el diecisiete de febrero - Hebreos 12, Éxodo 16-17 y Proverbios 7.6-27

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Fortaleza en el sufrimiento

Hebreos 12 1Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. 2Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.
3Por lo tanto, mediten en el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores; por eso, no se cansen ni se desanimen. 4Pues ustedes aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado, 5y han olvidado ya lo que Dios les aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura:
"No desprecies, hijo mío,
la corrección del Señor,
ni te desanimes cuando te reprenda.
6Porque el Señor corrige a quien él ama,
y castiga a aquel a quien recibe como hijo."
7Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? 8Pero si Dios no los corrige a ustedes como corrige a todos sus hijos, entonces ustedes no son hijos legítimos. 9Además, cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y los respetábamos. ¿Por qué no hemos de someternos, con mayor razón, a nuestro Padre celestial, para obtener la vida? 10Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, según lo que les parecía más conveniente; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él. 11Ciertamente, ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud.
12Así pues, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas, 13y busquen el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más.

Exhortación a la vigilancia

14Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver al Señor. 15Procuren que a nadie le falte la gracia de Dios, a fin de que ninguno sea como una planta de raíz amarga que hace daño y envenena a la gente. 16Que ninguno de ustedes se entregue a la prostitución ni desprecie lo sagrado; pues esto hizo Esaú, que por una sola comida vendió sus derechos de hijo mayor. 17Y ustedes saben que después, cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado; y aunque lloró mucho, ya no hubo remedio para lo sucedido.
18Ustedes no se acercaron, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, donde había oscuridad, tinieblas y tempestad; 19ni oyeron el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando, 20porque no podían soportar el mandato que decía: "Al que ponga el pie en el monte, hay que matarlo a pedradas o con lanza, aunque sea un animal." 21Tan espantoso era lo que se veía, que el mismo Moisés dijo: "Estoy temblando de miedo."
22Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios, 23y a la comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos, 24a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la sangre con que hemos sido purificados, la cual nos habla mejor que la sangre de Abel.
25Por eso tengan cuidado de no rechazar al que nos habla. Pues los que rechazaron a Dios cuando él les llamó la atención aquí en la tierra, no escaparon. Y mucho menos podremos escapar nosotros, si le damos la espalda al que nos llama la atención desde el cielo. 26En aquel tiempo, la voz de Dios hizo temblar la tierra, pero ahora dice: "Una vez más haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo." 27Al decir "una vez más", se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido, para que permanezca lo que no puede moverse. 28El reino que Dios nos da, no puede ser movido. Demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan. 29Porque nuestro Dios es como un fuego que todo lo consume.


Dios da el maná

Éxodo 16 1Toda la comunidad israelita salió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. Era el día quince del mes segundo después de su salida de Egipto. 2Allí, en el desierto, todos ellos comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. 3Y les decían:
--¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allá nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos hasta llenarnos, pero ustedes nos han traído al desierto para matarnos de hambre a todos.
4Entonces el Señor le dijo a Moisés:
--Voy a hacer que les llueva comida del cielo. La gente deberá salir cada día, y recogerá solo lo necesario para ese día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no. 5El sexto día, cuando preparen lo que van a llevar a casa, deberán recoger el doble de lo que recogen cada día.
6Moisés y Aarón dijeron entonces a los israelitas:
--Por la tarde sabrán ustedes que el Señor fue quien los sacó de Egipto, 7y por la mañana verán la gloria del Señor; pues ha oído que ustedes murmuraron contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que ustedes nos critiquen?
8Y Moisés añadió:
--Por la tarde el Señor les va a dar carne para comer, y por la mañana les va a dar pan en abundancia, pues ha oído que ustedes murmuraron contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros? Ustedes no han murmurado contra nosotros, sino contra el Señor.
9Luego Moisés le dijo a Aarón:
--Di a todos los israelitas que se acerquen a la presencia del Señor, pues él ha escuchado sus murmuraciones.
10En el momento en que Aarón estaba hablando con los israelitas, todos ellos miraron hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en una nube. 11Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
12--He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: 'Al atardecer, ustedes comerán carne, y por la mañana comerán pan hasta quedar satisfechos. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios.'
13Aquella misma tarde vinieron codornices, las cuales llenaron el campamento, y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto. 15Como los israelitas no sabían lo que era, al verlo se decían unos a otros: "¿Y esto qué es?" Y Moisés les dijo:
--Este es el pan que el Señor les da como alimento. 16Y esta es la orden que ha dado el Señor: Recoja cada uno de ustedes lo que necesite para comer y, según el número de personas que haya en su casa, tome más o menos dos litros por persona.
17Los israelitas lo hicieron así. Unos recogieron más, otros menos, 18según la medida acordada; y ni le sobró al que había recogido mucho, ni le faltó al que había recogido poco. Cada uno había recogido la cantidad que necesitaba para comer.
19Luego Moisés les dijo:
--Nadie debe dejar nada para el día siguiente.
20Sin embargo, algunos de ellos no hicieron caso a Moisés y dejaron algo para el otro día; pero lo que guardaron se llenó de gusanos y apestaba. Entonces Moisés se enojó con ellos.
21Cada uno recogía por las mañanas lo que necesitaba para comer, pues el calor del sol lo derretía. 22Pero el sexto día recogieron doble porción de comida, es decir, unos cuatro litros por persona; entonces los jefes de la comunidad fueron a contárselo a Moisés, 23y Moisés les dijo:
--Eso es lo que el Señor ha ordenado. Mañana es sábado, un reposo consagrado al Señor. Cocinen hoy lo que tengan que cocinar y hiervan lo que tengan que hervir, y guarden para mañana todo lo que les sobre.
24De acuerdo con la orden de Moisés, ellos guardaron para el día siguiente lo que les había sobrado, y no apestaba ni se llenó de gusanos. 25Entonces Moisés dijo:
--Cómanlo hoy, que es el sábado consagrado al Señor, pues en este día no encontrarán ustedes nada en el campo. 26Podrán recogerlo durante seis días, pero el séptimo día, que es sábado, no habrá nada.
27Algunos de ellos salieron el séptimo día a recoger algo, pero no encontraron nada. 28Entonces el Señor le dijo a Moisés:
--¿Hasta cuándo van ustedes a seguir desobedeciendo mis mandamientos y mis enseñanzas? 29Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado un día de reposo; por eso el sexto día les doy comida para dos días. Así que el séptimo día cada uno debe quedarse en su casa y no salir de ella.
30Entonces la gente reposó el día séptimo.
31Los israelitas llamaron maná a lo que recogían. Era blanco, como semilla de cilantro, y dulce como hojuelas con miel.
32Después Moisés dijo:
--Esta es la orden que ha dado el Señor: 'Llenen de maná una medida de dos litros, y guárdenla para sus descendientes, para que vean la comida que yo les di a ustedes en el desierto, cuando los saqué de Egipto.'
33A Aarón le dijo:
--Toma una canasta, y pon en ella unos dos litros de maná. Ponla después en la presencia del Señor, y que se guarde para los descendientes de ustedes.
34De acuerdo con la orden que el Señor le dio a Moisés, Aarón puso la canasta ante el arca de la alianza, para que fuera guardada.
35Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras habitadas; es decir, lo comieron hasta que llegaron a las fronteras de la tierra de Canaán.
36(El |igomer|r era la décima parte de un |iefa.|r)

Agua de la roca
(Nm 20.1-13)

Éxodo 17 1Toda la comunidad israelita salió del desierto de Sin, siguiendo su camino poco a poco, de acuerdo con las órdenes del Señor. Después acamparon en Refidim, pero no había agua para que el pueblo bebiera, 2así que le reclamaron a Moisés, diciéndole:
--¡Danos agua para beber!
--¿Por qué me hacen reclamaciones a mí? ¿Por qué ponen a prueba a Dios? --contestó Moisés.
3Pero el pueblo tenía sed, y hablaron en contra de Moisés. Decían:
--¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?
4Moisés clamó entonces al Señor, y le dijo:
--¿Qué voy a hacer con esta gente? ¡Un poco más y me matan a pedradas!
5Y el Señor le contestó:
--Pasa delante del pueblo, y hazte acompañar de algunos ancianos de Israel. Llévate también el bastón con que golpeaste el río, y ponte en marcha. 6Yo estaré esperándote allá en el monte Horeb, sobre la roca. Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella para que beba la gente.
Moisés lo hizo así, a la vista de los ancianos de Israel, 7y llamó a aquel lugar Meribá porque los israelitas le habían hecho reclamaciones, y también lo llamó Masá porque habían puesto a prueba a Dios, al decir: "¿Está o no está el Señor con nosotros?"

Guerra contra los amalecitas

8Los amalecitas se dirigieron a Refidim para pelear contra los israelitas. 9Entonces Moisés le dijo a Josué:
--Escoge algunos hombres y sal a pelear contra los amalecitas. Yo estaré mañana en lo alto del monte, con el bastón de Dios en la mano.
10Josué hizo lo que Moisés le ordenó, y salió a pelear contra los amalecitas. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Hur subieron a lo alto del monte. 11Cuando Moisés levantaba su brazo, los israelitas dominaban en la batalla; pero cuando lo bajaba, dominaban los amalecitas. 12Pero como a Moisés se le cansaban los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentara en ella. Luego Aarón y Hur le sostuvieron los brazos, uno de un lado y el otro del otro. De esta manera los brazos de Moisés se mantuvieron firmes hasta que el sol se puso, 13y Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.
14Entonces el Señor le dijo a Moisés:
--Escribe esto en un libro, para que sea recordado; y dile a Josué que voy a borrar por completo el recuerdo de los amalecitas.
15Moisés hizo un altar, al que puso por nombre "El Señor es mi bandera", 16y dijo:

"¡La bandera del Señor en la mano!
¡El Señor está en guerra con Amalec
de una generación a otra!"


Proverbios 7 6Un día estaba yo mirando
entre las rejas de mi ventana
7a unos jóvenes sin experiencia,
y me fijé en el más imprudente de ellos.
8Al llegar a la esquina cruzó la calle
en dirección a la casa de aquella mujer.
9La tarde iba cayendo,
y comenzaba a oscurecer.
10De pronto la mujer salió a su encuentro,
con toda la apariencia y los gestos de una prostituta,
11de una mujer ligera y caprichosa
que no puede estarse en su casa
12y que anda por calles, plazas y esquinas
esperando atrapar al primero que pase.
13La mujer abrazó y besó al joven,
y descaradamente le dijo:
14"Yo había prometido sacrificios de reconciliación,
y hoy he cumplido mi promesa.
15Por eso he salido a tu encuentro;
¡tenía ganas de verte, y te he encontrado!
16Sobre mi cama he tendido
una hermosa colcha de lino egipcio,
17la he perfumado con aroma
de mirra, áloe y canela.
18Ven, vaciemos hasta el fondo la copa del amor;
gocemos del amor hasta que amanezca,
19pues mi esposo no está en casa:
ha salido para un largo viaje;
20se ha llevado una bolsa de dinero
y no volverá hasta el día de la luna llena."

21Sus palabras melosas e insistentes
acabaron por convencer al muchacho,
22que sin más se fue tras ella:
como un buey rumbo al matadero,
como un ciervo que cae en la trampa
23y al que luego una flecha le parte el corazón;
como un ave que se lanza contra la red
sin saber que eso le va a costar la vida.

24Así pues, hijo mío, escúchame;
presta atención a mis palabras.
25No desvíes hacia esa mujer tus pensamientos;
no te pierdas por ir tras ella,
26porque a muchos los ha herido de muerte;
¡sus víctimas son numerosas!
27Tomar el camino de su casa
es tomar el camino de la muerte.

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