el primero de abril - San Mateo 25.1-30, Números 30-31 y Job 1

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La parábola de las diez muchachas

San Mateo 25 1"Sucederá entonces con el reino de los cielos como lo que sucedió en una boda: diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. 2Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. 3Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; 4en cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. 5Como el novio tardaba en llegar, les dio sueño a todas, y por fin se durmieron. 6Cerca de la medianoche, se oyó gritar: '¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!' 7Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas. 8Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: 'Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.' 9Pero las muchachas previsoras contestaron: 'No, porque así no alcanzará ni para nosotras ni para ustedes. Más vale que vayan a donde lo venden, y compren para ustedes mismas.' 10Pero mientras aquellas cinco muchachas fueron a comprar aceite, llegó el novio, y las que habían sido previsoras entraron con él en la boda, y se cerró la puerta. 11Después llegaron las otras muchachas, diciendo: '¡Señor, señor, ábrenos!' 12Pero él les contestó: 'Les aseguro que no las conozco.'
13"Manténganse ustedes despiertos --añadió Jesús--, porque no saben ni el día ni la hora.

La parábola del dinero
(Lc 19.11-27)

14"Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. 15A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje. 16El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. 17Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.
19"Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. 20Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: 'Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.' 21El jefe le dijo: 'Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.' 22Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: 'Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.' 23El jefe le dijo: 'Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.'
24"Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: 'Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. 25Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.' 26El jefe le contestó: 'Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, 27deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.' 28Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. 29Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 30Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.'


Normas sobre las promesas

Números 30 1Moisés dijo a los jefes de las tribus israelitas:
"El Señor ha ordenado 2que cuando una persona le haga una promesa o se comprometa formalmente con juramento, deberá cumplir su palabra y hacer todo lo que haya prometido.
3"Cuando una mujer joven, que aún depende de su padre, haga una promesa al Señor o se comprometa a algo, 4si su padre, al enterarse de su promesa o compromiso, no le dice nada en contra, estará obligada a cumplir su promesa o compromiso. 5Pero si su padre, al enterarse, no lo aprueba, entonces ya no estará obligada a cumplir su promesa o compromiso. Puesto que su padre no lo aprueba, el Señor no le exigirá que lo cumpla.
6"Cuando se trate de una mujer que haya hecho promesas al Señor o haya tomado un compromiso a la ligera, y que luego se case, 7si su marido, al enterarse, no le dice nada en contra, estará obligada a cumplir sus promesas y sus compromisos. 8Pero si su marido, al enterarse, no los aprueba, entonces ya no estará obligada a cumplir sus promesas y sus compromisos tomados a la ligera. El Señor no le exigirá que los cumpla.
9"Si la que hace una promesa es viuda o divorciada, está obligada a cumplir todos los compromisos que contraiga.
10"Cuando una mujer casada haga una promesa o se comprometa a algo con juramento, estando en casa de su marido, 11si su marido, al enterarse, no le dice nada en contra ni desaprueba lo que hace, ella estará obligada a cumplir sus promesas y compromisos. 12Pero si su marido, al enterarse, los anula, ya no estará obligada a cumplirlos, puesto que el marido se los anuló. El Señor no le exigirá que los cumpla.
13"El marido puede confirmar o anular cualquier promesa o juramento que haga su mujer y que la obligue a ayunar. 14Si él no le dice nada en contra, y así pasa uno y otro día, con su silencio confirma todas las promesas o compromisos que ella haya tomado. 15Si los anula un tiempo después de enterarse, entonces él se hace responsable del incumplimiento de la mujer."
16Estas son las leyes que el Señor dio a Moisés sobre las relaciones entre el hombre y su mujer, y entre el padre y su hija, cuando esta es joven y aún depende de su padre.

Destrucción de Madián

Números 31 1El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
2"Véngate de los madianitas en nombre de los israelitas, y después de eso morirás."
3Moisés dijo entonces al pueblo:
--Ármense algunos de ustedes para la guerra, y ataquen a Madián para vengarse de ellos en nombre del Señor. 4Cada tribu debe enviar mil hombres a la guerra.
5Así pues, de los ejércitos de cada tribu se escogieron mil hombres, doce mil en total, armados para la guerra. 6Moisés los envió a la batalla en compañía de Finees, hijo del sacerdote Eleazar, quien llevaba los objetos sagrados y las trompetas para dar la orden de ataque. 7Y pelearon contra los madianitas y los mataron a todos, tal como el Señor se lo ordenó a Moisés. 8Mataron a Eví, Réquem, Sur, Hur y Reba, es decir, los cinco reyes madianitas, y también a Balaam, hijo de Beor. 9Los israelitas se llevaron prisioneras a las mujeres madianitas y a sus hijos pequeños, y les quitaron los animales, el ganado y los objetos de valor; 10además de eso, quemaron todas sus ciudades y campamentos. 11Y todo lo que les quitaron, tanto personas como animales, 12se lo llevaron a Moisés, al sacerdote Eleazar y al pueblo de Israel, los cuales estaban acampados en la llanura de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.
13Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los jefes del pueblo salieron a recibirlos fuera del campamento. 14Pero Moisés se enojó con los jefes que estaban al frente de mil y de cien soldados, que venían de la batalla, 15y les dijo:
--¿Por qué dejaron con vida a las mujeres? 16Precisamente fueron ellas las que, cuando el caso de Balaam, llevaron a los israelitas a rebelarse contra el Señor y adorar a Baal-peor. Por eso el Señor castigó con una plaga a su pueblo. 17Maten ahora mismo a todos los niños varones y a todas las mujeres que no sean vírgenes. 18A las muchachas vírgenes déjenlas con vida y quédense con ellas. 19Y todos los que hayan matado a alguien o hayan tocado un cadáver, quédense fuera del campamento durante siete días. Tanto ustedes como los prisioneros deberán purificarse al tercero y al séptimo día. 20Purifiquen también toda la ropa y todos los objetos de cuero, de pelo de cabra o de madera.
21El sacerdote Eleazar dijo a todos los soldados que habían estado en la batalla:
--Esta es una ley que el Señor le dio a Moisés: 22los objetos de oro, plata, bronce, hierro, estaño o plomo 23--en una palabra, todo lo que resista al fuego--, deberán purificarlos poniéndolos en el fuego y lavándolos con el agua de purificación. Las cosas que no resistan al fuego, deberán purificarlas solo con agua. 24El séptimo día deberán lavar su ropa, y quedarán puros. Después podrán entrar en el campamento.

Repartición del botín

25El Señor le dijo a Moisés:
26"Con la ayuda del sacerdote Eleazar y de los jefes de familia del pueblo, haz la cuenta de la gente y de los animales quitados a los madianitas, 27divídelos en dos partes iguales, y distribuye una parte entre los que fueron a pelear y la otra entre el resto del pueblo. 28Recoge además una parte para mí: de lo que les toque a los soldados, tanto de la gente como de los bueyes, asnos y ovejas, tomarás uno de cada quinientos 29y se lo darás al sacerdote Eleazar como contribución para mí. 30De la mitad correspondiente al resto de los israelitas, tanto de la gente como de los bueyes, asnos y ovejas, o sea de todos los animales, tomarás uno de cada cincuenta y se lo darás a los levitas encargados del servicio de mi santuario."
31Moisés y Eleazar lo hicieron tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 32Todo lo que se le quitó al enemigo, sin contar lo que los soldados recogieron por su parte, fueron seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33setenta y dos mil bueyes, 34sesenta y un mil asnos 35y treinta y dos mil muchachas vírgenes. 36Por lo tanto, la mitad que les tocó a los soldados fueron trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 37de las que se dieron seiscientas setenta y cinco como contribución para el Señor; 38de los treinta y seis mil bueyes se dieron sesenta y dos como contribución para el Señor; 39de los treinta mil quinientos asnos se dieron sesenta y uno como contribución para el Señor; 40y de las dieciséis mil muchachas se dieron treinta y dos como contribución para el Señor. 41Moisés entregó la contribución para el Señor al sacerdote Eleazar, tal como el Señor se lo había ordenado.
42La otra mitad, que era la parte que le tocaba al resto de los israelitas y que Moisés había separado de la parte que les tocó a los soldados, 43fue exactamente la misma, o sea: trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 44treinta y seis mil bueyes, 45treinta mil quinientos asnos 46y dieciséis mil muchachas. 47De esta mitad, Moisés sacó uno de cada cincuenta, lo mismo de personas que de animales, y se lo dio a los levitas que servían en el santuario del Señor, tal como el Señor se lo había ordenado.
48Entonces los jefes que habían estado al frente de mil y de cien soldados, fueron a ver a Moisés 49y le dijeron: "Nosotros, tus servidores, hemos hecho la cuenta de los soldados que teníamos a nuestro cargo, y no falta ninguno. 50Aquí traemos los objetos de oro que cada uno encontró: brazaletes, pulseras, anillos, aretes y otros adornos, para ofrecérselos al Señor como rescate por nosotros mismos."
51Moisés y Eleazar recibieron de ellos todas las joyas de oro. 52El oro que ofrecieron como contribución los jefes al mando de mil y de cien soldados, pesó más de ciento ochenta y cuatro kilos, 53pues cada soldado había traído algo de lo que se le había quitado al enemigo. 54Así pues, Moisés y Eleazar recibieron de los jefes el oro que habían traído, y lo llevaron a la tienda del encuentro para que el Señor se acordara de los israelitas.


Dios permite que Job caiga en la miseria

Job 1 1En la región de Us había un hombre llamado Job, que vivía una vida recta y sin tacha, y que era un fiel servidor de Dios, cuidadoso de no hacer mal a nadie. 2Job tenía siete hijos y tres hijas, 3y era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas. Tenía también un gran número de esclavos. Era el hombre más rico de todo el oriente.
4Los hijos de Job acostumbraban celebrar banquetes en casa de cada uno de ellos, por turno, y siempre invitaban a sus tres hermanas. 5Terminados los días del banquete, Job llamaba a sus hijos y, levantándose de mañana, ofrecía holocaustos por cada uno de ellos, para purificarlos de su pecado. Esto lo hacía Job siempre, pensando que sus hijos podían haber pecado maldiciendo a Dios en su interior.
6Un día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos. 7El Señor le preguntó:
--¿De dónde vienes?
Y el acusador contestó:
--He andado recorriendo la tierra de un lado a otro.
8Entonces le dijo el Señor:
--¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie.
9Pero el acusador respondió:
--Pues no de balde te sirve con tanta fidelidad. 10Tú no dejas que nadie lo toque, ni a él ni a su familia ni a nada de lo que tiene; tú bendices todo lo que hace, y él es el hombre más rico en ganado de todo el país. 11Pero quítale todo lo que tiene y verás cómo te maldice en tu propia cara.
12El Señor respondió al acusador:
--Está bien. Haz lo que quieras con todas las cosas de Job, con tal de que a él mismo no le hagas ningún daño.
Entonces el acusador se retiró de la presencia del Señor.
13Un día, mientras los hijos y las hijas de Job estaban celebrando un banquete en casa del hermano mayor, 14un hombre llegó a casa de Job y le dio esta noticia:
--Estábamos arando el campo con los bueyes, y las asnas estaban pastando cerca; 15de repente llegaron los sabeos, y se robaron el ganado y mataron a cuchillo a los hombres. Solo yo pude escapar para venir a avisarte.
16Aún no había terminado de hablar aquel hombre, cuando llegó otro y dijo:
--Cayó un rayo y mató a los pastores y las ovejas. Solo yo pude escapar para venir a avisarte.
17Aún no había terminado de hablar ese hombre, cuando llegó un tercero y dijo:
--Tres grupos de caldeos nos atacaron y se robaron los camellos, y mataron a cuchillo a los hombres. Solo yo pude escapar para venir a avisarte.
18Aún no había terminado de hablar este hombre, cuando llegó uno más y dijo:
--Tus hijos y tus hijas estaban celebrando un banquete en la casa de tu hijo mayor, 19cuando de pronto un viento del desierto vino y sacudió la casa por los cuatro costados, derrumbándola sobre tus hijos. Todos ellos murieron. Solo yo pude escapar para venir a avisarte.
20Entonces Job se levantó, y lleno de dolor se rasgó la ropa, se rapó la cabeza y se inclinó en actitud de adoración. 21Entonces dijo:
--Desnudo vine a este mundo, y desnudo saldré de él. El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!
22Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni dijo nada malo contra Dios.

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