Crucifixión
y muerte de Jesús
(Mt. 27. 32-50; Mr. 15. 21-37; Lc. 23.
26-49)
San Juan 19 17 Y él, cargando su
cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en
hebreo, Gólgota;
18 y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a
cada lado, y Jesús en medio.
19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre
la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS
JUDÍOS.
20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque
el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la
ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego
y en latín.
21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los
judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él
dijo: Soy Rey de los judíos.
22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
23
Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús,
tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para
cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era
sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.
24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino
echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto
fue para que se cumpliese la Escritura, que dice:
Repartieron
entre sí mis vestidos,
Y
sobre mi ropa echaron suertes.
Y así lo hicieron los soldados.
25
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana
de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien
él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer,
he ahí tu hijo.
27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
28
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese:
Tengo sed.
29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces
ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en
un hisopo, se la acercaron a la boca.
30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado
es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el
espíritu.
El costado de Jesús traspasado
31
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de
la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la
cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era
de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les
quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.
32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas
al primero, y asimismo al otro que había sido
crucificado con él.
33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya
muerto, no le quebraron las piernas.
34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una
lanza, y al instante salió sangre y agua.
35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es
verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros
también creáis.
36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la
Escritura: No será quebrado hueso suyo.
37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que
traspasaron.
Jesús es sepultado
(Mt. 27. 57-61; Mr. 15. 42-47; Lc. 23.
50-56)
38
Después de todo esto, José de Arimatea, que era
discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los
judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el
cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces
vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.
39 También Nicodemo, el que antes había visitado a
Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de
áloes, como cien libras.
40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron
en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre
sepultar entre los judíos.
41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un
huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún
no había sido puesto ninguno.
42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua
de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca,
pusieron a Jesús.
Ezequías celebra la pascua
2 Crónicas 30 1 Envió después
Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a
Efraín y a Manasés, para que viniesen a Jerusalén a la
casa de Jehová para celebrar la pascua a Jehová Dios de
Israel.
2 Y el rey había tomado consejo con sus príncipes, y
con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la
pascua en el mes segundo;
3 porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no
había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo
se había reunido en Jerusalén.
4 Esto agradó al rey y a toda la multitud.
5 Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel,
desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la
pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalén; porque en
mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está
escrito.
6 Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de
sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo
había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a
Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él
se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los
reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y como vuestros
hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de sus
padres, y él los entregó a desolación, como vosotros
veis.
8 No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como
vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su
santuario, el cual él ha santificado para siempre; y
servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se
apartará de vosotros.
9 Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y
vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que
los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque
Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no
apartará de vosotros su rostro, si vosotros os
volviereis a él.
10
Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la
tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; mas se
reían y burlaban de ellos.
11 Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y
de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén.
12 En Judá también estuvo la mano de Dios para darles
un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los
príncipes, conforme a la palabra de Jehová.
13
Y se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la
fiesta solemne de los panes sin levadura en el mes
segundo, una vasta reunión.
14 Y levantándose, quitaron los altares que había en
Jerusalén; quitaron también todos los altares de
incienso, y los echaron al torrente de Cedrón.
15 Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce días
del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas llenos de
vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a
la casa de Jehová.
16 Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre,
conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los
sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de
los levitas.
17 Porque había muchos en la congregación que no
estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban
la pascua por todos los que no se habían purificado,
para santificarlos a Jehová.
18 Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y
Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían
purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que
está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo:
Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha
preparado su corazón para buscar a Dios,
19 a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté
purificado según los ritos de purificación del
santuario.
20 Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo.
21 Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén
celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura
por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová
todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando
con instrumentos resonantes a Jehová.
22 Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas
que tenían buena inteligencia en el servicio de Jehová.
Y comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por
siete días, ofreciendo sacrificios de paz, y dando
gracias a Jehová el Dios de sus padres.
23
Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la
fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete
días con alegría.
24 Porque Ezequías rey de Judá había dado a la
asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y también los
príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil
ovejas; y muchos sacerdotes ya se habían santificado.
25 Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como
también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que
había venido de Israel; asimismo los forasteros que
habían venido de la tierra de Israel, y los que
habitaban en Judá.
26 Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque
desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel,
no había habido cosa semejante en Jerusalén.
27 Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie,
bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su
oración llegó a la habitación de su santuario, al
cielo.
Oración pidiendo la continuada
misericordia de Dios
Oración de David.
Salmo 86 1 Inclina, oh
Jehová, tu oído, y escúchame,
Porque
estoy afligido y menesteroso.
2
Guarda mi alma, porque soy piadoso;
Salva
tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
3
Ten misericordia de mí, oh Jehová;
Porque
a ti clamo todo el día.
4
Alegra el alma de tu siervo,
Porque
a ti, oh Señor, levanto mi alma.
5
Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,
Y
grande en misericordia para con todos los que te invocan.
6
Escucha, oh Jehová, mi oración,
Y
está atento a la voz de mis ruegos.
7
En el día de mi angustia te llamaré,
Porque
tú me respondes.
8
Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses,
Ni
obras que igualen tus obras.
9
Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán
delante de ti, Señor,
Y
glorificarán tu nombre.
10
Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas;
Sólo
tú eres Dios.
11
Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu
verdad;
Afirma
mi corazón para que tema tu nombre.
12
Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón,
Y
glorificaré tu nombre para siempre.
13
Porque tu misericordia es grande para conmigo,
Y
has librado mi alma de las profundidades del Seol.
14
Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí,
Y
conspiración de violentos ha buscado mi vida,
Y
no te pusieron delante de sí.
15
Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente,
Lento
para la ira, y grande en misericordia y verdad,
16
Mírame, y ten misericordia de mí;
Da
tu poder a tu siervo,
Y
guarda al hijo de tu sierva.
17
Haz conmigo señal para bien,
Y
véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados;
Porque
tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.
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