Jesús es crucificado
(Mt 27.32-44; Mc 15.21-32; Jn 19.17-27)
San Lucas 23
26Cuando llevaron a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del campo, y lo hicieron cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús.
27Mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él, lo seguían.
28Pero Jesús las miró y les dijo:
--Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos.
29Porque vendrán días en que se dirá: 'Dichosas las que no pueden tener hijos, las mujeres que no dieron a luz ni tuvieron hijos que criar.'
30Entonces comenzará la gente a decir a los montes: '¡Caigan sobre nosotros!', y a las colinas: '¡Escóndannos!'
31Porque si con el árbol verde hacen todo esto, ¿qué no harán con el seco?
32También llevaban a dos criminales, para crucificarlos junto con Jesús.
33Cuando llegaron al sitio llamado La Calavera, crucificaron a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.
[34Jesús dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen."]
Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
35La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él, diciendo:
--Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.
36Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban a beber vino agrio,
37diciéndole:
--¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!
38Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: "Este es el Rey de los judíos."
39Uno de los criminales que estaban colgados, lo insultaba:
--¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros!
40Pero el otro reprendió a su compañero, diciéndole:
--¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo?
41Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.
42Luego añadió:
--Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
43Jesús le contestó:
--Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Muerte de Jesús
(Mt 27.45-56; Mc 15.33-41; Jn 19.28-30)
44Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad.
45El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46Jesús gritó con fuerza y dijo:
--¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, murió.
47Cuando el capitán romano vio lo que había pasado, alabó a Dios, diciendo:
--De veras, este hombre era inocente.
48Toda la multitud que estaba presente y que vio lo que había pasado, se fue de allí golpeándose el pecho.
49Todos los conocidos de Jesús se mantenían a distancia; también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea estaban allí mirando.
Jesús es sepultado
(Mt 27.57-61; Mc 15.42-47; Jn 19.38-42)
50-51Había un hombre bueno y justo llamado José, natural de Arimatea, un pueblo de Judea. Pertenecía a la Junta Suprema de los judíos. Este José, que esperaba el reino de Dios y que no estuvo de acuerdo con lo que la Junta había hecho,
52fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
53Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana de lino y lo puso en un sepulcro excavado en una peña, donde todavía no habían sepultado a nadie.
54Era el día de la preparación para el sábado, que ya estaba a punto de comenzar.
55Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea, fueron y vieron el sepulcro, y se fijaron en cómo habían puesto el cuerpo.
56Cuando volvieron a casa, prepararon perfumes y ungüentos.
Los hermanos de José van a Egipto Génesis 42
1Cuando Jacob supo que en Egipto había trigo, les dijo a sus hijos: "¿Qué hacen ahí, mirándose unos a otros?
2Me han dicho que en Egipto hay trigo. Vayan allá y compren trigo para nosotros, para que podamos seguir viviendo."
3Entonces diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar trigo;
4pero Jacob no dejó ir a Benjamín, el hermano de José, porque pensó que podría pasarle algo malo.
5Los hijos de Israel fueron entre otros que también iban a comprar, porque en toda la tierra de Canaán había hambre.
6José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a la gente que llegaba de todas partes. Cuando sus hermanos se presentaron ante él, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente.
7José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y les preguntó en forma brusca:
--¡Ustedes!, ¿de dónde vienen?
--Venimos de Canaán, a comprar trigo --contestaron ellos.
8Aunque José reconoció a sus hermanos, ellos no lo reconocieron a él.
9Entonces José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:
--Ustedes son espías. Solo vienen a ver cuáles son los puntos débiles del país.
10--¡No, señor! --contestaron ellos--. Nosotros sus servidores hemos venido a comprar trigo.
11Todos nosotros somos hijos del mismo padre. Somos gente honrada. Nunca hemos sido espías.
12--No es cierto --insistió José--. Ustedes vienen a ver cuáles son los puntos débiles del país.
13Pero ellos contestaron:
--Los servidores de usted somos doce hermanos, hijos del mismo padre, y vivimos en Canaán. Nuestro hermano menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no está con nosotros.
14Sin embargo, José volvió a decirles:
--¡Tal como dije! Ustedes son espías,
15y con esto vamos a probarlo: les juro por el faraón que no saldrán de aquí hasta que venga su hermano menor.
16Que vaya uno de ustedes a traerlo. Los demás se quedarán presos. Vamos a ver si es cierto lo que han dicho, y si no es cierto, es que son espías. ¡Lo juro por el faraón!
17José los tuvo presos a todos ellos durante tres días,
18pero al tercer día les dijo:
--Yo tengo temor de Dios. Hagan esto y se les perdonará la vida:
19si son de veras honrados, dejen en la cárcel a uno de sus hermanos, y los demás vayan y lleven trigo para que coman sus familias.
20Tráiganme luego a su hermano menor, y veremos si han dicho la verdad. Si no, morirán.
Ellos aceptaron,
21pero se decían el uno al otro:
--Verdaderamente nos portamos muy mal con nuestro hermano, pues no le hicimos caso cuando nos rogaba que le tuviéramos compasión, aunque veíamos que estaba afligido. Por eso ahora nos ha venido esta aflicción.
22Y Rubén les contestó:
--Yo les dije que no le hicieran daño al muchacho; pero no me hicieron caso, y ahora tenemos que responder por su muerte.
23Ellos no sabían que José les entendía, porque él había estado hablándoles por medio de un intérprete.
24José se apartó de ellos y se puso a llorar. Cuando regresó a donde ellos estaban y pudo hablarles, apartó a Simeón y, a la vista de ellos, hizo que lo ataran.
25Después ordenó que les llenaran de trigo sus costales, que le devolvieran a cada uno su dinero, poniéndolo dentro de cada costal, y que les dieran comida para el camino. Así se hizo.
26Entonces ellos cargaron el trigo en sus asnos, y se fueron de allí.
27Cuando llegaron al lugar donde iban a pasar la noche, uno de ellos abrió su costal para darle de comer a su asno, y vio que su dinero estaba allí, en la boca del costal.
28Entonces les dijo a sus hermanos:
--¡Miren, me devolvieron mi dinero! ¡Aquí está, en mi costal!
Todos ellos se asustaron mucho, y temblando de miedo se decían el uno al otro:
--¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?
29Cuando llegaron a Canaán, le contaron a su padre Jacob todo lo que les había pasado, y le dijeron:
30--El hombre que gobierna en aquel país nos habló en forma muy brusca, y nos acusó de haber ido a su país como espías.
31Pero nosotros le dijimos que éramos gente honrada y que nunca habíamos sido espías;
32que éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; que uno ya no estaba con nosotros, y que el menor se había quedado contigo en Canaán.
33Entonces él nos dijo: 'Con esto voy a ver si ustedes son de veras honrados. Dejen aquí conmigo a uno de sus hermanos y vayan a llevar un poco de trigo para sus familias,
34pero tráiganme a su hermano menor. Así podré estar seguro de que ustedes son gente honrada y no espías; entonces dejaré libre a su otro hermano y ustedes podrán andar libremente por este país.'
35En el momento de vaciar sus costales, los hermanos de José vieron que en cada costal había una bolsita con el dinero de cada uno de ellos. Al ver las bolsitas con el dinero, tanto ellos como su padre se asustaron.
36Entonces Jacob les dijo:
--Ustedes me están dejando sin hijos. José ya no está con nosotros, Simeón tampoco, ¡y ahora me van a quitar a Benjamín! ¡Y siempre el perjudicado soy yo!
37Entonces Rubén le dijo a su padre:
--Deja a Benjamín a mi cuidado, y yo te lo devolveré. Si no te lo devuelvo, puedes matar a mis dos hijos.
38Pero Jacob contestó:
--Mi hijo no irá con ustedes. Su hermano José ha muerto y solo queda él. Si le pasa algo malo en el viaje que van a hacer, ustedes tendrán la culpa de que este viejo se muera de tristeza.
SALMO 33 (32)
Alabanza y gratitud al Señor
1Aclamen al Señor, hombres buenos;
en labios de los buenos, la alabanza es hermosa.
2Den gracias al Señor al son del arpa,
cántenle himnos con música de salterio,
3cántenle un nuevo canto,
¡toquen con arte al aclamarlo!
4La palabra del Señor es verdadera;
sus obras demuestran su fidelidad.
5El Señor ama lo justo y lo recto;
¡su amor llena toda la tierra!
6Por la palabra del Señor
fueron hechos los cielos,
por el soplo de su boca,
todos los astros.
7Él junta y almacena
las aguas del mar profundo.
8Honren al Señor todos en la tierra;
¡hónrenlo todos los habitantes del mundo!
9Pues él habló, y todo fue hecho;
él ordenó, y todo quedó firme.
10El Señor hace fracasar por completo
los proyectos de los pueblos paganos,
11pero los proyectos del Señor
permanecen firmes para siempre.
12Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que ha escogido como suyo.
13El Señor mira desde el cielo
y ve a todos los hombres;
14desde el lugar donde vive
observa a los que habitan la tierra;
15él es quien formó sus corazones
y quien vigila todo lo que hacen.
16Ningún rey se salva por su gran ejército,
ni se salvan los valientes por su mucha fuerza;
17los caballos no sirven para salvar a nadie;
aunque son muy poderosos, no pueden salvar.
18Pero el Señor cuida siempre
de quienes lo honran y confían en su amor,
19para salvarlos de la muerte
y darles vida en épocas de hambre.
20Nosotros confiamos en el Señor;
¡él nos ayuda y nos protege!
21Nuestro corazón se alegra en el Señor;
confiamos plenamente en su santo nombre.
22¡Que tu amor, Señor, nos acompañe,
tal como esperamos de ti!
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