el dos de septiembre - San Juan 9.24-41, 2 Crónicas 7 y Malaquías 4

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San Juan 9 24Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron:
--Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
25Él les contestó:
--Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo.
26Volvieron a preguntarle:
--¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista?
27Les contestó:
--Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo?
28Entonces lo insultaron, y le dijeron:
--Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Y sabemos que Dios le habló a Moisés, pero de ese no sabemos ni siquiera de dónde ha salido.
30El hombre les contestó:
--¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. 31Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. 32Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. 33Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.
34Le dijeron entonces:
--Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron de la sinagoga.

Ciegos espirituales

35Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él, le preguntó:
--¿Crees tú en el Hijo del hombre?
36Él le dijo:
--Señor, dime quién es, para que yo crea en él.
37Jesús le contestó:
--Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando.
38Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo:
--Creo, Señor.
39Luego dijo Jesús:
--Yo he venido a este mundo para hacer juicio, para que los ciegos vean y para que los que ven se vuelvan ciegos.
40Algunos fariseos que estaban con él, al oir esto, le preguntaron:
--¿Acaso nosotros también somos ciegos?
41Jesús les contestó:
--Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.


2 Crónicas 7 1Cuando Salomón terminó esta oración, cayó fuego del cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo, 2de modo que por eso los sacerdotes no podían entrar en él. 3Al ver todos los israelitas el fuego y la gloria del Señor que bajaban sobre el templo, se arrodillaron e inclinaron hasta tocar el suelo del enlosado con la frente, y adoraron y dieron gracias al Señor, repitiendo: "Porque él es bueno, porque su amor es eterno."
4Después de esto, el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios al Señor. 5Y el rey Salomón ofreció en sacrificio veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas.
Así fue como el rey y todo Israel consagraron el templo de Dios.
6Los sacerdotes se mantenían en sus puestos, y también los levitas, con los instrumentos de música sagrada que el rey había hecho para acompañar el canto que dice: "Porque su amor es eterno", cuando David cantaba con ellos. Y los sacerdotes tocaban frente a ellos las trompetas, mientras todo Israel estaba de pie.
7Salomón consagró también el centro del atrio que está frente al templo del Señor, pues allí ofreció los holocaustos y la grasa de los sacrificios de reconciliación, porque en el altar de bronce que él había construido no cabían los holocaustos, las ofrendas de cereales y la grasa.
8En dicha ocasión, Salomón y todo Israel, una gran muchedumbre que había venido desde la entrada de Hamat hasta el arroyo de Egipto, celebraron la fiesta de las Enramadas. 9Al día siguiente tuvieron una fiesta solemne, porque durante siete días habían celebrado la consagración del altar y durante otros siete días la fiesta de las Enramadas. 10El día veintitrés del séptimo mes, el rey despidió al pueblo para que se fueran a sus casas alegres y satisfechos por el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.

Dios hace una alianza con Salomón
(1  R 9.1-9)

11Cuando Salomón terminó con éxito el templo del Señor, el palacio real y todo lo que se propuso hacer en ellos, 12se le apareció de noche el Señor y le dijo: "He escuchado tu oración, y he escogido este sitio como templo para los sacrificios. 13Así que, si mando una sequía y hago que no llueva, u ordeno a las langostas que destruyan los campos, o envío una peste sobre mi pueblo, 14y si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país. 15De ahora en adelante escucharé con atención las oraciones que se hagan en este lugar, 16porque he escogido y consagrado este templo como residencia perpetua de mi nombre. Siempre lo cuidaré y lo tendré presente. 17Ahora bien, si tú te comportas en mi presencia como lo hizo David, tu padre, poniendo en práctica todo lo que te he ordenado y obedeciendo mis leyes y decretos, 18yo confirmaré tu reinado según lo pactado con David, tu padre, cuando le dije que nunca faltaría un descendiente suyo que gobernara a Israel. 19Pero si ustedes se apartan de mí, y no cumplen las leyes y los mandamientos que les he dado, sino que sirven y adoran a otros dioses, 20los arrancaré a ustedes de la tierra que les he dado, arrojaré de mi presencia el templo que he consagrado y haré que sean motivo de burla constante entre todas las naciones. 21Y este templo, que era tan glorioso, será convertido en un montón de ruinas, y todo el que pase junto a él se asombrará y preguntará por qué actuó el Señor así con este país y con este templo. 22Y le responderán que fue porque abandonaron al Señor, el Dios de sus antepasados, que los sacó de Egipto, y porque se aferraron a adorar y servir a otros dioses; que por eso hizo venir sobre ellos tan grande mal."


La venida del día del Señor

Malaquías 4 1El Señor todopoderoso dice: "Se acerca el día, ardiente como un horno, en que todos los orgullosos y malvados arderán como paja en una hoguera. Ese día que ha de venir los quemará, y nada quedará de ellos. 2Pero para ustedes que me honran, mi justicia brillará como la luz del sol, que en sus rayos trae salud. Y ustedes saltarán de alegría como becerros que salen del establo. 3En ese día que estoy preparando, ustedes pisotearán a los malvados como si fueran polvo.
4"Acuérdense de la ley que le di a mi siervo Moisés en el monte Horeb. ¡Eran preceptos y mandatos que todo Israel debía obedecer!
5"Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías, antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible. 6Y él hará que padres e hijos se reconcilien. De lo contrario vendré y castigaré su país, destruyéndolo por completo."

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