el veintidós de enero - San Lucas 17, Génesis 29.1-30 y Salmo 22

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El peligro de caer en pecado
(Mt 18.6-7,21-22; Mc 9.42)

San Lucas 17 1Jesús dijo a sus discípulos: "No se puede evitar que haya incitaciones al pecado; pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás! 2Mejor le sería que lo echaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, que hacer caer en pecado a uno de estos pequeñitos. 3¡Tengan cuidado!
"Si tu hermano peca, repréndelo; pero si cambia de actitud, perdónalo. 4Aunque peque contra ti siete veces en un día, si siete veces viene a decirte: 'No lo volveré a hacer', debes perdonarlo."

El poder de la fe

5Los apóstoles pidieron al Señor:
--Danos más fe.
6El Señor les contestó:
--Si ustedes tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Arráncate de aquí y plántate en el mar', y les haría caso.

El deber del que sirve

7"Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: 'Pasa y siéntate a comer'? 8No, sino que le dice: 'Prepárame la cena, y dispónte a atenderme mientras yo como y bebo. Después podrás tú comer y beber.' 9Y tampoco le da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. 10Así también ustedes, cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: 'Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.'  "

Jesús sana a diez leprosos

11En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. 12Y llegó a una aldea, donde le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, los cuales se quedaron lejos de él 13gritando:
--¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
14Cuando Jesús los vio, les dijo:
--Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Y mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. 15Uno de ellos, al verse limpio, regresó alabando a Dios a grandes voces, 16y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. 17Jesús dijo:
--¿Acaso no eran diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? 18¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?
19Y le dijo al hombre:
--Levántate y vete; por tu fe has sido sanado.

Cómo llegará el reino de Dios
(Mt 24.23-28,36-41)

20Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo había de llegar el reino de Dios, y él les contestó:
--La venida del reino de Dios no es algo que todo el mundo pueda ver. 21No se va a decir: 'Aquí está', o 'Allí está'; porque el reino de Dios ya está entre ustedes.
22Y dijo a sus discípulos:
--Llegará el tiempo en que ustedes querrán ver siquiera uno de los días del Hijo del hombre, y no lo verán. 23Algunos dirán: 'Aquí está', o 'Allí está'; pero no vayan ni los sigan. 24Porque así como el relámpago, al brillar, ilumina el cielo de uno a otro lado, así será el Hijo del hombre en el día de su regreso. 25Pero primero tiene que sufrir mucho y ser rechazado por la gente de este tiempo. 26Como pasó en los tiempos de Noé, así pasará también en los días en que regrese el Hijo del hombre. 27La gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y todos murieron. 28Lo mismo sucedió en los tiempos de Lot: la gente comía y bebía, compraba y vendía, sembraba y construía casas; 29pero cuando Lot salió de la ciudad de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y todos murieron. 30Así será el día en que el Hijo del hombre aparezca.
31"En aquel día, el que se encuentre en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a sacarlas; y el que esté en el campo, que no regrese a su casa. 32Acuérdense de la mujer de Lot. 33El que trate de conservar su vida, la perderá; pero el que la pierda, la conservará.
34"Les digo que en aquella noche, de dos que estén en una misma cama, uno será llevado y el otro será dejado. 35De dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra será dejada."
37Le preguntaron entonces:
--¿Dónde ocurrirá eso, Señor?
Y él les contestó:
--Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.


Jacob en Harán

Génesis 29 1Jacob siguió su camino y se fue a la tierra de los del oriente.
2En el campo vio un pozo, cerca del cual estaban descansando tres rebaños de ovejas, porque los animales bebían agua de él. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, 3y cuando todos los rebaños se juntaban allí, los pastores quitaban la piedra para darles agua a las ovejas, y luego volvían a tapar el pozo. 4Jacob preguntó a los pastores:
--¿De dónde son ustedes, amigos míos?
--Somos de Harán --contestaron ellos.
5--¿Conocen ustedes a Labán, el hijo de Nahor? --volvió a preguntar.
--Sí, lo conocemos --respondieron.
6--¿Está bien de salud? --insistió Jacob.
--Sí, Labán está bien --dijeron los pastores--. Mire usted, aquí viene su hija Raquel con sus ovejas.
7Entonces Jacob dijo:
--Todavía es de día, y es muy temprano para encerrar las ovejas. ¿Por qué no les dan agua y las llevan a pastar?
8Pero ellos le contestaron:
--No podemos hacerlo. Tenemos que esperar a que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra de la boca del pozo, para poder darles agua a las ovejas.
9Mientras Jacob estaba hablando con ellos, Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues ella era quien las cuidaba. 10Tan pronto como Jacob la vio con las ovejas de su tío Labán, fue y quitó la piedra de la boca del pozo, y les dio agua a las ovejas; 11luego la saludó con un beso, y comenzó a llorar. 12Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a contárselo a su padre.
13Labán, al oir hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirlo, lo abrazó, lo saludó con un beso y lo llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado. 14Y Labán le dijo: "Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre."

Jacob trabaja por Raquel y Lía

Jacob se quedó con Labán durante un mes. 15Después de ese tiempo, Labán le dijo:
--No vas a trabajar para mí sin ganar nada, solo porque eres mi pariente. Dime cuánto quieres que te pague.
16Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel. 17Lía tenía unos ojos muy tiernos, pero Raquel era hermosa de pies a cabeza. 18Como Jacob se había enamorado de Raquel, contestó:
--Por Raquel, tu hija menor, trabajaré siete años para ti.
19Entonces Labán contestó:
--Es mejor dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.
20Y así Jacob trabajó por Raquel durante siete años, aunque a él le pareció muy poco tiempo porque la amaba mucho. 21Cuando pasaron los siete años, Jacob le dijo a Labán:
--Dame mi mujer, para que me case con ella, porque ya terminó el tiempo que prometí trabajar por ella.
22Entonces Labán invitó a todos sus vecinos a la fiesta de bodas que hizo. 23Pero por la noche Labán tomó a Lía y se la llevó a Jacob, y Jacob durmió con ella. 24Además, Labán le regaló a Lía una de sus esclavas, llamada Zilpá, para que la atendiera. 25A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que había dormido con Lía, y le reclamó a Labán:
--¿Qué cosa me has hecho? ¿No trabajé contigo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado?
26Y Labán le contestó:
--Aquí no acostumbramos que la hija menor se case antes que la mayor. 27Cumple con la semana de bodas de Lía y entonces te daremos también a Raquel, si es que te comprometes a trabajar conmigo otros siete años.
28Jacob aceptó, y cuando terminó la semana de bodas de Lía, Labán le dio a Raquel por esposa. 29Labán también le dio a Raquel una de sus esclavas, llamada Bilhá, para que la atendiera. 30Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lía, aunque tuvo que trabajar con Labán durante siete años más.


SALMO 22 (21)

Grito de angustia y canto de alabanza


1Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?,
¿por qué no vienes a salvarme?,
¿por qué no atiendes a mis lamentos?
2Dios mío, día y noche te llamo, y no respondes;
¡no hay descanso para mí!

3Pero tú eres santo;
tú reinas, alabado por Israel.
4Nuestros padres confiaron en ti;
confiaron, y tú los libertaste;
5te pidieron ayuda, y les diste libertad;
confiaron en ti, y no los defraudaste.

6Pero yo no soy un hombre, sino un gusano;
¡soy el hazmerreir de la gente!
7Los que me ven, se burlan de mí;
me hacen muecas, mueven la cabeza
8y dicen: "Este confiaba en el Señor;
pues que el Señor lo libre.
Ya que tanto lo quiere, que lo salve."

9Y así es:
tú me hiciste nacer del vientre de mi madre;
en su pecho me hiciste descansar.
10Desde antes que yo naciera,
fui puesto bajo tu cuidado;
desde el vientre de mi madre,
mi Dios eres tú.
11No te alejes de mí,
pues estoy al borde de la angustia
y no tengo quien me ayude.

12Mis enemigos me han rodeado como toros,
como bravos toros de Basán;
13rugen como leones feroces,
abren la boca y se lanzan contra mí.
14Soy como agua que se derrama;
mis huesos están dislocados.
Mi corazón es como cera
que se derrite dentro de mí.
15Tengo la boca seca como una teja;
tengo la lengua pegada al paladar.
¡Me has hundido hasta el polvo de la muerte!
16Como perros, una banda de malvados
me ha rodeado por completo;
me han desgarrado las manos y los pies.
17¡Puedo contarme los huesos!
Mis enemigos no me quitan la vista de encima;
18se han repartido mi ropa entre sí,
y sobre ella echan suertes.

19Pero tú, Señor, que eres mi fuerza,
¡no te alejes!, ¡ven pronto en mi ayuda!
20Líbrame de morir a filo de espada,
no dejes que me maten esos perros,
21sálvame de la boca de esos leones,
¡defiéndeme de los cuernos de esos toros!

22Yo hablaré de ti a mis hermanos,
te alabaré en sus reuniones.
23Ustedes, los que honran al Señor, ¡alábenlo!
¡Glorifíquenlo todos los descendientes de Jacob!
¡Adórenlo todos los descendientes de Israel!
24Pues él no desprecia ni pasa por alto
el sufrimiento de los pobres,
ni se esconde de ellos.
¡Él los oye cuando le piden ayuda!
25En presencia de tu pueblo numeroso
alabaré tu fidelidad;
delante de los que te honran
te cumpliré mis promesas.

26Coman, ustedes los oprimidos,
hasta que estén satisfechos;
alaben al Señor, ustedes que lo buscan,
y vivan muchos años.
27Razas y naciones todas,
gente de todos los rincones de la tierra:
acuérdense del Señor, y vengan a él;
¡arrodíllense delante de él!
28Porque el Señor es el Rey,
y él gobierna las naciones.
29Inclínense y adórenlo solo a él
todos los que viven en abundancia,
todos los que han de volver al polvo,
pues en sí mismos no tienen vida.

30Mis descendientes adorarán al Señor
y hablarán de él toda la vida;
31a los que nazcan después, les contarán
de su justicia y de sus obras.

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