En el camino a Emaús
(Mc 16.12-13)
San Lucas 24
13Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.
14Iban hablando de todo lo que había pasado.
15Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos.
16Pero aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era.
17Jesús les preguntó:
--¿De qué van hablando ustedes por el camino?
Se detuvieron tristes,
18y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, contestó:
--¿Eres tú el único que ha estado alojado en Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?
19Él les preguntó:
--¿Qué ha pasado?
Le dijeron:
--Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran.
21Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar a la nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo eso.
22Aunque algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro,
23y como no encontraron el cuerpo, volvieron a casa. Y cuentan que unos ángeles se les han aparecido y les han dicho que Jesús vive.
24Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a Jesús no lo vieron.
25Entonces Jesús les dijo:
--¡Qué faltos de comprensión son ustedes y qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas!
26¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?
27Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas.
28Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba a seguir adelante.
29Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo:
--Quédate con nosotros, porque ya es tarde. Se está haciendo de noche.
Jesús entró, pues, para quedarse con ellos.
30Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio.
31En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció.
32Y se dijeron el uno al otro:
--¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?
33Sin esperar más, se pusieron en camino y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a sus compañeros,
34que les dijeron:
--De veras ha resucitado el Señor, y se le ha aparecido a Simón.
35Entonces ellos dos les contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús cuando partió el pan.
Jesús se aparece a los discípulos
(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Jn 20.19-23)
36Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
--Paz a ustedes.
37Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu.
38Pero Jesús les dijo:
--¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón?
39Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo.
40Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies.
41Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:
--¿Tienen aquí algo que comer?
42Le dieron un pedazo de pescado asado,
43y él lo aceptó y lo comió en su presencia.
44Luego les dijo:
--Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos.
45Entonces hizo que entendieran las Escrituras,
46y les dijo:
--Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día,
47y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén,
48ustedes deben dar testimonio de estas cosas.
49Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Pero ustedes quédense aquí, en la ciudad de Jerusalén, hasta que reciban el poder que viene del cielo.
Jesús sube al cielo
(Mc 16.19-20)
50Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo.
51Y mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo.
52Ellos, después de adorarlo, volvieron a Jerusalén muy contentos.
53Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios.
La copa de José Génesis 44
1Después de esto José le ordenó a su mayordomo:
--Llena los costales de estos hombres con todo el trigo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal.
2Pon también mi copa de plata en la boca del costal del hermano menor, junto con el dinero que pagó por su trigo.
El mayordomo hizo lo que José le ordenó.
3Con los primeros rayos del sol, José permitió que sus hermanos se fueran con sus asnos.
4Todavía no estaban muy lejos de la ciudad, cuando José le dijo a su mayordomo:
--Ve a perseguir a esos hombres, y diles cuando los alcances: '¿Por qué han pagado bien con mal? ¿Por qué han robado la copa de plata
5que mi amo usa para beber y para adivinar? ¡Han hecho muy mal!'
6Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió las mismas palabras,
7y ellos le contestaron:
--¿Por qué nos habla usted de ese modo? ¡Jamás haríamos semejante cosa!
8Si regresamos desde Canaán a devolver el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, ¿cómo íbamos a robar plata ni oro de la casa de su amo?
9¡Que muera cualquiera de estos servidores suyos al que se le encuentre la copa, y hasta nosotros seremos sus esclavos!
10Entonces el mayordomo dijo:
--Se hará como ustedes dicen, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo; los demás quedarán libres de culpa.
11Cada uno de ellos bajó rápidamente su costal hasta el suelo, y lo abrió.
12El mayordomo buscó en cada costal, comenzando por el del hermano mayor hasta el del hermano menor, y encontró la copa en el costal de Benjamín.
13Entonces ellos rasgaron su ropa en señal de dolor. Después cada uno echó la carga sobre su asno, y regresaron a la ciudad.
14Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, todavía estaba él allí. Entonces se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente,
15mientras José les decía:
--¿Qué es lo que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo sabe adivinar?
16Judá contestó:
--¿Qué podemos responderle a usted? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos ha encontrado en pecado. Aquí nos tiene usted; somos sus esclavos, junto con el que tenía la copa.
17Pero José dijo:
--De ninguna manera. Solo aquel que tenía la copa será mi esclavo. Los otros pueden regresar tranquilos a la casa de su padre. Nadie los molestará.
Judá ruega por Benjamín
18Entonces Judá se acercó a José y le dijo:
--Yo le ruego a usted, señor, que me permita decirle algo en secreto. Por favor, no se enoje conmigo, pues usted es como si fuera el mismo faraón.
19Usted nos preguntó si teníamos padre o algún otro hermano,
20y nosotros le contestamos que teníamos un padre anciano y un hermano todavía muy joven, que nació cuando nuestro padre ya era anciano. También le dijimos que nuestro padre lo quiere mucho, pues es el único hijo que le queda de la misma madre, porque su otro hermano murió.
21Entonces usted nos pidió que lo trajéramos, porque quería conocerlo.
22Nosotros le dijimos que el muchacho no podía dejar a su padre, porque si lo dejaba, su padre moriría.
23Pero usted nos dijo que si él no venía con nosotros, no volvería a recibirnos.
24"Cuando regresamos junto a mi padre, le contamos todo lo que usted nos dijo.
25Entonces nuestro padre nos ordenó: 'Regresen a comprar un poco de trigo';
26pero nosotros le dijimos: 'No podemos ir, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros; porque si él no nos acompaña, no podremos ver a ese señor.'
27Y mi padre nos dijo: 'Ustedes saben que mi esposa me dio dos hijos;
28uno de ellos se fue de mi lado, y desde entonces no lo he visto. Estoy seguro de que un animal salvaje lo despedazó.
29Si se llevan también a mi otro hijo de mi lado, y le pasa algo malo, ustedes tendrán la culpa de que este viejo se muera de tristeza.'
30"Así que la vida de mi padre está tan unida a la vida del muchacho que, si el muchacho no va con nosotros cuando yo regrese,
31nuestro padre morirá al no verlo. Así nosotros tendremos la culpa de que nuestro anciano padre se muera de tristeza.
32Yo le dije a mi padre que me haría responsable del muchacho, y también le dije: 'Si no te lo devuelvo, seré el culpable delante de ti para toda la vida.'
33Por eso yo le ruego a usted que me permita quedarme como su esclavo, en lugar del muchacho. Deje usted que él se vaya con sus hermanos.
34Porque, ¿cómo voy a regresar junto a mi padre, si el muchacho no va conmigo? No quiero ver el mal que sufriría mi padre."
SALMO 35 (34)
Oración pidiendo la ayuda del Señor
1Señor, opónte a los que se oponen a mí;
ataca a los que me atacan.
2Toma tu escudo y ven en mi ayuda;
3toma tu lanza y haz frente a los que me persiguen;
¡dime que eres tú mi salvador!
4Huyan avergonzados
los que quieren matarme;
huyan avergonzados
los que quieren hacerme daño;
5¡sean como paja que se lleva el viento,
arrojados por el ángel del Señor!
6¡Sea su camino oscuro y resbaladizo,
perseguidos por el ángel del Señor!
7Sin motivo me pusieron una trampa;
sin motivo hicieron un hoyo
para que yo cayera en él.
8¡Que los sorprenda la desgracia!
¡Que caigan en su propia trampa!
¡Que caigan en desgracia!
9Entonces me alegraré en el Señor,
porque él me habrá salvado.
10De todo corazón diré:
"¿Quién como tú, Señor?
A los pobres y necesitados los libras
de quienes son más fuertes que ellos,
de quienes los explotan."
11Se levantan testigos malvados
y me preguntan cosas que yo no sé.
12Me han pagado mal por bien,
y esto me causa mucha tristeza;
13pues cuando ellos se enfermaban
yo me afligía por ellos,
me ponía ropas ásperas y ayunaba,
y en mi interior no dejaba de orar.
14Andaba yo triste y decaído,
como si estuviera de luto por mi madre,
por un amigo o por mi propio hermano.
15Pero cuando caí,
todos juntos se rieron de mí;
como si fueran gente extraña y desconocida,
me maltrataron sin cesar.
16Me atormentaron, se burlaron de mí,
me lanzaron miradas cargadas de odio.
17Señor, ¿cuánto tiempo seguirás viendo esto?
¡Sálvame la vida, mi única vida,
de esos leones que andan rugiendo!
18Te daré gracias ante tu pueblo numeroso;
¡te alabaré ante la gran multitud!
19Que no se alegren de mí mis enemigos;
que no se guiñen el ojo los que me odian sin razón.
20Pues ellos no buscan la paz,
sino que hacen planes traicioneros
contra la gente pacífica del país;
21abren tamaña boca contra mí, y dicen:
"¡Miren lo que hemos llegado a ver!"
22¡A ti te consta, Señor!
¡No te quedes en silencio!
¡No te alejes de mí!
23Levántate, Señor y Dios mío, ¡despierta!
Hazme justicia, ponte de mi parte.
24Júzgame, Señor y Dios mío,
de acuerdo con tu justicia.
¡Que no se rían de mí!
25Que no digan ni piensen:
"¡Esto es lo que queríamos!
¡Lo hemos arruinado por completo!"
26Que queden cubiertos de vergüenza
los que se alegran de mi desgracia;
que queden totalmente cubiertos de vergüenza
los que se creen superiores a mí.
27Pero que se alegren y griten de alegría
los que quieren verme victorioso;
que digan constantemente:
"¡El Señor es grande,
y le agrada el bienestar de su siervo!"
28Con mi lengua hablaré de tu justicia;
¡todo el día te alabaré!
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