el treinta de mayo - Romanos 5, 1 Samuel 14 y Salmo 59

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La prueba de que Dios nos ama

Romanos 5 1Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. 2Pues por Cristo hemos podido acercarnos a Dios por medio de la fe, para gozar de su favor, y estamos firmes, y nos gloriamos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios. 3Y no solo esto, sino que también nos gloriamos de los sufrimientos; porque sabemos que el sufrimiento nos da firmeza para soportar, 4y esta firmeza nos permite salir aprobados, y el salir aprobados nos llena de esperanza. 5Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.
6Pues cuando nosotros éramos incapaces de salvarnos, Cristo, a su debido tiempo, murió por los pecadores. 7No es fácil que alguien se deje matar en lugar de otra persona. Ni siquiera en lugar de una persona justa; aunque quizás alguien estaría dispuesto a morir por la persona que le haya hecho un gran bien. 8Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Y ahora, después que Dios nos ha hecho justos mediante la muerte de Cristo, con mayor razón seremos salvados del castigo final por medio de él. 10Porque si Dios, cuando todavía éramos sus enemigos, nos reconcilió consigo mismo mediante la muerte de su Hijo, con mayor razón seremos salvados por su vida, ahora que ya estamos reconciliados con él. 11Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, pues por Cristo hemos recibido ahora la reconciliación.

Adán y Jesucristo

12Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron. 13Antes que hubiera ley, ya había pecado en el mundo; aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. 14Sin embargo, desde el tiempo de Adán hasta el de Moisés, la muerte reinó sobre los que pecaron, aunque el pecado de estos no consistió en desobedecer un mandato, como hizo Adán, el cual fue figura de aquel que había de venir.
15Pero el delito de Adán no puede compararse con el don que Dios nos ha dado. Pues por el delito de un solo hombre, muchos murieron; pero el don que Dios nos ha dado gratuitamente por medio de un solo hombre, Jesucristo, es mucho mayor y en bien de muchos. 16El pecado de un solo hombre no puede compararse con el don de Dios, pues por un solo pecado vino la condenación; pero el don de Dios, a partir de muchos pecados, hace justos a los hombres. 17Pues si la muerte reinó como resultado del delito de un solo hombre, con mayor razón aquellos a quienes Dios, en su gran bondad y gratuitamente, hace justos, reinarán en la nueva vida mediante un solo hombre, Jesucristo.
18Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida. 19Es decir, que por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron hechos pecadores; pero, de la misma manera, por la obediencia de un solo hombre, muchos serán hechos justos.
20La ley se añadió para que aumentara el pecado; pero cuando el pecado aumentó, Dios se mostró aún más bondadoso. 21Y así como el pecado reinó trayendo la muerte, así también la bondad de Dios reinó haciéndonos justos y dándonos vida eterna mediante nuestro Señor Jesucristo.


Hazaña de Jonatán

1 Samuel 14 1Cierto día Jonatán, el hijo de Saúl, dijo a su ayudante:
--Ven, crucemos el río y ataquemos al destacamento filisteo que está al otro lado.
Pero Jonatán no dijo nada de esto a su padre, 2que había acampado en el extremo de una colina y estaba debajo de un granado, en un lugar donde trillaban trigo, acompañado por una tropa compuesta de seiscientos hombres. 3El encargado de llevar el efod era Ahías, que era hijo de Ahitub y sobrino de Icabod, el hijo de Finees y nieto de Elí, el sacerdote del Señor en Siló.
La gente no sabía que Jonatán se había ido. 4Mientras tanto, él trataba de llegar hasta donde se encontraba el destacamento filisteo. El paso estaba entre dos grandes peñascos, llamados Bosés y Sene, 5uno al norte, frente a Micmás, y el otro al sur, frente a Guibeá. 6Y Jonatán dijo a su ayudante:
--Anda, vamos al otro lado, hasta donde se encuentra el destacamento de esos paganos. Quizá el Señor haga algo por nosotros, ya que para él no es difícil darnos la victoria con mucha gente o con poca.
7--Haz todo lo que tengas en mente, que estoy dispuesto a apoyarte en tus propósitos --respondió su ayudante.
8Entonces Jonatán le dijo:
--Mira, vamos a pasar al otro lado, a donde están esos hombres, y dejaremos que nos vean. 9Si nos dicen que esperemos a que bajen hasta donde estamos, nos quedaremos allí y no subiremos adonde ellos están. 10Pero si nos dicen que subamos, lo haremos así, porque eso será una señal de que el Señor nos dará la victoria.
11Así pues, los dos dejaron que los filisteos del destacamento los vieran. Y estos, al verlos, dijeron: "Miren, ya están saliendo los hebreos de las cuevas en que se habían escondido." 12Y en seguida les gritaron a Jonatán y a su ayudante:
--¡Suban adonde estamos, que les vamos a contar algo!
Entonces Jonatán le dijo a su ayudante:
--Sígueme, porque el Señor va a entregarlos en manos de los israelitas.
13Jonatán subió trepando con pies y manos, seguido de su ayudante. A los que Jonatán hacía rodar por tierra, su ayudante los remataba en seguida. 14En este primer ataque, Jonatán y su ayudante mataron a unos veinte hombres en corto espacio. 15Todos los que estaban en el campamento y fuera de él se llenaron de miedo. Los soldados del destacamento y los grupos de guerrilleros también tuvieron miedo. Al mismo tiempo hubo un temblor de tierra, y se produjo un pánico enorme.
16Los centinelas de Saúl, que estaban en Guibeá de Benjamín, vieron a los filisteos correr en tropel de un lado a otro. 17Entonces Saúl dijo al ejército que lo acompañaba:
--Pasen revista para ver quién falta de los nuestros.
Al pasar revista, se vio que faltaban Jonatán y su ayudante. 18Y como ese día el efod de Dios se hallaba entre los israelitas, Saúl le dijo a Ahías:
--Trae aquí el efod de Dios.
19Pero mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la confusión en el campamento filisteo iba en aumento. Entonces Saúl le dijo al sacerdote:
--Ya no lo traigas.
20En seguida Saúl y todas sus tropas se reunieron y se lanzaron a la batalla. Era tal la confusión que había entre los filisteos, que acabaron matándose entre sí. 21Además, los hebreos que desde hacía tiempo estaban con los filisteos y habían salido con ellos como parte de su ejército, se pasaron al lado de los israelitas que acompañaban a Saúl y Jonatán. 22Y cuando los israelitas que se habían refugiado en los montes de Efraín supieron que los filisteos huían, se lanzaron a perseguirlos y a darles batalla. 23El combate se extendió hasta Bet-avén, y el Señor libró a Israel en esta ocasión.

Juramento de Saúl

24Sin embargo, los israelitas estaban muy agotados aquel día, pues nadie había probado alimento porque Saúl había puesto al pueblo bajo juramento, diciendo: "Maldito aquel que coma algo antes de la tarde, antes de que yo me haya vengado de mis enemigos." 25Y el ejército llegó a un bosque donde había miel en el suelo. 26Cuando la gente entró en el bosque, la miel corría como agua; pero nadie la probó siquiera, por miedo al juramento. 27Pero Jonatán, que no había escuchado el juramento bajo el cual su padre había puesto al ejército, extendió la vara que llevaba en la mano, mojó la punta en un panal de miel y comió de ella, con lo cual se reanimó en seguida. 28Entonces uno de los soldados israelitas le dijo:
--Tu padre ha puesto al ejército bajo juramento, y ha dicho que quien hoy coma alguna cosa, será maldito. Por eso la gente está muy agotada.
29Jonatán respondió:
--Mi padre ha causado un perjuicio a la nación. Mira qué reanimado estoy después de haber probado un poco de esta miel, 30y más lo estaría la gente si hubiera comido hoy de lo que le quitó al enemigo. ¡Y qué tremenda habría sido la derrota de los filisteos!
31Aquel día los israelitas derrotaron a los filisteos, luchando desde Micmás hasta Aialón. Pero el ejército israelita estaba muy agotado, 32así que finalmente se lanzó sobre lo que se le había quitado al enemigo, y tomando ovejas, vacas y becerros, los degollaron en el suelo y comieron la carne con sangre y todo. 33Pero algunos fueron a decirle a Saúl:
--La gente está pecando contra el Señor, porque está comiendo carne con sangre.
Entonces Saúl dijo:
--¡Son ustedes unos traidores! Tráiganme hasta aquí rodando una piedra grande. 34Además, hablen con la gente y díganles que cada uno me traiga aquí su toro o su oveja, para que ustedes los degüellen y coman, y no pequen contra el Señor comiendo carne con sangre.
Esa misma noche, cada uno llevó personalmente su toro, y lo degollaron allí. 35Saúl, por su parte, construyó un altar al Señor, que fue el primero que le dedicó. 36Después propuso Saúl:
--Bajemos esta noche a perseguir a los filisteos y hagamos un saqueo hasta el amanecer, sin dejar vivo a ninguno.
Todos respondieron:
--Haz lo que te parezca mejor.
Pero el sacerdote dijo:
--Antes que nada, consultemos a Dios.
37Entonces Saúl consultó a Dios:
--¿Debo perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en manos de los israelitas?
Pero el Señor no le respondió ese día. 38Por lo tanto Saúl dijo:
--Acérquense aquí todos los jefes del ejército, y averigüen quién ha cometido hoy este pecado. 39¡Juro por el Señor, el salvador de Israel, que aunque haya sido mi hijo Jonatán, tendrá que morir!
Nadie en el ejército respondió; 40por eso Saúl dijo a todos los israelitas:
--Pónganse ustedes de este lado, y del otro nos pondremos mi hijo Jonatán y yo.
--Haz lo que te parezca mejor --contestó la tropa.
41Entonces Saúl exclamó:
--Señor y Dios de Israel, ¿por qué no has respondido hoy a tu servidor? Si la culpa es mía, o de mi hijo Jonatán, al echar las suertes saldrá el Urim; pero si la culpa es de Israel, tu pueblo, al echar las suertes saldrá el Tumim.
La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo quedó libre de culpa. 42Luego Saúl dijo:
--Echen suertes entre mi hijo Jonatán y yo.
Y la suerte cayó sobre Jonatán, 43por lo cual dijo Saúl a Jonatán:
--Confiésame lo que has hecho.
Jonatán confesó:
--Realmente probé un poco de miel con la punta de la vara que llevaba en la mano. Pero aquí estoy, dispuesto a morir.
44Saúl exclamó:
--¡Que Dios me castigue con toda dureza si no mueres, Jonatán!
45Pero el pueblo respondió a Saúl:
--¡Cómo es posible que muera Jonatán, si ha dado una gran victoria a Israel! ¡Nada de eso! ¡Por vida del Señor, que no caerá al suelo ni un pelo de su cabeza! Porque lo que ha hecho hoy, lo ha hecho con la ayuda de Dios.
De este modo el pueblo libró a Jonatán de morir. 46Saúl, a su vez, dejó de perseguir a los filisteos, los cuales regresaron a su territorio.
47Así pues, Saúl tomó posesión del reino de Israel, y en todas partes combatió contra sus enemigos, que eran Moab, Amón, Edom, el rey de Sobá y los filisteos. Y dondequiera que iba, vencía. 48Reunió un ejército y venció a Amalec, librando así a Israel de las bandas de salteadores.
49Los hijos de Saúl fueron: Jonatán, Isví y Malquisúa. Sus dos hijas fueron: Merab, la mayor, y Mical, la menor. 50La mujer de Saúl se llamaba Ahinóam, hija de Ahimaas. El general de su ejército se llamaba Abner, hijo de Ner, tío de Saúl. 51Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel.
52La guerra contra los filisteos fue muy dura durante toda la vida de Saúl; por eso Saúl alistaba en su ejército a todo hombre fuerte y valiente.


SALMO 59 (58)

El Señor es nuestro protector


1Dios mío, líbrame de mis enemigos;
ponme a salvo de mis agresores.
2Líbrame de los malhechores,
sálvame de los asesinos,
3porque hay hombres poderosos
que esperan el momento de matarme.

Señor, no he sido rebelde ni he pecado;
4no he hecho nada malo,
y, sin embargo, se apresuran a atacarme.
¡Despierta! ¡Ven a mi encuentro y mira!
5Tú, Señor, Dios todopoderoso, Dios de Israel,
despierta y castiga a esos paganos;
no tengas compasión de esos malvados traidores.
6Regresan por la noche, ladrando como perros,
y rondan la ciudad.
7Echando espuma por la boca,
dicen con tono hiriente:
"¡No hay nadie que nos oiga!"

8Pero tú, Señor, te ríes de ellos;
tú te burlas de esos paganos.
9En ti estaré protegido, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección.
10El Dios que me ama vendrá a mi encuentro;
me hará ver la derrota de mis enemigos.

11No les tengas compasión,
para que mi pueblo lo tenga presente;
dispérsalos con tu poder, y humíllalos.
¡El Señor es nuestro protector!

12Pecan en todo lo que dicen;
¡pues que sean presa de su propio orgullo
y de sus falsos juramentos!
13¡Acábalos, acábalos con tu enojo!
¡Que dejen de existir!
¡Que se sepa que Dios es Rey
en Jacob y hasta lo último de la tierra!
14-15Cuando vuelvan por la noche ladrando como perros,
y ronden la ciudad en busca de comida,
aullarán por no encontrar suficiente.

16En cuanto a mí, te cantaré por la mañana;
anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder.
Pues tú has sido mi protección,
mi refugio en momentos de angustia.
17A ti cantaré himnos, Dios mío,
pues tú eres mi fortaleza y protección;
¡tú eres el Dios que me ama!

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