. 20Jesús le dijo:
--Yo he hablado públicamente delante de todo el mundo;
siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo,
donde se reúnen todos los judíos; así que no he dicho
nada en secreto. 21¿Por qué me preguntas a
mí? Pregúntales a los que me han escuchado, y que ellos
digan de qué les he hablado. Ellos saben lo que he
dicho.
22Cuando
Jesús dijo esto, uno de los guardianes del templo le dio
una bofetada, diciéndole:
--¿Así contestas al sumo sacerdote?
23Jesús
le respondió:
--Si he dicho algo malo, dime en qué ha consistido; y si
lo que he dicho está bien, ¿por qué me pegas?
24Entonces
Anás lo envió, atado, a Caifás, el sumo sacerdote.
Pedro niega otra vez a Jesús
(Mt 26.71-75; Mc 14.69-72; Lc 22.58-62)
25Entre tanto, Pedro seguía allí,
calentándose junto al fuego. Le preguntaron:
--¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?
Pedro lo negó, diciendo:
--No, no lo soy.
26Luego
le preguntó uno de los criados del sumo sacerdote,
pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la
oreja:
--¿No te vi con él en el huerto?
27Pedro
lo negó otra vez, y en ese mismo instante cantó el
gallo.
Jesús ante Pilato
(Mt 27.1-2,11-14; Mc 15.1-5; Lc 23.1-5)
28Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al
palacio del gobernador romano. Como ya comenzaba a
amanecer, los judíos no entraron en el palacio, pues de
lo contrario faltarían a las leyes sobre la pureza
ritual y entonces no podrían comer la cena de Pascua. 29Por
eso Pilato salió a hablarles. Les dijo:
--¿De qué acusan a este hombre?
30--Si
no fuera un criminal --le contestaron--, no te lo
habríamos entregado.
31Pilato
les dijo:
--Llévenselo ustedes, y júzguenlo conforme a su propia
ley.
Pero las autoridades judías contestaron:
--Los judíos no tenemos el derecho de dar muerte a
nadie.
32Así
se cumplió lo que Jesús había dicho sobre la manera en
que tendría que morir. 33Pilato volvió a
entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:
--¿Eres tú el Rey de los judíos?
34Jesús
le dijo:
--¿Eso lo preguntas tú por tu cuenta, o porque otros te
lo han dicho de mí?
35Le
contestó Pilato:
--¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de
los sacerdotes son los que te han entregado a mí. ¿Qué
has hecho?
36Jesús
le contestó:
--Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría
gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera
entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
37Le
preguntó entonces Pilato:
--¿Así que tú eres rey?
Jesús le contestó:
--Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo
para decir lo que es la verdad. Y todos los que
pertenecen a la verdad, me escuchan.
38Pilato
le dijo:
--¿Y qué es la verdad?
Reinado de Jotam
(2 R 15.32-38)
2 Crónicas 27 1Jotam
tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y
reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre se
llamaba Jerusá, hija de Sadoc.
2Los
hechos de Jotam fueron rectos a los ojos del Señor, como
lo habían sido los de Ozías, su padre. Sin embargo, no
entró en el templo del Señor. Pero el pueblo continuó
sus prácticas perversas. 3Jotam fue quien
construyó la puerta superior del templo del Señor, y
también muchas otras edificaciones en la muralla de
Ófel. 4También construyó ciudades en la
montaña de Judá, y fortalezas y torres en los bosques. 5Estuvo
en guerra con el rey de los amonitas, a los que venció.
Aquel año los amonitas tuvieron que pagarle como tributo
tres mil trescientos kilos de plata, dos millones
doscientos mil litros de trigo y otros tantos de cebada.
Lo mismo le entregaron en cada uno de los dos años
siguientes.
6Jotam
se hizo poderoso porque su conducta fue recta a los ojos
del Señor. 7El resto de la historia de Jotam,
con todo lo que se refiere a sus campañas militares y lo
que realizó, está escrito en el libro de los reyes de
Israel y de Judá.
8Jotam
tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y
reinó en Jerusalén dieciséis años. 9Cuando
murió, lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de
David. Después reinó en su lugar su hijo Ahaz.
Reinado de Ahaz en Judá
(2 R 16.1-20)
2 Crónicas 28 1Ahaz
tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó en
Jerusalén dieciséis años; pero sus hechos no fueron
rectos a los ojos del Señor, como los de su antepasado
David, 2sino que siguió los pasos de los
reyes de Israel, y también hizo estatuas de metal
fundido que representaban a Baal, 3quemó
incienso en el valle de Ben-hinom e hizo quemar a sus
hijos en sacrificio, conforme a las prácticas infames de
las naciones que el Señor había arrojado de la
presencia de los israelitas. 4Además ofreció
sacrificios y quemó incienso en los santuarios paganos,
en las colinas y bajo todo árbol frondoso.
5Por
ese motivo, el Señor su Dios lo entregó en manos del
rey de Siria, y los sirios lo derrotaron y le hicieron
gran número de prisioneros que se llevaron a Damasco.
También lo entregó el Señor en manos del rey de
Israel, que le causó una gran derrota. 6En
efecto, Pécah, hijo de Remalías, mató en Judá, en un
solo día, ciento veinte mil hombres, todos ellos hombres
de gran valor, por haber abandonado al Señor, Dios de
sus antepasados. 7Y Zicrí, un guerrero de
Efraín, mató a Maaseías, hijo del rey, a Azricam, jefe
de palacio, y a Elcaná, primer oficial del rey. 8Además,
los soldados de Israel hicieron prisioneras a doscientas
mil personas de Judá, entre mujeres, niños y niñas, y
se apoderaron de muchas cosas y se las llevaron a
Samaria.
9Había
allí un profeta del Señor, llamado Oded, que salió al
encuentro del ejército cuando entraba en Samaria, y les
dijo:
--El Señor, Dios de los antepasados de ustedes, se
enojó con Judá, y por eso los ha entregado en manos de
ustedes. Pero ustedes los han matado con un furor que ha
llegado hasta el cielo. 10Además, han
decidido hacer de la gente de Judá y Jerusalén sus
esclavos y esclavas. Pero, ¿acaso ustedes mismos no han
pecado contra el Señor su Dios? 11Por tanto,
háganme caso y devuelvan los prisioneros que hicieron y
que son sus hermanos, porque el Señor está muy enojado
con ustedes.
12Entonces
Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot,
Ezequías hijo de Salum, y Amasá hijo de Hadlai, que
eran de los principales jefes de Efraín, se pusieron
frente a los que volvían de la guerra, 13y
les dijeron:
--No traigan aquí a los prisioneros, pues eso nos hará
culpables ante el Señor. Lo que ustedes pretenden, solo
aumentará nuestros pecados y nuestras culpas, que ya son
demasiados, y el Señor se enojará mucho con Israel.
14Entonces
los soldados soltaron a los prisioneros y dejaron las
cosas que les habían quitado delante de los jefes y de
todo el pueblo. 15Luego, los hombres antes
mencionados se hicieron cargo de los prisioneros, y de
las mismas cosas que les habían quitado sacaron ropa
para vestir a los que estaban desnudos, y los calzaron,
les dieron de comer y de beber y les curaron las heridas,
y llevaron montados en asnos a todos los inválidos hasta
Jericó, la ciudad de las palmeras, y los dejaron con sus
parientes. Después regresaron a Samaria.
16Por
aquel tiempo, el rey Ahaz envió una embajada al rey de
Asiria para pedirle ayuda, 17pues los de Edom
habían realizado una nueva invasión, y habían
derrotado a Judá, y se habían llevado algunos
prisioneros. 18Por otra parte, los filisteos
habían saqueado las ciudades de la llanura y del Négueb
pertenecientes a Judá; se habían apoderado de
Bet-semes, Aialón y Guederot, y también de Socó,
Timná y Guimzó con sus respectivas aldeas, y se habían
instalado en ellas. 19El Señor había querido
humillar a Judá a causa de Ahaz, rey de Judá, pues él
había promovido el desenfreno en Judá y había sido
sumamente infiel al Señor.
20Tiglat-piléser,
rey de Asiria, se dirigió contra Ahaz, y en vez de
apoyarlo, lo puso en aprietos. 21Pues aunque
Ahaz sacó las cosas de valor del templo del Señor, del
palacio real y de las casas de los jefes para dárselas
como tributo al rey de Asiria, no consiguió con eso
ninguna ayuda. 22Y a pesar de encontrarse en
tal aprieto, continuó siendo infiel al Señor. ¡Así
era el rey Ahaz! 23Ofreció sacrificios a los
dioses de Damasco, que fueron la causa de su derrota.
Pensó que, si los dioses de Siria habían ayudado a los
reyes de este país, también le ayudarían a él, si les
ofrecía sacrificios. Pero ellos fueron la causa de su
ruina y de la de todo Israel. 24Ahaz juntó
los utensilios del templo de Dios y los hizo pedazos,
cerró las puertas del templo y mandó que le hicieran
altares paganos en todas las esquinas de Jerusalén. 25Edificó
santuarios paganos en todas las ciudades de Judá para
quemar incienso a otros dioses, provocando así la ira
del Señor, Dios de sus antepasados.
26El
resto de su historia y todo lo que realizó, desde el
principio hasta el fin, está escrito en el libro de los
reyes de Judá y de Israel. 27Cuando murió,
lo enterraron con sus antepasados en la ciudad de
Jerusalén, pero no lo llevaron al panteón de los reyes
de Israel. Después reinó en su lugar su hijo Ezequías.
SALMO 84 (83)
Anhelo por la casa de Dios
1¡Cuán
hermoso es tu santuario,
Señor
todopoderoso!
2¡Con
qué ansia y fervor
deseo
estar en los atrios de tu templo!
¡Con
todo el corazón
canto
alegre al Dios de la vida!
3Aun
el gorrión y la golondrina
hallan
lugar en tus altares
donde
hacerles nido a sus polluelos,
oh
Señor todopoderoso,
Rey
mío y Dios mío.
4¡Felices
los que viven en tu templo
y
te alaban sin cesar!
5¡Felices
los que en ti encuentran ayuda,
los
que desean peregrinar hasta tu monte!
6Cuando
pasen por el valle de las Lágrimas
lo
convertirán en manantial,
y
aun la lluvia lo llenará de bendiciones;
7irán
sus fuerzas en aumento,
y
en Sión verán al Dios supremo.
8Señor,
Dios todopoderoso,
Dios
de Jacob, ¡escucha mi oración!
9Mira,
oh Dios, con buenos ojos
a
aquel que es nuestro escudo,
a
quien tú has escogido como rey.
10¡Más
vale estar un día en tus atrios,
que
mil fuera de ellos!
Prefiero
ser portero del templo de mi Dios,
que
vivir en lugares de maldad.
11Porque
Dios el Señor nos alumbra y nos protege;
el
Señor ama y honra a los que viven sin tacha,
y
nada bueno les niega.
12Señor
todopoderoso,
¡felices
los que en ti confían!
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