Jesús calma la tormenta (Mt 8.23-27; Mc 4.35-41)
22Un día, Jesús entró en una barca con sus discípulos, y les dijo:
--Vamos al otro lado del lago.
Partieron, pues,
23y mientras cruzaban el lago, Jesús se durmió. En esto se desató una fuerte tormenta sobre el lago, y la barca empezó a llenarse de agua y corrían peligro de hundirse.
24Entonces fueron a despertar a Jesús, diciéndole:
--¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos estamos hundiendo!
Jesús se levantó y dio una orden al viento y a las olas, y todo se calmó y quedó tranquilo.
25Después dijo a los discípulos:
--¿Qué pasó con su fe?
Pero ellos, asustados y admirados, se preguntaban unos a otros:
--¿Quién será este, que da órdenes al viento y al agua, y lo obedecen?
El endemoniado de Gerasa (Mt 8.28-34; Mc 5.1-20)
26Por fin llegaron a la tierra de Gerasa, que está al otro lado del lago, frente a Galilea.
27Al bajar Jesús a tierra, salió del pueblo un hombre que estaba endemoniado, y se le acercó. Hacía mucho tiempo que no se ponía ropa ni vivía en una casa, sino entre las tumbas.
28Cuando vio a Jesús, cayó de rodillas delante de él, gritando:
--¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego que no me atormentes!
29Dijo esto porque Jesús había ordenado al espíritu impuro que saliera de él. Muchas veces el demonio se había apoderado de él; y aunque la gente le sujetaba las manos y los pies con cadenas para tenerlo seguro, él las rompía y el demonio lo hacía huir a lugares desiertos.
30Jesús le preguntó:
--¿Cómo te llamas?
Y él contestó:
--Me llamo Legión.
Dijo esto porque eran muchos los demonios que habían entrado en él,
31los cuales pidieron a Jesús que no los mandara al abismo.
32Como había muchos cerdos comiendo en el cerro, los espíritus le rogaron que los dejara entrar en ellos; y Jesús les dio permiso.
33Los demonios salieron entonces del hombre y entraron en los cerdos, y estos echaron a correr pendiente abajo hasta el lago, y allí se ahogaron.
34Los que cuidaban de los cerdos, cuando vieron lo sucedido, salieron huyendo y fueron a contarlo en el pueblo y por el campo.
35La gente salió a ver lo que había pasado. Y cuando llegaron a donde estaba Jesús, encontraron sentado a sus pies al hombre de quien habían salido los demonios, vestido y en su cabal juicio; y tuvieron miedo.
36Y los que habían visto lo sucedido, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.
37Toda la gente de la región de Gerasa comenzó entonces a rogar a Jesús que se fuera de allí, porque tenían mucho miedo. Así que Jesús entró en la barca y se fue.
38El hombre de quien habían salido los demonios le rogó que le permitiera ir con él, pero Jesús le ordenó que se quedara, y le dijo:
39--Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.
El hombre se fue y contó por todo el pueblo lo que Jesús había hecho por él.
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