el cinco de septiembre - San Juan 11.1-27, 2 Crónicas 10-11 y Salmo 75

Patrocinada por la Sociedad Bíblica Americana

Muerte de Lázaro

San Juan 11 1Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. 2Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. 3Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús:
--Señor, tu amigo querido está enfermo.
4Jesús, al oírlo, dijo:
--Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios.
5Aunque Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, 6cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. 7Después dijo a sus discípulos:
--Vamos otra vez a Judea.
8Los discípulos le dijeron:
--Maestro, hace poco los judíos de esa región trataron de matarte a pedradas, ¿y otra vez quieres ir allá?
9Jesús les dijo:
--¿No es cierto que el día tiene doce horas? Pues si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz que hay en este mundo; 10pero si uno anda de noche, tropieza, porque le falta la luz.
11Después añadió:
--Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero voy a despertarlo.
12Los discípulos le dijeron:
--Señor, si se ha dormido, es señal de que va a sanar.
13Pero lo que Jesús les decía es que Lázaro había muerto, mientras que los discípulos pensaban que se había referido al sueño natural. 14Entonces Jesús les dijo claramente:
--Lázaro ha muerto. 15Y me alegro de no haber estado allí, porque así es mejor para ustedes, para que crean. Pero vamos a verlo.
16Entonces Tomás, al que llamaban el Gemelo, dijo a los otros discípulos:
--Vamos también nosotros, para morir con él.

Jesús, la resurrección y la vida

17Al llegar, Jesús se encontró con que ya hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado. 18Betania se hallaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros; 19y muchos de los judíos habían ido a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en la casa. 21Marta le dijo a Jesús:
--Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.
23Jesús le contestó:
--Tu hermano volverá a vivir.
24Marta le dijo:
--Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último.
25Jesús le dijo entonces:
--Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
27Ella le dijo:
--Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.


División del reino
(1  R 12.1-24)

2 Crónicas 10 1Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido allá para proclamarlo rey. 2Pero lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba en Egipto, adonde había huido del rey Salomón, y regresó de Egipto. 3Cuando lo mandaron llamar, Jeroboam y todo Israel fueron a hablar con Roboam, y le dijeron:
4--Tu padre fue muy duro con nosotros; ahora alivia tú la dura servidumbre y el pesado yugo que él nos impuso, y te serviremos.
5Roboam les contestó:
--Vuelvan a verme dentro de tres días.
La gente se fue, 6y entonces el rey Roboam consultó a los ancianos que habían servido a Salomón, su padre, cuando este vivía. Les preguntó:
--¿Qué me aconsejan ustedes que responda yo a esta gente?
7Ellos le dijeron:
--Si tratas bien a esta gente y procuras darles gusto y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán siempre.
8Pero Roboam no hizo caso del consejo de los ancianos, sino que consultó a los muchachos que se habían criado con él y que estaban a su servicio, 9preguntándoles:
--¿Qué me aconsejan ustedes que responda yo a esta gente, que me ha pedido que aligere el yugo que mi padre les impuso?
10Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le respondieron:
--A la gente que te ha pedido que aligeres el yugo que tu padre les impuso, debes responderle lo siguiente: 'Si mi padre fue duro, yo lo soy mucho más; 11si él les impuso un yugo pesado, yo lo haré más pesado todavía; y si él los azotaba con correas, yo los azotaré con látigos de puntas de hierro.'
12Al tercer día volvió Jeroboam a presentarse con todo el pueblo ante Roboam, como el rey les había dicho. 13Pero el rey Roboam les contestó duramente, sin hacer caso del consejo de los ancianos, 14y les repitió lo que le habían aconsejado los muchachos: que si su padre les había impuesto un yugo pesado, él les impondría uno más pesado todavía, y que si su padre los había azotado con correas, él los azotaría con látigos de puntas de hierro. 15El rey, pues, no hizo caso del pueblo, porque el Señor había dispuesto que sucediera así para que se cumpliera lo que el Señor había prometido a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio de Ahías el de Siló. 16Cuando todo el pueblo de Israel vio que el rey no le había hecho caso, le respondió de este modo:

"¡No tenemos nada que ver con David!
¡Ninguna herencia compartimos con el hijo de Jesé!
¡Cada uno a su casa, israelitas!
¡Y David que cuide de su familia!"

Al momento, todos los israelitas se fueron a sus casas. 17En cuanto a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá, Roboam siguió reinando sobre ellos. 18Y cuando Roboam envió a Adoram, que era el encargado del trabajo obligatorio, los israelitas lo mataron a pedradas. Entonces el rey Roboam subió rápidamente a su carro y huyó a Jerusalén. 19De este modo se rebeló Israel contra la dinastía de David hasta el día de hoy.
2 Crónicas 11 1Cuando Roboam llegó a Jerusalén, juntó ciento ochenta mil soldados escogidos de las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra Israel y recuperar su reino. 2Pero el Señor habló a Semaías, hombre de Dios, y le ordenó: 3"Di a Roboam, hijo de Salomón y rey de Judá, y a todos los israelitas de Judá y de Benjamín, 4que les ordeno que no luchen contra sus hermanos. Que se vuelvan todos a sus casas, porque así lo he dispuesto."
Al oir ellos lo que el Señor les decía, regresaron, desistiendo de marchar contra Jeroboam.

Prosperidad de Roboam

5Roboam se estableció en Jerusalén y construyó ciudades fortificadas en Judá. 6Reforzó así Belén, Etam, Tecoa, 7Bet-sur, Socó, Adulam, 8Gat, Maresá, Zif, 9Adoraim, Laquis, Azecá, 10Sorá, Aialón y Hebrón, que eran ciudades fortificadas de Judá y Benjamín. 11Reforzó las fortificaciones y puso en ellas comandantes y provisiones de comida, aceite y vino. 12Además proveyó de escudos y lanzas a todas y cada una de las ciudades, y las reforzó de manera extraordinaria. Así pues, Roboam quedó en posesión de Judá y Benjamín.
13Los sacerdotes y levitas de todo Israel vinieron de todas partes para unirse a él, 14pues los levitas tuvieron que abandonar sus tierras de pastoreo y demás posesiones, para irse a Jerusalén y a otros lugares de Judá, porque Jeroboam y sus sucesores les impidieron ejercer el sacerdocio del Señor. 15Jeroboam había nombrado sus propios sacerdotes para los santuarios paganos y para el culto a los demonios y a los becerros que había fabricado. 16Además, los que tenían el sincero propósito de buscar al Señor, el Dios de Israel, siguieron el ejemplo de los sacerdotes y levitas, y se fueron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al Señor, Dios de sus antepasados. 17De esta manera fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam, hijo de Salomón, durante tres años, pues solo durante tres años él siguió el ejemplo de David y Salomón.
18Roboam se casó con Mahalat, hija de Jerimot, hijo de David y Abihail, hija de Eliab y nieta de Jesé. 19Hijos de Roboam y Mahalat fueron Jehús, Semarías y Záham. 20Después se casó con Maacá, hija de Absalón, y sus hijos fueron Abiam, Atai, Zizá y Selomit. 21Roboam tenía dieciocho esposas y sesenta concubinas, pero quería más a Maacá que a todas las demás. Tuvo veintiocho hijos y sesenta hijas.
22Roboam nombró a Abiam, hijo de Maacá, jefe de sus hermanos, pues quería hacerlo rey. 23Tuvo la buena idea de repartir a sus demás hijos entre todos los territorios de Judá y Benjamín y entre todas las ciudades fortificadas, dándoles provisiones en abundancia y consiguiéndoles muchas esposas.


SALMO 75 (74)

Dios, el Juez

1Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias;
invocamos tu nombre y cantamos tus maravillas.

2El Señor dice:
"En el momento que yo escoja,
juzgaré con toda rectitud.
3Cuando tiembla la tierra, con todos sus habitantes,
soy yo quien mantiene firmes sus bases."
4A los presumidos y a los malvados digo:
"No sean tan altivos y orgullosos;
5no hagan tanto alarde de su poder
ni sean tan insolentes al hablar."

6Pues el juicio no viene
ni del este ni del oeste,
ni del desierto ni de las montañas,
7sino que el Juez es Dios:
a unos los humilla y a otros los levanta.
8El Señor tiene en la mano la copa de su ira,
con vino mezclado y fermentado.
Cuando él derrame el vino,
todos los malvados de la tierra
lo beberán hasta la última gota.

9Yo siempre anunciaré al Dios de Jacob
y le cantaré alabanzas;
10porque él destruirá el orgullo de los malvados,
pero aumentará el poder del hombre bueno.

La Próxima Página

Esta lectura es de La Biblia, Versión Popular, Segunda Edición Derechos Registrados © Sociedades Bíblicas Unidas 1966, 1970, 1979, 1983

Toque aquí para regresar a la primera pagina de La Lectura Diaria de La Biblia.

Derechos Registrados 2013 BibleNetUSA. All rights reserved. Email vpo@dailybibleclub.com